viernes, 11 de mayo de 2012

El sueño...


Aún así mantuve el arco en alto.

-Pensé que nunca volvería a ver a ninguno de los dos- dijo el muchacho dirigiéndose en realidad hacia Σs’κα.

Σs’κα me lanzó una mirada cargada de interrogación. Supe que no necesitaba preguntar por explicaciones porque pronto me llegarían. Y entre suspiros, enfundé el arco y desencajé bruscamente el cuchillo del árbol, guardándolo en su funda.

El muchacho soltó un suspiro de alivio. Y cuando se vio completamente libre, extendió una mano hacia mí.

Lo miré incrédula.

-Mucho gusto, princesa, soy el ġŗεδεřϖε Šhřιη- se presentó.

Estreché su mano observando la frescura y la simpatía en su rostro. Como un niño risueño.

-Soy cazadora.- contesté secamente.

El tal Šhřιη sonrió divertido al tiempo que soltaba mi mano y se volvía hacia su gran amigo… solté el aire de golpe y desvié la mirada, intentando ignorar el fuerte abrazo que se dieron Σs’κα y Šhřιη. Justo en el momento que me hubiera encantado estar sola y nos encontrábamos con él. Al menos las lágrimas se habían secado en mi rostro.

Σs’κα se volvió hacia mí y me miró de pies a cabeza como si fuera una desconocida.

-Šhřιη es amigo de Mina y mío. Viajamos por tierras desconocidas durante varios ciclos lunares.- explicó lentamente.

Šhřιη soltó una carcajada.

-¿Tierras desconocidas? No… tú le estás tomando el pelo. Desde la casa de los dioses se pueden ver todas las tierras y además no conozco persona que sepa más de las tierras que tú.- replicó Šhřιη con cierto entusiasmo en la voz.

Se acercó a mí y me pasó un brazo por los hombros.

-Ven, cazadora, yo te contaré un poco sobre aquellos tiempos- me dijo guiñándome un ojo.

Sonreí inevitablemente divertida mientras Σs’κα miraba a Šhřιη con el ceño fruncido. Comenzamos a caminar de nuevo. Y con Šhřιη pude olvidar mis penas por un largo rato, mientras batallábamos entre abetos, juncos y helechos. Šhřιη tenía una forma muy especial de contar los anécdotas. Y lo que más me divertía era la cara de pocos amigos que ponía Σs’κα a cada rato. Sólo una vez abrió la boca para preguntar algo.

-¿Dónde está tu campamento?

-Cada vez más cerca, ya podrán descansar, pero, quisiera saber qué es lo que los trae por el bosque a horas tan tardías de la noche.- preguntó Šhřιη tomando una piedra del suelo y lanzándola hacia la penumbra del bosque.- además de que tu aspecto es deplorable, hijo del fuego, y tú princesa, te ves tan hermosa como la luna propia, pero veo el cansancio en tus ojos. 

Σs’κα y yo guardamos silencio por un instante, hasta que finalmente me decidí yo por hablar.

-Recibimos un ataque en el soterra de mi pueblo.- me limité a contestar.

Šhřιη asintió lentamente con la cabeza y aunque la curiosidad relucía en sus ojos, no preguntó nada más. El recuerdo de lo sucedido volvió a mis pensamientos y la tristeza me invadió.

Šhřιη me miró con una comprensión y una tristeza sincera antes de tomar una piedra más del suelo y cambiar su expresión.

-Prepara el arco, princesa ¡A ver qué tan rápido piensas!- me desafió antes de lanzar la piedra hacia los árboles.

Desenfundé mi arco y saqué una flecha de mi aljaba ~de las que me habían colocado en el soterra las mujeres de airgua~ y observé cómo en ese mismo instante salía una parvada de pájaros de entre las hojas de los árboles.

Solté la flecha que dio de llano en el pechito de uno de ellos, precipitándose hacia el suelo.

Šhřιη soltó una carcajada al tiempo que aplaudía con entusiasmo.

-Ya tenemos desayuno para mañana- dijo corriendo con una rapidez sorprendente hacia los árboles.

Σs’κα soltó una carcajada.

Al poco rato, Šhřιη volvía con el cuerpecito entre sus manos.

-A propósito, bienvenidos a mi campamento- dijo con entusiasmo.

Miré desconcertada a mi alrededor, descubriendo que estábamos en un claro del bosque que parecía prácticamente virgen. No había ningún rastro humano visible; alguna fogata, alguna lona, herramientas.

Šhřιη rió al ver mi cara de incredulidad.

-Su habitación real está en el helecho de allá, princesa- dijo señalando un tronco caído a unos palmos de nosotros.

Fruncí el ceño.

-Con un poco de leña puedo prender una fogata- dijo Σs’κα empezando a recoger ramas del suelo.

Cerré los ojos y a pesar de que mi cuerpo empezaba a dolerme, busqué ramas secas en el suelo. Veía mejor así, que con la luz de la luna.

Entre los tres empezamos a formar una pequeña pila en el centro del claro y cuando consideraron que ya teníamos la suficiente, Σs’κα extendió su mano y dejó que su fuego prendiera la fogata que nos calentaría el resto de la noche.

-¿Cómo es que sobrevives?- le pregunté curiosa a Šhřιη.

Él sonrió al tiempo que entre Σs’κα y él arrastraban el tronco del árbol caído cerca de la fogata.

El calor empezaba a adormecerme.

-Tengo mis formas como bandolero del bosque.- contestó sentándose sobre el borde del tronco.- ¿Te acuerdas aquella vez que tuvimos que dormir en un tronco flotante del río?– preguntó, volviéndose hacia Σs’κα.

Éste se cruzó de brazos, recargándose sobre un árbol.

-No es mi culpa que le tuvieras miedo al agua- repuso.

-Yo no era el que no quería mojar su traje…- dijo Šhřιη sonriendo con una malicia infantil.

Con sólo imaginármelos, en medio del río, sin querer mojarse, una carcajada se escapó de entre mis labios.

-Me parece que al final seguramente se habrán mojado…- comenté entre risas.

Šhřιη sonrió nostálgico.

-Σs’κα, cuéntale tú.

-Debíamos seguir el cause del río y aquella era la manera más rápida. Sólo que no contábamos con una corriente tan fuerte. Nadar suponía ahogarse- dijo con un tono algo monótono- así que, para su sorpresa, princesa, no, no nos mojamos.

Šhřιη se paró sobre el tronco y rió con entusiasmo.

-Era la furia de los dioses ¡Estoy seguro!- exclamó.

-Dormimos sobre el tronco, aunque era casi imposible y finalmente, a la mañana siguiente llegamos a un lago donde pudimos bajar a tierra firme- terminó de relatar Σs’κα.

-Aunque yo le había sugerido que amarráramos una soga en la rama de un árbol. Sólo que a veces me da la sensación de que Σs’κα se comporta más como un felino que como el hijo del dios del fuego y bueno, él insistió en que esperáramos a que el agua se calmara.- dijo Šhřιη al tiempo que sacaba un cuchillo de su cinto y empezaba a desplumar el cuerpecito del ave.

Me pareció por un momento algo alucinante ver unas manos tan grandes sosteniendo un cuerpecito tan pequeño y aún así, haciendo el trabajo con tanto cuidado.

-Yo no era el extremista que quería lanzarse al agua y morir ahogado.- replicó Σs’κα acercándose a la fogata y sentándose  en el extremo opuesto del tronco.

Guardamos silencio por un momento. Entonces Šhřιη negó con la cabeza y miró hacia el cielo.

-Supongo que querrán descansar…- comentó volviéndose hacia mí.

No pude más que asentir con la cabeza, luchando por que mis ojos se mantuvieran abiertos.

Šhřιη me miró seriamente por un instante.

-Usted descanse, princesa, Σs’κα y yo cuidaremos el campamento- dijo sonriente.

Algo en su mirada me infundió tal seguridad que me acurruqué silenciosamente en el piso y cerré los ojos agradecida de poder descansar mi cuerpo después de tanto tiempo. No recordaba cuándo había sido la última vez que había dormido hasta el amanecer. Y con ellos dos aquí, sentía la seguridad de poder dormir plácidamente.
Había tantas cosas que me rondaban por la cabeza. Primero, los dioses me perseguían por mi sangre, aunque yo no pudiera saber de qué les servía mi sangre… segundo, el cuchillo sólo era para protegerme al final de mi viaje, a pesar de que no sabía qué esperar del final… tercero, había perdido mi hogar… y por último, la única manera de darle un fin a aquel juego, era yendo con la diosa Diana. Porque de otra manera, ocurrirían tantas catástrofes como las que ya habían ocurrido hasta ahora. Pero era tal mi cansancio que decidí dejar el tema a parte e imaginarme una tarde en la montaña más cercana a airgua. Escuchaba voces a mi alrededor, susurros. 

–Necesito que me consigas algunas cosas para las montañas de nieve.

Y con un último esfuerzo, me concentre en sus significados.

-Claro. Puedo traerlas antes del amanecer, pero dime cuáles son.

Me dejé perder por un momento antes de volver a concentrarme.

-…¿Cómo está Mina?

Escuché que algo salía volando, tal vez un cuchillo.

-Mi padre la convirtió en un leopardo de las nieves…

-Tranquilo… no vayas a lastimar a alguien…- hubo un pequeño silencio- ¿Entonces es ella el legendario leopardo indomable? He escuchado que hay un leopardo que habla pero que no tiene espíritu.

-Me imagino que será ella, hace tiempo que no la veo.

Estaba en ese momento algo confundida ¿Estaba soñando ya? Por un instante mi mente se llenó de paisajes extraordinarios. Cuando de repente se volvieron a escuchar los susurros.

-¿Por qué es que estás con una princesa?

-Es una larga historia…

-Venga, que tenemos todavía un rato.- definitivamente aquella voz era mucho más entusiasta.

-Mi madre me envió a protegerla…

Alguien rió divertido.

-¿Y desde cuando sigues órdenes de tu madre?

-Desde que supe que podría volver frente a la puerta de los dioses…

Se volvieron a escuchar las risas.

-Lo dices por Šοŗα ¿Cierto?

Hubo un largo silencio y pensé que la conversación ya había terminado. Pero finalmente se volvieron a escuchar susurros.

-La princesa parece de un carácter fuerte…

-Ni te imaginas.

Se escucharon movimientos, seguido de una risa contenida.

-¿Ella te hizo eso?

-Es la princesa de airgua, somos enemigos.

Y hasta dormida me dio un escalofrío al escuchar aquel tono de voz tan gutural y amenazante.

Las voces guardaron silencio como si se hubieran percatado de mi presencia.

-¡Que los dioses nos amparen!- volvió a comenzar la voz- ¡Qué tarea más difícil!- hizo una pausa- pero la cuidarás ¿Cierto?

-A veces… la veo y siento una gran necesidad de protegerla… pero… es lo que un protector debe sentir hacia su protegida ¿No es cierto?

-¿Sabes qué noté desde el principio?- no hubo respuesta- Que tienen una relación tan estable como la del tigre y el venado… Sólo que ella es el tigre y tú el venado.

-Tenemos algo en común… los dos perdimos nuestro hogar.

-Tal vez por eso sientes la necesidad de protegerla. Perder el hogar es duro.- aquella voz se escuchaba más lejana.

-Ten cuidado con los guardianes.

Esta vez se escucharon las risas de ambas voces.

-No olvides cuál es mi especialidad…

Y después de aquellas últimas palabras, el cansancio terminó venciéndome y terminé metida en aquellos increíbles paisajes que proyectaba mi mente.

ŸŸŸ

jueves, 3 de mayo de 2012

Caminos distintos


Bueno, pues soy muy breve, porque no he tenido tiempo de nada y ahora tampoco lo tengo :/ Sólo pude copiar rápidamente el documento de Word y ponerlo así como está. Pero como ya me había tardado mucho en publicar... la verdad es que las cosas se han puesto muy difíciles. (Estoy en época de exámenes, me acabo de mudar y bueno, la mudanza no salió precisamente bien, entonces ha habido que arreglar unos cuantos detalles). Pero bueno, quería encontrar un momento para ponerles la continuación y bueno... ;) Pues... muchas gracias por el comentario de la entrada pasada Mindy :D :D :D y gracias a todos los que leyeron y siguen leyendo ;) Esperoo que les guste el capítulo... por cierto que hay nuevas palabras en el glosario de "la gente del agua" por si quieren pasarse.


Entonces una llama de fuego gigantesca que se dirigía directamente hacia mí, se abrió pasó entre la negrura. Aquel zumbido se volvió más agudo, como si estuviera en pena, y yo quedé paralizada, esperando a que me llegara. Pero antes siquiera de tocarme, se esfumó deslumbrándome por un momento.
De repente la gente dejó de gritar.
Y cuando mis ojos se acostumbraron de nuevo a la penumbra, descubrí a un muchacho de tez morena cuyos ojos azules resaltaban más que nada, entrando al recinto con un aire de superioridad que me era ya tan familiar.
Mi corazón dio un vuelco… Σs’κα.
Sus ojos se cruzaron por un instante con los míos.
Fuego empezó a salir de sus manos, un fuego que se expandió por el suelo, quemando la negrura a sus pies. No pude evitar pensar en la figura de su padre.
Se acercó hacia mí y sonrió con sorna al ver mi expresión de incredulidad.
-¿Pensó que sería tan fácil deshacerse de mí, princesa?
Y a pesar de la situación tan crítica y el desconcierto que me causaba verlo vivo, lo fulminé con la mirada reprochando su actitud.
Repentinamente su expresión se puso seria.
-Y no sé si ya le dieron las malas noticias, pero…- comenzó ignorando mi gesto- tú eres la única que puede abrir el portal y mi fuego no puede retener a esas creaturas inmundas por tanto tiempo.
No sé qué esperaba de verlo vivo, pero, en aquel momento, no sé si fue la rabia o el orgullo lo que me obligó a abrirme paso entre el centenar de gente incrédula y acercarme a la pared para abrir la puerta.
Y a pesar del miedo que se escondía en alguna parte de mi cuerpo, al encontrar la fisura, coloqué mi mano y cerré mis ojos, esperando a que mi energía se canalizara en mi mano marcada.
Sentí la conexión como si mi cuerpo fuera parte de aquel recinto. De repente, la incertidumbre y el miedo que había reinado en el ambiente pareció esfumarse, sustituyéndose por una tranquilidad abrumadora. El lugar se me antojaba vacío. Sin gente, sin negrura.
Me volví lentamente y me encontré con el mismo espíritu tuerto que me había recibido al principio parado en el centro. Y a pesar del miedo, lo encaré.
El espíritu sonrió con malicia y como aquella vez, voló hacía mí como un rayo.
Cubrí automáticamente mi rostro, como si me estuviera resignando a mi muerte. Pero el espíritu cruzó mi cuerpo y se materializó en la pared, creando runas antiguas que brillaron del color de mi marca, deslumbrándome por un instante.
Esperé a que llegara el frío, esperé a que se me fuera el aire, pero, en cambio, el tiempo pareció pararse y romperse en miles de pedazos, regresándome a la realidad de golpe.
Tardé unos instantes en darme cuenta que había caído al suelo, de rodillas, frente a un pasillo que antes no había estado allí.
Miré desorientada a mí alrededor, con el calor invadiéndome de nuevo, observé como un fuego inmenso cubría la pared contraria y la gente me miraba con desconcierto, algunos con alivio. Busqué rostros conocidos, entre ellos encontré a Αηατενκα y a unos palmos a su costado, al soldado que me había guiado hasta el recinto.
Αηατενκα corrió a mi auxilio y me ayudó a incorporarme.
Me descubrí respirando entrecortadamente.
-Princesa, gracias.- dijo con verdadero agradecimiento reflejado en sus ojos.
-Salgan de aquí, Αηατενκα.- murmuré.
El guerrero se acercó hacia mí.
-Salgan de aquí y guíen a los demás- repetí- el fuego no puede retener a la negrura por tanto tiempo.
Y en el instante que pronuncié aquellas palabras, las paredes empezaron a resquebrajarse y de ellas empezaron a salir los bichos. La gente gritó con pánico.
Αηατενκα dudó antes de abrazarme, soltarme y gritar que la siguieran. Me quité del camino, dejando que la gente pasara, esperando a una persona más, que en mi vida hubiera confesado que esperaba. Y al poco rato, la localicé ayudando a una mujer de alta edad que parecía haber perdido una pierna.
Corrí hacia ellos e intercambiando una rápida mirada con Σs’κα, ayudé a la mujer al tiempo que las manos de Σs’κα se prendían en fuego.
Pronto otros se acercaron a ayudarnos. Guerreros y comerciantes, fuertes, que pudieron cargar a la mujer y la llevaron dentro del pasillo.
Me volví hacia Σs’κα que prendía en llamas a la negrura y lancé una mirada furtiva hacia la salida, descubriendo con desconcierto que empezaba a cerrarse cuando los últimos cuerpos humanos cruzaron por ella.
-Σs’κα, ya estamos todos, salgamos de aquí- grité.
Y pensé que a causa del estridente zumbido no me había escuchado, pero se volvió hacia mí con una mirada sombría, que afilaba sus facciones y hacía brillar sus ojos con tal fogosidad que me causó escalofríos.
Antes de que pudiera captar más detalles ambos salimos corriendo hacia la pared, que parecía volver a cerrarse y cruzamos a duras penas, al tiempo que se generaba una explosión que nos precipitó contra las piedras del pequeño vestíbulo. Caí al suelo golpeando mi espalda.
La puerta se cerró detrás de nosotros provocando un pequeño temblor. El silencio reinó repentinamente. Los gritos y el zumbido dejaron de escucharse, no podía percibir nada más que la respiración de ambos. Y descubrí que había una última puerta que se cerraba en silencio a nuestro lado derecho.
Me incorporé con esfuerzo y corrí hacia la puerta, pero ésta se cerró antes de que pudiera llegar.
Miré a nuestro alrededor con cierta desesperación.
Estábamos atrapados.
Cerré los ojos antes de que la histeria me invadiera. Debía haber otra salida, debía haberla.
Conté treinta respiraciones antes de que mi corazón se tranquilizara y finalmente me vi dispuesta a abrir los ojos, descubriendo con alivio que el lugar estaba iluminado con luz lunar proveniente del techo.
Miré a Σs’κα, que, en cuclillas miraba hacia arriba y siguiendo su mirada, descubrí unas escaleras en la pared que conducían hacia el tragaluz.
Con una señal de ambas manos, me indicó que subiera.
Caminé con cautela y pasando a su lado, me tomé de las escaleras y comencé a subir, mirando hacia arriba, hacia la luna y las estrellas.
Por un largo rato, lo único que se escuchaba eran mis pies y mis manos moviéndose rítmicamente, hasta que finalmente llegué a la superficie y respirando aire fresco, me encontré en un claro del bosque.
Tocar tierra con mis pies descalzos fue como un calmante para el caos que reinaba en mi cabeza.
Σs’κα subió y rodó sobre su cabeza para incorporarse con un equilibrio perfecto sobre sus pies.
Lo miré rabiosa y sin pensarlo dos veces me abalancé hacia él y empecé a dar golpes a ciegas.
Él pareció algo sorprendido, tambaleándose hacia atrás. Chocamos contra el tronco de un árbol.
-¡¿Por qué…- le di un golpe, que esquivó rápidamente-… eres… así?! ¡Pensé… que… habías… muerto!
Entonces logró tomarme por las muñecas y retenerme con una fuerza inhumana que empezó a lastimarme.
Me miró con diversión. Lo que provocó que mi sangre hirviera por dentro.
-Con un simple gracias me podría conformar- dijo escrutándome con la mirada.
-¡No te tomas nada en serio!- grité entre dientes.
-¿Pero a qué viene este ataque?- dijo a la defensiva- es la...- lo pensó por un momento- segunda vez que salvo tu vida…
-¡Como si te necesitara!- repuse- ¡Llegaste sin avisar!
-¿Eso es lo que te molesta?- preguntó incrédulo.- ¿Qué querías que hiciera? ¿Que gritara “Princesa, sigo vivo”? Puede que tenga el don de controlar el fuego, pero no soy un gritón…
Le lancé una mirada envenenada.
-¡No corriste detrás de nosotros! ¡No nos avisaste que podías contra esas cosas! Pensé… temí que…- me interrumpí de golpe dándome cuenta horrorizada de lo que estaba diciendo.
Su rostro se suavizó repentinamente y la presión que ejercía sobre mis manos empezó a flaquear.
Ambos guardamos silencio cuando nuestras miradas se encontraron. Sus ojos azules me escrutaron atentamente.
-Ya veo por dónde va la cosa…- musitó lentamente.
Su expresión se volvió fría. Me sacudí sus manos y me alejé de él.
-¿Sabes si Μεπεσ aún vive…?- pregunté con voz temblorosa.
Él no contestó de inmediato. Guardó silencio en realidad, como si no me hubiera escuchado, como si no estuviera más allí. Sus ojos se perdieron por un instante y el miedo me invadió lentamente.
-Sí, alcancé a salvarlos antes de llegar con ustedes…- contestó finalmente, encarándome.
Asentí con la cabeza completamente fuera de mí.
-¿Por qué es que el espíritu guardián no nos permitió tomar el mismo camino que mi pueblo?- musité dubitativa, recordando cómo la segunda pared se había cerrado frente a nuestras narices, separándonos del camino que habían tomado Αηατενκα y los demás.
Una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios al tiempo que sus ojos refulgían.
-Tu camino es otro ahora, princesa- contestó empezando a caminar hacia los árboles.
Pensé en su respuesta, sintiendo cómo se formaba un nudo en mi garganta. “De acuerdo al βαηϖε, las puertas se quedarán cerradas para ella.” Recordé con amargura. Era la última palabra y la decisiva. Me habían sentenciado a terminar siendo cazadora errante ¿De qué otra forma podía vivir? Aunque ahora debía ir con los dioses… ¿Qué haría después? No podría visitar a mis padres o volver a ver a Metteo siquiera. Estaba condenada a permanecer en el exilio y aquello era algo que sencillamente mi sentido común no podía aceptar. Yo vivía para servir a mi pueblo… pero sin mi pueblo ¿Qué sería de mí?
Pronto me descubrí derramando lágrimas silenciosas.
Adiós hogar…
Cerré los ojos e inconscientemente percibí unas pisadas que seguían las nuestras ¿Ahora quién quería atacarnos?
La rabia volvió a mí.
¡Ya era suficiente! ¡¿Qué no podía caminar sin pasar un solo peligro?! Calculé silenciosamente esperando con el instinto a que mi presa se colocara detrás de un árbol y sin detenerme siquiera a pensarlo di una voltereta hacia atrás y caí junto al tronco del árbol, descubriendo una figura humana unos palmos más grande y fornida que la mía propia. Desenfundé mi cuchillo y lo lancé contra su capa, cerca de su cuello. Éste se clavó en el tronco del árbol y lo obligó a quedarse quieto, al tiempo que desenfundaba mi arco y dejaba que toda mi energía se canalizara en la punta, lista para disparar una flecha de luz.
-¡Princesa Καητσ!- escuché a lo lejos.
Abrí los ojos automáticamente al escuchar mi nombre y me encontré con un muchacho de cabellos rubios y laseos que llegaban hasta su cintura, pero ligeramente recogidos detrás de su nuca. En realidad no venía vestido con una capa, sino con una camisa que me pareció completamente distinta hasta lo que ahora había visto. El muchacho me miró con una sonrisa burlona que me recordó completamente a Σs’κα, que corría a nuestro encuentro y era el que había provocado que me desconcentrara.
-No creo que sea necesario que le dispares…- aclaró Σs’κα mirando fijamente al muchacho.
El muchacho sonrió y Σs’κα le correspondió la sonrisa con una camaradería que sólo se podía ganar con el tiempo.