sábado, 30 de abril de 2011

Ahora sí ¿Ya no más almas gemelas?

Lamento no haber publicado el miércoles y el viernes ¡En serio que lo siento! Pero es que ahora la inspiración no me ha estado llegando, entonces, no sé exactamente cómo continuar la historia, pero de poquito a poquito llegamos al final.
Luz ¡Muchas gracias por todo tu apoyo! ;) jejeje ¡Me encantan tus comentarios! :D :D :D :D :D :D
Pero para ya no hacerles más cuento, aquí les pongo el siguiente capítulo.

-No te ves muy contenta que digamos- comentó Jack tomándome de la mano.

Sonreí, sacudiendo la cabeza.

-Es mi mirada seria- mentí.

La verdad era que pensaba en aquel, cuyo nombre me había prometido no volvería a mencionar.

-¿Tu mirada seria?- inquirió frunciendo el ceño.

Asentí lentamente.

-Si ves que tengo esa mirada, entonces sabrás que estoy pensando- aclaré.

Jack soltó una carcajada y besó mi mejilla.

Me sonrojé irremediablemente.

Él sonrió de oreja a oreja.

-Aún no creo que hayas aceptado ser mi...

Coloqué un dedo sobre sus labios.

-¿Quieres una prueba?- lo interrumpí juguetona.

Me tomó entre sus brazos, quitó suavemente mi dedo de sus labios y los presionó contra los míos.

Nos separamos lentamente. Me acurruqué en su regazo y cerré los ojos intentando contener las lágrimas.

-Tú siempre me gustaste desde pequeña- afirmó Jack.

Reí quedamente, pero no fui capaz de contestar.

El celular me salvó de darle una respuesta. Lo saqué rápidamente de mi bolsillo.

-¿Bueno?

-¡Any! ¿Dónde rayos van?- preguntó Miranda airada.

-Ya estamos a punto de llegar, es que preferimos ir caminando- me excusé.

Miranda bufó.

-¡No debiste traer a Jack, es una distracción!- se quejó divertida.

Ambas reímos.

-Ya me conoces, el paquete o nada- bromeé.

Me deshice del abrazo de Jack, pero sin soltar su mano, caminé frente a él, esperando la respuesta de Miranda que repentinamente se había quedado callada.

-¿Miranda?

-Lo siento, lo siento...- se disculpó rápidamente.- Sí, lo sé- retomó- Era lo mismo con...

Se interrumpió a media frase.

Y otra vez los recuerdos me embargaron al recordar su nombre... Todo lo que había pasado hacía una semana. Janet, la pelea de comida, la indiferencia de Danny, cómo dejó la casa sin dirigirme la palabra. Y luego Jack, que salió a consolarme y se me declaró.

-¿Any?- ahora le tocó a ella romper el silencio.

-Lo siento- me disculpé con un hilo de voz.

-Lo siento- repitió ella.

-No te preocupes- dijo subiendo mi tono de voz.- ¡Ya vamos a llegar!

-¡Al fin!- exclamó Miranda- ¿Cuánto tiempo calculas?

-Unos cinco minutos.

-Siete- me corrigió Jack, guiñándome un ojo.

Reí por lo bajo.

-¿Qué?- inquirió Miranda.

-Corrección, siete.- dije rápidamente.- ¡Nos vemos! Te quiero mucho.

-Pero...

Colgué antes de que Miranda empezara a despotricar. Jack y yo reímos disimuladamente. Me atrajo hacia sí, rodeando mi cadera y me estrechó suavemente.

-Lo siento, pero quería pasar un rato más contigo.- admitió Jack.



Sólo para no confundir a nadie jajajaja aquí cuenta alguien más, pero seguramente ya saben quién es. Aquí les pongo rápidamente una aclaración, en Alemania a los maestros se les dice "Herr" y su apellido. Por ejemplo: si Danny fuera maestro, él se llama Danny Fontana, entonces sería "Herr Fontana". Es el mismo concepto con las mujeres, nada más que a ellas se les dice "Frau" (Herr- señor ; Frau-señora):


-¿Ya ven, jóvenes, que aquí la medicina es muy importante?- comenzó herr Weith- Si no ponen atención, cometerán errores. Aquí sólo aceptamos estudiantes de alto nivel, y si están aquí, es porque en realidad están en un alto nivel.

Di un hondo suspiro y me volví hacia la ventana, clase de Anatomía con herr Weith ¡Vaya dilema! Una simple provocación y sacaba el mismo sermón.

Jugueteé con el lápiz que tenía en mi mano derecha, mientras que con la izquierda estrechaba suavemente la mano de Janet.

Dos semanas, dos semanas intentando recuperar a Any y a pesar de todo, la había perdido. Ella ya no me amaba... y aún así, yo seguía atrapado entre sus redes, cada vez que la recordaba, la sentía tan real. Ella era parte de mí y ya no podía sacarla, no podía y no quería.

-Bueno, pueden irse, muchachos- dijo herr Weith consultando su reloj- en dos minutos toca.

Tomé cansinamente mis cosas y las metí a mi mochila. Janet besó mi mejilla.

-¿Estás bien?- preguntó preocupada.

Asentí lentamente.

-A tu lado sí.

Ella sonrió de oreja a oreja y estrechó mi mano.

-Es hora del almuerzo ¿Quieres a algún lugar en especial?- me preguntó.

Negué con la cabeza y sonreí.

-Hoy te toca a ti- murmuré.

Ella pareció meditarlo.

-Cierto... bueno, entonces vámonos por una típica salchicha alemana ¿Qué te parece?- dijo- Dicen que hay un restaurante a dos cuadras que tiene las mejores.

Me guiñó un ojo.

Reí, sacudiéndole el pelo.

-Muy bien, déjame termino de recoger mis cosas- accedí.

Janet asintió.

-Voy por mi bolsa, nos vemos allá afuera ¿Te parece, amor?

-Claro, nos vemos en cinco minutos- me despedí, besándola en los labios.

Janet sacudió la cabeza sin perder la sonrisa, se incorporó y salió del salón.

Suspiré pesadamente ¡Dos semanas!

El salón quedó completamente vacío a excepción del maestro, que también demoraba en recoger sus cosas.

-Tú vas muy atrasado, Danny- comentó levantando la vista hacia mí.

-Lo siento, es que tuve problemas con mi familia.- me disculpé.

Herr Weith sonrió.

-¿Por eso faltaste dos semanas?- preguntó.

-Sí- me limité a contestar.

-Eres muy buen estudiante... y quiero ayudarte. Si tienes alguna pregunta, ven después de clases y con gusto de la contestó.

-Gracias, profesor- agradecí.

Él sonrió, colocándose su abrigo.

-Sal antes de que llegue Frau Ross y te encuentre aquí. No le gusta que los jóvenes no almuercen- comentó cerrando la puerta tras de sí.

Metí los últimos libros a mi mochila y entonces vi la foto. Quedé rígido en mi lugar, observándola con incredulidad.

-Any...- murmuré.

Salía tan bella en la foto. Con razón la había guardado.

Su cabello castaño, caía en cascada por su espalda y sus hombros, estaba tan laceo. A ella francamente le iba bien el cabello laceo. Tan natural como era, no traía maquillaje y aún así, sus ojos se veían perfectos. Brillaban intensamente, resaltando su color café, mientras que sus mejillas sonrosadas le daban un toque infantil que tanto me gustaba. Incluso sus labios, contrastaban con su piel pálida, tan rojos como el carmesí. Aquella foto había sido antes de irme. Yo la rodeaba con mis brazos, mientras ella reía a carcajadas intentando soltarse. Miranda nos pilló desprevenidos y un día antes de irnos nos dio una a cada uno, con la idea de que así nunca olvidaríamos lo que éramos.

Las dos semanas aún me atormentaban. Nunca pensé que fuera posible extrañar a alguien de esa manera. Deseé tenerla entre mis brazos una última vez...

lunes, 25 de abril de 2011

Más problemas

Bueno, creo que ya volvemos con los días de publicación normales: lunes, miércoles y viernes. :D :D :D :D :D Las dos líneas que vienen a continuación son contadas por Danny ;) jajajajaja sé que son muuuuy poquitas jejejeje pero era lo último que le tocaba contar a Danny. Espero que les guste el capítulo y muuuuchas gracias por los comentarios, que son los que me incitan a seguir adelante.

-¡Suéltame!- volvió a gritar con desesperación.

Yo estaba rígido en mi lugar. Sus manos resbalaron de las mías.



Contado por Any:

Al soltarme del agarre de Danny salí corriendo hacia Janet, ciega de rabia. Entonces Jack intervino. Me tomó por la cintura y me sujetó con fuerza.

Las lágrimas se desbordaron por mis mejillas lenta y silenciosamente. Forcejé por un largo rato, hasta que me di cuenta de que era imposible, por lo que me acurruqué en su regazo y cerré mis ojos. Jack me estrechó con cariño.

-Ya pasó...- me susurraba una y otra vez al oído.

Su voz calmó mis sollozos y en parte mi rabia.

-¿Cómo estás?- escuché que Danny le preguntaba a Janet.

-No es nada...- alcancé a escuchar, seguido de un gemido.

-Señora Sabas ¿No tendrá un hielo?- preguntó Danny diplomáticamente.

-Por supuesto, Danny- dijo mi siempre comprensiva madre.

Yo sabía que seguramente papá, en aquel momento, se debatía silenciosamente entre regañarme a mí o sacar a Janet de la casa.

-Papá- murmuré descubriendo mi rostro.

Él me miró con el sufrimiento explícito en su rostro.

-No es necesario que saques a nadie- aseguré con la voz entrecortada.

Él sonrió sin que la felicidad le llegara a los ojos.

-Any ¿Podemos hablar?- me preguntó Danny después de un largo silencio.

Asentí sin siquiera mirarlo a los ojos.

Mamá llegó con una bolsa con hielos y se la entregó.

Danny miró alternativamente a Jack y a Janet. Extendió la bolsa de hielos hacia Jack.

-¿Cuidarías a Janet en lo que vuelvo?- le preguntó inexpresivo.

Jack asintió tomando la bolsa de mala gana. Me percaté de que sus ojos refulgían de ira... y sabía a quién iba dirigida.

Danny se volvió hacia mí.

Mi respiración se volvió entrecortada. Había llegado el momento de la separación.

Ambos nos dirigimos al comedor y de allí a la entrada principal. Danny abrió la puerta y me dio el paso.

-Gracias- dije con un hilo de voz.

La brisa me ayudó a refrescar mis turbios pensamientos. Caminamos hacia nuestro columpio, pero esta vez nos sentamos lo más lejos posible el uno del otro.

-Any...- empezó Danny con frustración- ¿Por qué le crees a Janet? ¿Qué tengo que decirte para que me creas a mí?

Sacudí la cabeza, con las lágrimas traicioneras anegando mis ojos.

-No es sólo eso Danny, tenemos que separarnos- mi voz flaqueaba.

Danny me tomó por el mentón, obligándome a verlo a los ojos.

-¿A qué te refieres con eso?- me preguntó, penetrándome con la mirada- ¿Por qué?

Intenté desviar la mirada, pero como siempre, él me tenía atrapada.

-Es que... yo... ya...

Cuánto me costaba decir estas palabras. Lo único que me incitaba a seguir adelante era que si no lo hacía ahora, luego ya sería demasiado tarde y los dos estaríamos en permanente peligro.

-¿Qué está pasando, Any?- Danny respiró con la rabia contenida- Yo no te he pedido respuestas... esperaba que me las dieras en algún momento.

Negué repetidas veces con la cabeza.

-Danny... ya no quiero ¿Sí?- solté de golpe.

Pude observar cómo sus músculos se tensaban y su mirada se perdía en un punto invisible. Su expresión estaba cargada de dolor y frustración.

-Ya no podemos estar juntos... No podemos porque yo ya no...- contuve el aire- yo ya no te amo.

Por fin logré desviar la mirada. Su mano cayó secamente en su costado.

-¿Recuerdas que te dije que no importaba a quién eligieras, yo siempre te amaría?- preguntó finalmente con una voz cargada de cariño.

Asentí lentamente, sollozando en silencio.

-Pues así te la pongo, hermanita del alma. No me importa si prefieres a Jack, quiero que sepas que yo siempre te amaré.- dijo incorporándose lentamente.

Me vi incitada a abrazarlo, pero si caía en la tentación todo lo que había logrado se desmoronaría. Tanto como deseaba abrazarlo, también quería consolarlo, quería decirle que yo lo amaba más que a mi propia vida, quería decirle que no se fuera, que se quedara conmigo, pero ya no había vuelta atrás. Lo hecho, hecho está, me dijo mi madre alguna vez.

Se acercó a mí con extremada lentitud y me dio un duradero beso en la frente, que en el fondo me dejó aturdida y con aquella sensación tan cálida.

-Le diré a Janet que ya es hora de irnos.- se despidió.

Me sonrió pícaramente y entró a la casa.

Yo no salía de mi desconcierto. Alejarlo había sido tan difícil, pero, finalmente lo había logrado. Sentí cierto alivio en mi interior. Había arruinado los planes de Mateus, ya no habría forma de que Danny sufriera. Y aún así estaba rígida en mi lugar. Allí descubrí que el alivio sólo cubría mi dolor. Ya no volvería a hablar con Danny, él ya nunca me volvería a abrazar como antes, nunca me besaría más. Todo quedaba atrás para siempre. Y ése era mi dolor. Y entonces me arrepentí de haberlo alejado. La muerte me pareció menos dolorosa que pasar el resto de mis días sin su compañía.

Tenía ganas de gritar, pero me contuve. Me cubrí el rostro con las manos y sollocé en silencio, saliendo finalmente de mi rigidez.



sábado, 23 de abril de 2011

Explosión

Al principio todos comimos en silencio. No podía ignorar las miradas rabiosas y amenazantes que me lanzaba Janet a cada momento... y yo que pensaba que haber conocido a Jack la iba a calmar, pero las cosas no parecían así. Se había encargado de sentarse junto a Danny. El orden de la mesa era algo extraño. Jack junto a mi madre, seguido de Janet, que estaba sospechosamente pegada a Danny, que a su vez, tomaba mi mano bajo la mesa. Por lo tanto, mi padre, que apareció algunos minutos después de que comenzara la comida, se sentaba junto a mí, en la cabecera de la mesa.

-Entonces ¿Ya te sientes mejor, cariño?- preguntó papá, rompiendo el silencio.

Mastiqué lentamente, atrasando el momento de contestar.

-Sí- murmuré.

Papá sonrió con verdadera felicidad.

-Perfecto, entonces el lunes podrás regresar a clases.

Asentí con desgana.

Janet soltó una risita.

Me volví fulminante hacia ella.

-¡Pobre chiquilla! Tiene que volver a clases...- articuló con los labios, a sabiendas de que mis padres no debían escucharla.

-Tengo entendido que tú también te las estás saltando- repuse en un susurro.

-¡Qué deliciosa comida, señora Sabas!- intervino Jack con fingida jovialidad.

Mamá sonrió, indiferente a lo que pasaba a nuestro alrededor.

-Gracias, Jack ¡Qué considerado!- agradeció mamá.

-Yo estoy de acuerdo con Jack- dijo Danny con la misma jovialidad fingida.- Usted es la reina de la cocina.

La sonrisa de mamá se ensanchó.

-¡Gracias, Danny!

-¿Qué reina? Diosa- remató Jack.

-Mi especialidad son los postres, muchachos.- presumió mamá.

Jack y Danny sonrieron, pero pude notar en ambos el desafío. Los dos intentaban ganarse la simpatía de mi mamá.

-¡Siempre sorprendiéndonos, señora!- exclamó Danny.

Jack rió fingidamente.

Mamá empezaba a notar algo extraño.

-Bueno, Any ayudó un poco- admitió mamá.

-¡No seas modesta, mamá! Yo sólo puse la cubierta del pastel.

Janet puso cara de vómito.

-¡La cubierta es mi parte favorita!- se quejó.

La fulminé con la mirada.

-Quién sabe cómo sea en Alemania, pero aquí, se come lo que se te ofrece- la reproché, intentando contener la rabia.

Janet puso una mueca antes de meterse un nuevo bocado a la boca.

-¿Ya has terminado?- le preguntó mamá a Jack con satisfacción al ver su plato vacío.

-Claro, señora Sabas, pero no se moleste, yo lo llevaré a la cocina.

Entonces Danny se incorporó rápidamente y se colocó detrás de mamá.

-Mejor ninguno de los dos se moleste.- se volvió hacia Jack- Yo conozco mejor la cocina.

-No creo que sea tan grande como para que me pueda perder- repuso Jack con una sonrisa forzada.

Mamá miraba uno a uno confundida.

Entonces me incorporé yo.

-¿Saben qué?- dije al borde de la rabia- Ninguno de los dos tiene que hacerlo. Lo haré yo.

Danny y Jack me miraron desconcertados.

Tomé bruscamente los platos de sus manos y me dirigí a la cocina sin siquiera mirar atrás, por lo que no me percaté de los pasos silenciosos que me seguían.

Al entrar a la cocina, coloqué los platos en el fregadero y me dirigí por un vaso de agua al garrafón. Alguien dejó caer un plato sobre el fregadero.

Me volví sobresaltada.

Janet sonreía con malicia.

-Muy amable la invitación de tu madre, Danny y yo lo estamos disfrutando mucho.

Sabía que hablaba como si fueran novios para ponerme más rabiosa.

-No sabía que Danny te tomara como su mejor amiga.- contraataqué.

Janet soltó una carcajada forzada.

-De hecho, a veces me da la sensación de que me toma como algo más, no sabía que te tomara como su novia.

Sonreí igual de forzada.

-De hecho, a veces me da la sensación de que me toma como algo más...- murmuré intentando contener la rabia.

-Claro, pero me parece que te estás confundiendo, porque, en Alemania él me besó- dijo Janet con inocencia.

La miré desconcertada.

-¡Oh! Claro, seguramente fue durante el tiempo que cortamos- razoné.

Janet sonrió. Me daba la sensación de que era un gato con bigotes gigantescos, como el de Alicia en el país de las maravillas.

-¡Claro! ¡Sí! Fue cuando Danny terminó contigo...- lo pensó por un momento- lo recuerdo muy feliz.

Me tragé mi orgullo.

-Creo que tienes problemas...- dije ahora sí rabiosa, respiré hondo- para distinguir a la gente feliz, de la que se siente triste.

-¡Ay, querida! Discúlpame, olvidé que hablaba con la chica que casi mata al hermano de Danny.

-Veo que tampoco sabes escuchar, deberías limpiarte las orejas de vez en cuando. Yo nunca he tenido problemas con Fabián.- estaba a punto de hablar a gritos, pero debía contenerme.

-¡Ay!- dijo con nostalgia- recuerdo todas las tardes que Danny y yo pasamos juntos, lejos de ti. Cariño, Danny no te ama, sólo te tiene lástima.

En ese instante ya no me importó si me quedaba orgullo o no. Un odio desconocido en mí nació en mi interior. Estaba deseosa de golpear lo que fuera.

Me acerqué sigilosamente a la mesa en donde reposaba el pastel. Lo tomé.

-¿Sabes?- dije con la voz entrecortada- creo que será mejor que vayamos a dejar el postre.

Janet soltó una carcajada de triunfo, distracción suficiente para acercarme y lanzarle el pastel directamente en la cara.

-¿No habías dicho que la cubierta del pastel era tu parte favorita?- le pregunté burlona- Ahora es toda tuya, puedes disfrutarla.

Pero Janet no se quedó atrás, limpió el pastel de su rostro y tomó la hoya de sopa, vertiéndola a continuación sobre mi cabello.

Contuve la respiración. Mi rostro ardía, la sopa aún estaba caliente.

Corrí al fregadero y mojé mi rostro.

Janet reía a carcajadas.

Me volví rabiosa, tomé la sartén con arroz y la lancé contra su rostro nuevamente. Le dio justamente en la frente. El arroz se derramó por su blusa.

Gritó rabiosa y me lanzó una mirada asesina. No dudé en devolvérsela.




Bueno, aquí nos vuelve a contar Danny ;):

Aún no lograba salir de mi desconcierto. Any se veía en realidad molesta y lo que acentuó mi desconcierto, fue que Janet se levantara con la misma indignación de la mesa y fuera tras de Any con todo y el plato a medias en la mano.

Fueron minutos angustiosos. Todos callábamos y yo con el nerviosismo a flor de punta, a sabiendas de que esas dos mujeres juntas eran una bomba que podía explotar en cualquier momento y provocar una catástrofe.

Me removí incómodo en la silla y tomé un sorbo de mi vaso de agua.

Jack soltó un suspiro y miró su reloj de muñeca.

Se empezaron a escuchar voces en la cocina que cada vez se hacían más fuertes ¡Oh, sí! La bomba ya había explotado. Y justo en el momento en el que me levanté de mi asiento se escuchó un grito rabioso y un golpe seco. Entonces todos nos precipitamos para ver qué estaba ocurriendo. Fui el primero en entrar, quedando rígido en mi lugar al ver el desorden.

Miré alternativamente a Any y a Janet buscando una explicación. El pastel tirado en el piso, Janet con la cara manchada de betún blanco y la blusa llena de arroz, mientras que Any chorreaba de pies a cabeza.

Janet, que estaba al lado del fregadero, tomó un plato y lo lanzó contra Any, que rápidamente se agachó. El plato chocó contra la pared y se rompió en miles de pedacitos.

-¡Aquí tienes tu plato, querida! Así podrás servirte la sopa, que te lo digo, no va con tu atuendo ni con tu horrible rostro.- gritó Janet temblando de ira.

Pude ver en los ojos de Any cómo se decidía entre abalanzarse sobre Janet o no, por lo que opté por intervenir.

Corrí rápidamente, colocándome a su lado y tomándola por los brazos. Forcejeó conmigo.

-¡Suéltame, mentiroso!- chilló al borde de las lágrimas.

Aquel fue un golpe inesperado ¿Mentiroso? ¡¿Pero qué rayos le había dicho Janet?!



¿Cómo olvidar?

Mamá le dio paso a Danny y a Janet.

Me percaté del largo intercambio de miradas entre Janet y Roger. Por un momento pude ver atracción en ambos, pero ésta desapareció tan rápido como llegó.

Danny se acercó a mí y me estrechó entre sus brazos.

-¿Cómo estás, hermanita?- me saludó.

Me encogí de hombros con indiferencia.

-¡Ya puedo bajar a comer!- admití.

Danny soltó una carcajada y me revolvió el cabello.

Lentamente ambos nos volvimos hacia Janet.

-Hola- la saludé con timidez.

Su rostro se contrajo en una mueca de asco.

-Hola- dijo forzadamente.

-Jack, ésta es Janet, Janet, él es mi mejor amgio Jack- los presenté.

Jack instantáneamente extendió su mano hacia ella. Janet la tomó y la estrechó por largo rato.

Sonreí para mis adentros, parecía que aquí se estaba desarrollando un nuevo sentimiento.

-¿Por qué no se quedan a comer?- propuso mi madre, que hasta el momento no me había dado cuenta de que seguía en la habitación.

La tensión en el lugar era palpable. Todos callábamos.

-Claro- rompieron el silencio Janet y Jack al unísono.

Yo no salía de mi asombro, miré a Danny desconcertada.

Danny se disculpó con la mirada.

-Perfecto, les hablo en unos minutos.- dijo mi madre saliendo de la habitación.

-Señora Clarisse...- la detuvo Danny.

Ella se volvió.

-Muchas gracias.

Mamá sonrió de oreja a oreja, y sin decir nada, salió de la habitación.

El silencio reinó nuevamente y por más largo rato.

Era un silencioso intercambio de miradas. Jack con Janet y Danny conmigo.

-Entonces, eres la mejor amiga de Danny- afirmó Jack, rompiendo finalmente el silencio.

Tomé la mano de Danny instintivamente.

Él empezó a formar círculos con su dedo pulgar, en un intento de tranquilizarme.

-Exactamente, ambos estudiamos en Alemania, allá nos conocimos.- explicó Janet cansinamente.

-¿Y qué tal? ¿Por qué te decidiste por la medicina?- le preguntó nuevamente Jack.

Janet pareció pensarlo en realidad.

-Creo que la idea de salvar vidas me emociona mucho. Descubrir nuevos remedios para la humanidad y ser reconocida por ella... me llevar a tomar esa decisión- explicó Janet lentamente.

Jack sonrió.

-Son buenas intenciones, entonces- afirmó.

Janet le correspondió la sonrisa.

-Supongo que sí- contestó.

Danny y yo intercambiamos una larga mirada de complicidad. Nos entendíamos con tanta facilidad. Podía ver la felicidad que emanábamos juntos. Ambos notábamos el interés que demostraba Jack por Janet.

-Danny...- vacilé por un momento- tenemos que...

-Hablar- concluyó por mí, adivinando mis intenciones.

Me volví hacia Jack.

-Volvemos en unos minutos- me despedí, jalando a Danny de la mano.

Danny no se retuvo, me siguió sin queja.

Cerró la puerta tras de sí y ambos caminamos por el pasillo hasta llegar al cuarto de la tele.

Cuando quedamos completamente aislados de todo ruido exterior, intercambiamos miradas antes de romper en carcajadas.

-Buena actuación- admití.

Danny sonrió.

-Tú tampoco te quedas atrás, hermanita- me elogió.

Nuestras risas lentamente se fueron calmando, hasta que la habitación quedó en completo silencio.

-Parece que hay algo entre esos dos- murmuré.

Danny asintió con la cabeza.

-Eso es bueno- comentó Danny igualmente en un susurro.

Me percaté de la cercanía de ambos.

Lentamente mis mejillas cobraron un color carmesí intenso, casi como un tomate.

La comisura de sus labios se contraía en una sonrisa pícara.

Me escrutaba con la mirada y entonces me besó. Me aferré fuertemente a él, deseosa de que aquel aliento embriagador nunca dejara de impregnarse en mi interior. Disfrutaba tanto cada vez que me besaba con esa pasión. Ésa era otra de las cosas de las que estaba segura que nunca lograría acostumbrarme. Me pregunté en aquel momento, justo cuando mis labios se movían al ritmo de los suyos, si aquella sería la última vez. Entonces lo disfruté con mayor avidez.

Nos separamos lentamente.

Mi respiración era entrecortada y la cabeza me daba vueltas.

Coloqué mi cabeza en su hombro y cerré los ojos intentando recuperarme, pero sin éxito.

Danny pasaba su mano de arriba a abajo por mi espalda, ocasionando que cada roce me quemara y acentuara mi confusión momentánea.

-¿Segura que puedes bajar a comer?- preguntó Danny burlón.

Reí suavemente.

-No me molestes- lo reproché con la voz entrecortada.

Danny coreó mis risas.

-¿Cómo crees que les esté yendo?- preguntó Danny.

Levanté la mirada.

Sus ojos verde esmeralda refulgían de cariño.

-Creo que ya hablamos lo que teníamos que hablar...

-Y ya es tiempo de regresar- concluyó Danny.

Asentí sonriente.

Me rodeó la cadera por detrás, besando mi mejilla.

-¡Ey!- me quejé débilmente- Todavía no me recuperaba.

-Ése es el chiste- me susurró al oído con voz aterciopelada.

Quedé abrumada ¿Cómo podía Danny confundir mis sentidos con tanta facilidad?

-Ni yo lo sé- admitió.

Reí.

-Me sigo preguntando si me mentiste y en realidad lees el pensamiento.- bromeé.

Besó nuevamente mi mejilla, luego mi mandíbula hasta llegar a mi cuello, allí se detuvo.

-¿Qué haces?- murmuré con el corazón acelerado.

Sentía su cálido aliento en mi nuca.

Los pelos se me pusieron de punta.

-Escucho los latidos de tu corazón ¿Alguna vez alguien te dijo que tienes los más hermosos y rítmicos de todo el mundo?- dijo con una voz acariciadora.

Mis ideas estaban dispersas, mis sentidos desordenados y mis latidos desbocados.

Y por milésima vez en el día me pregunté cómo podría alejarme de él.

Sus ojos verdes atraparon mi mirada.

-¡A comer!- escuché que gritaba mi madre desde el piso de abajo.

Suspiré con pesar.

El momento se había terminado.

Me volví lentamente y beso su mejilla.

-Gracias, hermanote.- susurré en realidad agradecida.

Él sonrió de oreja a oreja.

En ese mismo instante Jack y Janet salieron de mi habitación platicando animadamente.

Jack al verme paró en seco. Danny y yo nos separamos instintivamente.

-¿Terminaron de hablar?

-Sí- dijimos Danny y yo rápidamente.

Janet frunció el ceño, pero no intervino.

Los cuatro bajamos juntos a la cocina.