miércoles, 14 de noviembre de 2012

El saltamontes no es de fiar


Bueno, pues lo puse extra largo para recompensarlos por su paciencia. La verdad es que ya tengo la historia súper escrita, y no puedo esperar porque llegue el próximo capítulo, pero así como con ustedes, me quedaré con la intriga hasta la próxima semana ;) :D :D :D 

Ya vi los comentarios y quedé encantada con ustedes tres chicas ¡Me encanta que siempre comenten! Odio tener que decirlo así, pero sin comentarios no podría seguir con la historia ;) 

Espero que les guste el capítulo y se entretengan un rato. Yo, como siempre :S :S tengo que terminar tarea >.<




Al despertar el calor era sofocante. Mis adormilados ojos buscaron al causante de tal calor.

Σs’κα estaba sentado a mi lado, en la cama continua, tallando algo en madera con… un cuchillo.

Me fijé bien.

¡Era mi cuchillo! Seguramente lo había tomado ayer en la noche ya que yo no había ido a reclamarlo.

-¿Me devuelves…?

-¿No tienes hambre?- me interrumpió.

Lo miré desconcertada.

-¿Pero de qué…?

-Nadie ha despertado, puedes tomar comida mientras tanto- me interrumpió por segunda vez.

-¿No notarían que les falta comida?- pregunté incrédula.

-Sobró ayer la suficiente como para que no se den cuenta.- contestó más concentrado en su tarea.

Guardé silencio, sopesando la idea de ir por comida.

-¿Qué haces?- quise saber mirando su trabajo con atención.

-No te importa- contestó secamente.

Entonces lo fulminé con la mirada.

-Me importa por el hecho de que para ello estás utilizando mi cuchillo.- repuse.

-El cual nadie reclamó ayer en la noche después de hacer una escenita de princesa mimada.

Y otra vez venía con sus comentarios que me daban en el orgullo ¿Sería su pasatiempos?

-De ti no se burla nadie, Σs’κα. Es por eso que no lo entiendes.

-No se burla nadie porque yo me burlo de todos- dijo sonriendo con altanería.

-¿Y crees que así te ganarás el respeto de los demás?- dije con voz temblorosa.

-¿Qué me importa el respeto de los demás? Ni siquiera tu amabilidad ha funcionado para ganarse el respeto de los otros, así que ¿Cuál es la diferencia?

-¿Ni siquiera tu respeto?- pregunté con una curiosidad tímida.

-No- espetó más bien concentrado en su trabajo.

Si sabía que aquella iba a ser su respuesta ¿Por qué me dolía tanto?

-¿Qué pasó con el muchacho atento de las otras noches?- pregunté indignada.

Por primera vez su concentración pasó a mí y para mi gran sorpresa ~nótese el marcado sarcasmo~ sonreía con diversión.

-¿Cuáles noches?- inquirió aún sonriente.

Lo fulminé con la mirada, buscando la mentira en sus ojos, a pesar de que sólo veía incredulidad, como si sus palabras y su cariño nunca hubieran ocurrido.

-Primero parece que nos llevamos bien y de repente usas ese tono tuyo tan petulante y crees que me puedes tratar como si fuera uno de esos patanes de allí afuera ¿Recuerdas que soy mujer?- exploté.

Nuevamente se volvió hacia la figura que empezaba a avistarse en la madera.

-Baja la voz o vas a despertar a los “patanes”- comentó sarcástico.

-Olvídalo- musité incorporándome con brusquedad- voy por comida.

-Espera- pidió Σs’κα.

Me volví lentamente.

-¿Qué quieres?

Σs’κα le dio ágilmente una vuelta a mi cuchillo. Su mano terminó con el filo, exponiendo el mango para que yo lo tomara.

-La próxima vez que decidas romper un jarrón, no olvides recogerlo, tu cuchillo es como tu mano derecha- me instruyó.

Tomé mi cuchillo, ignorando su comentario, y salí de dos zancadas de la lona.

¡Esto era una pesadilla! Y todavía faltaban tres lunas para que terminara. Y con el engreído de Σs’κα “¡Ay! Soy libre de hacer lo que se me antoje”… ¡¿Cómo rayos podría soportar todo esto?!

Pero no valía la pena lamentarse de eso, no me ayudaría en nada.

Entonces guardé el cuchillo en su funda y miré a mí alrededor. Σs’κα había olvidado el detalle de decirme dónde estaba la comida.

En el centro del campamento aún quedaban los restos de la fogata y alrededor, estaban todas las lonas, entre ellas una gigantesca que me figuraba sería la de la comida. El único problema que veía, era que al lado, amarrados de un tronco, estaban los osos polares.

Con pasos sigilosos, me dirigí hacia la lona.

Mis cinco sentidos estaban alerta a cualquier cosa. Cualquier movimiento, cualquier sonido. Sentía bajo mis pies la vida en la tierra, oía levemente los suspiros entre sueños de los cazadores y sobre todo, al estar tan cerca de los osos polares, podía jurar que veía exactamente dónde estaban sus corazones. Pero mi idea no era matarlos.

Ambos estaban despiertos, por lo que me miraban fijamente. Uno de ellos rugió suavemente y pude ver en sus ojos que no pasaría nada.

Sonreí mientras me acercaba con lentitud a ellos y acariciaba, cautelosa, su sedoso pelaje blanco. Sus cabezas, a pesar de estar parados en cuatro patas, me llegaban al hombro y eran el doble de grandes que mi propia cabeza ¡Qué maravilla de animales, en realidad! Sus lomos sobrepasaban mi altura y con las sillas de montar les daba el aspecto de ser monstruosamente enormes. Pero podía ver en su semblante la tranquilidad.

Los acaricié por detrás de las orejas.

Entonces sentí una presencia detrás de mí. Mi mano se colocó automáticamente sobre mi cuchillo.

-Son del tamaño exacto para transportar a los dioses. Contaba la leyenda que los dioses tenían dos hembras y tres machos. Con ellos se hicieron dos parejas, una de ellas fue entregada a mi padre y la otra fue bajada al mundo de la gente de agua en lugares tan lejanos, que muy pocos conocen de su existencia. Pero los dioses supieron que, siendo tan grandes, desequilibraban el tamaño natural, así que, los ejemplares en tu mundo, son tan grandes como un oso en el bosque, pues fueron empequeñecidos. Es por eso que los llaman osos polares- dijo alguien detrás de mí.

Me volví lentamente. Mi curiosidad me hacía preguntarme qué había pasado con el tercer macho, pero mantuve la boca cerrada.

Äρσητε me miraba con atención.

-Pasé a visitar a Σs’κα y me comentó que estabas hambriento- contestó a la pregunta que empezaba a formularse en mi mente.

Me limité a asentir con la cabeza y continué acariciando a los osos polares originales de los dioses. En realidad tenían un porte noble y un gran parecido a los osos con la gente del agua.

-¿Quieres sopa de ayer?- preguntó Äρσητε.

Asentí con la cabeza por segunda vez.

Äρσητε sonrió mientras se introducía en la lona. Por dentro sentí cierto alivio al saber que para conseguir comida no había tenido que robar.

Al poco tiempo, Äρσητε salió con un plato hondo de madera y una cuchara.

-Gracias- articulé con los labios a los osos.

Uno de ellos rugió con un cierto respeto. Fue un rugido que a penas Äρσητε y yo pudimos escuchar.

-Parece que les agradas- comentó entregándome el plato- fría o caliente, la sopa de mamá siempre sabe bien.

Asentí lentamente con la cabeza y me llevé una cucharada a la boca.

Äρσητε me miraba fijamente, como si quisiera descubrir mi identidad. Pero me cuidé de comer con la mano izquierda, para que no viera la marca en la otra.

-Lástima que no puedas hablar.- dijo con cierta sequedad.- así podrías patear libremente a esos estúpidos.

Sonreí mientras me llevaba otra cucharada. “Sería un placer” pensé para mis adentros.

-Pero es que hay algo que no cuadra en ti… ¿Seguro que nadie puede ver tu rostro? Creo que sería más fácil entenderte si pudiera ver tu rostro…

Negué rápidamente con la cabeza y di dos pasos hacia atrás.

-Tus movimientos…- lo pensó por un momento- son tan ligeros… como si fueras una…- carraspeó- una mujer.

El plato cayó inconscientemente de entre mis manos ¿Él ya sospechaba algo?

Di dos pasos más hacia atrás. Pero entonces sentí una tercera presencia humana.

Mis nervios se pusieron de punta.

El tal Μιευε se colocó detrás de Äρσητε.

-Yo no hablaría con él si fuera tú o te pegará su debilidad- dijo Μιευε mirándome de pies a cabeza con desprecio.

-Μιευε…- lo reprochó Äρσητε- deja a Đακαř en paz y vete a recoger tus cosas, vamos a comenzar la cacería.

-¿Y si no quiero?- lo desafió.

¡Dulce venganza! Desenfundé mi cuchillo y me puse en posición de ataque.

Μιευε rió a carcajadas mientras desenfundaba su cuchillo también.

-¿Me estás retando, niñita?- preguntó con malicia.

Sonreí de oreja a oreja, era hora de darle una lección.

Di un salto y pasando sobre sus cabezas dando volteretas en el aire, caí cerca del círculo de la fogata.

-¡No huyas, cobarde!- gritó Μιευε rabioso.

¿Creía que huiría? Pues estaba equivocado, sólo me encargaba de encontrar un lugar adecuado para la pelea.

Μιευε salió de entre las lonas listo para arremeter con un cuchillo. Al parecer, Σs’κα era el único de todos que traía espadas.  

Entonces Μιευε arremetió contra mí gritando con rabia. Fue sólo cuestión de dar dos pasos a mi costado en el momento adecuado y Μιευε pasó de largo. Se detuvo y volviéndose con fiereza, sus ojos salvajes y calculadores me tuvieron en la mira. La fuerza bruta y la razón en una balanza. La fuerza bruta ganaba sin duda.

Quiso encajar el cuchillo sobre mi pecho, pero me agaché. El aire que provocó semejante movimiento casi deja mi rostro al descubierto, pero al ser yo tan pequeña y él tan grande, pasé por debajo de sus piernas con rapidez. Me incorporé con agilidad y dando un salto hacia atrás, me impulsé con su dura cabeza y di dos volteretas hasta caer frente a él.

-Eres tan escurridizo como un sucio saltamontes- me provocó- Pero nada se compara a mi fuerza.

“¿Y la astucia?” pensé. Μιευε esta vez se acercó a mí con cautela.

-Ya no podrás escapar de mí, saltamontes.- musitó sin esconder su aversión.

De una patada saqué su cuchillo volando. Éste cayó en la maleza del bosque.

-¡¿Y crees que lo necesito?!- me gritó con la locura en los ojos.

Reí quedamente y me puse nuevamente en posición de ataque.

“Hay un punto, en tu brazo, que lo dormirá, tiene que ser un golpe preciso.”  Me dijo mi hermano una vez. Si había funcionado una vez con Σs’κα ¿Por qué no funcionaría con él?

Tomé su brazo y le di un firme golpe en el antebrazo, justo donde estaba el nervio. Μιευε soltó un grito aterrador al percatarse de que su brazo no seguía sus órdenes. 


-¡Puedo matarte con el otro brazo!- chilló.

Y más rápido de lo que hubiera esperado me atrajo hacia él y empezó a estrangularme con su brazo.

Me moví violentamente, intentando soltarme en vano. Y con todas mis fuerzas, le di un fuerte golpe entre las piernas. Μιευε me soltó. Pero yo me aferré a su brazo rápidamente y con un golpe seco y preciso, dejé su segundo brazo inservible. Y tomando vuelo, me abalancé sobre él, tirándolo al piso. Me puse en guardia, colocando el cuchillo cerca de su cuello.

-Déjame, saltamontes- suplicó- no quise ofenderte, lo juro, pero déjame vivir.

Lo escruté con la mirada aún bajo la capucha ¿Debía creerle? Su rostro mostraba arrepentimiento. Miré a mí alrededor. Todos los cazadores ya estaban despiertos. Habían salido de sus lonas para ver la pelea.

Entre ellos estaba Σs’κα, con una mirada calculadora y fría.

E inesperadamente, Μιευε, aprovechando mi pequeña desconcentración, me dio un cabezazo. Mi mirada se volvió borrosa, por un momento me sentí desfallecer.

Respiré hondo antes de incorporarme con esfuerzo.

Y con un último movimiento le di un golpe bajo la barbilla que provocó que se desmayara.

Me sentía mareada, pero a pesar de todo, caminé en desequilibrio hasta el bosque y cuando quedé fuera de la vista de los cazadores, me recargué sobre un árbol y cerré los ojos. Las fuerzas empezaban a flaquearme. La noción del tiempo la perdí por completo, me pareció una eternidad la que estuve recargada en el árbol, cuando de repente escuché pasos.

-No duermas, por lo que más quieras, cazadora, no duermas- me suplicó una voz terriblemente familiar.

Pero mis ojos no cedían, permanecían cerrados y mi mente me decía que era momento de descansar.

Sentí sus cálidas manos sobre mi rostro.

-Despierta, has un esfuerzo y despierta- me dijo con voz aterciopelada al oído.

Y en aquella voz tan perfecta, podía percibir la preocupación ¿Era importante que estuviera despierta? Lo único que quería yo en aquel momento era dormir.

-¿Cómo está?- preguntó una segunda voz.

-No reacciona, Äρσητε, trae agua- pidió la voz perfecta.

Se escuchó cómo los pasos se alejaban.

Dos fuertes manos me sacudieron varias veces hasta que mis ojos finalmente se abrieron.

-¿Recuerdas lo que sucedió?

Mi mente parecía estar en blanco, lo único que pensaba yo en aquel momento era que quería dormir. La cabeza me dolía terriblemente.

Negué débilmente.

-¿Quién soy?- insistió.

-Σs’κα- musité- hijo del dios Fοġσs y la diosa Diana.

Σs’κα mostró su dentadura blanca y perfecta al sonreír.

-Ya estás de vuelta- comentó.

Le devolví cansinamente la sonrisa.

Entonces llegó Äρσητε con un pequeño jarrón rebosante de agua. Se hincó junto a mí y me puso una tela mojada sobre la frente.

Era tan fría que fue suficiente para que me despertara por completo.

Lentamente todo iba volviendo a mi mente, desde los osos polares hasta la pelea… incluso las sospechas de Äρσητε. La cabeza me dolió tan fuertemente que automáticamente puse ambas mano sobre mis ojos y los cerré.

-No intentes pensar- me aconsejó Äρσητε- mejor concéntrate en mantenerte despierta.

-No debes saber… yo… no debes verme- dije entrecortadamente.

Äρσητε soltó una carcajada.

-Ya sospechaba yo que no eras hombre, pero ahora necesitas ayuda y si te preocupa que lo sepan los demás.- me guiñó un ojo- Guardaré el secreto hasta que tú me pidas que lo revele.

Me volví hacia Σs’κα, que me escrutaba con la mirada aparentemente inexpresivo.

-Nadie dirá nada hasta el regreso- aseguró sin ningún sentimiento en la voz.

-Debemos llevarla a la lona- dijo Äρσητε volviéndose hacia Σs’κα, que no me quitaba la vista de encima.

Él asintió desviando la mirada.

-Pero nadie debe verla- aceptó.

Äρσητε se dispuso a cargarme, pero Σs’κα lo detuvo.

-¿Qué?- protestó Äρσητε.

-Distrae a los cazadores, yo la llevaré por detrás de la lona- ordenó Σs’κα.

Äρσητε se incorporó sin rechistar y volvió al campamento.

Entonces Σs’κα se volvió hacia mí.

-Te voy a cargar- avisó.

Pasó su brazo izquierdo por debajo de mis piernas y su brazo derecho por debajo de mi nuca. Se incorporó conmigo entre sus brazos y me atrajo suavemente hacia él. Podía sentir los latidos de su corazón. Sorprendentemente me sentía tan segura entre aquellos brazos. Escondí mi rostro en su pecho.

-No te duermas- pidió empezando a caminar.- platícame algo.

El trapo sobre mi frente resbaló, cayendo al piso.

Pensar me dolía sobremanera, por lo que me limité a escuchar los rítmicos latidos de su corazón. Y repentinamente se me ocurrió una pregunta.

-¿Por qué haces esto?- musité.

-¿Cuidarte?- preguntó inquisitivo.

Asentí con la cabeza.

-Porque tengo que llevarte sana y salva con los dioses. No sólo mi padre me tendría desterrado, sino que también mi madre…- lo pensó por un momento- no tendría oportunidad de volver.

Sentí cierta decepción de su respuesta… ¿Por qué? Eso sí no lo sabía.

-¿Qué quieren los dioses de mí?- se me ocurrió de repente.

Pero Σs’κα no contestó de inmediato.

-No lo sé- murmuró.

Algo me decía que mentía, pero decidí no dudar de su respuesta… por el momento. 

1 comentario:

  1. Nessy!... Gracias por publicar... Me encantó el capítulo... No se tu, pero yo noté cierta atracción por parte de Äρσητε hacia la princea, y dislumbre una gota de celos en la actitud de Σs’κα al final... Talvez estoy loca, pero es lo q vi :D
    Publica pronto linda

    Besos
    Lau

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.