domingo, 25 de noviembre de 2012

El escape


Bueno, chicas bloggeras ;) Lau, Cami, Mindy, cuando vi sus comentarios, me emocioné mucho ^.^ Me encantaron !!! Y decidí publicar la siguiente parte del capítulo. Ahora seré breve, porque no sé qué expresar más que mi total agradecimiento :D :D :D :D Les agradezco muchísimo, en serio. 

Este capítulo va a ser algo especial, porque le voy a poner canciones a algunas partes. ;) Sólo es cuestión de darle click a las palabras subrayadas y les aparecerá directamente la página de youtube. 


· 1. Canción ·


Y sin perder más tiempo, salimos corriendo hacia el puente, que temblaba peligrosamente. Una furiosa ola revolcó las sogas que lo sostenían, rompiéndose entonces de un lado. Divisé al otro lado una silueta humana que parecía hacernos señas.

Σs’κα aceleró el paso.

Miré con una tristeza infinita cómo aquel hermoso lugar sagrado se derrumbaba en pedazos, cuando llegamos a pisar el primer madero. Y de zancadas estuvimos a punto de cruzar la mitad, pero obligué a Σs’κα a parar de improvisto antes de que otra gigantesca piedra cayera sobre nosotros.

-¡No, princesa!- gritó viendo cómo la piedra partía los maderos y por ende el puente.- ¡Hubiéramos logrado pasar!

Entonces Σs’κα saltó al pedazo de piedra gigante y corrimos. Yo nada más sentía cómo mis entrañas se revolvían y las mariposas revoloteaban en mi estómago al ritmo de la caída. Temblando por dentro por la simple idea de que en cualquier momento caeríamos a las furiosas aguas que revolcaban todo a su paso.

-¡Salta!- dijo.

Y sin siquiera calcular salté con él a la nada, gritando desesperada.

-¡Nos vas a matar!

Cerré los ojos con fuerza, pensando en lo loco que estaba Σs’κα si pensaba que nadando saldríamos de allí.

Pero, contra mis sospechas, mi burbuja chocó contra la pared de piedra, haciéndonos rebotar.

Nos quedamos colgando. Me aferré a la cintura de Σs’κα con fuerte desesperación y abrí los ojos para ver qué era lo que nos sostenía. Y entonces entendí qué era lo que Σs’κα pretendía. Sostenido de la soga que había partido el techo de piedra, todavía teníamos oportunidad de escalar con ayuda de los maderos rotos hasta la puerta.

Sentía su fuerte brazo alrededor de mi cintura. Era tan firme que supe que no caería y sin perder ni un instante más, me sostuve de un madero roto y me así del siguiente.

Empezamos a escalar a pesar de los fuertes temblores y las piedras que caían. Pero no sabía si mantener las esperanzas, pues la pared parecía a punto de derrumbarse y el camino que nos faltaba todavía era largo.

-Lo vamos a lograr- dijo Σs’κα a pesar del estruendo, como si hubiera leído mis pensamientos.

Y envalentonada por su optimismo, apreté el paso.

Al mirar hacia arriba descubrí que otra piedra caería sobre nosotros…

Σs’κα no traía protección…

Me abalancé sobre sus hombros, aferrándome a su cuello.

La burbuja nos protegió a los dos, haciendo que la piedra rebotara y cayera a las turbias aguas.

-Gracias- musitó con la voz entrecortada.

Demoré unos instantes en recuperarme. Entonces volvimos a la acción, cuando una de las sogas se rompió. Ambos aceleramos el paso. Íbamos a tal velocidad, que mis brazos empezaron a arderme al igual que mis piernas.

Subir se había vuelto más difícil a causa de la nueva inclinación de los maderos, que tendían más hacia el agua. Así que Σs’κα dejó que yo pasara primero, pues sólo había espacio para uno.

Y allí ocurrió la desgracia. Cuando me disponía a tomar el siguiente madero, éste se rompió y caí.

-¡Princesa!-gritó Σs’κα.

Fue tal mi miedo que sentí como si mi corazón se hubiera quedado en mi antiguo paradero. Y desesperada, intenté asirme a lo que fuera, pero el sudor e mis manos me hacía resbalar, hasta que finalmente caí sobre él y ambos nos precipitamos hacia abajo.

Fue como un milagro de los dioses, cuando Σs’κα logró sostenerse de la única soga sobrante y tomó mi mano antes de que fuera demasiado tarde. A continuación su cabeza chocó contra la pared, mientras a mí la burbuja me protegió. Vi sangre en su rostro y sus ojos cerrados. Su mano empezó a resbalar.

-¡No! ¡Σs’κα! ¡Resiste!

Pero al pronunciar la última palabra, su mano se soltó y ambos nos precipitamos nuevamente hacia el agua. Era una caída que se me hizo eterna.

Las lágrimas que se derramaban por mi rostro se secaban tan rápido como salían. Era absurdo.

Y como si fuera un presagio de mi muerte, sentí nostalgia por mi familia, por mi pueblo, recordé la primera vez que salí a cazar sola o una vez jugando con Μεπ en el agua. Maldije la travesía, maldije a los dioses, maldije aquel recinto embrujado, maldije a las sogas por romperse, y escuché cómo caíamos en la ola, que nos revolcó y nos hundió hasta el fondo.

Pasaron varios instantes. La piel se me puso de gallina.

Aún podía respirar. Aún estaba seca. Aún seguíamos en el fondo…

¡La burbuja!

Miré nuestras manos entrelazadas y su rostro sangrante.

-Σs’κα…- susurré con la voz quebrada por la conmoción- despierta.

Limpié suavemente su herida, cuando abrió sus ojos con un gran esfuerzo y me miró atentamente.

Sonreí aliviada.

-No vuelvas a llamarme estúpida ni princesa en lo que resta de tu existencia ¿Me entendiste?- lo reproché, borrando mi sonrisa y mirándolo con seriedad.

Sonrió con su característica altanería mientras se incorporaba.

-Si salimos vivos de aquí lo tendré en mente- contestó al tiempo que miraba a su alrededor.

Y a pesar de la catástrofe que tomaba lugar en la superficie, quedé maravillada ante aquel paisaje marino gigantesco. Había algas y runas antiguas por todos lados, que gracias a la burbuja podía ver con claridad.

Una sonrisa radiante se extendió por mi rostro. Tal vez si tenía que morir allí no estaría tan mal. Podría llegar a disfrutarlo incluso.

Reí bajo el estruendo de la caída de rocas. Fue sólo un instante antes de que mi mirada se posara en una cueva detrás de nosotros.

Mi emoción me obligó a abrazar a Σs’κα con una fuerza asfixiante y reír a carcajadas por el alivio.

-¿Qué te pasa?- preguntó desconcertado.

Pero para mi sorpresa, me devolvió el abrazo estrechándome con una suavidad que ya me empezaba a ser familiar.

-Detrás de ti- le susurré al oído.

Se giró conmigo entre sus brazos. Percibí su reacción de júbilo cuando sus brazos estuvieron a punto de dejarme sin aire.

Repentinamente sentí la tensión en su pecho. Me soltó de improvisto y me jaló de la mano hacia la cueva con insistencia, como si algo hubiera ocurrido. Y en efecto, el agua que nos rodeaba se convirtió en una ola titánica y la cueva quedó libre de ésta. Pero si aquella era nuestra salvación, había que pagarla con sudor, pues, del techo, comenzó a caer una piedra que a aquella distancia parecía pequeña, y conforme se iba acercando, iba creciendo.

Las apariencias engañan.

Σs’κα aceleró el paso. Pero seguirlo me costaba con el alma, pues mis miembros estaban adoloridos y entumecidos. El aire me faltaba ¡Ya era demasiado el esfuerzo que había hecho! Deseaba gritarlo, pedir una pausa y que todo se detuviera, pero era inútil. Y Σs’κα parecía tener los pies mejor puestos en la tierra que yo, pues me jalaba con una fuerza devastadora, obligándome a seguir adelante.

La primera parte del techo cayó justo en el momento en que la monstruosa ola parecía rugir al tiempo que colisionaban.

Un estruendo ensordecedor anunció que pronto todo terminaría bajo el agua. Y como despertando de un sueño, mis piernas aceleraron el paso finalmente, mientras mi corazón palpitaba desenfrenado, sintiendo la sombra del techo que empezaba a cubrirnos. Éramos como pequeñas hormigas a punto de ser aplastadas por la rama de un árbol.

La sola idea me causaba escalofríos.   

El techo fue más rápido y quedamos bajo éste, a poca distancia de la cueva. Golpeé la burbuja con rabia, pero mis puños chocaron contra el cristal.

Σs’κα no se demoró más y sacando una potente llama de su mano libre, hizo que nos impulsáramos hacia delante. Saliendo de nuestro estancamiento.

Cruzamos el umbral de la cueva como rayos, seguidos del estruendo que entonces provocó la piedra al chocar contra el piso, cubriendo la entrada y evitando así que entrara agua.

Σs’κα mantuvo la llama viva alumbrando a nuestro alrededor. Era una habitación circular de paredes negras ¡Pero esta vez no caería en la desesperación tan rápido! Primero debíamos comprobar si había una salida por el techo, como en el soterra de airgua.

Sólo se escuchaban nuestras respiraciones entrecortadas. El alivio que salía de ellas, pero aún así, todavía no estábamos a salvo. No quise pensar en lo peor, pero pronto mi cerebro, abrumado por el terror, me recordó que lo más probable era que nunca saldríamos de allí, porque, en el techo, por más desesperante que me pareciera, no había ninguna salida.

La subida parecía interminable, y por los temblores que se segregaban en la pared, supe que subir tampoco era una opción, a menos que subiéramos con la rapidez de un rayo.

-Es imposible subir- dijo Σs’κα como habiendo leído mis pensamientos.

Respiré con frustración, dejando que el aire saliera con ímpetu. Sentía la garganta seca y las lágrimas que todavía se acumulaban en mis ojos.

-¿Sabes? Ése es uno de tus problemas…- musitó Σs’κα con esa frialdad tan propia de él.

El suelo pareció temblar ante sus palabras.

Lo miré desconcertada.

-¿A qué te refieres, vuelo libre?- pregunté entre dientes.

Me encaró sin perder la seriedad.

-¡Que te rindes tan rápido! ¡Lucha hasta el último momento!- contestó levantando la voz.

-¡Éste es el último momento!- exploté ofendida.- ¡Estamos atorados en una cueva sin salida!

Entonces una roca del ancho de la cueva empezó a caer desde las alturas. Fue tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de gritar. Pero, como siempre, cuando parecía que quedaríamos aplastados bajo semejante peso, la burbuja la sostuvo, dejándome inmóvil.

Σs’κα soltó un grito rabioso mientras golpeaba la pared con sus puños, lo que provocó la caída de otra tanda de rocas. Que no hizo más que aumentar el peso que mis hombros parecían cargar.

-¡¿Por qué, maldita sea, te metes en estos problemas, princesa?!

Y a pesar de la situación crítica en la que nos encontrábamos, mi orgullo provocó que mi espíritu se encolerizara.

-¡Yo no me los busco! ¿Sí? ¡Además de que tú eres mi protector! ¡Se supone que tú deberías salvarme de estos peligros! ¡Eres un hijo de dioses! Es más ¡Eres el primer hijo de un dios! ¡Tienes la fuerza para deshacerte de cualquier obstáculo! ¿Y me dices que yo soy la que tiene problemas? ¡Yo no soy a la que en el último momento se le ocurre culpar a los demás! ¡Tú tienes fuego! ¡Eres vuelo libre!- grité recordando fugazmente aquel día que caíamos por la montaña- ¡Así que piensa en una solución en lugar de descargar tu rabia sobre mí!

Las mugres lágrimas se desbordaban de mis ojos, raspando mi garganta al salir. Me era imposible ver su rostro, pues su flama se había extinguido, lo que agradecía con el alma, pues odiaría que me viera llorar.

Lentamente el silencio empezó a reinar.

Yo esperaba su reacción.

-Abrázate a mí- dijo más bien como una orden.

Aquella respuesta me desconcertó por completo ¿Era su último deseo antes de morir?

-¿Pero qué…?

-¡Ahora!- me interrumpió.

Busqué su torso en la oscuridad, hasta que sentí su duro abdomen y aún con el desconcierto, me aferré a él, soltando lágrimas en silencio. Cerré los ojos cuando sentí un calor abrazador.

La piedra sobre nuestras cabezas se desquebrajó con un fuerte estruendo. Sentí la luz que empezaba a formarse en la habitación a pesar de cerrar los ojos con una fuerza que me lastimaba.

Y entonces salimos disparados hacia arriba. Lo supe por las mariposas que sentía en el estómago; aquella incómoda sensación de velocidad que me provocaba náuseas.

Apreté los ojos con mayor fuerza intentando controlar aquella incómoda sensación…

Un solo pensamiento cruzó por mi mente.

¡Estábamos volando!

Íbamos a tal velocidad que mi garganta se secó y el grito se quedó atorado hasta que sentí el impacto contra el techo, que se desquebrajó con tanta facilidad como la piedra que habíamos tenido hacía unos instantes sobre la cabeza y salimos disparados hacia arriba, chocando con un siguiente techo. La burbuja rebotó y nos devolvió al suelo, pero antes de tocar la dura y fría piedra, la burbuja se desvaneció y la sensación de vértigo se volvió más aguda. En especial cuando mis ojos se abrieron y el suelo fue lo primero con lo que se encontraron.

Al chocar mi cuerpo contra el suelo negro y frío, sentí como si las mariposas hubieran salido escupidas por mi boca, sustituidas entonces por un dolor intenso y la falta de aire.

Un golpe seco a mi lado me hizo reaccionar. Quise ver qué había provocado aquel sonido, pero la oscuridad no me lo permitía. Hasta que mi marca comenzó a brillar y con ella el recinto en el que nos encontrábamos.

Σs’κα yacía a mi lado mirando al techo con los brazos sobre el estómago.

Nuevamente lo único audible eran nuestras respiraciones.

Tardé un largo rato en percatarme de dónde nos encontrábamos. Estábamos en el pasillo que daba a la salida. Justo a mi costado izquierdo estaba la puerta que daba al recinto del que acabábamos de escapar, sellado por una montaña de rocas.

El suelo tembló y supe que el peligro aún no terminaba.

-Σs’κα- musité rompiendo el silencio- salgamos de aquí…

Me incorporé con cierta dificultad, sintiendo todo mi cuerpo adolorido. Pero intenté despejar mi mente y centrarme en encontrar la salida.

Σs’κα me imitó con mayor dificultad, pero cuando estuvo en pie, corrió y yo pisándole los talones.

Al volver la vista supe que habíamos tomado la decisión correcta.

Justo en el instante en el que dejamos el pasillo atrás, se escuchó una gran explosión y entonces el revolcar de las olas de agua.

Aceleramos automáticamente.

-¡¿Qué pasó con los otros?!- grité intentando superar el estruendo que cada vez se hacía más fuerte.

-¡Debieron haber salido desde hace ya rato! ¡Le dije a Äρσητε que pusiera a los otros a salvo desde el principio!- contestó sin aliento.

No pude preguntar nada más pues mi concentración se fue más bien a mis piernas, que corrían a zancadas, intentando salvar también al resto de mi cuerpo.

Doblamos nuevamente la esquina, siguiendo los caminos iluminados y presionados por la ola que se avecinaba detrás de nosotros. Mis oídos zumbaban al ritmo de mi corazón acelerado. Pero la esperanza se volvió dominante cuando a lo lejos divisamos la luz del día que se filtraba por un arco gigante que debía ser la entrada.

-¡La capucha!- gritó Σs’κα cuando divisamos figuras humanas.

¡Nos esperaban aún!

Rápidamente coloqué la capucha sobre mi cabeza sin rechistar, cuando sentí las primeras gotas de agua salpicar mi espalda.

Ya casi, ya casi… pensé.

-¡Cúbranse!- gritó Σs’κα refiriéndose a los hombres que nos esperaban.

Pero estos no reaccionaron ¡¿Qué rayos hacían?!

-¡Cúbranse!- repitió Σs’κα al tiempo que el arco aumentaba de tamaño y mis pies aún descalzos empezaban a mojarse también.

Recordé las botas que había dejado en el recinto...

Los hombres parecieron caer en cuenta finalmente, pues corrieron a un extremo de la entrada y se pegaron contra la pared.

Entonces mi primer pie tocó tierra firme y antes de que pudiera saborear aquella victoria, sentí su fuerte mano jalarme hacia el extremo contrario del arco, y sin previo aviso, me pegó contra la pared cubriéndome con su cuerpo.

El agua salió por el arco con un rugido monstruoso, como habiendo tomado vida. Su sonido y su fuerza eran tan increíbles y tan comparables con los de un dios. De repente caí en la cuenta de la verdad de los ηöη’καπ. El agua era su fuente de vida, pero también podía ser su destrucción…

· 2. Canción ·

Permanecimos en aquella posición por un rato que se me hizo eterno. El agua y su violenta potencia parecían infinitos. Pero sentir los latidos de su corazón sobre mi espalda me brindaron, para mi gran sorpresa, una cierta tranquilidad, que me permitió guardar la compostura. Hasta podía contar sus latidos.

Eran tan fuertes y sentía la dureza de su pecho contra mi piel ¿Sería aquello lo que me hacía sentir tan segura?

Acurruqué mi rostro entre su fornido brazo y apreté los ojos. Deseando, por un instante, que el tiempo se detuviera y que pudiera quedarme en aquella postura el resto de la eternidad. Porque, a pesar del peligro inminente que se encontraba a tan solo unos palmos de nuestro paradero, a pesar de ser ignorante de mi problema con los dioses, me sentía totalmente segura.

¡Era la seguridad que llevaba anhelando desde que había sido atacada por el espíritu reencarnado en el oso!

No pude evitar dibujar una media sonrisa, cuando el agua empezó a disminuir y con ella la presión que ejercía, hasta que sólo quedaron charcos que llegaban a la altura de mi tobillo. Todo aquello lo descubrí al entreabrir mis ojos y espiar entre sus brazos.

Entonces, de improvisto, como si le hubiera dado un golpe, se alejó de mí varios pasos, hasta que quedé totalmente desprotegida.

Me sostuvo la mirada por un rato que se me hizo eterno con aquellos enigmáticos ojos azules.

-Tu rostro- musité aterrada, viendo la sangre que se derramaba de su frente.

Pero antes de que pudiera reaccionar de alguna otra manera, se escucharon pasos, que perturbaron la aparente tranquilidad de las aguas de los charcos y se acercaron a nosotros. 

3 comentarios:

  1. AHHHHHHHHHHHH NOOOOOOOOOOOOOOOOOO COMO PUEDES HACERME ESTO¡¡ Nessy¡¡ como puedes dejarme con esa intriga TTwTT ahhhhh porfis porfis porfis¡¡ PUBLICA¡¡¡ te mando todos mis animoss¡¡¡¡
    Espero el proximo capitulo¡¡
    Besitos¡¡

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  2. Nessy... Gracias por publicar seguido (: no te immaginas lo feliz q me hace leerte tan pronto... Amé el capítulo, tanto como he amado todos los q has escrito... Detesto cuando Σs’κα queda herido, me pone muy triste! :( Pero se salvaron! Wi!! Almenos ya superaron ese peligro...
    Sigue Publicando pronto ;D
    Besos
    Lau

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.