domingo, 21 de octubre de 2012

Cazador encapuchado


Aquí les traigo el siguiente capítulo :3 antes de continuar haciendo tarea. 

Mindy !!1 ;) :D :D Ya espero tu siguiente capítulo con ansias, también :D

Liz, qué lindo ver tu comentario !! No sabías cuánto me encantaría saber sobre los resultados del concurso, que por cierto, hoy ya es 20 :D Te mandooo toda la vibra buena !!!!!!! 

Y por último, Lau :D qué interesante lo que leíste y en serio, qué lindo que te recordó a mis historias :D La verdad es que uno de mis principios es que un escritor debe transmitir lo que quiere mostrar para ser buen escritor. Y me alegra muchísimo que mis palabras logren ese efecto en ti :D :D :D :D Pero también pienso que el lector toma un papel muy importante y necesita mucha imaginación para poder disfrutar ;) 

Muchas gracias a todos los demás por leer :D Este capítulo se lo dedico a todos, por el apoyo que me brindan con la simple acción de leer ;) 

Pero ya no les hago más cuento ¡Disfruten el capítulo! ;)





Σs’κα parecía ya estar despierto, mirando fijamente hacia el techo.
Me incorporé lentamente, desperezándome.

-Buenos días, princesa…- murmuró Σs’κα volviéndose hacia mí.

Sonreí, hincándome a su lado.

Quité suavemente la hoja de árbol y quedé asombrada frente a los resultados. Ya no había pastita rosada, pero tampoco herida. Donde antes había una línea roja, ahora no había nada.

-¡Vaya!- musité- ciertamente ya no hay nada…

Σs’κα se recargó sobre sus dos codos y miró con el mismo asombro que yo su herida curada.

-Deberíamos hacer lo mismo con las tuyas…- comentó.

Reí mientras me incorporaba.

-Cuando volvamos de caza, me encargaré de eso… tendré ayuda para entonces.

Σs’κα se incorporó también. Y como me llevaba una cabeza, lo miré fijamente. Lo había visto tanto tiempo acostado, que había olvidado lo alto que era.

Estaba tan cerca que podía sentir su respiración. Me miraba directamente a los ojos. Sonreía con aquella burla tan propia de él, pero ésta era una burla suave, como si se burlara de algo más allá de aquel momento.

Tomó un mechón de mi cabello con una suavidad sorprendente.

-¿Hoy me daría el honor de peinarla?- susurró sin perderme de vista.

Mis labios temblaron al contestar.

-Será un placer.

¿Qué importaba ya si deshonraba a mi familia o no? Me lo estaba proponiendo por segunda vez… y algo en mí anhelaba que así fuera. Tomé el broche y la tiara de oro de entre mi vestido. Se los entregué en la mano mientras me daba la vuelta y dejaba que comenzara a hacer la trenza.

¡Qué sorprendente que las manos de un guerrero pudieran ser tan acariciadoras! Mi corazón palpitaba con fuerza, provocando que me ruborizara… ¿Sería posible que estuviera enamorada de él? Me negué con rotundidad. No, no estaba enamorada de él… pero mi marca brillaba tan extrañamente. Nunca en mi vida había brillado así.
Escuché cómo el broche se cerraba. Sentía a Σs’κα detrás de mí. Colocó la tiara en su lugar, pero su rostro estaba tan cerca del mío, que mis latidos se alocaron más que antes. Recordé la escena del lago, cuando lanzamos la flecha ¿Por qué me llegaba aquel recuerdo? Tal vez porque en aquel instante estábamos en una posición tan parecida. Sentía su respiración, los latidos de su corazón…

Rápidamente me separé de él algunos pasos y lo encaré.

-Será mejor que nos preparemos- dije con la voz entrecortada.

Σs’κα me miró por un momento antes de asentir y salir. Bajo el mismo banco de ayer, había unos pantalones y una camisa de algodón. Supe que no tendría de otra. Me quité el camisón y me puse ambas prendas junto con las botas de nieve. Me cubrí con la capa de Σs’κα y me puse el arco junto con la funda del cuchillo. Salí.

Σs’κα esperaba recargado de costado contra la pared, cruzando los brazos.

Me dedicó una media sonrisa antes de pasar a la habitación sin musitar palabra. Al salir, traía nuevamente una armadura, pero ésta no era de cuero, era brillante como un metal. Marcando las líneas de su abdomen y haciéndolo ver más grande de lo que ya era. Era la primera vez que veía una armadura así.

-Es la armadura de los dioses- explicó adivinando mis pensamientos.

Asentí bajo la capucha y ambos bajamos por las escaleras.

Pude percatarme de que Μηεη y otras dos muchachas más se asomaron por una puerta, mirándonos con cierto interés… entonces sí parecía hombre. No sabía si tomarlo como bueno o malo.

Al entrar en la cocina, vi a varios hombres sentados a la mesa. Parecían participar en una animada plática, pero cuando nosotros entramos todos callaron de golpe.

-Buenos días, cazadores- saludó Σs’κα como si no pasara nada.

Uno de los hombres se incorporó.

-¡Σs’κα! ¡Hace cuánto!- dijo dándole un puñetazo en el hombro.

Σs’κα sonreía abiertamente.

-Ya listos para la caza, Äρσητε- aseguró dándole unas palmadas en la espalda.

El tal Äρσητε rió estridentemente.

-¡He mejorado mi tiro, eh! ¡Así que prepárate!- lo desafió.

Σs’κα rió con él.

-Eso ya lo veremos.- repuso Σs’κα.

-¿Y quién es tu amigo?- preguntó Äρσητε.

-Lo llevo a la morada de los dioses- se limitó a contestar.

-¿Y cómo te llamas, hombre?- dijo Äρσητε dirigiéndose hacia mí.

-Es Đακαř- dijo Σs’κα rápidamente.

Äρσητε frunció el ceño, primero mirándome a mí y luego a Σs’κα.

-¿Qué? ¿No habla tu amigo?- preguntó Äρσητε.

Σs’κα negó con la cabeza.

-No, los dioses le quitaron el habla por decir cosas que no debía- contestó Σs’κα mirándome disimuladamente con diversión en los ojos.

Me abstuve de contestarle… como siempre, se estaba burlando de mí.

-¿Y no puede mostrarnos su rostro?- exigió Äρσητε mirándome con desconfianza.

Negué rápidamente con la cabeza.

-Que se quite la capucha…- dijeron varios sentados en la mesa.

-No puede por órdenes de los dioses- repuso Σs’κα encogiéndose de hombros.

Algo en los ojos de todos esos hombres, me decía que aún no me aceptaban. Sus miradas estaban cargadas de desconfianza.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Todo va a estar bien, aunque ya lo sepas.


Últimamente he estudiado como loca, entonces, no he encontrado tiempo para escribir. Pero ¡Lo logré! Amo este capítulo, en serio que es mi favorito ;) Ya verán por qué :D :D Muchas gracias, Mindy, por el comentario de la entrada pasada. Y gracias a todos por continuar leyendo, como siempre. Aquí les dejo el capítulo.






La oscuridad empezó a reinar en la estancia. El lugar estaba callado, no se escuchaba nada. Tantos hijos e hijas y ninguno parecía estar, pero entonces escuché voces en el piso inferior. Y aquello robó toda mi concentración. Bajé la escaleras con la cautela de una pantera y observé atenta a mí alrededor. Parecía que todas las voces provenían de la cocina. Y cuando me asomé, pude ver que toda, absolutamente toda la familia ~a excepción de los que habían ido al pueblo~ estaba reunida allí. Desde bebés hasta mujeres y hombres viejos, todos miraban hacia la mesa de madera, donde se sentaba  Œητια’τοηα con un bebé entre su regazo.

-Madre, el hombre encapuchado es muy extraño- comentó un hombre que parecía rebasar los cincuenta años- no confío en él.

-Es enviado por los dioses, queridos, y si es así, no es de nuestra incumbencia saber más de lo pertinente- los reprochó Œητια’τοηα.

-¡Uno pidió hiervas medicinales!- comentaban unos.

-¿De dónde vendrán?- se preguntaban otros.

-¿Cuándo se van?- preguntó un muchacho que a penas alcanzaba a verse entre tanta gente.

-Después de la celebración de Šοŗα- contestó Œητια’τοηα.

Varios suspiraron con pesar, otros gritaron con molestia, pero a todos los calló Œητια’τοηα con un ademán.

-¡No dejaré que nos acompañen de caza si no nos explican lo que se traen entre manos!- exclamó uno.

Varios asintieron con la cabeza, soltando exclamaciones.

-¡Hijos! ¡Basta! Muchos de ustedes conocen a Σs’κα y saben que es un gran muchacho. Yo no sé qué se traiga Œητια’τοηι entre manos, porque de lo contrario, ya les hubiera dicho lo que sucede. Pero algo que sí les puedo decir, es que somos guardianes del camino y si los dioses les permitieron a  Σs’κα y al desconocido pasar por el camino, entonces, debemos tratarlos como es debido- sentenció Œητια’τοηα.

Esta vez, todos guardaron silencio. Y decidí que ya había escuchado lo suficiente. Lo único que me consolaba era que mañana salíamos de caza y eso era algo que disfrutaba yo mucho.

Subí las escaleras con desánimo. Quién sabe si Σs’κα ya hubiese abierto la puerta. Si era así, sabría que había bajado a espiar. Me decidí por tocar la puerta.

-Ya casi termino- se escuchó del otro lado.

Suspiré con alivio, recargándome de espaldas a la puerta y cayendo lentamente al piso. Si fuera mi hogar, todos me aceptarían.

Σs’κα abrió la puerta después de un rato que se me hizo eterno.

Me incorporé y entré sin mediar palabra.

-Cuando te acuestes, te pondré el ungüento- murmuré.

Σs’κα cerró la puerta tras de sí y se metió entre las cobijas. Me encargué de acercar el ungüento y las hojas, mientras me hincaba junto a él.

Automáticamente, lo primero que hice fue tocar su frente.

-Tu temperatura ha mejorado mucho- comenté.

-Acepta las consecuencias de escuchar a escondidas, princesa Καητσ- susurró.

Lo miré sorprendida.

-¿Cómo sabes?- susurré avergonzada.

-Lo supe las dos veces…- contestó mirándome con burla- Sólo te digo que tengas cuidado. A veces no te gustará lo que escuches.

Metí mi mano en el ungüento rosado y lo esparcí por la hoja del árbol desconocido.

Suspiré.

-Es sólo que no me gusta que la gente hable de mí a mis espaldas.- dije colocando la hoja sobre su herida.

Σs’κα cerró los ojos, como si estuviera conteniendo un gemido.

-Como si quisieras ser libre- coincidió entre dientes- sin nadie que controlara tu futuro.

Presioné un poco más.

-Es por eso que a veces desearía no ser princesa.- confesé- a veces, desearía sólo vivir, sin tener que encargarme de nada.

Descubrí que Σs’κα me miraba fijamente.

-¿Qué?- pregunté inquisitiva.

Él sonrió de oreja a oreja.

-Creo entonces que yo sí tengo todo- dijo desviando la mirada.

Sonreí.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión?- pregunté curiosa.

-Tengo esa libertad que pocos tienen.

-Por algo serás vuelo libre.- bromeé.

Ambos reímos, pero Σs’κα paró de improvisto después de soltar un gemido.

-Perdón- susurré.

El silencio reinó por largo segundos.

-¿Me harías un favor esta noche, princesa…?- preguntó  Σs’κα repentinamente serio.

Su mirada parecía perdida en la puerta de la habitación.

-¿Qué tipo de favor?- pregunté yo a la defensiva.

-Sólo dime que todo va a estar bien…- pidió.

Reí suavemente.

-¡Qué favor más extraño!- murmuré.

Σs’κα se volvió sonriente hacia mí. Dejé de presionar la hoja y tomé su rostro entre mis manos, obligándolo a verme a los ojos.

-Todo va a estar bien- aseguré inclinándome lentamente hacia él para besar su frente.

Y con la misma lentitud me fui incorporando. Sus ojos me tenían atrapada. Eran un azul tan hermoso… quizás por eso siempre me perdía.

Entonces repentinamente tomó mis dos brazos con una firmeza suave y me acostó junto a él.

Inconscientemente recargué mi cabeza sobre su pecho, caliente como siempre. Mis labios ardían al igual que mi cuerpo entero, pero no sabía si por el calor que él me daba o por aquella chispa en mi interior que a cada momento se encendía con mayor fervor. 

La habitación se oscureció cuando la luz en el pasillo se apagó. Los pasos de la familia se escuchaban sigilosos, seguramente todos ya iban a dormir.

-¿Šοŗα es la compañera de la que me hablaste?- murmuré.

Sentía su brazo alrededor de mi cintura, por lo que me costaba concentrarme en mis propias ideas.

Y a pesar de la penumbra, sentí cómo asentía con la cabeza.

-Es amiga de mi hermana y mía. Solíamos jugar en los establos de Œητια’τοηι junto a sus animales. Mina y Šοŗα aprendieron a cuidar de casa juntas y yo aprendí a cazar con los hermanos de Šοŗα. Mi madre siempre nos mandaba al atardecer, porque sabía que junto a Œητια’τοηα y Œητια’τοηι aprenderíamos más que escondidos en el hogar de los dioses.- contestó en un susurro.

Aquella respuesta no me tranquilizaba, sentía que me escondía algo más.

Pero cerré los ojos, disfrutando del momento.

-En mi hogar solía jugar con los niños del pueblo… - murmuré con nostalgia- Si mis padres supieran que estoy así, se deshonrarían.

Σs’κα me apretó con fuerza.

-Nadie tiene que enterarse- dijo encogiéndose de hombros.

Me incorporé y tomé una cobija de la cama continua. Tapé con ella mis piernas y las de Σs’κα. Me acurruqué nuevamente sobre su pecho y cerré los ojos.

-Todo va a estar bien- murmuré.

-Lo sé…- fue lo último que alcancé a escuchar antes de quedar profundamente dormida.


martes, 2 de octubre de 2012

Un cuarto para dos...


Ya, lo quería hacer más largo, pero me di cuenta que hasta allí podía ser un buen final porque viene una parte completamente distinta a la que ocurrirá. Seguramente ahorita no me entienden, pero cuando lean el próximo capítulo sabrán de qué estoy hablando ;) 

Qué lindos comentarios, Lau, Cami, Mindy :D muchas gracias. A ti, Lau, te prometo que el próximo será más largo :D Y Mindy ¡¡Ya vi que publicaste!! Ya me pasaré.

Para todos los demás, que les gusta pasarse por el blog a leer ;) Espero que les guste el capítulo.


-Mujer, dile a Μηεη que prepare agua caliente para la… el- se corrigió Œητια’τοηι- invitado.

-¡Oh! Viejo, ya lo he hecho y para ambos cazadores.- dijo Œητια’τοηα con despreocupación.- Ya les hemos preparado una habitación.

Œητια’τοηι se acercó a su mujer y le dio un beso en la mejilla.

-Mi inmortal y hermosa mujer siempre anticipándose.- dijo con gran cariño.

Œητια’τοηα lo alejó suavemente con una sonrisa en el rostro y continuó cocinando.

-¿Irán de caza?- preguntó más concentrada en la comida.

-¡Por supuesto! Nos deleitarán con su caza.- aseguró Œητια’τοηι dándole unas palmaditas en el hombro a Σs’κα con entusiasmo, quizás más fuerte de lo normal, porque provocó que éste se atragantara con la comida.

-¿Cuándo salen?- preguntó Σs’κα con los ojos llorosos.

Tuve que cubrir mi boca para no terminar riendo.

-Mañana por la mañana, así que será mejor que descansen.- informó Œητια’τοηι.

-¿Dormiremos en la misma habitación?- preguntó Σs’κα metiéndose cuidadosamente otro bocado.

-Sí- dijo Œητια’τοηα sacando pan del horno.

Entonces me atraganté yo con la comida ¡¿Juntos?!

-¡Amorcito!- intervino Œητια’τοηι- Mejor dales un cuarto por separado, digo… si no es mucha molestia.

-¡Si de por sí ya vivimos apretados!- se quejó Œητια’τοηα- Y debemos hacer un espacio más… No insistas, viejo, si sabes que es toda la comodidad que les podemos dar a pesar de que le tengas mucho aprecio a Σs’κα.

-Claro…- se acercó Œητια’τοηι a mí bajando la voz- ya lo arreglaré, no te preocupes.

-¿Qué susurras, viejo granuja?- lo reprochó su mujer volviéndose rabiosa hacia él.

-Nada, querida. Sólo les decía que tú eres la mejor cocinera del mundo.- mintió Œητια’τοηι con una sonrisa inocente.

Œητια’τοηα lo miró inquisitiva antes de volverse nuevamente hacia el horno.

-¡Madre!- exclamó alguien entrando repentinamente a la cocina- El agua está lista.

Parecía que ella era Μηεη. Era a penas más alta que Nöη, pero su rostro era risueño y mayor. Nos miró a Σs’κα y a mí con curiosidad.

-Perfecto, hija, conduce a los invitados a su habitación- le ordenó Œητια’τοηα.

La jovencita asintió lentamente y con un movimiento de cabeza nos indicó que la siguiéramos.

-Gracias, τοηα, ambos comimos muy rico- agradeció Σs’κα.

Asentí en señal de acuerdo, pero guardé silencio.

Los dos nos incorporamos y seguimos a Mηεη, que nos condujo por las escaleras y nos dio el paso en la primer puerta a la derecha.

-El agua está caliente y si tienen frío durante la noche, sólo díganme. Estoy en la habitación de enfrente- nos instruyó con una disimulada sonrisa pícara antes de cerrar la puerta.

¿Frío durante la noche? ¡Pero esta casa era tan sorprendente! Desde el momento que entramos, parecía que el clima se había adaptado a nuestras necesidades.

Me quité la capucha y miré a mí alrededor. Había un pequeño banquito en la esquina de la habitación con una tina llena de agua, junto a la cual había una cubeta.

-¿Crees que le puedas pedir a Œητια’τοηα hiervas medicinales?- le pedí a Σs’κα.

Él asintió lentamente. Desde que habíamos llegado su aspecto había mejorado notablemente. Aquello no me pasaba desapercibida.

-¿De cuáles?

-Necesito hacer un ungüento para tu herida, estoy segura que con que le digas eso, será suficiente para que te entregue lo necesario- le instruí.
Entonces Σs’κα salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

Junto al banquito había dos camas improvisadas con dos mantas cada una. Parecían en realidad acogedoras. No más acogedoras que las camas que tenía en casa, pero a estas alturas, después de haber dormido sobre el duro suelo durante tanto tiempo, algo así, era una maravilla. Justo al otro extremo, había una segunda tina con agua. Como había dicho Œητια’τοηα, había preparado agua para los dos. Cargué la tina con extremado cuidado y la coloqué sobre el piso. Me percaté entonces de que había un trapito dentro de un recipiente de madera de pino con una agarradera. Me pareció un invento tan ingenioso. Era más práctico que nuestras canastas de fibra de tronco. Pero al intentar tomar el trapo...

-¡Au!- musité.

¡Estaba hirviendo!

Me quité la capa, desamarrando el cordel de mi cuello. La coloqué un poco apartada de las camas y el agua, esperando que volviera Σs’κα. Mi mente empezaba a vagar… imaginaba cómo sería Šοŗα… La habían mencionado tantas veces. Pero por ella estábamos aquí y nos quedábamos aquí en lugar de continuar. Era lo que él quería y, después de todo lo que había hecho por mí, era lo menos que podía darle. Al pensar en ella me recordaba con tanta fuerza a Μεπ. Mi Μεπ. Del cual no sabía nada.

¿Sería ella de cabello negro?... Tal vez laceo hasta un poco más debajo de sus hombros. Con una sonrisa traviesa y una mirada atenta. Y si ella estuviera aquí, curaría a Σs’κα…

¡¿Pero qué pensamientos cruzaban por mi cabeza?! ¿A mí qué me importaba cómo se veía Šοŗα?

Sacudí la cabeza y decidí entonces que me lavaría. Crucé al otro lado de la habitación y empecé a quitarme el arco, la funda del cuchillo y el vestido, seguido de las botas. Sentí el otro cuchillo cerca de mi muslo, dentro de su funda y suspiré, desabrochándolo con lentitud ¡Me daba tantos problemas! Me quité la tiara y deshice mi trenza. Mi broche y mi tiara los escondí en mi vestido junto con el cuchillo de čυκŭητε. Con aquella invención de madera de pino mojé mis brazos, mis piernas, limpiando las heridas en mis muñecas y en mis tobillos. Después seguí con la espalda. Aquello era lo que llevaba esperando tanto tiempo. Mis miembros se destensaron y cuando el agua se había terminado, tomé un camisón bajo el banco y me lo puse. Era para hombre, ciertamente… pero era mejor eso a mi destrozado vestido blanco.

Aquello me recordó a Μεπ y a mi familia. Normalmente durante las noches comíamos juntos y platicábamos hasta que mi padre daba el toque de queda y todos íbamos a la cama. A veces los músicos nos acompañaban y después de entrar a la cama, yo solía escaparme de mis aposentos, descalza, en la fría piedra del templo, corría por los corredores hasta llegar al patio trasero y practicaba con el arco.

Dejé mis pensamientos antes de que las lágrimas amenazaran con salir y me pregunté por qué Σs’κα tardaría tanto. Quizás cuando le había dicho a Œητια’τοηα que tenía una herida, ella había insistido en curarlo o quizás no encontraba las plantas necesarias.

Empecé a hacer mi trenza desde la raíz de mi cabello. Pero me vi interrumpida cuando alguien abrió la puerta. Rápidamente tomé la capa e intente ponérmela.

-Tranquila…- dijo Σs’κα- soy yo…

La capa cayó de mis manos. Lo poco que llevaba de mi trenza se deshizo.

-¿Por qué no tuviste la amabilidad de tocar la puerta?- pregunté molesta.

-Discúlpeme, princesa, había olvidado que mi compañero de viaje es mujer- dijo sarcástico.

-Se supone que eres un caballero.

-Con las mujeres.

-Soy mujer.

-No desde hace un rato…

-¿Conseguiste las hiervas?- fue todo lo que pude preguntar.

-Y más- aseguró mostrándome un plato de madera con un extraño ungüento rosado.- me dijo que aquí había mejores remedios que con la gente del agua, pero que si nos daba las hiervas no sabríamos cómo mezclarlas.

-¿Y trajiste…?

-Me dio estas extrañas hojas…- me interrumpió Σs’κα- y dijo que allí pusiera el ungüento y luego presionara sobre la herida… se cerrará para mañana si la dejo toda la noche.

Quedé asombrada con sus palabras. No conocía remedio que surtiera tal efecto.

Me incorporé y tomé el plato y las hojas con extremado cuidado.

-Quítate la armadura, tengo que limpiar la herida- le ordené obligándolo a sentarse en el banco.

Σs’κα obedeció sin rechistar. Se quitó la armadura, dejando al descubierto su esculpido abdomen. Intenté sacar el trapito por segunda vez, pero el agua estaba tan caliente como antes. Mordí mis dedos intentando quitar el ardor.

Σs’κα sonrió mientras metía su mano y sacaba el trapo con tanta facilidad como si fuera agua fría.

Correspondí a su sonrisa.

-Gracias…- murmuré mientras exprimía el trapo y limpiaba suavemente su herida.

-Aún no entiendo por qué sigues cuidando de mí- comentó Σs’κα observando atentamente mi trabajo.

-Es mi culpa que tengas esta herida…- fue todo lo que pude contestar.

Rió suavemente, haciendo que su abdomen se pusiera duro como una piedra.

-¡Quédate quieto!- lo reproché divertida.

-Lo siento…- se disculpó seriamente.

Fruncí el ceño.

-Ya no es tan profunda como antes.- comenté.- Me sorprende que sanes tan rápido.

Mi mirada se perdió en las perfectas líneas que se trazaban en su duro abdomen.

-Es una de las ventajas de ser hijo de un dios- dijo encogiéndose de hombros.

-Quieto- lo reproché por segunda vez- ya voy a terminar…

Exprimí el trapo por segunda vez. La sangre se arremolinaba con el agua.

-¿Por qué no aprovechas lo que tienes?- pregunté después de un largo silencio.

-Porque no tengo nada.- contestó fríamente.

Por primera vez pasé mi concentración a sus ojos.

-Te equivocas, Σs’κα, tienes todo- repuse lentamente.

-¿Con todo te refieres a poder?- preguntó sarcástico.

Sus ojos azul electrizante refulgieron desafiantes. Me concentré en la herida.

-No, a una familia, a valor…- murmuré buscando algún hilito de sangre que me hubiera faltado.

-Mis padres me niegan, no tengo hogar…

-No creo que tus padres te nieguen, es sólo que tú, negando tu naturaleza, no puedes tener un hogar.- lo interrumpí.

-¿Y tú qué sabes, princesa? También estás desterrada…- repuso.

Bajé la mirada.

-No sé si quieras enjuagarte tú. Si es así, me pondré la capa y esperaré afuera.- dije intentando tragarme mi orgullo, indispuesta a replicarle... Quizás porque tenía razón.

Soltó un hondo suspiro.

-Vi que al entrar te estabas haciendo la trenza… Puedo hacértela yo si lo deseas.- dijo cambiando drásticamente su tono de voz a uno dulce.

Subí la mirada. Pero inesperadamente su rostro estaba a centímetros del mío. Sus ojos se encontraron con los míos y como la primera vez que los vi. Me perdí en ellos, encontrando algo más que sólo cariño.

-Esperaré afuera- dije con la voz entrecortada.

¿Por qué mi respiración se aceleraba? Mis mejillas se ruborizaron. Σs’κα me soltó del hechizo que era su mirada, mientras la bajaba hacia el suelo y luego me volvía a encarar.

-Mañana saldremos de caza- me recordó.

Asentí lentamente mientras me incorporaba y tomaba la capa. Después de ponérmela, le dediqué una última mirada antes de salir de la habitación.

Sólo había una razón por la que me había negado a que me hiciera la trenza y ésa era que deshonraría a mis padres si supieran que voluntariamente dejé que el hijo del dios enemigo me hiciera la trenza. Él y yo debíamos ser enemigos, ésa era nuestra naturaleza. Pero aquel instante había sido tan extraño. Mi corazón todavía no se recuperaba de la conmoción…