-Entonces ¿Ya te sientes mejor, cariño?- preguntó papá, rompiendo el silencio.
Mastiqué lentamente, atrasando el momento de contestar.
-Sí- murmuré.
Papá sonrió con verdadera felicidad.
-Perfecto, entonces el lunes podrás regresar a clases.
Asentí con desgana.
Janet soltó una risita.
Me volví fulminante hacia ella.
-¡Pobre chiquilla! Tiene que volver a clases...- articuló con los labios, a sabiendas de que mis padres no debían escucharla.
-Tengo entendido que tú también te las estás saltando- repuse en un susurro.
-¡Qué deliciosa comida, señora Sabas!- intervino Jack con fingida jovialidad.
Mamá sonrió, indiferente a lo que pasaba a nuestro alrededor.
-Gracias, Jack ¡Qué considerado!- agradeció mamá.
-Yo estoy de acuerdo con Jack- dijo Danny con la misma jovialidad fingida.- Usted es la reina de la cocina.
La sonrisa de mamá se ensanchó.
-¡Gracias, Danny!
-¿Qué reina? Diosa- remató Jack.
-Mi especialidad son los postres, muchachos.- presumió mamá.
Jack y Danny sonrieron, pero pude notar en ambos el desafío. Los dos intentaban ganarse la simpatía de mi mamá.
-¡Siempre sorprendiéndonos, señora!- exclamó Danny.
Jack rió fingidamente.
Mamá empezaba a notar algo extraño.
-Bueno, Any ayudó un poco- admitió mamá.
-¡No seas modesta, mamá! Yo sólo puse la cubierta del pastel.
Janet puso cara de vómito.
-¡La cubierta es mi parte favorita!- se quejó.
La fulminé con la mirada.
-Quién sabe cómo sea en Alemania, pero aquí, se come lo que se te ofrece- la reproché, intentando contener la rabia.
Janet puso una mueca antes de meterse un nuevo bocado a la boca.
-¿Ya has terminado?- le preguntó mamá a Jack con satisfacción al ver su plato vacío.
-Claro, señora Sabas, pero no se moleste, yo lo llevaré a la cocina.
Entonces Danny se incorporó rápidamente y se colocó detrás de mamá.
-Mejor ninguno de los dos se moleste.- se volvió hacia Jack- Yo conozco mejor la cocina.
-No creo que sea tan grande como para que me pueda perder- repuso Jack con una sonrisa forzada.
Mamá miraba uno a uno confundida.
Entonces me incorporé yo.
-¿Saben qué?- dije al borde de la rabia- Ninguno de los dos tiene que hacerlo. Lo haré yo.
Danny y Jack me miraron desconcertados.
Tomé bruscamente los platos de sus manos y me dirigí a la cocina sin siquiera mirar atrás, por lo que no me percaté de los pasos silenciosos que me seguían.
Al entrar a la cocina, coloqué los platos en el fregadero y me dirigí por un vaso de agua al garrafón. Alguien dejó caer un plato sobre el fregadero.
Me volví sobresaltada.
Janet sonreía con malicia.
-Muy amable la invitación de tu madre, Danny y yo lo estamos disfrutando mucho.
Sabía que hablaba como si fueran novios para ponerme más rabiosa.
-No sabía que Danny te tomara como su mejor amiga.- contraataqué.
Janet soltó una carcajada forzada.
-De hecho, a veces me da la sensación de que me toma como algo más, no sabía que te tomara como su novia.
Sonreí igual de forzada.
-De hecho, a veces me da la sensación de que me toma como algo más...- murmuré intentando contener la rabia.
-Claro, pero me parece que te estás confundiendo, porque, en Alemania él me besó- dijo Janet con inocencia.
La miré desconcertada.
-¡Oh! Claro, seguramente fue durante el tiempo que cortamos- razoné.
Janet sonrió. Me daba la sensación de que era un gato con bigotes gigantescos, como el de Alicia en el país de las maravillas.
-¡Claro! ¡Sí! Fue cuando Danny terminó contigo...- lo pensó por un momento- lo recuerdo muy feliz.
Me tragé mi orgullo.
-Creo que tienes problemas...- dije ahora sí rabiosa, respiré hondo- para distinguir a la gente feliz, de la que se siente triste.
-¡Ay, querida! Discúlpame, olvidé que hablaba con la chica que casi mata al hermano de Danny.
-Veo que tampoco sabes escuchar, deberías limpiarte las orejas de vez en cuando. Yo nunca he tenido problemas con Fabián.- estaba a punto de hablar a gritos, pero debía contenerme.
-¡Ay!- dijo con nostalgia- recuerdo todas las tardes que Danny y yo pasamos juntos, lejos de ti. Cariño, Danny no te ama, sólo te tiene lástima.
En ese instante ya no me importó si me quedaba orgullo o no. Un odio desconocido en mí nació en mi interior. Estaba deseosa de golpear lo que fuera.
Me acerqué sigilosamente a la mesa en donde reposaba el pastel. Lo tomé.
-¿Sabes?- dije con la voz entrecortada- creo que será mejor que vayamos a dejar el postre.
Janet soltó una carcajada de triunfo, distracción suficiente para acercarme y lanzarle el pastel directamente en la cara.
-¿No habías dicho que la cubierta del pastel era tu parte favorita?- le pregunté burlona- Ahora es toda tuya, puedes disfrutarla.
Pero Janet no se quedó atrás, limpió el pastel de su rostro y tomó la hoya de sopa, vertiéndola a continuación sobre mi cabello.
Contuve la respiración. Mi rostro ardía, la sopa aún estaba caliente.
Corrí al fregadero y mojé mi rostro.
Janet reía a carcajadas.
Me volví rabiosa, tomé la sartén con arroz y la lancé contra su rostro nuevamente. Le dio justamente en la frente. El arroz se derramó por su blusa.
Gritó rabiosa y me lanzó una mirada asesina. No dudé en devolvérsela.
Bueno, aquí nos vuelve a contar Danny ;):
Aún no lograba salir de mi desconcierto. Any se veía en realidad molesta y lo que acentuó mi desconcierto, fue que Janet se levantara con la misma indignación de la mesa y fuera tras de Any con todo y el plato a medias en la mano.
Fueron minutos angustiosos. Todos callábamos y yo con el nerviosismo a flor de punta, a sabiendas de que esas dos mujeres juntas eran una bomba que podía explotar en cualquier momento y provocar una catástrofe.
Me removí incómodo en la silla y tomé un sorbo de mi vaso de agua.
Jack soltó un suspiro y miró su reloj de muñeca.
Se empezaron a escuchar voces en la cocina que cada vez se hacían más fuertes ¡Oh, sí! La bomba ya había explotado. Y justo en el momento en el que me levanté de mi asiento se escuchó un grito rabioso y un golpe seco. Entonces todos nos precipitamos para ver qué estaba ocurriendo. Fui el primero en entrar, quedando rígido en mi lugar al ver el desorden.
Miré alternativamente a Any y a Janet buscando una explicación. El pastel tirado en el piso, Janet con la cara manchada de betún blanco y la blusa llena de arroz, mientras que Any chorreaba de pies a cabeza.
Janet, que estaba al lado del fregadero, tomó un plato y lo lanzó contra Any, que rápidamente se agachó. El plato chocó contra la pared y se rompió en miles de pedacitos.
-¡Aquí tienes tu plato, querida! Así podrás servirte la sopa, que te lo digo, no va con tu atuendo ni con tu horrible rostro.- gritó Janet temblando de ira.
Pude ver en los ojos de Any cómo se decidía entre abalanzarse sobre Janet o no, por lo que opté por intervenir.
Corrí rápidamente, colocándome a su lado y tomándola por los brazos. Forcejeó conmigo.
-¡Suéltame, mentiroso!- chilló al borde de las lágrimas.
Aquel fue un golpe inesperado ¿Mentiroso? ¡¿Pero qué rayos le había dicho Janet?!
eres mala porque los quieres
ResponderEliminarseparar a toda costa!!
ayy estoy esperando el momento
que un auto le atropeye a Janet jaja
la odio...
besos...
me encanto la maraton pero que tienes contra esos dos han pasado por todo y ahora otra ves se van a separar nooo por dios si siguen asi nooo ni me lo imagino xD
ResponderEliminarpasate por mi blog atrevida-cami.blogspot.com
Besos cami