martes, 22 de febrero de 2011

Doble castigo

¡Lo lamento tanto! Parece que abandoné el blog, pero la realidad es que perdí la inspiración y decidí esperar a que volviera, pero no pensé que se tardaría tanto. Sé que tendría que prometer que escribiré más seguido para recompensarlas, pero la realidad es que... no estoy muy segura... este capítulo a penas lo pude sacar.
De acuerdo a ese punto :D :D :D :D :D :D :D Les diré un dato curioso :P jajajaja Pues, el recuerdo que se verá en este capítulo, es una escena que ya tenía escrita desde que comencé la historia, en enamoramiento cibernético. Allí alguna vez estoy segura que comenté que tenía varias opciones para el final, pues, una de las opciones era que él en realidad salía con otra. Entonces Any decidía dejar de hablarle. él la convence y se convierten en novios :P jejejeje Entonces, el recuerdo, puede que esté muy confuso. Pero, es uno de mis recuerdo preferidos ;) Recuerden que son almas gemelas.

Muchas gracias por los comentarios de la publicación pasada y sobre todo gracias a ti Liz por el premio ;) Disfruté mucho escribiendo la historia del concurso.

Y para ya no distraerlas más, aquí les deje el siguiente capítulo: "Doble castigo"



Después de una larga ducha por la mañana y un desayuno solitario y silencioso, salí de la casa con decisión ¡Tenía que decirle unas cuantas palabritas a mi querido Jack! -Nótese el sarcasmo-.
Caminé dando zancadas hasta la casa de enfrente. Toqué con todas mis fuerzas al quedar frente a la puerta ¡Estaba segura que él me abriría!

Y en efecto, un Jack adormilado abrió la puerta con ojos entrecerrados.

Lo fulminé con la mirada.

Tardó unos segundos en darse cuenta de que algo andaba mal.

-¿Pasa algo?- preguntó con voz cansina.

-Sí. Vengo a preguntarte si sabes algo sobre lo que pasó en la madrugada- pregunté sarcástica- digo, porque te vi asomado por la ventana.

No se inmutó.

-¿Hoy tenemos tarde de películas?- preguntó ignorando mi introducción.

-No- contesté terminante.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente.

-¡¿Pero por qué?!- exclamó mostrando cierta irritación.

-Porque yo no soy amiga de gente que acusa.- me limité a explicar, sacando chispas por las orejas.

Jack soltó una carcajada.

-Te diré que yo no soy amigo de gente que no sabe apreciar los favores- replicó.

-¡¿Favor?!- grité desconcertada- ¡¿Le llamas favor a hacer que castiguen a tu mejor amiga el resto de su vida y no pueda salir con sus amigos?!

Su rostro mostró arrepentimiento.

-Así no podrás salir con él...- murmuró quedamente.

Asentí lentamente.

-Ya entiendo- dije intentando contener la voz- estás celoso...

-¡¿YO?!- exclamó con fingida inocencia.

Lo fulminé con la mirada.

-¡Por favor, Jack! Acéptalo, no soportas su presencia. Y lo peor de todo es que tuviste que llegar a esos extremos. Eso es caer bajo ¿Qué son los mejores amigos si la relación no es recíproca? ¿Cuántas veces te he ayudado?.... y cuando sepas la respuesta, entonces pregúntate cuántas veces me has ayudado.- insistí con impaciencia.

Sonrió negando con la cabeza.

-Una amistad sincera no pide nada a cambio.- repuso.

-Eso es altruismo, no amistad.- dije fríamente.- Entonces, que te quede claro, ya que estoy castigada, no nos podremos ver en lo que resta de mi vida.

Jack soltó una amarga carcajada.

-Como quieras, puedo esperar- me amenazó.

Y sin más preámbulos, me cerró la puerta en la cara.

Mi rostro se anegó de lágrimas rabiosas.

"Si así estamos..." Pensé para mis adentros. Me recargué contra la cuidada pared de la casa de sus padres y me dejé caer, cubriéndome el rostro con las manos. Aún no lograba asimilar que había perdido a mi mejor amigo... y sobre todo... se me había prohibido visitar a el único chico que amaría en toda mi vida... esto era como un doble castigo.

En aquel momento primero sentí tristeza, seguido de una frustración infinita y por último una rabia incontenible contra todos. Contra mi casa, mis padres, mis amigos, el colegio... todo lo que tuviera algo que ver con mi vida. Estaba harta, mi alma estaba cansada de vivir sin un rumbo fijo. Estaba hastiada de merodear, como una pantera durante la casa, asecha y siente rabia porque no consiguió su presa, no consiguió alimento para sus crías. Así me sentía yo, porque no conseguía lo que en mi sano juicio, necesitaba con fervor...

Había perdido a mi novio, a mi mejor amigo, la confianza de mis padres, la lealtad de Roger... todo por el amor ¿Para qué servía, entonces?

-Para vivir- me susurró alguien al oído.

Descubrí mi rostro con sobresalto.

Su perfecto rostro de arcángel mostró una sonrisa traviesa al extenderme la mano.

-¿Por qué no me acompañas, desconocida Tamara?- propuso con normalidad.

Reí entrecortadamente y tomé su mano.

-Es incorrecto, mis padres me tienen castigada.- susurré temblorosa.

Entonces asimilé sus primeras palabras, "para vivir". Toda mi concentración se quedó allí. Atrapada en el misterio de aquellas dos únicas palabras, para vivir.

Me ayudó a incorporarme, pero yo no lograba salir de mi trance.

-¿Pasó algo?- me preguntó con la sincera preocupación dibujada en el rostro.

-¿Seguro que no lees pensamientos?- pregunté confundida.

Me escrutó con la mirada, con un destello de diversión en sus hermosos ojos.

Quedé deslumbrada por un momento.

-No- se limitó a contestar.

Sopesé su respuesta por un momento y entonces recordé fugazmente una de nuestras veladas juntos, antes de que se fuera a estudiar medicina.

-Pero soy débil cuando se trata de ti.- seguí.

Danny rió con nerviosismo.

-Debo confesar que yo también.- susurró.

Lo miré sorprendida.

-¿En serio?- pregunté esperanzada.

-¿Confías en mí?- me preguntó con el seño fruncido.

-Claro.- contesté algo molesta.

¿Por qué desconfiaría de él?

-¿Por qué te mentiría?

Me encogí de hombros.

-Es sólo que aún no puedo creer que estemos juntos.

Danny rió y me cargó. Coloqué mis piernas alrededor de su cintura y le di un beso en la mejilla.

-Eres una loca.- se quejó divertido.

Reí.

-No es la primera vez que me lo dicen- contesté encogiéndome de hombros.- Aún así eres un bobo… hermanote.

Danny rió nuevamente.

-Mi hermanita del alma…- dijo entre besos.

Me dejó en el piso, pero sin soltarme.

-¿Alguna vez has escuchado “Hey, soul sister”?- me preguntó.

-Sí…- contesté con cautela.

-Esa canción es perfecta para todo lo que siento por ti.

Lo miré embelezada.

-¿Cómo lo haces?

-¿Cómo hago qué?- me preguntó incrédulo.

-No lo sé, pero me gusta.- contesté avergonzada.

Danny rió.

-La verdadera pregunta sería ¿Cómo lo haces tú?- me preguntó divertido.

No pude evitar repetir su pregunta.

-¿Cómo hago qué?

Ambos reímos.

-Lo averiguaremos con el tiempo.- dijimos ambos al unísono.

Volvimos a reír.

Miré a Danny directamente a los ojos. Él sonreía. Me estrechó suavemente, dejando que me levantara de puntitas, alcanzando sus labios. Sentí aquella sensación electrizante. Sentí cómo mi sangre hervía y mis latidos se volvían desbocados. Su tacto me quemaba y a pesar de todo, sus labios endulzaban todo, haciéndome sentir en un mundo lejano.

Puse mis manos en su rostro, besándolo con mayor insistencia. Ambos parecíamos tener las mismas ansias, pero todo acabó cuando Danny me separó lentamente, dándome un reconfortante beso en la frente. Lo miré embelezada ¡Él sí que hacía magia!

-Any, creo que los dos somos los que hacemos magia.- susurró escrutándome con la mirada.

Sonreí.

-¿Seguro que no lees mentes?- pregunté.

Él sonrió de oreja a oreja.

-No, hermanita.

Suspiré resignada y me solté de su abrazo. Me parecía un misterio ¿O sólo había sido una coincidencia? Salí de la cocina con Danny pisándome los talones. Subimos las escaleras y entramos a mi habitación.

Una lluvia torrencial me sacó de mis recuerdos. Danny me jaló hasta la protección de un árbol y me rodeó con los brazos, cubriéndome el cabello.

Entonces ambos empezamos a reír. Sencillamente, sin palabras, reímos a carcajadas. Tanto que hasta el estómago me dolió por el esfuerzo.

-¿Cuántas veces nos ha pasado así?- pregunté entre risas.

-Lo siento, desconocida, pero nunca nos ha pasado.- contestó Danny poniendo una fingida expresión de pocos amigos.

Lo fulminé con la mirada, pero finalmente la risa nos venció y hasta empezamos a retorcernos. Me solté de su abrazo, olvidando por un momento. Salí a la lluvia dando vueltas, sin importar que mi cabello escurriera. Seguí dando vueltas y vueltas.

Sentí sus fuertes manos tomar mi cintura.

Me volví sonriente.

-¿Me concede esta pieza?- preguntó escrutándome con la mirada.

Me incliné.

-Por supuesto, venerable majestad- contesté con fingida diplomacia.

Entonces su expresión se volvió calculadora.

Tomó suavemente mi cadera, controlando sus movimientos, haciéndolos suaves, sus manos se amoldaron. Lo observé con atención antes de proceder y colocar ambas manos alrededor de su cuello, imaginándome que en realidad eran cadenas que lo retenían para siempre en mis calavosos.

-Seré parte de ti siempre, Any- me susurró al oído, antes de seguir el irreconocible ritmo del chapoteo de la lluvia.

La magia de aquellas palabras recorrió mi cuerpo entero, provocándome escalofríos.

Lo miré entre deslumbrada, sorprendida, exultante.

Pero toda magia se perdió cuando recordé mi reciente pelea. Paré de golpe, las lágrimas se combinaron con la lluvia que recorría mi rostro.

Bajé la mirada, deseando que Danny no se hubiera percatado. Él tomó mi mentón entre sus manos y me observó con atención.

-Él te ama- afirmó.

Mi labio inferior tembló levemente al entreabrirse.

Danny sonrió sin que la felicidad le llegara a los ojos.

Su flequillo empapado cubría su ojo izquierdo. Sus músculos se marcaban en aquella camiseta mojada.

-Y yo lo amo- susurré dolida- pero no tanto como a ti...







jueves, 17 de febrero de 2011

Delatados

Aquí les dejo el siguiente capítulo, es corto porque últimamente no he tenido mucho tiempo jejeje aún así, publicaré el próxima hasta el lunes ;) O bueno, eso espero ¡Muchas gracias por los comentarios como siempre!


Instintivamente aferré mi mano a la de Danny.

Me pude percatar de reojo, que él la estrechaba inconscientemente con suavidad.

Me mordí el labio, intentando reprimir una sonrisa.

Mamá fue la primera en acercarse a nosotros, pero a diferencia de papá, no parecía tan amenazante.

-Son las tres de la madrugada, cariño- murmuró mamá secamente.

-Mañana es sábado- me excusé.

-Vas a cachar un refriado- repuso papá colocándose detrás de mamá, como si fuera su sombra.

-Danny ya me prestó su suéter.- murmuré.

-¿No se supone que ya habían terminado?- inquirió mamá frunciendo el ceño.

Suspiré, decidiendo irme por la tangente.

-Estamos arreglando el asunto.- expliqué vacilante.

Ambos pares de ojos se volvieron sincronizadamente hacia Danny.

No pude evitar volverme yo también.

Él estrechó mi mano con fuerza, infundiéndome seguridad.

-Any no miente, señor y señora Sabas. Arreglábamos el asunto- aseguró sin perder aquella seguridad.

-¿Abrazando a mi hija a las tres de la madrugada?- inquirió papá notablemente molesto.- ¿Crees que así se arreglan las cosas, muchacho?

-A cualquier otra hora ella se hubiera negado a verme.- contestó Danny con cierta frustración.

-¿Te aprovechas de las horas de descanso en las que mi hija está atolondrada para lograr tus objetivos?

-¡Papá!- exclamé avergonzada-¡La realidad es que ni si quiera podía dormir!

-Ambos sabemos, querida, que fue por culpa de él- me reprochó.

Suspiré exasperada.

-Prometo que después de esta noche me dormiré temprano- prometí refrunfuñando.

Hasta mamá soltó una carcajada histérica.

-Eso no cambia que hayas salido de tu cómoda morada para ver a un enclenque irresponsable como éste- repuso.

Fruncí el ceño y me volví hacia Danny.

Él estaba inexpresivo.

No tuve más remedio que encarar a mis padres ¡Este momento en mi vida era cómico en realidad!

-¡Pero si antes lo aceptabas y presumías que el novio de tu hija era el mejor que un padre podría pedir!- me quejé.

-¡Eso era antes de que te lastimara!- contestó subiendo su tono de voz.

-Eso no te da derecho a hablar de esa forma de él, papá. Ese problema era entre él y yo- repuse.

Me fulminó con la mirada... en realidad... nos fulminó con la mirada.

-Esto es inaudito. No permitiré que cometas el mismo error. Le prohibo a tu amigo que entre en las instalaciones de MI- enfatizó la palabra- casa ¡No lo quiero ver cerca! ¿Entendido?- gritó rabioso.

-El error es que quiera alejarnos- comentó Danny.

-¿Y te dignas a hablarme?- sus ojos refulgieron de cólera- ¡SAL AHORA MISMO! ¡NO TIENES DERECHO A OPINAR EN MI CASA!

Danny suspiró.

-Muy bien, señor Sabas.- contestó sin ningún sentimiento reflejado en su rostro.

Entonces descubrí que Danny era reservado...

Me dio un beso en la mejilla, un suave beso en la mejilla, si cabe mencionar.

-Adiós, desconocida, lo siento mucho. Luego hablamos- se despidió en un susurro.

Se alejó lentamente.

Lo seguí con la mirada, hasta que salió del patio de la casa y dio vuelta en la esquina.

Ahora la que soltaba chispas era yo.

-¡PAPÁ!- grité molesta.

-Y que te quede claro, jovencita. Está prohibido que lo veas después de clases.- ordenó terminante.

Busqué con la mirada a mamá, esperando algún apoyo, pero ella mantenía la vista en el piso.

-No tenía pensado hacer eso- repuse entre dientes.

-Ahora...

Corrí en dirección a la casa, incapaz de retener mis lágrimas.

-¡¿A DÓNDE RAYOS VAS, JOVENCITA?!- gritó papá- ¡NO ME DEJES HABLANDO SÓLO!

Ignoré sus reproches y corrí escaleras arriba hasta llegar a mi habitación. Cerré de un portazo, coloqué el seguro y me eché a la cama.

Recordé que aún tenía el saco de Danny, me acurruqué, hecha un ovillo.

A los pocos minutos mis lágrimas casi se habían secado por completo.

Me volví hacia la ventana y pude ver un rostro familiar en la casa de enfrente... ¡Jack! Todo tuvo sentido justo en el momento en el que me quedé dormida.


martes, 15 de febrero de 2011

Noche mágica

Aquí les pongo el siguiente capítulo :D :D :D :D :D ¡Espero que les guste! ;)


Su acompasada respiración y los latidos de su corazón me trajeron la tranquilidad que la cama no había logrado darme. Me sentía en la mejor de las ilusiones...

-¿Ahora sí puedo preguntar?- dije con la voz serena.

De reojo pude ver su sonrisa radiante.

-¿Preguntar qué?- inquirió con aquella dulce burla tan propia de él.

No pude evitar sonreír también.

-¿Por qué?

-¿Vamos a jugar a las adivinanzas o te vas a ir directamente al grano?- bromeó sin ninguna nota de impaciencia en la voz.

Suspiré, sonrojándome.

-Está bien- dije- ¿Qué haces aquí?

El silencio reinó por largos minutos. Ninguno de los dos se movía. Sólo alcanzaba a escuchar sus latidos, aquel sonido perfecto, maravilloso, retumbando deliciosamente en mi oído.

-Quiero volver a empezar.- se limitó a contestar.

No pude evitar fruncir el ceño y levantar la vista hacia él.

-¿Me estás pidiendo que...

Colocó un dedo suavemente sobre mis labios. Presionando con una dulzura turbadora. Me escrutó con la mirada.

-No te vuelvo a pedir que seas mi novia. Quiero empezar desde cero.- aclaró.

Aún así, lo miré incrédula.

Sonrió con paciencia.

-Hermanita, quiero que seamos amigos.- aclaró nuevamente.

Inesperadamente mi rostro se anegó de lágrimas. Desvié rápidamente la mirada. Y deshaciéndome de su abrazo coloqué mi cabeza entre las piernas, temerosa de que me viera llorar.

-Ya entiendo- susurré con la voz quebrada.

Su cálido aliento topó contra mi cuello. Perdí el hilo de la idea. Como siempre, había quedado abrumada. Contuve la respiración.

-¿Qué entiendes?- me preguntó con una voz peligrosamente aterciopelada.

Recordé entonces que debía respirar.

Solté el aire de golpe y de paso mis lágrimas mojaron mi entrepierna.

-Y-yo...- tartamudeé torpemente- esto-o n-no es un sue-eño... En-n lo-los sueños la-as sensa-aciones n-no son tan fue-ertes...

Maldije para mis adentros por el tartamudeo.

-¿Cuándo dije que era un sueño?- contestó con otra pregunta.

-¿Cuándo dijiste que no lo era?- repuse con cierta molestia.

-Buen punto- comentó entre dientes.

Suspiré, intentando aclararme la voz.

-Ta- también en-ntie-endo, que- que...

Repentinamente tomó mi mentón entre sus manos y me obligó a mirarlo a los ojos. Fue de aquellas veces que sentí que me perdía en un abismo interminable. Era como estar hipnotizada, fuera de mí.

-Respira, hermanita. Quiero saber qué pasa por tu cabeza en este momento- ordenó sonriente.

No pude evitar devolverle la sonrisa.

Me abrió sus brazos y nuevamente me acurruqué entre ellos. Cerré los ojos y ordené mis ideas antes de comenzar.

-También entiendo- dije con la voz inesperadamente serena- que si me lo pides así, es porque la amas a ella...

Me estrechó con fuerza y tomó mi mano, sin una respuesta prometedora. Esperé pacientemente.

-No la amo- contestó finalmente.

Comenzó a formar círculos en la palma de mi mano.

-Nunca la amé. Ella quiso convencerme, pero no la amo...

-¿Quieres decir que se te insinuó?- lo interrumpí.

Me percaté de cómo sus músculos se tensaron alrededor de mi cintura.

-Sí- se limitó a contestar.

Me dio la sensación de que me escondía algo, pero decidí no averiguarlo por miedo a salir más lastimada.

-¿Por eso terminaste conmigo?- quise adivinar.

Rió y me revolvió el cabello.

-¿Me vas a dejar terminar, hermanita?

Me sonrojé.

-Lo siento, continua.- me disculpé.

-Si quiero comenzar desde cero- continuó como si no hubiese habido ninguna interrupción- es porque no quiero sentir aquella tensión como la que había en casa de Miranda. Quiero que... aprendamos a amarnos mutuamente no por obligación, sino porque en realidad hay algo...

-¿Quieres decir que nunca hubo nada?

Frunció el ceño con la comisura de los labios curvada en una sonrisa pícara.

-Perdón- nuevamente me disculpé.

-Si nunca hubiese habido nada, entonces no hubiera estado dispuesto a morir cuando pensé que Mateus te había robado la vida.

Desvié la mirada rápidamente hacia nuestras manos cuando pronunció aquellas palabras... la realidad es que me sentía demasiado halagada ¡Si mi corazón ya palpitaba a mil por hora ahora era a un millón por hora!

-Sabes que siempre hubo algo- recalcó- pero quiero definirlo y ahora es mi oportunidad. Te conoceré a fondo, pero no como tu novio sino como tu mejor amigo.

Lo pensé por un momento.

-Entonces necesitaré que me aclares una cosa más- dije eligiendo las palabras con más cuidado del habitual- di un largo suspiro antes de continuar- ¿Aún me amas?

-Eres mi perdición- murmuró más para sí mismo.

Entonces empecé a hiperventilar.

-Siempre- dijo subiendo su tono de voz.

Cerré los ojos.

-Siempre- repitió articulando cada sílaba con especial cuidado haciéndome cosquillas en el oído.

Sonreí de oreja a oreja.

-¿Volver a empezar, eh?- murmuré dubitativa.

-Sí- contestó.

Sopesé la idea por largos minutos.

-Muy bien- exclamé incorporándome de un salto.

-¿Qué haces?- preguntó divertido.

-Vuelvo a empezar, desconocido- expliqué.

Él sonrió.

-A veces eres muy infantil.- comentó.

Sus ojos destellaron con diversión.

-Infantil y terca- reí por lo bajo- Sí, me lo han dicho muchas veces.

Se incorporó con cautela y extendió su mano.

Extendí mi mano con cierta vacilación y estreché la suya.

Una rápida corriente recorrió mi cuerpo entero, dejándome una sensación de calidez.

-Un placer- dio la iniciativa Danny- Soy Danny.

-El placer es mío- contesté sonriente- Yo soy Tamara Any, pero prefiero Any.

Una fuerte corriente de aire alborotó mi cabello.

Inconscientemente empecé a tiritar de frío.

Danny me sonrió cálidamente, antes de quitarse su saco negro, que tanto me encantaba. Dejando al descubierto su suéter de cuello de tortuga que tanto me dejaba sin aire cada vez que lo veía. Me lo entregó acercándose peligrosamente a mí, a tal grado, que pude ver el fondo de aquellos hermosos ojos verde esmeralda.

Parpadeé varias veces y tomé el saco.

-Gracias- murmuré aturdida.

-De nada- contestó con fingida indiferencia.

En ese momento me percaté de que la luz de la ventana de la sala se encendía.

"Para mí buena suerte"
Pensé para mis adentros. "Nada más esto me faltaba"

La puerta de la casa se abrió con un leve chirrido, dando paso a unos papás que no parecían precisamente felices.

miércoles, 9 de febrero de 2011

El sueño

¡Muchas gracias! jejejeje estoy muy feliz de escribir y saber que les guste. Me tengo que disculpar, pues es muy corto, pero ahora no tengo mucho tiempo. Hasta el miércoles pondré uno más largo :D :D :D


¡Cuánto hubiera deseado que por lo menos la noche hubiera sido placentera! Pero como las últimas dos, no pude si quiera pegar el ojo. Estaba tan confundida. La llegada de Danny, la pelea de los hombres... el beso de Jack... él nunca lo había hecho ¿Por qué los hombres actúan justo en el momento crítico?

Por un lado deseaba con fervor estar junto a Danny... pero por otro... por otro deseaba golpear ese perfecto rostro de arcángel. Pero lo que más me confundía, lo que me dejaba despistada, era que no sabía si quiera si estaba feliz, enojada, triste o animada ¡No sabía cómo me sentía y no sabía qué pensar!

La suerte era que al siguiente día era sábado. Sopesé largas horas la idea de quedarme metida en cama el día entero. Sí, era una cobarde...

Entonces recordé que tenía tarde de películas con Jack. La idea quedó descartada.

Me removí con impaciencia en la cama, cerrando los ojos. Intentando en vano conciliar el sueño.

Mi desesperación y mi incomodidad llegaron a tal grado que me vi obligada a levantarme y abrir la ventana en un intento de refrescar mi mente.

Al asomarme dejé que la suave brisa secara mi rostro perlado por el sudor.

Respiré hondo y escruté con la mirada la calle que tenía enfrente.

Entonces me di cuenta de que esperaba algo. Tuve un vago sentimiento de familiaridad.

Escruté con mayor atención. Una sombra se movió entre los arbustos, hasta llegar frente a la pared. Empezó a escalar intrépidamente, tomando impulso de pendientes invisibles para mí.

Mi respiración se aceleró...

Lentamente fue subiendo hasta que pude divisar su hermoso rostro de arcángel con esa sonrisa pícara que tanto me robaba el aliento.

Di un gritito ahogado, temerosa de despertar a mis padres y tentada a cerrar la ventana por un lado, pero por el otro lado, deseaba esperarlo. Opté por la segunda opción, esperando inmóvil...

Se sentó en el alféizar de la ventana.

-Hola, hermanita- dijo en un susurro.

Ahora mis latidos eran desbocados.

No fui capaz de mediar palabra, rígida como estaba. Danny tomó mi mano y observó mi reacción con cautela, como si esperara que le gritara rabiosa.

-¿Es un sueño?- pregunté con la voz queda, intentando apaciguar mis latidos desbocados.

Danny soltó una silenciosa carcajada cargada de burla.

-¿Tan cerrada es tu mente?- contestó con otra pregunta.

Su aliento abrumó mi mente, dejándome momentáneamente aturdida. El único pensamiento que parecía coherente era que esto era un sueño... podría jurar que era un sueño.

-¿Qué haces aquí?- murmuré ignorando su comentario.

Su rostro se puso repentinamente serio. Sus ojos verde esmeralda destellaron a la luz de la luna, atrapando mi mirada.

-Acompáñame- contestó finalmente.

No pude evitar fruncir el ceño.

-¿Seguro que no es un sueño?- pregunté nuevamente.

Sonrió sin contestar y empezó a descender ágilmente.

Automáticamente tomé su mano.

La sentí tan cálida al tacto, aquella corriente eléctrica que me pasaba siempre que lo tenía cerca me dejó aturdida. Lo miré con cierta confusión ¿Lo habría sentido él también?
Sin palabras, empecé a descender junto a él. Colocó su mano en mi cadera, ajustándose a mis torpes movimientos.

-¿Qué hago si te caes?- explicó con cierto tono de burla en la voz.

Asentí sin necesidad de más palabras. Me extrañó no haber quedado ofendida... quizás era su presencia.

Al tocar tierra, me tambaleé, pero él, como siempre, estuvo allí para sostenerme. Pero aquello solo sirvió para que mi equilibrio quedara más entorpecido. Tomando en cuenta que su tacto despertaba hasta la más recóndita de mis células ¡Ni si quiera había logrado calmar mis latidos!
Sin quitarme la vista de encima, tomó mi mano y me condujo suavemente hasta aquel columpio tan acogedor de un blanco marfil, bien protegido por un techo decorado con enredaderas. Allí cabríamos los dos como siempre.

No pude evitar observarlo de reojo, como queriendo comprobar que fuera real. El camino hasta allá me pareció eterno, pero... me descubrí pensando que en su presencia no importaba si duraba años.

Nos sentamos. Automáticamente nos ajustamos el uno al otro, como en los viejos tiempos. Recargué mi cabeza en su duro pecho y cerré los ojos. Me rodeó con los brazos y me estrechó con cariño... por milésima vez me pregunté si era un sueño.