domingo, 4 de noviembre de 2012

Ser cobarde no es ser una mujer


Después de desayunar, Äρσητε nos dio provisiones a cada uno y nos llevó por el armamento. Yo tomé doce flechas, precisas para cuatro días, pero Σs’κα me quitó cuatro con el desafío explícito en sus ojos. Supe que me estaba retando a sobrevivir con ocho flechas durante cuatro días. Para llevar el cargamento, Äρσητε y sus compañeros sacaron dos osos gigantescos y blancos que llamaron osos polares. Tenían una silla de montar, donde pusieron las lonas del campamento y los trastos para la comida. Pasamos horas caminando por el gélido hielo hasta que llegamos a un bosque. Todavía me seguía preguntando cómo era que en las montañas pudiera haber tanto terreno vasto e invisible para la gente de agua, pero, por boca de Σs’κα supe que ya estábamos en el cielo. Aquello me entretuvo un rato, hasta que el fiel compañero de Äρσητε, Żσπε, avisó de la cercana presencia de los venados. Era una familia, que al parecer estaba algo apartada de la manda y un palmo más separado, estaba un venado joven y vigoroso. Los cazadores decidieron seguir a la familia y al venado para llegar a la manada, donde la caza sería suficiente para mantener a la gigantesca familia.

-Armen su tienda- dijo Żσπε lanzándome una lona de cuero que pesaba más que yo.

Ésta cayó al piso, provocando que los cazadores rieran.

Suspiré mientras tomaba un extremo y lo jalaba hasta un lugar apartado.

-El río está cerca, alguien va a tener que ir por agua- pidió Äρσητε con una jarra gigantesca sobre sus manos.

La mayoría de los cazadores se volvió hacia mí.

-¿Por qué no mandas a la niñita de Đακαř?- propuso uno.

Todos rieron a carcajadas. Me tragué mi orgullo y esperé a que Äρσητε se acercara con la jarra.

-Lo siento, muchacho, pero a nadie le gusta esta tarea…

Su rostro mostraba lástima por mí, pero tomé la jarra con cuidado y caminé hacia donde habían señalado que estaba el supuesto río. Pasé entre árboles y helechos.

Aproveché la ocasión y tomé algunos vermífugos, que servían para el dolor de estómago, si bien recordaba. Los guardé cuidadosamente en una bolsita junto a la funda del cuchillo y continué con mi camino despotricando en voz baja ¿Que las mujeres éramos debiluchas? ¿Con eso se referían al llamarme “niñita”? ¿Y Œητια’τοηι decía que su familia era educada? ¡Vaya falta de respeto! Me sentía rabiosa ¿Cómo demostrarles que no era débil? Era una ofensa. En mi pueblo nadie era débil. Había sido entrenada para ser fuerte, para sobrevivir…

Cuando llegué junto al cauce del río, sumergí la jarra con movimientos bruscos, incapaz de controlar mi rabia.

Ya les mostraría que yo no era débil, ya lo haría…

Saqué la jarra con cierto esfuerzo y me la puse sobre la cabeza, dando media vuelta.

Respiré hondo intentando controlar mi enojo.

-Yo no la llevaría así si fuera tú- dijo una voz familiar que provenía de entre los árboles.

Busqué a Σs’κα con la mirada y lo encontré subido en la rama de un árbol observándome con cierta burla en su semblante.

-Déjame, Σs’κα- musité mientras me adentraba en el bosque.

Escuché claramente cómo sus pies caían al piso con ligereza. Sus pisadas iban al ritmo de las mías.

-Te ayudo…- susurró tomando la jarra de mi cabeza.

-Suelta… No soy una niñita ¿Bien? Yo puedo sola- dije sacudiéndome bruscamente.

-Tranquila, tranquila… sólo quería ayudarte después de tan largo viaje, pensé que querrías descansar…- se excusó.

-¿Piensas que me muero del cansancio, no es así?- pregunté parando en seco y volviéndome hacia él, no esperé respuesta- pues que te quede claro que puedo sola. No me convertí en cazadora por poder hacer la comida en casa o por dejar que los hombres levantaran las lonas.

Σs’κα soltó una carcajada.

-Bien, princesa. Avísame cuando necesites ayuda.- dijo antes de correr un largo trecho y saltar, desapareciendo entre las copas de los árboles.

Bufé, ignorando su ofrecimiento y continué mi camino.

Entonces recordé sus primeras palabras: “Yo no iría así si fuera tú”. Medité sobre sus palabras, imaginándome cómo llevaría un hombre el agua.

Y después de un largo debate entre llevar la jarra con ambas manos o ponérmela en el hombro, supe que ponérmela en el hombro sería más masculino. Pero a sabiendas de que no podría cargarla tanto tiempo, esperé a estar cerca del campamento y antes de salir a la luz de la fogata que acababan de prender, coloqué el agua sobre mi hombro.

-Es patético el nuevo amigo de Σs’κα- dijo uno sentado muy cerca de la fogata- Ni siquiera pudo cargar la lona.

-Y dicen que ofendió a los dioses.

Todos rieron con ganas.

-Con su presencia, seguramente- comentó otro, que traía un plato en la mano.

Uno de sus compañeros le dio un codazo y me señaló disimuladamente. Coloqué el agua sobre el piso y miré fijamente a todos a pesar de que ellos no pudieran ver mi rostro.

Tragué saliva, intentando no decir nada.

-Luego traes más agua, niñita- se burló uno.- Vamos a necesitar más para relajarnos, después del duro trabajo que haremos. 

Todos rieron, excepto yo.

Cerré mis ojos, respiré hondo y los abrí nuevamente incapaz de retener por un momento más la rabia que me embargaba.

Saqué el cuchillo.

Todos rieron con más fuerza.

Calculé el blanco y lancé el cuchillo con ligera puntería. Éste rompió de un tajo la jarra que acababa de traer con agua.

Ignoré sus protestas y tomando vuelo, salté a la rama de un árbol, me impulsé y al soltarme, llegué a la rama del árbol continuo, que era más alta. Me subí a ella y continué ascendiendo hasta que llegué casi a la punta. Allí me senté y recargándome contra el tronco, cerré los ojos. Al abrirlos miré atentamente la luna y por un momento, volví a preguntarme si la diosa Diana me observaba. La maravilla de estar en el cielo, era que la luna era tan grande que parecía que si me aproximaba un poco más, podría tocarla. El cielo estaba despejado, pero las estrellas no se presentaban como habitualmente lo hacían. Descubrirlas fue otra gran maravilla y después de tan largo rato de observar el cielo, olvidé lo sucedido. Mi ánimo me obligaba a quedarme allí donde estaba. No tenía ganas de bajar al campamento, pero de vez en cuando podía escuchar a lo lejos las risas de los cazadores.

-Deshonran el nombre de Œητια’τοηι tratando así de mal al invitado.- escuché a lo lejos.

-¡Vamos, Σs’κα! Sólo nos divertíamos, tu amigo es muy cómico- bromeó uno.

Las risas eran estridentes.

-Cada hombre es diferente, tiene sus formas de conocer la vida y poner en práctica todo lo que sabe. Si ustedes entendieran eso, entonces no se burlarían- los reprochó Σs’κα con frialdad.

-Él parece tan cobarde como una mujer.- gritó uno.

Entonces se escuchó un chillido, seguido de una fuerte caída en seco.

-No te atrevas a decir que las mujeres son cobardes, Μιενε, que no te vuelva a pasar eso por la cabeza o te juro que te encajo esta espada y termino con tu vida ¿Entendido?- amenazó Σs’κα con su voz felina.

En ese momento ya nadie reía, todos guardaban silencio.

-Tranquilo, Σs’κα…- dijo con voz temblorosa- yo no lo decía para molestarte… te…

Calló de golpe.

-Las mujeres son tan valientes como los hombres y que eso te quede claro…

Me incorporé con agilidad y miré el campamento a lo lejos. Al parecer Σs’κα se había abalanzado sobre un hombre y lo amenazaba con una espada.

Me cubrí la boca con ambas manos, ahogando una exclamación de desconcierto.

-Primero que demuestre que es un hombre y entonces será parte del grupo.- sentenció uno.

Todos asintieron con la cabeza.

Entonces Σs’κα se incorporó dejando al tal Μιενε temblando incontrolablemente en el piso. Tomó un pedazo de carne y observó de uno en uno con el desafío dibujado en el rostro. Salió del círculo que formaban todos alrededor de la fogata y se adentró en el bosque.

Quedé rígida en mi lugar. No podía asimilar lo que acababa de ocurrir… ¿Era posible que Σs’κα, el muchacho testarudo y engreído, me hubiera protegido de las burlas de los cazadores?

Salté a una rama más baja y tomándome fuertemente con ambas manos de ésta, dejé que mis pies colgaran. Me columpié y con el impulso salté a la rama del siguiente árbol. Y de árbol en árbol, finalmente llegué a la lona ya levantada, que Żσπε me había dado para que armara.

Esperé pacientemente a que los cazadores apagaran la fogata y cada uno se fuera a su lona y ya cuando todo estaba a oscuras, entré en ella. Allí había alguna de las provisiones que sobraron y, en el centro, dos cobijas con almohadas. Maldije en voz baja ¿Tendría que dormir junto a uno de esos patanes?

Supe que no podría quitarme la capucha, entonces me limité a meterme entre las cobijas y cerrar los ojos. Pero intentando dormir, no podía dejar de rondarme por la cabeza que Σs’κα me hubiera protegido. 

“Pues era de esperarse, la diosa Diana le pidió que te protegiera.” Dijo una vocecita pesimista. Lo pensé por un momento… Protegerme de los peligros, seguramente, pero… ¿De las burlas? Me sentí agradecida. Nunca hubiera esperado que él hubiera hecho eso.

Y mientras pensaba todo esto, esperaba la llegada de mi compañero, pero para mi gran sorpresa, éste nunca llegó… ¿Sería que todos me odiaban tanto que hasta les daba vergüenza dormir cerca de mí?

Pero cuando empezaba a dormirme, percibí un calor aplastante en el ambiente, como si alguien hubiera prendido una fogata. Supe entonces que podía quitarme la capucha, pero mis manos me pesaban y mis sueños empezaban a invadir mi mente. Pronto quedé profundamente dormida. 

3 comentarios:

  1. par fin¡¡¡¡¡¡¡¡ Sabes cuanto espere este capitulo?? AHHHHHHHH Porfis porfitas porfitas¡¡ publica pronto¡¡ Sabes que me encanta tu historia¡ asi que no dejes de publicar¡¡
    Besitos¡¡

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  2. Ifenciwgniwrunjwf *__________* como siempre me dejas sin palabras FUE LO M E J O R ^_^ espero con ansias el siguiente capitulo :D publica pronto!!!

    Besos Cami

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  3. También esperé demasiado! Se me hizo eterno Nessy! Muchas Gracias por escribir este capitulo linda! Publica pronto! Me muero de impaciencia! La historia está simplemente perfecta *-*
    Besos
    Lau
    P.D. Amo a Σs’κα... es incriblemente sexy :D... porfavor publica pronto!

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.