Ahora sí tengo una razón por la cual no he publicado !! Lo siento tanto !! Pero la cosa es que el cargador de mi computadora murió y noooo tengo !!!! No puedo cargar mi computadora a menos que vengan invitados de mis papás ^.^ que tengan cargador y que además estén dispuestos a prestármelo.
Pero estoy pensando seriamente si en agradecimiento por su apoyo, pongo el siguiente capítulo para que tengan con qué entretenerse si es que no puedo continuar publicando por esto del cargador.
Mientras tanto les dejo este capítulo y les agradezco por los comentarios de la entrada pasada ;) Me encanta leerlos y saber que hay gente a la que le gusta mi historia. De paso, felices fiestas a todos.
Caminamos entre la gente. Mi mano a penas era capaz de sostener la
correa del oso. Quería llorar, quería estar sola.
Entonces entramos al establo, junto a los otros animales.
-La fiesta de Šοŗα es hoy en la noche. Seguramente Œητια’τοηα ya
ha de saber la verdad y te ha de haber preparado un baño y un vestido, así que,
terminando de descargar a los osos, te llevaré a tu habitación ¿De acuerdo?- me
instruyó Äρσητε, pero me tomó un largo tiempo asimilar sus palabras.
No pude más que asentir lentamente, aún fuera de mí.
Äρσητε soltó un hondo suspiro mientras tomaba la correa del oso.
Éste rugió con fuerza y se pegó a mi hombro, como sabiendo de mi tristeza.
Acaricié suavemente su pelaje.
-¿Qué sabes de Šοŗα y Σs’κα?- pregunté con un hilo de voz.
Äρσητε calló por un momento.
-Sabes que Σs’κα fue desterrado ¿Verdad?- preguntó Äρσητε.
Asentí lentamente, con la mirada perdida en un punto fijo. Mi mano
acariciaba automáticamente el rostro del oso, que no quitaba su cabeza de mi
hombro.
-Antes de eso, solía venir a visitarnos. Šοŗα y Σs’κα estaban
enamorados. Desde pequeños jugaban juntos todo el tiempo y esa relación, cuando
crecieron, no se perdió, sino que se transformó en amor verdadero…- hizo una
pausa- pero una noche antes de su destierro, Σs’κα le dijo que la amaba y que
el día que volviera, se casaría con ella. Šοŗα lo ha estado esperando desde
entonces… pero han pasado los años y…
Me solté en llanto, cayendo de rodillas al piso. Äρσητε se
interrumpió.
El oso gimió y empujó suavemente mi hombro.
-Princesa… ¿Te enamoraste de él?- musitó Äρσητε hincándose frente
a mí.
No contesté nada. Pero me eché a sus brazos y sollocé en silencio
escuchando cómo el oso se acostaba a mi lado.
Äρσητε pareció desconcertado al principio, pero luego me estrechó
con suavidad.
-Tranquila, princesa…- intentó consolarme- de cualquier manera,
ustedes no podrían estar juntos, él no puede entrar al hogar de los dioses y tú
tienes que ir para allá.
Asentí lentamente.
-Es un error… es un error…- sollocé- no debo enamorarme de un
hombre de la tribu enemiga… Äρσητε… quiero volver a casa.
-Y ya irás- aseguró- ahora tienes que ser fuerte y esperar el
encuentro con los dioses. Disfruta, princesa. Mejor vete a lavar y a cambiar,
alístate para la fiesta.
La fiesta de Šοŗα…
Me incorporé limpiando mis lágrimas y acariciando el pelaje del
oso, lo ayudé a incorporarse. Junto con Äρσητε descargamos las lonas y los
cacharros. Después quitamos la silla del oso y cepillamos su pelaje, haciendo
después, lo mismo con el segundo oso. Me despedí de los osos y Äρσητε me llevó
a la casa. Allí me encontré con Œητια’τοηα, que, efectivamente, ya sabía de mi
secreto. Se ofreció a arreglarme ella misma. Me separé de Äρσητε que me dio unas
palabras de ánimo antes de irse.
-Te verás hermosa, querida, pero antes tengo que ver tu rostro, en
serio que no puedo creer que Œητια’τοηι no me lo hubiera dicho desde el
principio, te hubiera mandado con ropa más cómoda ¡Por cuánto has tenido que pasar!-
decía sin parar- pero no te preocupes, tendrás el mejor baño que hayas tenido
en tu vida como recompensa por tu fuerza, princesa.
Me metió a la tina de agua caliente, que relajó notablemente mis
músculos y me hizo olvidarme por un momento de los problemas. Trajo a tres de
sus nietas, aunque ninguna de ellas sabía que yo era el supuesto hombre
encapuchado. Y sin explicaciones de Œητια’τοηα, seguramente dejaron volar su
imaginación. Ninguna se negó a ayudarla. Me tallaron hasta que mi piel se puso
roja y después me untaron cremas, aceites y cepillaron mi largo cabello hasta
que quedó laceo. Me hicieron una estilizada media cola en el cabello, usando la
tiara y el broche de oro. Después me pusieron un vestido de seda ligera y fina,
tan blanca como la nieve de los bosques, que tenía mangas livianas y en gasa que llegaban hasta el piso. Había
una pequeña ranura en cada lado por la cual podía sacar los brazos. Mis hombros
estaban descubiertos y los bordados eran de oro. Era ajustado a la cintura, por
lo que me hacía ver de porte más elegante y erguido. Los bordados de oro
también pasaban por mi cadera, en forma de “V”, seguido por la tela. Œητια’τοηα y sus
nietas admiraron la transformación.
-¡Te dije que de una simple y sucia jovencita, te transformaría en
una princesa!- exclamó emocionada.
Reí suavemente mientras veía mi vestido.
-En realidad es hermoso- murmuré dando vueltas con él.
No me sentía así desde que dejé mi pueblo. Eso me había subido el
ánimo.
-Entonces, hijas, les presento al amigo de Σs’κα, la princesa Καητσ.-
dijo Œητια’τοηα
señalándome cariñosamente.
Todas me miraron sorprendidas.
-¿Él… es… ella?- preguntó una de ellas.
Œητια’τοηα y yo asentimos al mismo tiempo.
-Su misión es llegar a la morada de los dioses sin que ellos lo
sepan, así que debíamos mantenerlo en secreto.- explicó Œητια’τοηα acercándose
a mí y estrechando suavemente mis hombros.
Todas rieron.
-¡Bienvenida!- exclamaron abrazándome de una en una.
Sonreí mientras las abrazaba. Todas parecían en realidad
adorables.
-Soy Μηεη, hija de Μεŗσπα y nieta de Œητια’τοηα- se presentó una
chica de cabello negro que llegaba hasta su cintura.
-Y yo soy su hermana, Κιδα- se presentó la que estaba junto a
ella.
Lo que más me sorprendió de ella, fueron sus hermosos ojos verdes.
Entonces se presentó la última.
-Yo soy Šιηαŵι, hija décimo segunda de Œητια’τοηα.
Hice una leve inclinación de cabeza.
-Soy la princesa Καητσ de la tribu Âιřġυα- me presenté entonces
formalmente.
Las tres se soltaron a hacerme preguntas, pero Œητια’τοηα aplaudió
dos veces.
-¡Basta, jovencitas! Es hora de prepararse, que la fiesta
comenzará al atardecer ¿Entendido?- ordenó Œητια’τοηα.
Todas salieron de la habitación una detrás de la otra sin
rechistar.
-¿Puedo ayudarles en algo?- me ofrecí.
Œητια’τοηα rió negando rotundamente con la cabeza.
-¿Y dejar que tu vestido se ensucie?- preguntó sarcástica- No,
jovencita, por órdenes mías, te quedas en esta habitación. Mandaré a Μηεη a que
te traiga una nueva capa, ésta es un asco- comentó tomando la mía.
Rápidamente la detuve.
-Pero no la tires, por favor, es muy importante para mí- supliqué.
Œητια’τοηα frunció el ceño antes de asentir y salir de la
habitación.
Todo quedó en silencio.
Suspiré mientras me volvía hacia la ventana que daba al patio
donde empezaban a poner la comida. Las mesas largas y de madera, estaban
colocadas de forma que daban hacia una plataforma donde habían puesto
instrumentos algo extraños para mí. Y durante el transcurso de la tarde,
observé con atención a la gente viniendo de un lado para otro. A veces con comida,
a veces con regalos, a veces con platos, a veces con adornos. Pero siempre de
un lado para otro. Hubo un momento en el que llegué a preguntarme qué estarían
haciendo Σs’κα y Šοŗα, pero rápidamente deseché esos pensamientos. Debía
olvidar mi corazón roto, debía hacerlo no porque me lastimara, sino porque no
debía enamorarme del hijo del dios enemigo, sencillamente por eso. Pero desechar
aquellos pensamientos me hacía reflexionar sobre otros. Sobre mi destino final,
sobre los dioses, sobre mis miedos…
Sacudí la cabeza y me concentré en las hermosas flores como centro
de las mesas que habían puesto con esmero las mujeres de la casa. Hasta que el
Sol empezó a ponerse en el horizonte y las luces de las lámparas en el patio se
prendieron. Entonces llegaron los músicos y tomando sus instrumentos, empezaron
a tocar. De poquito a poco, la gente empezó a llegar, sentándose. Todos
hablaban animadamente, pero entre tanta gente no pude ver a ninguna de las dos
únicas personas que buscaba con la mirada ¡Cuántos nietos, sobrinos e hijos
tenían Œητια’τοηι y Œητια’τοηα! Con ellos en realidad podían hacer un pueblo.
Entonces alguien tocó a la puerta, sacándome de mis ensoñaciones.
-Pase- pedí.
La puerta se entreabrió.
-Princesa, le traigo la túnica que mi madre le envía- dijo
tímidamente Μηεη.
-Pasa, Μηεη- dije sonriente- ya te esperaba.
Μηεη entró y se hincó frente a mí, extendiendo la túnica.
-Μηεη, no me trates como princesa ¿Bien?- dije ayudándola a
incorporarse.
Μηεη asintió lentamente y me entregó la túnica.
-Tenga, princesa.
La tomé y me la puse con delicadeza, temerosa de mover algún
arreglo que Œητια’τοηα y sus nietas e hija me habían hecho. Me amarré el cordel
sobre el cuello.
Y volviéndome hacia Μηεη, le di un abrazo.
-Gracias- musité.
Μηεη me devolvió el abrazo con nerviosismo.
-Tengo una pregunta, princesa- murmuró.
La solté. Sus mejillas habían tomado un tono carmesí que
embellecía tiernamente su rostro.
-¿Cuál es tu pregunta?- dije con diplomacia.
-¿Qué quieren los dioses de usted?
Suspiré antes de contestar.
-No lo sé- bajé la mirada- en realidad no lo sé.
-Está lejos de su hogar ¿Verdad?
Asentí lentamente, mirando por la ventana. Allí estaban, Σs’κα y
Šσŗα, aclamados y vitoreados por la familia. Œητια’τοηα daba un discurso
mientras los “novios” pasaban entre las mesas hasta llegar junto a ella.
-Venga, princesa, es hora de presentarla.- dijo Μηεη tomándome de
la mano.
Nooooooooo esta super cortico DDDDDD: esto es injusto ya me estaba emocionando :'( Pero me encanto el capítulo :D tienes que publicar pronto ^_^ ya quiero que eska vea a la princesa :D
ResponderEliminarBesos Cami