miércoles, 9 de febrero de 2011

El sueño

¡Muchas gracias! jejejeje estoy muy feliz de escribir y saber que les guste. Me tengo que disculpar, pues es muy corto, pero ahora no tengo mucho tiempo. Hasta el miércoles pondré uno más largo :D :D :D


¡Cuánto hubiera deseado que por lo menos la noche hubiera sido placentera! Pero como las últimas dos, no pude si quiera pegar el ojo. Estaba tan confundida. La llegada de Danny, la pelea de los hombres... el beso de Jack... él nunca lo había hecho ¿Por qué los hombres actúan justo en el momento crítico?

Por un lado deseaba con fervor estar junto a Danny... pero por otro... por otro deseaba golpear ese perfecto rostro de arcángel. Pero lo que más me confundía, lo que me dejaba despistada, era que no sabía si quiera si estaba feliz, enojada, triste o animada ¡No sabía cómo me sentía y no sabía qué pensar!

La suerte era que al siguiente día era sábado. Sopesé largas horas la idea de quedarme metida en cama el día entero. Sí, era una cobarde...

Entonces recordé que tenía tarde de películas con Jack. La idea quedó descartada.

Me removí con impaciencia en la cama, cerrando los ojos. Intentando en vano conciliar el sueño.

Mi desesperación y mi incomodidad llegaron a tal grado que me vi obligada a levantarme y abrir la ventana en un intento de refrescar mi mente.

Al asomarme dejé que la suave brisa secara mi rostro perlado por el sudor.

Respiré hondo y escruté con la mirada la calle que tenía enfrente.

Entonces me di cuenta de que esperaba algo. Tuve un vago sentimiento de familiaridad.

Escruté con mayor atención. Una sombra se movió entre los arbustos, hasta llegar frente a la pared. Empezó a escalar intrépidamente, tomando impulso de pendientes invisibles para mí.

Mi respiración se aceleró...

Lentamente fue subiendo hasta que pude divisar su hermoso rostro de arcángel con esa sonrisa pícara que tanto me robaba el aliento.

Di un gritito ahogado, temerosa de despertar a mis padres y tentada a cerrar la ventana por un lado, pero por el otro lado, deseaba esperarlo. Opté por la segunda opción, esperando inmóvil...

Se sentó en el alféizar de la ventana.

-Hola, hermanita- dijo en un susurro.

Ahora mis latidos eran desbocados.

No fui capaz de mediar palabra, rígida como estaba. Danny tomó mi mano y observó mi reacción con cautela, como si esperara que le gritara rabiosa.

-¿Es un sueño?- pregunté con la voz queda, intentando apaciguar mis latidos desbocados.

Danny soltó una silenciosa carcajada cargada de burla.

-¿Tan cerrada es tu mente?- contestó con otra pregunta.

Su aliento abrumó mi mente, dejándome momentáneamente aturdida. El único pensamiento que parecía coherente era que esto era un sueño... podría jurar que era un sueño.

-¿Qué haces aquí?- murmuré ignorando su comentario.

Su rostro se puso repentinamente serio. Sus ojos verde esmeralda destellaron a la luz de la luna, atrapando mi mirada.

-Acompáñame- contestó finalmente.

No pude evitar fruncir el ceño.

-¿Seguro que no es un sueño?- pregunté nuevamente.

Sonrió sin contestar y empezó a descender ágilmente.

Automáticamente tomé su mano.

La sentí tan cálida al tacto, aquella corriente eléctrica que me pasaba siempre que lo tenía cerca me dejó aturdida. Lo miré con cierta confusión ¿Lo habría sentido él también?
Sin palabras, empecé a descender junto a él. Colocó su mano en mi cadera, ajustándose a mis torpes movimientos.

-¿Qué hago si te caes?- explicó con cierto tono de burla en la voz.

Asentí sin necesidad de más palabras. Me extrañó no haber quedado ofendida... quizás era su presencia.

Al tocar tierra, me tambaleé, pero él, como siempre, estuvo allí para sostenerme. Pero aquello solo sirvió para que mi equilibrio quedara más entorpecido. Tomando en cuenta que su tacto despertaba hasta la más recóndita de mis células ¡Ni si quiera había logrado calmar mis latidos!
Sin quitarme la vista de encima, tomó mi mano y me condujo suavemente hasta aquel columpio tan acogedor de un blanco marfil, bien protegido por un techo decorado con enredaderas. Allí cabríamos los dos como siempre.

No pude evitar observarlo de reojo, como queriendo comprobar que fuera real. El camino hasta allá me pareció eterno, pero... me descubrí pensando que en su presencia no importaba si duraba años.

Nos sentamos. Automáticamente nos ajustamos el uno al otro, como en los viejos tiempos. Recargué mi cabeza en su duro pecho y cerré los ojos. Me rodeó con los brazos y me estrechó con cariño... por milésima vez me pregunté si era un sueño.

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