Bueno, pues lo puse extra largo para recompensarlos por su paciencia. La verdad es que ya tengo la historia súper escrita, y no puedo esperar porque llegue el próximo capítulo, pero así como con ustedes, me quedaré con la intriga hasta la próxima semana ;) :D :D :D
Ya vi los comentarios y quedé encantada con ustedes tres chicas ¡Me encanta que siempre comenten! Odio tener que decirlo así, pero sin comentarios no podría seguir con la historia ;)
Espero que les guste el capítulo y se entretengan un rato. Yo, como siempre :S :S tengo que terminar tarea >.<
Al despertar el
calor era sofocante. Mis adormilados ojos buscaron al causante de tal calor.
Σs’κα estaba
sentado a mi lado, en la cama continua, tallando algo en madera con… un
cuchillo.
Me fijé bien.
¡Era mi cuchillo!
Seguramente lo había tomado ayer en la noche ya que yo no había ido a
reclamarlo.
-¿Me devuelves…?
-¿No tienes
hambre?- me interrumpió.
Lo miré
desconcertada.
-¿Pero de qué…?
-Nadie ha
despertado, puedes tomar comida mientras tanto- me interrumpió por segunda vez.
-¿No notarían que
les falta comida?- pregunté incrédula.
-Sobró ayer la
suficiente como para que no se den cuenta.- contestó más concentrado en su
tarea.
Guardé silencio,
sopesando la idea de ir por comida.
-¿Qué haces?-
quise saber mirando su trabajo con atención.
-No te importa-
contestó secamente.
Entonces lo
fulminé con la mirada.
-Me importa por el
hecho de que para ello estás utilizando mi cuchillo.- repuse.
-El cual nadie
reclamó ayer en la noche después de hacer una escenita de princesa mimada.
Y otra vez venía
con sus comentarios que me daban en el orgullo ¿Sería su pasatiempos?
-De ti no se burla
nadie, Σs’κα. Es por eso que no lo entiendes.
-No se burla nadie
porque yo me burlo de todos- dijo sonriendo con altanería.
-¿Y crees que así
te ganarás el respeto de los demás?- dije con voz temblorosa.
-¿Qué me importa
el respeto de los demás? Ni siquiera tu amabilidad ha funcionado para ganarse
el respeto de los otros, así que ¿Cuál es la diferencia?
-¿Ni siquiera tu
respeto?- pregunté con una curiosidad tímida.
-No- espetó más
bien concentrado en su trabajo.
Si sabía que
aquella iba a ser su respuesta ¿Por qué me dolía tanto?
-¿Qué pasó con el
muchacho atento de las otras noches?- pregunté indignada.
Por primera vez su
concentración pasó a mí y para mi gran sorpresa ~nótese el marcado sarcasmo~
sonreía con diversión.
-¿Cuáles noches?-
inquirió aún sonriente.
Lo fulminé con la
mirada, buscando la mentira en sus ojos, a pesar de que sólo veía incredulidad,
como si sus palabras y su cariño nunca hubieran ocurrido.
-Primero parece
que nos llevamos bien y de repente usas ese tono tuyo tan petulante y crees que
me puedes tratar como si fuera uno de esos patanes de allí afuera ¿Recuerdas
que soy mujer?- exploté.
Nuevamente se
volvió hacia la figura que empezaba a avistarse en la madera.
-Baja la voz o vas
a despertar a los “patanes”- comentó sarcástico.
-Olvídalo- musité
incorporándome con brusquedad- voy por comida.
-Espera- pidió
Σs’κα.
Me volví
lentamente.
-¿Qué quieres?
Σs’κα le dio
ágilmente una vuelta a mi cuchillo. Su mano terminó con el filo, exponiendo el
mango para que yo lo tomara.
-La próxima vez
que decidas romper un jarrón, no olvides recogerlo, tu cuchillo es como tu mano
derecha- me instruyó.
Tomé mi cuchillo,
ignorando su comentario, y salí de dos zancadas de la lona.
¡Esto era una
pesadilla! Y todavía faltaban tres lunas para que terminara. Y con el engreído
de Σs’κα “¡Ay! Soy libre de hacer lo que se me antoje”… ¡¿Cómo rayos podría
soportar todo esto?!
Pero no valía la
pena lamentarse de eso, no me ayudaría en nada.
Entonces guardé el
cuchillo en su funda y miré a mí alrededor. Σs’κα había olvidado el detalle de
decirme dónde estaba la comida.
En el centro del
campamento aún quedaban los restos de la fogata y alrededor, estaban todas las
lonas, entre ellas una gigantesca que me figuraba sería la de la comida. El
único problema que veía, era que al lado, amarrados de un tronco, estaban los
osos polares.
Con pasos
sigilosos, me dirigí hacia la lona.
Mis cinco sentidos
estaban alerta a cualquier cosa. Cualquier movimiento, cualquier sonido. Sentía
bajo mis pies la vida en la tierra, oía levemente los suspiros entre sueños de
los cazadores y sobre todo, al estar tan cerca de los osos polares, podía jurar
que veía exactamente dónde estaban sus corazones. Pero mi idea no era matarlos.
Ambos estaban
despiertos, por lo que me miraban fijamente. Uno de ellos rugió suavemente y
pude ver en sus ojos que no pasaría nada.
Sonreí mientras me
acercaba con lentitud a ellos y acariciaba, cautelosa, su sedoso pelaje blanco.
Sus cabezas, a pesar de estar parados en cuatro patas, me llegaban al hombro y
eran el doble de grandes que mi propia cabeza ¡Qué maravilla de animales, en
realidad! Sus lomos sobrepasaban mi altura y con las sillas de montar les daba
el aspecto de ser monstruosamente enormes. Pero podía ver en su semblante la
tranquilidad.
Los acaricié por
detrás de las orejas.
Entonces sentí una
presencia detrás de mí. Mi mano se colocó automáticamente sobre mi cuchillo.
-Son del tamaño
exacto para transportar a los dioses. Contaba la leyenda que los dioses tenían
dos hembras y tres machos. Con ellos se hicieron dos parejas, una de ellas fue
entregada a mi padre y la otra fue bajada al mundo de la gente de agua en
lugares tan lejanos, que muy pocos conocen de su existencia. Pero los dioses
supieron que, siendo tan grandes, desequilibraban el tamaño natural, así que,
los ejemplares en tu mundo, son tan grandes como un oso en el bosque, pues
fueron empequeñecidos. Es por eso que los llaman osos polares- dijo alguien
detrás de mí.
Me volví
lentamente. Mi curiosidad me hacía preguntarme qué había pasado con el tercer macho,
pero mantuve la boca cerrada.
Äρσητε me miraba
con atención.
-Pasé a visitar a
Σs’κα y me comentó que estabas hambriento- contestó a la pregunta que empezaba
a formularse en mi mente.
Me limité a
asentir con la cabeza y continué acariciando a los osos polares originales de
los dioses. En realidad tenían un porte noble y un gran parecido a los osos con
la gente del agua.
-¿Quieres sopa de
ayer?- preguntó Äρσητε.
Asentí con la
cabeza por segunda vez.
Äρσητε sonrió
mientras se introducía en la lona. Por dentro sentí cierto alivio al saber que
para conseguir comida no había tenido que robar.
Al poco tiempo,
Äρσητε salió con un plato hondo de madera y una cuchara.
-Gracias- articulé
con los labios a los osos.
Uno de ellos rugió
con un cierto respeto. Fue un rugido que a penas Äρσητε y yo pudimos escuchar.
-Parece que les
agradas- comentó entregándome el plato- fría o caliente, la sopa de mamá
siempre sabe bien.
Asentí lentamente
con la cabeza y me llevé una cucharada a la boca.
Äρσητε me miraba
fijamente, como si quisiera descubrir mi identidad. Pero me cuidé de comer con
la mano izquierda, para que no viera la marca en la otra.
-Lástima que no
puedas hablar.- dijo con cierta sequedad.- así podrías patear libremente a esos
estúpidos.
Sonreí mientras me
llevaba otra cucharada. “Sería un placer” pensé para mis adentros.
-Pero es que hay
algo que no cuadra en ti… ¿Seguro que nadie puede ver tu rostro? Creo que sería
más fácil entenderte si pudiera ver tu rostro…
Negué rápidamente
con la cabeza y di dos pasos hacia atrás.
-Tus movimientos…-
lo pensó por un momento- son tan ligeros… como si fueras una…- carraspeó- una
mujer.
El plato cayó
inconscientemente de entre mis manos ¿Él ya sospechaba algo?
Di dos pasos más
hacia atrás. Pero entonces sentí una tercera presencia humana.
Mis nervios se
pusieron de punta.
El tal Μιευε se
colocó detrás de Äρσητε.
-Yo no hablaría
con él si fuera tú o te pegará su debilidad- dijo Μιευε mirándome de pies a
cabeza con desprecio.
-Μιευε…- lo
reprochó Äρσητε- deja a Đακαř en paz y vete a recoger tus cosas, vamos a
comenzar la cacería.
-¿Y si no quiero?-
lo desafió.
¡Dulce venganza!
Desenfundé mi cuchillo y me puse en posición de ataque.
Μιευε rió a
carcajadas mientras desenfundaba su cuchillo también.
-¿Me estás
retando, niñita?- preguntó con malicia.
Sonreí de oreja a
oreja, era hora de darle una lección.
Di un salto y
pasando sobre sus cabezas dando volteretas en el aire, caí cerca del círculo de
la fogata.
-¡No huyas,
cobarde!- gritó Μιευε rabioso.
¿Creía que huiría?
Pues estaba equivocado, sólo me encargaba de encontrar un lugar adecuado para
la pelea.
Μιευε salió de
entre las lonas listo para arremeter con un cuchillo. Al parecer, Σs’κα era el
único de todos que traía espadas.
Entonces Μιευε
arremetió contra mí gritando con rabia. Fue sólo cuestión de dar dos pasos a mi
costado en el momento adecuado y Μιευε pasó de largo. Se detuvo y volviéndose
con fiereza, sus ojos salvajes y calculadores me tuvieron en la mira. La fuerza
bruta y la razón en una balanza. La fuerza bruta ganaba sin duda.
Quiso encajar el
cuchillo sobre mi pecho, pero me agaché. El aire que provocó semejante
movimiento casi deja mi rostro al descubierto, pero al ser yo tan pequeña y él
tan grande, pasé por debajo de sus piernas con rapidez. Me incorporé con
agilidad y dando un salto hacia atrás, me impulsé con su dura cabeza y di dos
volteretas hasta caer frente a él.
-Eres tan
escurridizo como un sucio saltamontes- me provocó- Pero nada se compara a mi
fuerza.
“¿Y la astucia?”
pensé. Μιευε esta vez se acercó a mí con cautela.
-Ya no podrás
escapar de mí, saltamontes.- musitó sin esconder su aversión.
De una patada
saqué su cuchillo volando. Éste cayó en la maleza del bosque.
-¡¿Y crees que lo
necesito?!- me gritó con la locura en los ojos.
Reí quedamente y
me puse nuevamente en posición de ataque.
“Hay un punto, en tu brazo, que lo dormirá,
tiene que ser un golpe preciso.” Me dijo mi hermano una vez. Si había
funcionado una vez con Σs’κα ¿Por qué no funcionaría con él?
Tomé su brazo y le
di un firme golpe en el antebrazo, justo donde estaba el nervio. Μιευε soltó un
grito aterrador al percatarse de que su brazo no seguía sus órdenes.
-¡Puedo matarte
con el otro brazo!- chilló.
Y más rápido de lo
que hubiera esperado me atrajo hacia él y empezó a estrangularme con su brazo.
Me moví
violentamente, intentando soltarme en vano. Y con todas mis fuerzas, le di un
fuerte golpe entre las piernas. Μιευε me soltó. Pero yo me aferré a su brazo
rápidamente y con un golpe seco y preciso, dejé su segundo brazo inservible. Y
tomando vuelo, me abalancé sobre él, tirándolo al piso. Me puse en guardia,
colocando el cuchillo cerca de su cuello.
-Déjame,
saltamontes- suplicó- no quise ofenderte, lo juro, pero déjame vivir.
Lo escruté con la
mirada aún bajo la capucha ¿Debía creerle? Su rostro mostraba arrepentimiento.
Miré a mí alrededor. Todos los cazadores ya estaban despiertos. Habían salido
de sus lonas para ver la pelea.
Entre ellos estaba
Σs’κα, con una mirada calculadora y fría.
E inesperadamente,
Μιευε, aprovechando mi pequeña desconcentración, me dio un cabezazo. Mi mirada
se volvió borrosa, por un momento me sentí desfallecer.
Respiré hondo
antes de incorporarme con esfuerzo.
Y con un último
movimiento le di un golpe bajo la barbilla que provocó que se desmayara.
Me sentía mareada,
pero a pesar de todo, caminé en desequilibrio hasta el bosque y cuando quedé
fuera de la vista de los cazadores, me recargué sobre un árbol y cerré los
ojos. Las fuerzas empezaban a flaquearme. La noción del tiempo la perdí por
completo, me pareció una eternidad la que estuve recargada en el árbol, cuando
de repente escuché pasos.
-No duermas, por
lo que más quieras, cazadora, no duermas- me suplicó una voz terriblemente
familiar.
Pero mis ojos no
cedían, permanecían cerrados y mi mente me decía que era momento de descansar.
Sentí sus cálidas
manos sobre mi rostro.
-Despierta, has un
esfuerzo y despierta- me dijo con voz aterciopelada al oído.
Y en aquella voz
tan perfecta, podía percibir la preocupación ¿Era importante que estuviera
despierta? Lo único que quería yo en aquel momento era dormir.
-¿Cómo está?-
preguntó una segunda voz.
-No reacciona, Äρσητε,
trae agua- pidió la voz perfecta.
Se escuchó cómo
los pasos se alejaban.
Dos fuertes manos
me sacudieron varias veces hasta que mis ojos finalmente se abrieron.
-¿Recuerdas lo que
sucedió?
Mi mente parecía
estar en blanco, lo único que pensaba yo en aquel momento era que quería
dormir. La cabeza me dolía terriblemente.
Negué débilmente.
-¿Quién soy?-
insistió.
-Σs’κα- musité-
hijo del dios Fοġσs y la diosa Diana.
Σs’κα mostró su
dentadura blanca y perfecta al sonreír.
-Ya estás de
vuelta- comentó.
Le devolví
cansinamente la sonrisa.
Entonces llegó
Äρσητε con un pequeño jarrón rebosante de agua. Se hincó junto a mí y me puso
una tela mojada sobre la frente.
Era tan fría que
fue suficiente para que me despertara por completo.
Lentamente todo
iba volviendo a mi mente, desde los osos polares hasta la pelea… incluso las
sospechas de Äρσητε. La cabeza me dolió tan fuertemente que automáticamente
puse ambas mano sobre mis ojos y los cerré.
-No intentes
pensar- me aconsejó Äρσητε- mejor concéntrate en mantenerte despierta.
-No debes saber…
yo… no debes verme- dije entrecortadamente.
Äρσητε soltó una
carcajada.
-Ya sospechaba yo
que no eras hombre, pero ahora necesitas ayuda y si te preocupa que lo sepan
los demás.- me guiñó un ojo- Guardaré el secreto hasta que tú me pidas que lo
revele.
Me volví hacia
Σs’κα, que me escrutaba con la mirada aparentemente inexpresivo.
-Nadie dirá nada
hasta el regreso- aseguró sin ningún sentimiento en la voz.
-Debemos llevarla
a la lona- dijo Äρσητε volviéndose hacia Σs’κα, que no me quitaba la vista de
encima.
Él asintió
desviando la mirada.
-Pero nadie debe
verla- aceptó.
Äρσητε se dispuso
a cargarme, pero Σs’κα lo detuvo.
-¿Qué?- protestó
Äρσητε.
-Distrae a los
cazadores, yo la llevaré por detrás de la lona- ordenó Σs’κα.
Äρσητε se
incorporó sin rechistar y volvió al campamento.
Entonces Σs’κα se
volvió hacia mí.
-Te voy a cargar-
avisó.
Pasó su brazo
izquierdo por debajo de mis piernas y su brazo derecho por debajo de mi nuca.
Se incorporó conmigo entre sus brazos y me atrajo suavemente hacia él. Podía
sentir los latidos de su corazón. Sorprendentemente me sentía tan segura entre
aquellos brazos. Escondí mi rostro en su pecho.
-No te duermas-
pidió empezando a caminar.- platícame algo.
El trapo sobre mi
frente resbaló, cayendo al piso.
Pensar me dolía
sobremanera, por lo que me limité a escuchar los rítmicos latidos de su
corazón. Y repentinamente se me ocurrió una pregunta.
-¿Por qué haces
esto?- musité.
-¿Cuidarte?-
preguntó inquisitivo.
Asentí con la
cabeza.
-Porque tengo que
llevarte sana y salva con los dioses. No sólo mi padre me tendría desterrado,
sino que también mi madre…- lo pensó por un momento- no tendría oportunidad de
volver.
Sentí cierta
decepción de su respuesta… ¿Por qué? Eso sí no lo sabía.
-¿Qué quieren los
dioses de mí?- se me ocurrió de repente.
Pero Σs’κα no
contestó de inmediato.
-No lo sé-
murmuró.
Algo me decía que
mentía, pero decidí no dudar de su respuesta… por el momento.
Nessy!... Gracias por publicar... Me encantó el capítulo... No se tu, pero yo noté cierta atracción por parte de Äρσητε hacia la princea, y dislumbre una gota de celos en la actitud de Σs’κα al final... Talvez estoy loca, pero es lo q vi :D
ResponderEliminarPublica pronto linda
Besos
Lau