viernes, 21 de diciembre de 2012

La fiesta


Bueno, como había dicho, aquí está el capítulo de regalo de navidad :D :D La historia cada vez se acerca más a su final muahahaha estoy impaciente por continuar, pero sé que primero tengo que esperar a que ustedes puedan leer con calma los capítulos y me figuro que muchos saldrán de vacaciones, entonces... quién sabe cuándo vuelva a publicar. 

Aún así, muchas gracias por todo su apoyo ;) Cami, gracias por tu comentario y no te preocupes, no tienes que comentar siempre, con el simple hecho de que me muestres que te gusta la historia me pongo muy contenta y dispuesta a salir adelante. 

¡Feliz Navidad a todos! 





Me sacó de la habitación y bajamos las escaleras, hasta salir de la casa por la puerta trasera. Caminamos un largo trecho frente a un sembradío y pronto llegamos al patio, justo detrás de los músicos.

-Ahora, hijos, sobrinos y nietos míos, quiero aclarar algo con ustedes que nos lleva perturbando desde la llegada de Σs’κα.- decía Œητια’τοηα.

Μηεη pisó mi pie. Me mordí el labio para no gemir de dolor.

-Perdón- murmuró.

Los músicos me miraron con asombro. Entre ellos estaba Żοπε. Pero, ignorando sus miradas, me puse la capucha, cubriendo mi rostro. Μηεη me empujó detrás de Œητια’τοηα, que continuaba con su discurso.

-Œητια’τοηι crió de Σs’κα como si fuera su hijo y ahora que él vuelve a la frontera entre los dioses y la gente de agua, debemos recibirlo con los brazos abiertos.- todos guardaban silencio, escuchando con atención las palabras de la gran madre- Pero la única razón por la cual volvió a parte de ver a su prometida, fue, llevar a un desconocido encapuchado…

-Nos vemos- se despidió Μηεη en un susurro.

-Pero…- articulé con los labios.

Para entonces ella ya volvía por el sinuoso camino del sembradío. Lentamente encaré al público. Todos me miraban con esa desconfianza del principio a excepción de algunos como Äρσητε o Œητια’τοηι, que estaban al otro extremo. Los nervios se me pusieron de punta. Y para colmo, pude notar cómo Σs’κα me miraba fijamente abrazando por la cintura a su prometida.

Sentí una punzada de dolor, pero la aparté lo antes posible de mí. No debía dolerme porque yo no lo amaba.

-Y ese hombre encapuchado del que tanto desconfiamos por un momento, familia, es, nada más y nada menos, que…- Œητια’τοηα me quitó la capucha.- la princesa Καητσ de la tribu Āιřġυα, buscada desde hace varias lunas por los dioses. Ahora que ella está a nuestro cuidado, debemos tratarla como familia y guardar su secreto como si fuera nuestro, ya que de ello depende su vida.

Se escucharon varias exclamaciones de sorpresa, desconcierto. Miradas atentas, vigilantes, que me observaban de pies a cabeza. De ser hombre a ser mujer, en realidad era un cambio fuerte. Fue un momento de nervios, de duda por mi parte ¿Me aceptarían? ¿O se molestarían porque les había mentido? Pero pronto, todos llegaron a estrechar mi mano, los padres de los niños quisieron que los cargara, las mujeres me abrazaban. Era tanto que estaba algo desconcertada, pero a pesar de todo sentí felicidad y calidez de haber sido aceptada. Los músicos volvieron a tocar y la fiesta se animó tanto. La gente reía, bailaba y platicaba sin parar, pero a pesar de todo, había algo que aún me retenía a celebrar.

Σs’κα y Šoŗα se acercaron a mí.

Sonreí lo más convincente posible.

-Es un placer conocerte, princesa- dijo Šoŗα con sinceridad- y gracias por traer a mi Σs’κα de vuelta.

Asentí lentamente.

-El placer es mío, Šoŗα- dije con diplomacia- Σs’κα me contó mucho de ti.

Pude notar cómo se formaba una media sonrisa en el rostro de Σs’κα. Ella en realidad era hermosa, no me extrañaba que fuera la amada de Σs’κα. Sus curvas eran suaves y se movía con desenvoltura como una hermosa bailarina.

Y sin más qué decir, los novios se fueron… y Σs’κα sin dedicarme ninguna palabra. 

Después Äρσητε me presentó a su esposa y a sus adorables hijos. Uno de ellos me invitó a bailar y después de divertirnos un rato, Żσπε también me invitó a bailar. Inesperadamente se formó una fila de hombres que querían bailar conmigo, pero la persona que yo esperaba no llegó. A la hora de la cena me senté al otro extremo del lugar de los novios. Tan raro era aquel alimento, que automáticamente recordé que todavía tenía vermífugos del bosque por si me daba dolor de estómago.

Y para mi desconcierto, Μιευε se sentó junto a mí. Me sonrió como el gran patán que era y tomó mi mano.

-Princesa Καητσ, obviamente ya me habrás disculpado por lo ocurrido en el campamento. De haber sabido que eras tú nunca me hubiera atrevido a tocarte.- se disculpó con fingida inocencia.

Quité mi mano con brusquedad.

-¿Entonces qué haces tomando mi mano?- solté molesta- lo hecho, hecho está, así que déjame en paz.

-¿Y si volviéramos a comenzar?- preguntó.

Lo podía ver en sus ojos ¿Ahora estaba interesado en mí porque era mujer?

Bufé.

-No valdría la pena, he conocido lo suficiente de ti como para saber que ni siquiera puedo tener una amistad contigo- repuse sin esconder el rencor.

Aquellos ojos se llenaron de loca rabia.

-Esto no se queda así, princesa- musitó amenazante.

-¿Qué? ¿Me volverás a retar? ¿Eres tan cobarde?

Μιευε me lanzó una mirada asesina antes de incorporarse e irse de la mesa.

Sonreí mientras me volvía hacia mi plato. Bien merecido lo tenía.

Entonces comí un bocado y quedé fascinada ¡Œητια’τοηα cocinaba delicioso! Al poco rato mi plato quedó vacío.

-A la princesa le encantó la comida- exclamó un muchacho que se sentaba junto a mí.

Todos rieron y yo coreé sus risas.

¿Cómo se llaman tus padres? ¿Te casarías? ¿Qué amas más de tu pueblo? ¿Qué quieren los dioses de ti? Ésas y otras preguntas me hicieron desde los hijos hasta los nietos. Todos querían saber de mi origen, querían saber de mi marca.

-¡Ahora! ¡Presten atención! ¡Que en celebración de nuestra hija, bailará con su amado!- dijo Œητια’τοηι.

Todos callaron y la música comenzó a tocar. Lenta y rítmica. Σs’κα y Šoŗα se acercaron el uno al otro y empezaron a bailar. Los rostros de los presentes mostraban maravilla. Parecían verdaderos bailarines, perfectamente sincronizados con un paso hacia acá y otro hacia acá, parecía magia, pero repentinamente Šoŗα paró de bailar.

-Quiero que la princesa- pidió Šoŗα- baile con Σs’κα.

Entonces la música cesó de improvisto. Todos se volvieron hacia mí. Miré nerviosa mis pies. Todos me observaban con atención. Di dos pasos hacia atrás, pero no faltaba una Μηεη que me empujara hacia delante. Supe que ya no tenía más opción. Me erguí en todo mi esplendor y me acerqué a los novios.

-Šoŗα, conozco que tus intenciones son nobles, pero Σs’κα y yo nunca tuvimos una buena amistad- me excusé.

Šοŗα sonrió cálidamente.

-Entonces con más razón, princesa. Su relación debe mejorar. Permíteme esta pieza como regalo antes de que te vayas, sé que esto nos pondría muy felices a ambos- suplicó.

Suspiré, sonriendo forzadamente.

Šoŗα me dio el paso. Σs’κα me miró fijamente. Me acerqué lentamente a él, sin perder sus ojos de vista.

Su mano se puso sobre mi cintura y la mía sobre su hombro. Las otras dos se entrelazaron. Aquel toque quemaba… y ahora sabía que no era por ser hijo del dios del fuego.

La música comenzó a tocar. Mis pasos comenzaron inseguros, pero, perdida en su mirada, en aquellos hermosos ojos azul celeste, olvidé por completo mis nervios y dejé que mi cuerpo se moviera con desenvoltura.

-No es correcto que baile contigo, Σs’κα- murmuré hipnotizada por su mirada.

Él sonrió con sorna.

-¿Porque soy de la tribu enemiga?- inquirió.

Me sonrojé.

-Creo que sí…

-¿Crees?- preguntó frunciendo el ceño.

Mi sonrojo se volvió más intenso, seguramente estaba como uno de esos alimentos que llamaban tomate. Pero asentí con la cabeza.

Me dio suavemente la vuelta. El ritmo, la noción, las miradas, todo lo perdí en aquel momento. Estaba entregada a sus ojos y a sus movimientos.

-¿No hay alguna otra razón?- insistió.

Entonces me percaté de la cercanía entre ambos. Mis latidos se aceleraron. Podía sentir el calor que emanaba, lo sentía con tanto fervor.

Y aún así negué con la cabeza.

Su aliento era embriagador y su mirada era como una trampa en la que seguía atrapada irrevocablemente. Me di cuenta del error que estaba cometiendo ¡Todo me invitaba a acercarme más!

-Es un error- musité- es un error…

Mis ojos se anegaron de lágrimas.

Su mano era fuerte, sostenía mi cintura con una firmeza tierna. Y nuestras manos entrelazadas eran como una conexión entre los dos. Como la flecha en el bosque.

Sacudí la cabeza ¡Pero qué pensamientos!

Las lágrimas se juntaron en mi mentón y cayeron sobre mi vestido.

-¿Qué sucede, princesa?- preguntó preocupado.

-Es un error…- repetí.

Me alejé rápidamente de él. Pero su mirada era como una cuerda que me mantenía atrapada a él. Hice un esfuerzo por parpadear y mirar a otro lado.

-Ya no tienes hogar, princesa- dijo Σs’κα fríamente- Ya no hay nada que te lo impida mas que tú misma.

Mis lágrimas se volvieron de rabia.

-¡Claro que tengo hogar!- grité con terquedad.- ¡Pero tú me alejaste de él, todo comenzó por tu culpa!

Σs’κα me miró con su característica mirada burlona.

-Engáñate, tienes razón- dijo inexpresivo- Somos enemigos ¿O no?

Lo miré desconcertada, encarándolo finalmente.

-¡Nunca lo dude!- sentencié antes de darle la espalda y meterme entre la gente.

Por primera vez me percaté de que la música había parado, dejando en su lugar un silencio sepulcral.

Corrí al sembradío, pero, en lugar de ir a la casa, me fui al establo con los osos. Allí me tiré en el suelo y sollocé en silencio ¿En qué pensaba yo? Obviamente nos odiábamos ¿Cómo se me había cruzado por la cabeza que estaba enamorada de él? ¡Era una idea demasiado tonta! ¡Y tonta yo por creérmelo! ¡Yo lo odiaba tanto como él a mí!

Entonces el oso rugió con fuerza y pateó insistentemente la puerta de metal que nos separaba.

Descubrí mi rostro y miré fijamente al oso. Me incorporé con extremada lentitud y abrí su puerta. Lo acaricié y escondí mi rostro entre su pelaje.

-Te llamaré Äκσ’ κεωαδ…- susurré- significa alma amiga.

Äκσ’ κεωαδ rugió como si aprobara el nuevo nombre que le había puesto.

Reí entrecortadamente. Aquello había calmado mis sollozos.

-¿Me acompañarás cuando parta?- pregunté sin esperar respuesta.

Äκσ’ κεωαδ se recostó y dejó que yo me recostara sobre él. Cerré los ojos y esperé a que el sueño me llevara.

martes, 18 de diciembre de 2012

Los preparativos


Ahora sí tengo una razón por la cual no he publicado !! Lo siento tanto !! Pero la cosa es que el cargador de mi computadora murió y noooo tengo !!!! No puedo cargar mi computadora a menos que vengan invitados de mis papás ^.^ que tengan cargador y que además estén dispuestos a prestármelo. 

Pero estoy pensando seriamente si en agradecimiento por su apoyo, pongo el siguiente capítulo para que tengan con qué entretenerse si es que no puedo continuar publicando por esto del cargador.

Mientras tanto les dejo este capítulo y les agradezco por los comentarios de la entrada pasada ;) Me encanta leerlos y saber que hay gente a la que le gusta mi historia. De paso, felices fiestas a todos. 



Caminamos entre la gente. Mi mano a penas era capaz de sostener la correa del oso. Quería llorar, quería estar sola.

Entonces entramos al establo, junto a los otros animales.

-La fiesta de Šοŗα es hoy en la noche. Seguramente Œητια’τοηα ya ha de saber la verdad y te ha de haber preparado un baño y un vestido, así que, terminando de descargar a los osos, te llevaré a tu habitación ¿De acuerdo?- me instruyó Äρσητε, pero me tomó un largo tiempo asimilar sus palabras.

No pude más que asentir lentamente, aún fuera de mí.

Äρσητε soltó un hondo suspiro mientras tomaba la correa del oso. Éste rugió con fuerza y se pegó a mi hombro, como sabiendo de mi tristeza.

Acaricié suavemente su pelaje.

-¿Qué sabes de Šοŗα y Σs’κα?- pregunté con un hilo de voz.

Äρσητε calló por un momento.

-Sabes que Σs’κα fue desterrado ¿Verdad?- preguntó Äρσητε.

Asentí lentamente, con la mirada perdida en un punto fijo. Mi mano acariciaba automáticamente el rostro del oso, que no quitaba su cabeza de mi hombro.

-Antes de eso, solía venir a visitarnos. Šοŗα y Σs’κα estaban enamorados. Desde pequeños jugaban juntos todo el tiempo y esa relación, cuando crecieron, no se perdió, sino que se transformó en amor verdadero…- hizo una pausa- pero una noche antes de su destierro, Σs’κα le dijo que la amaba y que el día que volviera, se casaría con ella. Šοŗα lo ha estado esperando desde entonces… pero han pasado los años y…

Me solté en llanto, cayendo de rodillas al piso. Äρσητε se interrumpió.

El oso gimió y empujó suavemente mi hombro.

-Princesa… ¿Te enamoraste de él?- musitó Äρσητε hincándose frente a mí.

No contesté nada. Pero me eché a sus brazos y sollocé en silencio escuchando cómo el oso se acostaba a mi lado.

Äρσητε pareció desconcertado al principio, pero luego me estrechó con suavidad.

-Tranquila, princesa…- intentó consolarme- de cualquier manera, ustedes no podrían estar juntos, él no puede entrar al hogar de los dioses y tú tienes que ir para allá.

Asentí lentamente.

-Es un error… es un error…- sollocé- no debo enamorarme de un hombre de la tribu enemiga… Äρσητε… quiero volver a casa.

-Y ya irás- aseguró- ahora tienes que ser fuerte y esperar el encuentro con los dioses. Disfruta, princesa. Mejor vete a lavar y a cambiar, alístate para la fiesta.

La fiesta de Šοŗα…

Me incorporé limpiando mis lágrimas y acariciando el pelaje del oso, lo ayudé a incorporarse. Junto con Äρσητε descargamos las lonas y los cacharros. Después quitamos la silla del oso y cepillamos su pelaje, haciendo después, lo mismo con el segundo oso. Me despedí de los osos y Äρσητε me llevó a la casa. Allí me encontré con Œητια’τοηα, que, efectivamente, ya sabía de mi secreto. Se ofreció a arreglarme ella misma. Me separé de Äρσητε que me dio unas palabras de ánimo antes de irse.

-Te verás hermosa, querida, pero antes tengo que ver tu rostro, en serio que no puedo creer que Œητια’τοηι no me lo hubiera dicho desde el principio, te hubiera mandado con ropa más cómoda ¡Por cuánto has tenido que pasar!- decía sin parar- pero no te preocupes, tendrás el mejor baño que hayas tenido en tu vida como recompensa por tu fuerza, princesa.

Me metió a la tina de agua caliente, que relajó notablemente mis músculos y me hizo olvidarme por un momento de los problemas. Trajo a tres de sus nietas, aunque ninguna de ellas sabía que yo era el supuesto hombre encapuchado. Y sin explicaciones de Œητια’τοηα, seguramente dejaron volar su imaginación. Ninguna se negó a ayudarla. Me tallaron hasta que mi piel se puso roja y después me untaron cremas, aceites y cepillaron mi largo cabello hasta que quedó laceo. Me hicieron una estilizada media cola en el cabello, usando la tiara y el broche de oro. Después me pusieron un vestido de seda ligera y fina, tan blanca como la nieve de los bosques, que tenía mangas livianas y en gasa que llegaban hasta el piso. Había una pequeña ranura en cada lado por la cual podía sacar los brazos. Mis hombros estaban descubiertos y los bordados eran de oro. Era ajustado a la cintura, por lo que me hacía ver de porte más elegante y erguido. Los bordados de oro también pasaban por mi cadera, en forma de “V”, seguido por la tela. Œητια’τοηα y sus nietas admiraron la transformación.

-¡Te dije que de una simple y sucia jovencita, te transformaría en una princesa!- exclamó emocionada.

Reí suavemente mientras veía mi vestido.  

-En realidad es hermoso- murmuré dando vueltas con él.

No me sentía así desde que dejé mi pueblo. Eso me había subido el ánimo.

-Entonces, hijas, les presento al amigo de Σs’κα, la princesa Καητσ.- dijo Œητια’τοηα señalándome cariñosamente.

Todas me miraron sorprendidas.

-¿Él… es… ella?- preguntó una de ellas.

Œητια’τοηα y yo asentimos al mismo tiempo.

-Su misión es llegar a la morada de los dioses sin que ellos lo sepan, así que debíamos mantenerlo en secreto.- explicó Œητια’τοηα acercándose a mí y estrechando suavemente mis hombros.

Todas rieron.

-¡Bienvenida!- exclamaron abrazándome de una en una.

Sonreí mientras las abrazaba. Todas parecían en realidad adorables.

-Soy Μηεη, hija de Μεŗσπα y nieta de Œητια’τοηα- se presentó una chica de cabello negro que llegaba hasta su cintura.

-Y yo soy su hermana, Κιδα- se presentó la que estaba junto a ella.

Lo que más me sorprendió de ella, fueron sus hermosos ojos verdes.

Entonces se presentó la última.

-Yo soy Šιηαŵι, hija décimo segunda de Œητια’τοηα.

Hice una leve inclinación de cabeza.

-Soy la princesa Καητσ de la tribu Âιřġυα- me presenté entonces formalmente.

Las tres se soltaron a hacerme preguntas, pero Œητια’τοηα aplaudió dos veces.

-¡Basta, jovencitas! Es hora de prepararse, que la fiesta comenzará al atardecer ¿Entendido?- ordenó Œητια’τοηα.

Todas salieron de la habitación una detrás de la otra sin rechistar.

-¿Puedo ayudarles en algo?- me ofrecí.

Œητια’τοηα rió negando rotundamente con la cabeza.

-¿Y dejar que tu vestido se ensucie?- preguntó sarcástica- No, jovencita, por órdenes mías, te quedas en esta habitación. Mandaré a Μηεη a que te traiga una nueva capa, ésta es un asco- comentó tomando la mía.

Rápidamente la detuve.

-Pero no la tires, por favor, es muy importante para mí- supliqué.

Œητια’τοηα frunció el ceño antes de asentir y salir de la habitación.

Todo quedó en silencio.

Suspiré mientras me volvía hacia la ventana que daba al patio donde empezaban a poner la comida. Las mesas largas y de madera, estaban colocadas de forma que daban hacia una plataforma donde habían puesto instrumentos algo extraños para mí. Y durante el transcurso de la tarde, observé con atención a la gente viniendo de un lado para otro. A veces con comida, a veces con regalos, a veces con platos, a veces con adornos. Pero siempre de un lado para otro. Hubo un momento en el que llegué a preguntarme qué estarían haciendo Σs’κα y Šοŗα, pero rápidamente deseché esos pensamientos. Debía olvidar mi corazón roto, debía hacerlo no porque me lastimara, sino porque no debía enamorarme del hijo del dios enemigo, sencillamente por eso. Pero desechar aquellos pensamientos me hacía reflexionar sobre otros. Sobre mi destino final, sobre los dioses, sobre mis miedos…
Sacudí la cabeza y me concentré en las hermosas flores como centro de las mesas que habían puesto con esmero las mujeres de la casa. Hasta que el Sol empezó a ponerse en el horizonte y las luces de las lámparas en el patio se prendieron. Entonces llegaron los músicos y tomando sus instrumentos, empezaron a tocar. De poquito a poco, la gente empezó a llegar, sentándose. Todos hablaban animadamente, pero entre tanta gente no pude ver a ninguna de las dos únicas personas que buscaba con la mirada ¡Cuántos nietos, sobrinos e hijos tenían Œητια’τοηι y Œητια’τοηα! Con ellos en realidad podían hacer un pueblo.
Entonces alguien tocó a la puerta, sacándome de mis ensoñaciones.

-Pase- pedí.

La puerta se entreabrió.

-Princesa, le traigo la túnica que mi madre le envía- dijo tímidamente Μηεη.

-Pasa, Μηεη- dije sonriente- ya te esperaba.

Μηεη entró y se hincó frente a mí, extendiendo la túnica.

-Μηεη, no me trates como princesa ¿Bien?- dije ayudándola a incorporarse.

Μηεη asintió lentamente y me entregó la túnica.

-Tenga, princesa.

La tomé y me la puse con delicadeza, temerosa de mover algún arreglo que Œητια’τοηα y sus nietas e hija me habían hecho. Me amarré el cordel sobre el cuello.

Y volviéndome hacia Μηεη, le di un abrazo.

-Gracias- musité.

Μηεη me devolvió el abrazo con nerviosismo.

-Tengo una pregunta, princesa- murmuró.

La solté. Sus mejillas habían tomado un tono carmesí que embellecía tiernamente su rostro.

-¿Cuál es tu pregunta?- dije con diplomacia.

-¿Qué quieren los dioses de usted?

Suspiré antes de contestar.

-No lo sé- bajé la mirada- en realidad no lo sé.

-Está lejos de su hogar ¿Verdad?

Asentí lentamente, mirando por la ventana. Allí estaban, Σs’κα y Šσŗα, aclamados y vitoreados por la familia. Œητια’τοηα daba un discurso mientras los “novios” pasaban entre las mesas hasta llegar junto a ella.

-Venga, princesa, es hora de presentarla.- dijo Μηεη tomándome de la mano.

martes, 4 de diciembre de 2012

La muerte a sólo unos pasos


Bueno, aquí les traigo el siguiente capítulo ¿Qué les parece?

Muchísimas gracias por los comentarios de la entrada pasada ;) 

Mindy !! Ya leí tus capítulos... y Ahhhhh !!! Ya sabes !!! La emoción !! Siempre me dejas con la intriga !! :D :D :D 

Ahora no les pongo música, pero espero que les guste ;) 






Él fue el primero que rompió con aquel breve instante, volviéndose hacia los cazadores.

Äρσητε corría a la cabeza.

-¡¿Qué fue lo que sucedió?!

Σs’κα negó con la cabeza encogiéndose de hombros.

Me mordí los labios intentando guardar mis dudas para mis adentros.

-Muchachos, traigan algo para limpiar las heridas de estos dos cazadores.- ordenó Äρσητε sin perdernos de vista.

Rápidamente sus hijos corrieron por agua y telas, hojas secas incluso. Σs’κα se sentó sobre una elevada piedra y su semblante se volvió pensativo.

De los ocho cazadores, contando a Σs’κα y Äρσητε, cuatro buscaban hiervas y dos platicaban conspiradoramente tras una roca más alta que ellos mismos. Me imaginé que uno de ellos sería Μιενε.

Äρσητε se aproximó hacia Σs’κα.

-¿Qué fue lo que sucedió?- insistió bajando un poco la voz.

Intenté respirar hondo, meditando por primera vez en las palabras que me había dicho Σραπαδε: “Yo me sacrifiqué por los míos y pronto lo harás tú también”… ¿Qué significaba? ¿Qué moriría al final de aquella travesía?

-Σs’κα…- dije con un hilo de voz.

Ambos hombres se volvieron hacia mí, mirándome con atención.

Tragué saliva con dificultad.

-¿Moriré?

Pero no contestó, ni siquiera me encaró. Sus facciones se endurecieron, mostrando un extraño sufrimiento.

Las lágrimas se derramaron por mis mejillas, cayendo sobre la capucha que aún cubría mi rostro.

El silencio se volvió agobiante, ni el propio Äρσητε se dignó a hablar, mirando con cautela hacia ambos lados. Sus brazos se movieron como queriendo consolarme, pero aquel no eran el lugar ni el momento indicados.

-Padre, aquí están las hiervas y el agua- dijo uno de sus hijos al acercarse hacia nosotros.

Me miró con un terror indescriptible antes de entregarle las hiervas a Σs’κα y alejarse lo más posible de mí. Era natural que en aquel momento me temieran… había ocasionado la destrucción del interior del templo.

Äρσητε se volvió hacia el resto de los cazadores.

-Nos hemos retrasado, así que saldremos lo más pronto posible y continuaremos con la caza para poder volver a nuestro hogar.- informó con voz autoritaria.

Todos asentimos con la cabeza.

Se volvió de perfil hacia nosotros.

-Y ustedes me deben una explicación…- continuó, bajando la voz.

Incliné la cabeza avergonzada y asentí lentamente.

Después de que Σs’κα limpiara meticulosamente su rostro sangriento con el agua y envolviera las heridas en sus brazos con hiervas medicinales, y claro, después de que yo también hiciera lo pertinente con las mías. Continuamos con la caza como si nada hubiera pasado. Como si aquel incidente le hubiera ocurrido a otros y nosotros sólo lo hubiéramos presenciado una tranquila excursión de cacería.

El primer venado lo avistamos en un claro, escondidos entre la maleza. Estaba apretujada entre Äρσητε y Σs’κα.

-Yo iré, Äρσητε- dijo Μιευε, que se escondía tras un árbol.

Pero Σs’κα negó lentamente con la cabeza.

-Que vaya Đακαř- propuso con el desafío dibujado en el rostro.

Lo fulminé con la mirada aunque él no lo notara ¿De qué lado estaba? ¡Yo todavía ni siquiera estaba recuperada de la conmoción de lo sucedido!

-Que vaya Đακαř- coincidió Äρσητε.

Maldije para mis adentros, mientras retrocedía. Y cuando ya no estuve tan apretujada, miré hacia arriba. Podía notar la mirada de los ocho cazadores, incluidos Äρσητε, Σs’κα y Μιευε, sobre mí. Calculé mi salto, e impulsándome, me tomé con ambas manos de una rama. Me así con fuerza hasta quedar sobre la rama. El venado pastaba tranquilamente, desde allí yo tenía un mejor panorama. Saqué cautelosamente mi arco y una flecha. Tensé el arco y solté la flecha que le dio directamente al venado en el cuello. Éste cayó desconcertado al piso. Dando un salto con doble voltereta, caí a su lado de cuclillas. Me hinqué y acaricié su pelaje con suavidad.

Había olvidado lo relajante que era aquello…

Tararé quedamente una antigua canción de mi tribu que agradecía al animal por sus servicios y mientras hacía el ritual, saqué el cuchillo con mi otra mano y lo encajé en su corazón. El venado murió al instante. Estaba tan concentrada en acariciar el pelaje de éste, que no me percaté de que los cazadores estaban alrededor mío.

El silencio era sepulcral. Ni siquiera Μιευε decía nada, sino que se limitaba a verme con el odio explícito en su rostro.

-Öδεż, Żσπε, llévense el cuerpo y esperen a sus compañeros en el campamento- ordenó Äρσητε rompiendo el silencio.

-Bien hecho- dijo Öδεż mientras tomaba al venado de las patas delanteras.

Rápidamente desencajé mi cuchillo y quité la flecha con cuidado.

-Sí, bien hecho- coincidió Żσπε tomando al venado, a su vez, de las patas traseras.
Cargaron el cuerpo inerte y se lo llevaron.- Los que murieron tranquilos son los que mejor saben...

De seis que habíamos en ese momento, tres me miraron con nuevos ojos y uno me lanzó una mirada cargada de desprecio. Äρσητε me sonrió mientras continuaba con el camino al igual que Σs’κα.

Ése fue el sello de garantía de que los cazadores confiarían en mí y me alegré por ello, pues así olvidaba los perturbadores pensamientos que reinaban en mi mente.

Empezaron a contarme cosas desde entonces, a pesar de que no les podía contestar. Sobre su familia, sus hijos, sus habilidades. Todos excepto Μιευε. Después se fue el segundo grupo, Öδεż, hijo de Äρσητε, Żσπε y otros dos cazadores. Entonces sólo quedamos Σs’κα, Μιευε, Äρσητε y yo. Cazamos los últimos dos y volvimos a casa de Œητια’τσηι y Œητια’τσηα. La casa estaba decorada, impecable. Y todos me recibieron con tanta calidez, que me sentí feliz ¿Habría terminado ya la pesadilla? Pero en cierto modo, mi felicidad se fue en el encuentro de Σs’κα y Šοŗα.

Fue… emotivo.

Venía tomando la correa de uno de los osos. Lo había alimentado durante el camino y la verdad es que me parecía que me había encariñado mucho.

Entonces empezamos a divisar la casa. Mujeres y niños corrieron a nuestro encuentro. Recibí varios abrazos de muchos que ni siquiera recordaba haber visto sus rostros, pero eso no le quitó la emoción al momento. Estaba contenta. Hasta que se escuchó un grito de emoción que rebasó a todos los demás.

Busqué a la causante. Una jovencita de cabello rubio y ondulado, menuda y de mirada tierna, corría como con pasitos de bailarina al encuentro de Σs’κα, que tenía los brazos abiertos para ella. Y cuando quedó entre ellos, ambos empezaron a dar vueltas.

¿Era eso mi corazón? Mis ojos se anegaron de lágrimas.

Se miraban el uno al otro directamente a los ojos con un cariño inexplicable. Parecía que sus narices se tocaban. Los ojos de Σs’κα destellaban de emoción.

-Acompáñame a guardar a los osos- escuché una voz en la lejanía.

Pero mi vista no se despegaba de aquel momento. Era como si un millón de cuchillos atravesaran mi corazón, dejándolo no roto, sino que destrozado. Era peor que el dolor de los últimos días por los golpes que había recibido en la cueva.
El golpe de gracia fue el apasionado beso en el que se fundieron ambos. Quise gritar, decirle a Σs’κα que parara y me mirara. Que me protegiera de aquel agudo y punzante dolor…

Sólo fueron gritos mudos… que se atoraron en mi garganta.

-Cazadora- me susurró alguien al oído.

Sonaba como si estuvieran a kilómetros, los gritos y vítores de la gente parecían una fiesta lejana, pero el momento de Σs’κα y Šοŗα… todo parecía girar en torno de ello… y en torno de mí.

¿Sería la sonrisa? ¿Sería eso lo que le gustaría a Σs’κα de ella? ¿O sería esa seguridad que seguramente ella podía brindarle y yo no?

-Princesa Καητσ, ven, vamos a guardar a los osos- insistió Äρσητε jalándome suavemente del brazo.

Me dejé llevar, a pesar de estar fuera de mí. Las lágrimas no dejaban de recorrer mi rostro. Dolía, quizás porque, después de todo lo que habíamos vivido juntos, después de todos los miedos que habíamos enfrentado y todos esos instantes en los que jurábamos que perderíamos la vida, pensé que él podía sentir algo por mí.

domingo, 25 de noviembre de 2012

El escape


Bueno, chicas bloggeras ;) Lau, Cami, Mindy, cuando vi sus comentarios, me emocioné mucho ^.^ Me encantaron !!! Y decidí publicar la siguiente parte del capítulo. Ahora seré breve, porque no sé qué expresar más que mi total agradecimiento :D :D :D :D Les agradezco muchísimo, en serio. 

Este capítulo va a ser algo especial, porque le voy a poner canciones a algunas partes. ;) Sólo es cuestión de darle click a las palabras subrayadas y les aparecerá directamente la página de youtube. 


· 1. Canción ·


Y sin perder más tiempo, salimos corriendo hacia el puente, que temblaba peligrosamente. Una furiosa ola revolcó las sogas que lo sostenían, rompiéndose entonces de un lado. Divisé al otro lado una silueta humana que parecía hacernos señas.

Σs’κα aceleró el paso.

Miré con una tristeza infinita cómo aquel hermoso lugar sagrado se derrumbaba en pedazos, cuando llegamos a pisar el primer madero. Y de zancadas estuvimos a punto de cruzar la mitad, pero obligué a Σs’κα a parar de improvisto antes de que otra gigantesca piedra cayera sobre nosotros.

-¡No, princesa!- gritó viendo cómo la piedra partía los maderos y por ende el puente.- ¡Hubiéramos logrado pasar!

Entonces Σs’κα saltó al pedazo de piedra gigante y corrimos. Yo nada más sentía cómo mis entrañas se revolvían y las mariposas revoloteaban en mi estómago al ritmo de la caída. Temblando por dentro por la simple idea de que en cualquier momento caeríamos a las furiosas aguas que revolcaban todo a su paso.

-¡Salta!- dijo.

Y sin siquiera calcular salté con él a la nada, gritando desesperada.

-¡Nos vas a matar!

Cerré los ojos con fuerza, pensando en lo loco que estaba Σs’κα si pensaba que nadando saldríamos de allí.

Pero, contra mis sospechas, mi burbuja chocó contra la pared de piedra, haciéndonos rebotar.

Nos quedamos colgando. Me aferré a la cintura de Σs’κα con fuerte desesperación y abrí los ojos para ver qué era lo que nos sostenía. Y entonces entendí qué era lo que Σs’κα pretendía. Sostenido de la soga que había partido el techo de piedra, todavía teníamos oportunidad de escalar con ayuda de los maderos rotos hasta la puerta.

Sentía su fuerte brazo alrededor de mi cintura. Era tan firme que supe que no caería y sin perder ni un instante más, me sostuve de un madero roto y me así del siguiente.

Empezamos a escalar a pesar de los fuertes temblores y las piedras que caían. Pero no sabía si mantener las esperanzas, pues la pared parecía a punto de derrumbarse y el camino que nos faltaba todavía era largo.

-Lo vamos a lograr- dijo Σs’κα a pesar del estruendo, como si hubiera leído mis pensamientos.

Y envalentonada por su optimismo, apreté el paso.

Al mirar hacia arriba descubrí que otra piedra caería sobre nosotros…

Σs’κα no traía protección…

Me abalancé sobre sus hombros, aferrándome a su cuello.

La burbuja nos protegió a los dos, haciendo que la piedra rebotara y cayera a las turbias aguas.

-Gracias- musitó con la voz entrecortada.

Demoré unos instantes en recuperarme. Entonces volvimos a la acción, cuando una de las sogas se rompió. Ambos aceleramos el paso. Íbamos a tal velocidad, que mis brazos empezaron a arderme al igual que mis piernas.

Subir se había vuelto más difícil a causa de la nueva inclinación de los maderos, que tendían más hacia el agua. Así que Σs’κα dejó que yo pasara primero, pues sólo había espacio para uno.

Y allí ocurrió la desgracia. Cuando me disponía a tomar el siguiente madero, éste se rompió y caí.

-¡Princesa!-gritó Σs’κα.

Fue tal mi miedo que sentí como si mi corazón se hubiera quedado en mi antiguo paradero. Y desesperada, intenté asirme a lo que fuera, pero el sudor e mis manos me hacía resbalar, hasta que finalmente caí sobre él y ambos nos precipitamos hacia abajo.

Fue como un milagro de los dioses, cuando Σs’κα logró sostenerse de la única soga sobrante y tomó mi mano antes de que fuera demasiado tarde. A continuación su cabeza chocó contra la pared, mientras a mí la burbuja me protegió. Vi sangre en su rostro y sus ojos cerrados. Su mano empezó a resbalar.

-¡No! ¡Σs’κα! ¡Resiste!

Pero al pronunciar la última palabra, su mano se soltó y ambos nos precipitamos nuevamente hacia el agua. Era una caída que se me hizo eterna.

Las lágrimas que se derramaban por mi rostro se secaban tan rápido como salían. Era absurdo.

Y como si fuera un presagio de mi muerte, sentí nostalgia por mi familia, por mi pueblo, recordé la primera vez que salí a cazar sola o una vez jugando con Μεπ en el agua. Maldije la travesía, maldije a los dioses, maldije aquel recinto embrujado, maldije a las sogas por romperse, y escuché cómo caíamos en la ola, que nos revolcó y nos hundió hasta el fondo.

Pasaron varios instantes. La piel se me puso de gallina.

Aún podía respirar. Aún estaba seca. Aún seguíamos en el fondo…

¡La burbuja!

Miré nuestras manos entrelazadas y su rostro sangrante.

-Σs’κα…- susurré con la voz quebrada por la conmoción- despierta.

Limpié suavemente su herida, cuando abrió sus ojos con un gran esfuerzo y me miró atentamente.

Sonreí aliviada.

-No vuelvas a llamarme estúpida ni princesa en lo que resta de tu existencia ¿Me entendiste?- lo reproché, borrando mi sonrisa y mirándolo con seriedad.

Sonrió con su característica altanería mientras se incorporaba.

-Si salimos vivos de aquí lo tendré en mente- contestó al tiempo que miraba a su alrededor.

Y a pesar de la catástrofe que tomaba lugar en la superficie, quedé maravillada ante aquel paisaje marino gigantesco. Había algas y runas antiguas por todos lados, que gracias a la burbuja podía ver con claridad.

Una sonrisa radiante se extendió por mi rostro. Tal vez si tenía que morir allí no estaría tan mal. Podría llegar a disfrutarlo incluso.

Reí bajo el estruendo de la caída de rocas. Fue sólo un instante antes de que mi mirada se posara en una cueva detrás de nosotros.

Mi emoción me obligó a abrazar a Σs’κα con una fuerza asfixiante y reír a carcajadas por el alivio.

-¿Qué te pasa?- preguntó desconcertado.

Pero para mi sorpresa, me devolvió el abrazo estrechándome con una suavidad que ya me empezaba a ser familiar.

-Detrás de ti- le susurré al oído.

Se giró conmigo entre sus brazos. Percibí su reacción de júbilo cuando sus brazos estuvieron a punto de dejarme sin aire.

Repentinamente sentí la tensión en su pecho. Me soltó de improvisto y me jaló de la mano hacia la cueva con insistencia, como si algo hubiera ocurrido. Y en efecto, el agua que nos rodeaba se convirtió en una ola titánica y la cueva quedó libre de ésta. Pero si aquella era nuestra salvación, había que pagarla con sudor, pues, del techo, comenzó a caer una piedra que a aquella distancia parecía pequeña, y conforme se iba acercando, iba creciendo.

Las apariencias engañan.

Σs’κα aceleró el paso. Pero seguirlo me costaba con el alma, pues mis miembros estaban adoloridos y entumecidos. El aire me faltaba ¡Ya era demasiado el esfuerzo que había hecho! Deseaba gritarlo, pedir una pausa y que todo se detuviera, pero era inútil. Y Σs’κα parecía tener los pies mejor puestos en la tierra que yo, pues me jalaba con una fuerza devastadora, obligándome a seguir adelante.

La primera parte del techo cayó justo en el momento en que la monstruosa ola parecía rugir al tiempo que colisionaban.

Un estruendo ensordecedor anunció que pronto todo terminaría bajo el agua. Y como despertando de un sueño, mis piernas aceleraron el paso finalmente, mientras mi corazón palpitaba desenfrenado, sintiendo la sombra del techo que empezaba a cubrirnos. Éramos como pequeñas hormigas a punto de ser aplastadas por la rama de un árbol.

La sola idea me causaba escalofríos.   

El techo fue más rápido y quedamos bajo éste, a poca distancia de la cueva. Golpeé la burbuja con rabia, pero mis puños chocaron contra el cristal.

Σs’κα no se demoró más y sacando una potente llama de su mano libre, hizo que nos impulsáramos hacia delante. Saliendo de nuestro estancamiento.

Cruzamos el umbral de la cueva como rayos, seguidos del estruendo que entonces provocó la piedra al chocar contra el piso, cubriendo la entrada y evitando así que entrara agua.

Σs’κα mantuvo la llama viva alumbrando a nuestro alrededor. Era una habitación circular de paredes negras ¡Pero esta vez no caería en la desesperación tan rápido! Primero debíamos comprobar si había una salida por el techo, como en el soterra de airgua.

Sólo se escuchaban nuestras respiraciones entrecortadas. El alivio que salía de ellas, pero aún así, todavía no estábamos a salvo. No quise pensar en lo peor, pero pronto mi cerebro, abrumado por el terror, me recordó que lo más probable era que nunca saldríamos de allí, porque, en el techo, por más desesperante que me pareciera, no había ninguna salida.

La subida parecía interminable, y por los temblores que se segregaban en la pared, supe que subir tampoco era una opción, a menos que subiéramos con la rapidez de un rayo.

-Es imposible subir- dijo Σs’κα como habiendo leído mis pensamientos.

Respiré con frustración, dejando que el aire saliera con ímpetu. Sentía la garganta seca y las lágrimas que todavía se acumulaban en mis ojos.

-¿Sabes? Ése es uno de tus problemas…- musitó Σs’κα con esa frialdad tan propia de él.

El suelo pareció temblar ante sus palabras.

Lo miré desconcertada.

-¿A qué te refieres, vuelo libre?- pregunté entre dientes.

Me encaró sin perder la seriedad.

-¡Que te rindes tan rápido! ¡Lucha hasta el último momento!- contestó levantando la voz.

-¡Éste es el último momento!- exploté ofendida.- ¡Estamos atorados en una cueva sin salida!

Entonces una roca del ancho de la cueva empezó a caer desde las alturas. Fue tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de gritar. Pero, como siempre, cuando parecía que quedaríamos aplastados bajo semejante peso, la burbuja la sostuvo, dejándome inmóvil.

Σs’κα soltó un grito rabioso mientras golpeaba la pared con sus puños, lo que provocó la caída de otra tanda de rocas. Que no hizo más que aumentar el peso que mis hombros parecían cargar.

-¡¿Por qué, maldita sea, te metes en estos problemas, princesa?!

Y a pesar de la situación crítica en la que nos encontrábamos, mi orgullo provocó que mi espíritu se encolerizara.

-¡Yo no me los busco! ¿Sí? ¡Además de que tú eres mi protector! ¡Se supone que tú deberías salvarme de estos peligros! ¡Eres un hijo de dioses! Es más ¡Eres el primer hijo de un dios! ¡Tienes la fuerza para deshacerte de cualquier obstáculo! ¿Y me dices que yo soy la que tiene problemas? ¡Yo no soy a la que en el último momento se le ocurre culpar a los demás! ¡Tú tienes fuego! ¡Eres vuelo libre!- grité recordando fugazmente aquel día que caíamos por la montaña- ¡Así que piensa en una solución en lugar de descargar tu rabia sobre mí!

Las mugres lágrimas se desbordaban de mis ojos, raspando mi garganta al salir. Me era imposible ver su rostro, pues su flama se había extinguido, lo que agradecía con el alma, pues odiaría que me viera llorar.

Lentamente el silencio empezó a reinar.

Yo esperaba su reacción.

-Abrázate a mí- dijo más bien como una orden.

Aquella respuesta me desconcertó por completo ¿Era su último deseo antes de morir?

-¿Pero qué…?

-¡Ahora!- me interrumpió.

Busqué su torso en la oscuridad, hasta que sentí su duro abdomen y aún con el desconcierto, me aferré a él, soltando lágrimas en silencio. Cerré los ojos cuando sentí un calor abrazador.

La piedra sobre nuestras cabezas se desquebrajó con un fuerte estruendo. Sentí la luz que empezaba a formarse en la habitación a pesar de cerrar los ojos con una fuerza que me lastimaba.

Y entonces salimos disparados hacia arriba. Lo supe por las mariposas que sentía en el estómago; aquella incómoda sensación de velocidad que me provocaba náuseas.

Apreté los ojos con mayor fuerza intentando controlar aquella incómoda sensación…

Un solo pensamiento cruzó por mi mente.

¡Estábamos volando!

Íbamos a tal velocidad que mi garganta se secó y el grito se quedó atorado hasta que sentí el impacto contra el techo, que se desquebrajó con tanta facilidad como la piedra que habíamos tenido hacía unos instantes sobre la cabeza y salimos disparados hacia arriba, chocando con un siguiente techo. La burbuja rebotó y nos devolvió al suelo, pero antes de tocar la dura y fría piedra, la burbuja se desvaneció y la sensación de vértigo se volvió más aguda. En especial cuando mis ojos se abrieron y el suelo fue lo primero con lo que se encontraron.

Al chocar mi cuerpo contra el suelo negro y frío, sentí como si las mariposas hubieran salido escupidas por mi boca, sustituidas entonces por un dolor intenso y la falta de aire.

Un golpe seco a mi lado me hizo reaccionar. Quise ver qué había provocado aquel sonido, pero la oscuridad no me lo permitía. Hasta que mi marca comenzó a brillar y con ella el recinto en el que nos encontrábamos.

Σs’κα yacía a mi lado mirando al techo con los brazos sobre el estómago.

Nuevamente lo único audible eran nuestras respiraciones.

Tardé un largo rato en percatarme de dónde nos encontrábamos. Estábamos en el pasillo que daba a la salida. Justo a mi costado izquierdo estaba la puerta que daba al recinto del que acabábamos de escapar, sellado por una montaña de rocas.

El suelo tembló y supe que el peligro aún no terminaba.

-Σs’κα- musité rompiendo el silencio- salgamos de aquí…

Me incorporé con cierta dificultad, sintiendo todo mi cuerpo adolorido. Pero intenté despejar mi mente y centrarme en encontrar la salida.

Σs’κα me imitó con mayor dificultad, pero cuando estuvo en pie, corrió y yo pisándole los talones.

Al volver la vista supe que habíamos tomado la decisión correcta.

Justo en el instante en el que dejamos el pasillo atrás, se escuchó una gran explosión y entonces el revolcar de las olas de agua.

Aceleramos automáticamente.

-¡¿Qué pasó con los otros?!- grité intentando superar el estruendo que cada vez se hacía más fuerte.

-¡Debieron haber salido desde hace ya rato! ¡Le dije a Äρσητε que pusiera a los otros a salvo desde el principio!- contestó sin aliento.

No pude preguntar nada más pues mi concentración se fue más bien a mis piernas, que corrían a zancadas, intentando salvar también al resto de mi cuerpo.

Doblamos nuevamente la esquina, siguiendo los caminos iluminados y presionados por la ola que se avecinaba detrás de nosotros. Mis oídos zumbaban al ritmo de mi corazón acelerado. Pero la esperanza se volvió dominante cuando a lo lejos divisamos la luz del día que se filtraba por un arco gigante que debía ser la entrada.

-¡La capucha!- gritó Σs’κα cuando divisamos figuras humanas.

¡Nos esperaban aún!

Rápidamente coloqué la capucha sobre mi cabeza sin rechistar, cuando sentí las primeras gotas de agua salpicar mi espalda.

Ya casi, ya casi… pensé.

-¡Cúbranse!- gritó Σs’κα refiriéndose a los hombres que nos esperaban.

Pero estos no reaccionaron ¡¿Qué rayos hacían?!

-¡Cúbranse!- repitió Σs’κα al tiempo que el arco aumentaba de tamaño y mis pies aún descalzos empezaban a mojarse también.

Recordé las botas que había dejado en el recinto...

Los hombres parecieron caer en cuenta finalmente, pues corrieron a un extremo de la entrada y se pegaron contra la pared.

Entonces mi primer pie tocó tierra firme y antes de que pudiera saborear aquella victoria, sentí su fuerte mano jalarme hacia el extremo contrario del arco, y sin previo aviso, me pegó contra la pared cubriéndome con su cuerpo.

El agua salió por el arco con un rugido monstruoso, como habiendo tomado vida. Su sonido y su fuerza eran tan increíbles y tan comparables con los de un dios. De repente caí en la cuenta de la verdad de los ηöη’καπ. El agua era su fuente de vida, pero también podía ser su destrucción…

· 2. Canción ·

Permanecimos en aquella posición por un rato que se me hizo eterno. El agua y su violenta potencia parecían infinitos. Pero sentir los latidos de su corazón sobre mi espalda me brindaron, para mi gran sorpresa, una cierta tranquilidad, que me permitió guardar la compostura. Hasta podía contar sus latidos.

Eran tan fuertes y sentía la dureza de su pecho contra mi piel ¿Sería aquello lo que me hacía sentir tan segura?

Acurruqué mi rostro entre su fornido brazo y apreté los ojos. Deseando, por un instante, que el tiempo se detuviera y que pudiera quedarme en aquella postura el resto de la eternidad. Porque, a pesar del peligro inminente que se encontraba a tan solo unos palmos de nuestro paradero, a pesar de ser ignorante de mi problema con los dioses, me sentía totalmente segura.

¡Era la seguridad que llevaba anhelando desde que había sido atacada por el espíritu reencarnado en el oso!

No pude evitar dibujar una media sonrisa, cuando el agua empezó a disminuir y con ella la presión que ejercía, hasta que sólo quedaron charcos que llegaban a la altura de mi tobillo. Todo aquello lo descubrí al entreabrir mis ojos y espiar entre sus brazos.

Entonces, de improvisto, como si le hubiera dado un golpe, se alejó de mí varios pasos, hasta que quedé totalmente desprotegida.

Me sostuvo la mirada por un rato que se me hizo eterno con aquellos enigmáticos ojos azules.

-Tu rostro- musité aterrada, viendo la sangre que se derramaba de su frente.

Pero antes de que pudiera reaccionar de alguna otra manera, se escucharon pasos, que perturbaron la aparente tranquilidad de las aguas de los charcos y se acercaron a nosotros.