miércoles, 22 de febrero de 2012

Puntos débiles

Esta entrada es rapidísima ¡Es que no he tenido Internet desde que volví! Pero ahora que tengo unos cuantos minutos, aprovecho. ;) Espero que les guste el capítulo.




La gente caminaba de un lado para otro con jarras y platos en mano, a veces con canastas llenas de frutos o cubiertos. Una chica se detuvo frente a nosotros justo cuando íbamos a la mitad del camino.

-Princesa ¿Recuerdas a la hija de Σfαδε?- me preguntó Μεπεσ.

Lo pensé por un momento…

-¿Αηατενκα?- susurré sorprendida.

Ella asintió orgullosa con la cabeza.

-Es un placer volver a encontrarme con usted, princesa.- dijo la aludida con una leve reverencia- La noticia de que ha sufrido varios ataques ya ha llegado por esta parte de la cueva… y…- vaciló por un momento- Me parece que ha sido muy valiente.

Sonreí al tiempo que inclinaba la cabeza a manera de agradecimiento.

-Gracias por tus palabras, Αηατενκα. Pero nada hubiera sido posible si no hubieran intervenido estos dos muchachos.- contesté, refiriéndome a Μεπεσ y Σs’κα.

Αηατενκα sonrió dulcemente, deteniendo su mirada por un momento más en Σs’κα. Entonces se volvió hacia mí.

-Se ve cansada, princesa. Su baño está listo y después daremos inicio a la última cena antes de la partida de nuestros guerreros- me informó dedicándome una sonrisa abierta y cargada de complicidad.- Mis compañeras la lavarán y le ayudarán…

Miré a Μεπεσ de soslayo, indicándole que me bajara. Él vaciló antes de obedecerme. Pero finalmente mis pies tocaron suelo y coloqué una mano sobre el hombro de Αηατενκα. Ella me miró sorprendida.

-No te preocupes, Αηατενκα. Yo puedo sola.

Todavía aquel rostro aniñado no había cambiado tanto, a pesar de que la última vez que la había visto había sido hacía más de doscientos ciclos lunares*. Ella sonrió ligeramente mientras me ayudaba a mantenerme en pie.

-No estoy muy segura de poder confiar en su palabra, princesa, pero, si algo sucede, no dude en gritar, porque estaremos alerta.- aseguró al tiempo que me guiñaba un ojo y volvía a su trabajo, dejándome entre los brazos de Μεπ.

Juntos caminamos hacia una nueva puerta. Lentamente mis pies volvieron a tomar ritmo y pronto ya podía caminar sin ayuda. Cuando cruzamos la puerta, entramos nuevamente a un pasillo oscuro, pero la mano de Μεπ estrechaba la mía, infundiéndome seguridad. Y después de un largo recorrido, una luz se vio a lo lejos. Continuamos caminando hasta cruzar una nueva puerta que nos dio paso a un recinto gigantesco, por donde cruzaba un manantial de aguas tranquilas que se conectaba a diferentes estanques humeantes.

Miré a Μεπ con el ceño fruncido.

-Te entregaré los jabones que usamos aquí. Puedes lavar tu ropa y dejar que se seque en la esquina de allá.- me instruyó señalando un cráter al otro lado del lugar- Mientras te bañas quedará seca y podrás usarla sin esperar tanto.

Asentí con la cabeza.

-Entonces te dejo, princesa. Te mandaré a alguna de las chicas con los jabones ¿Bien?- asentí por segunda vez- Tú relájate.

Suspiré.

-Gracias, Μεπ, me alegro muchísimo de haberte encontrado- dije con un hilo de voz.

Su sonrisa me derritió por dentro.

-Yo también, princesa, aunque lamento mucho que nos tengamos que volver a separar…- repuso sin que la felicidad le llegara a los ojos.

Bajé la mirada, pero él tomó mi mentón y besó suavemente mi frente.

-Te lo recomiendo, Καητσ, relájate.- me susurró al oído antes de salir del lugar.

Respiré hondo, intentando ordenar mis ideas. Allí donde sus labios habían tocado mi frente, mi piel ardía.

Me fui quitando la ropa con pasmosa lentitud, ensimismada en mis pensamientos. Sería un viaje muy difícil, de eso no cabía duda. Doblé mi capa y mi vestido y entré a uno de los estanques, probando antes la temperatura del agua con la punta de los dedos de mis pies. Pero cuando sentí que estaba en su punto, dejé que mi cuerpo se fuera relajando conforme iba entrando, hasta que mis hombros incluso quedaron cubiertos. Me recosté sobre la roca y cerré los ojos, no sin antes deshacer mi trenza y quitarme la tiara y el sujetador de oro. Los coloqué sobre el vestido. Mi cuerpo estaba relajado, los sonidos del agua y las burbujas dentro del estanque hacían que mi mente quedara en blanco ¡Hacía tiempo que no tenía un baño así! Metí mi rostro al agua y dejé que mi cabello se remojara. Y al salir a la superficie, mantuve los ojos cerrados. Sentía el agua correr por mi rostro y mis hombros. Cuánto añoraba estar sin preocupaciones.

-¡Te dije que cederías!- resonó una voz en el recinto, rompiendo la tranquilidad.

Maldije para mis adentros ¡Tenía que ser!

-Σs’κα… basta…- dije lo suficientemente fuerte como para que me oyera.- ¿No se supone que deberías estar con los demás?

Escuchar su carcajada me irritó.

-Sí, pero la única tarea que me quedaba era entregarte los jabones.- contestó, al tiempo que sus pasos resonaban en el recinto.

Sabía que se estaba acercando… Maldije en voz baja mientras buscaba con qué cubrirme, pero el agua era tan clara como el cristal.

-¡No te acerques!- lo amenacé.

-No se preocupe, princesa. No traigo otras intenciones más que dejar el jabón a su alcance.- contestó divertido.

Me volví, recargando mi barbilla sobre la piedra y mirándolo fijamente. Pude notar que caminaba con los ojos cerrados. Visión áurica.

Suspiré al tiempo que cruzaba ambos brazos y recargaba mi mentón sobre ellos.

-Tú también deberías tomar un baño- comenté apiadándome de él.

Él sonrió de oreja a oreja.

-Ya será después de usted, princesa. Gracias por el ofrecimiento- dijo con su voz aterciopelada pero grave.

Cerré los ojos, concentrándome en sus rítmicos pasos. Pronto ya colocaba los jabones junto a mí.

-¿Sabes por qué tengo que hacer este viaje, Σs’κα?- murmuré con tristeza.

Él pareció vacilar, antes de darme la espalda y dirigirse hacia la salida. Dudé de que me respondiera.

-Si supiera te lo diría, princesa.- contestó finalmente, sin un ápice de burla.- yo sólo fui enviado para protegerte.

Aquello me sorprendió, pero mantuve los ojos cerrados.

-A pesar de que lo hagas sin entusiasmo- bromeé sonriendo.

-Creo que habíamos convenido que éramos enemigos ¿No?- repuso recuperando su picardía.

Mi sonrisa se ensanchó.

-En realidad es paradójico ¿No?- dije cayendo en la cuenta- creo que tenías razón.

-¿Cuándo no?- contestó.

Fruncí el ceño y abrí los ojos, encontrándome con su espalda a unos pasos de la salida.

-No empecemos…- protesté.

Él se volvió, penetrándome con la mirada. Sonrió con malicia. Sus ojos refulgieron con diversión.

Le devolví la mirada con el desafío dibujado en los ojos.

-Me parece que el espíritu tenía mucha razón sobre ti.- repuso sin perder la sonrisa.

-¿Viste al espíritu y no lo paraste?- protesté entre dientes.

-Ni siquiera estabas en peligro…- dijo encogiéndose de hombros.

Mis facciones se contrajeron en una mirada cargada de reproche.

-¿Te consta? ¡Pudo haberme matado!

Él negó con la cabeza.

-Pero no sucedió…- contradijo.

-¿Y dices ser mi protector?- grité al tiempo que mi enojo se acentuaba.

-Me parece que el espíritu me salvó de un trabajo que debí haber hecho yo desde que nos encontramos…

-¿Llamarme culpable?- repuse indignada.

-No, guiarte por el buen camino.

-¡¿El buen camino?!- grité rabiosa- ¡Pero si es un peligro!

-Nunca dije que “el buen camino” no fuera peligroso…- siseó lanzándome una mirada envenenada.

-¡O más bien quieres matarme igual que el espíritu!- lo acusé al borde de las lágrimas.

-Eres débil, princesa.- repuso molesto.

Aquello me dio de llano en el orgullo. Las lágrimas recorrieron mi rostro al tiempo que le daba la espalda y me hundía un poco más en el agua.

-Gracias por el jabón, Σs’κα. Te agradecería si salieras de aquí- murmuré con la voz quebrada.

Escuché su suspiro. Pero lo único que yo deseaba era que se fuera. Así que guardé silencio, conteniendo las lágrimas para cuando estuviera sola.

El silencio fue tan sepulcral, que llegué a pensar que ya se había ido, pero me equivocaba.

-Perdón, princesa…- se disculpó finalmente- no debí ser tan duro.- tomó aire- no me arrepiento de lo que dije, pero creo que fui muy duro.

Sonreí sarcástica.

-Siendo hijo del dios del fuego eres especialista en herir y hacer enojar a las personas a tu alrededor ¿Verdad?- espeté.

-Debo admitir que tienes un carácter fuerte…- hizo una pausa- y eso me gusta.

Bufé.

-Déjame en paz, Σs’κα.- repliqué molesta.

Mi marca brilló amenazante.

Pude notar que sonreía al contestar.

-Me sentaré por aquí.- informó.

Me masajeé las sienes.

-Σs’κα, quiero estar sola- musité.

-Te juro que será como si yo no estuviera aquí- aseguró justo en el instante que escuché cómo jugueteaba con una piedra entre sus manos.

-No me hagas ir para allá- amenacé.

-Estoy seguro que ni muerta lo harías- repuso divertido.

Aunque tenía parte de la razón, porque no tenía ninguna intención de que me viera desnuda, pero mi furia era tal, que deseaba con todas mis fuerzas sacarlo de alguna manera del lugar.

-¿Es tan difícil cumplir un favor?- dije intentando controlar la ira dentro de mí.

-La cosa es que está fuera de mi alcance…- se excusó.

No lo pude soportar más. Estallé de improvisto y sin pensarlo dos veces salí del agua como un rayo y tomé mi capa, envolviéndome con ella. Cerré los ojos y dando dos mortales hacia atrás, a los pocos segundos ya estaba frente a él. Lo ataqué primero con dos patadas en el estómago que él esquivó con facilidad. Entonces utilicé las manos e intenté dar en sus nervios. Mis movimientos eran tan rápidos y precisos como los suyos, por lo que parecía una pelea que no tendría fin. La fuerza de su patada rompió una de las orillas del manantial, abriendo un pequeño laguito nuevo, que mojó nuestros pies pero que no impidió que continuáramos con la pelea. Le di dos golpes en su duro pecho, que lo hicieron tambalearse hacia atrás, pero a los pocos instantes me vi acorralada contra la pared. Me abrí en arco cuando su mano cruzó por el antiguo paradero de mi rostro y de un impulso, me lancé en una patada doble que iba dirigida directamente a su abdomen. Pareció sorprendido cuando mis pies rozaron su oreja y quedando a sus espaldas, le atiné al cuello, justo donde debía dormirse su brazo izquierdo. Y para mi buena suerte, su brazo pareció no responderle más. Aunque la situación parecía demasiado crítica, porque yo estaba envuelta en la capa, que podía caerse en cualquier momento. Supe que las intenciones de Σs’κα eran claras. Él sabía, que en aquel momento, mi punto más débil era ése, y para vencerme, tenía que quitarme la capa, así que cambiamos de papel, en lugar de que yo estuviera en plan de ataque y él en plan defensivo, yo me convertí en la víctima. Pero pude captar aquellos detalles que por dentro me tenían perpleja… él en realidad se movía como una pantera. Asesté dos golpes fallidos en una piedra, al tiempo que Σs’κα intentaba tomar la oportunidad y patear mis dos brazos, pero rápidamente los quité e intenté por segunda vez, sólo que esta vez, de improvisto, su brazo izquierdo pareció despertar del golpe y tomó mi muñeca. Intenté hacer un último movimiento, pero su otra mano sostuvo mi capa y supe que había perdido.

La respiración de ambos era acelerada.

Abrí los ojos y lo miré rabiosa, pero él se limitó a escrutarme seriamente con la mirada.

-Un movimiento más, princesa…- tomó aire- y sabes lo que ocurre.

Presionó mi brazo marcado con cierta delicadeza, pero la suficiente para que quedara inmóvil ¡Pero qué gran ayuda era mi brazo! Pensé sarcástica.

La lucha de miradas continuó. Él parecía pensar en sus palabras. Pero al abrir la boca ningún sonido salió de ella.

-¿Estás llorando, princesa?- preguntó de improvisto.

Negué a duras penas con la cabeza.

Sus ojos refulgieron con dolor, reflejando mi rostro ensopado en lágrimas. Desvié la mirada.

-Me siento sola, Σs’κα- murmuré con la voz quebrada- y me siento insegura lejos de casa…- hice una pausa, sintiendo cómo su mano derecha caía a su costado- No sé lo que esperan los demás de mí ni me interesa, sólo quería volver a casa. Y cuando nos encontramos con Μεπεσ, la opción estaba tan cerca que casi podía tocarla. Por un momento pude sentirme de nuevo en casa… pero ya no más. No tengo hogar. Las puertas están cerradas para mí.

Soltó mi brazo marcado y me escrutó intensamente con la mirada, pero no fui capaz de encararlo. No quería que me viera derramando lágrimas.

La libre movilidad volvió a mí, pero me quedé quieta.

Fue en ese instante cuando me estrechó entre sus brazos. Me sorprendió la suavidad y la calidez que encontré en ellos. Era tanta, que inconscientemente me acurruqué en su regazo y sollocé en silencio. Por un momento, olvidé todos mis problemas y me sentí tranquila, cómoda. Al poco rato, las lágrimas desaparecieron por completo. Pero nos mantuvimos así. Porque sorprendentemente, lo estaba disfrutando.

-Eres una enemiga demasiado peligrosa para mí, princesa.- comentó Σs’κα al tiempo que me cargaba como a una bebé.

Reí al tiempo que me ruborizaba.

-¿Qué haces?- protesté.

Él se encogió de hombros.

-Llevarte de vuelta a tu baño relajante- contestó sonriente.

Correspondí con otra sonrisa. Él cerró los ojos, pero aún así, caminó sin dificultad alguna hacia la “bañera” y dejó que mis pies tocaran el agua caliente. Inevitablemente me aferré a su cuello.

Lo miré incrédula, pero el mantuvo los ojos cerrados al tiempo que tomaba la capa negra y la desenvolvía, creando una pequeña barrera entre ambos. Supe que intentaba demostrarme que podía estar tranquila, porque no pretendía verme. Así, que, hasta sorprendida de la facilidad con la que le creí. Me metí al agua, que se convirtió en un gran calmante. Mojé mi cabello y observé cómo Σs’κα daba media vuelta y se dirigía hacia la salida.

Algo en mí deseaba que se quedara y me acompañara, pero mantuve la boca cerrada. A final de cuentas, él seguía siendo mi enemigo.

Se paró de improvisto y se sentó sobre una roca lo más alejada posible de mi paradero. Recargó sus codos sobre sus rodillas y miró algún punto fijo.

-¿Qué haces?- pregunté con una involuntaria nota acusatoria en la voz.

Hasta su sonrisa radiante se veía de lejos.

-Te protejo de la soledad- se limitó a contestar.

Sonreí divertida mientras volvía a la tarea de relajarme. Tomé los jabones de la orilla y lentamente tallé todo mi cuerpo con cierto ahínco, impregnándome del perfume.

-Nunca hubiera pensado que Μεπεσ supiera tu aroma favorito- comentó Σs’κα.

Reí con nostalgia.

-Éramos compañeros de juego- expliqué.

Escuché cómo reía.

-Pues no se nota- repuso.

Fruncí el ceño.

-¿A qué te refieres?- pregunté a la defensiva.

Pareció pensar en su respuesta.

-Me refiero a que pareciera que son novio y novia- contestó.

Me ruboricé mientras enjabonaba mi cabello.

-Es el mismo trato que nos teníamos desde pequeños- aseguré.

-Yo también tenía una amiga, más bien, compañera- coincidió Σs’κα, interrumpiéndose un poco por el ruido que provocaba el agua al enjuagarme.

-¿Y?- lo incité- ¿Qué pasó con ella?

Vaciló.

-Nos obligaron a tomar caminos distintos- se limitó a contestar con una cierta añoranza en la voz.

Sonreí mientras jugueteaba con el agua, que recorrió mi rostro y mis hombros. El perfume del jabón todavía estaba impregnado en mi piel y la suavidad de ésta bajo el agua me daba tanta comodidad.

-A Μεπεσ y a mí nos sucedió lo mismo.- confesé- Éramos compañeros de caza. Recibimos la marca a la misma edad y aprendimos con los mismos maestros, pero nos separaron cuando él decidió proteger a la tribu y yo tuve que tomar mi cargo de princesa- recordé con nostalgia-. Supe que viajó por tierras lejanas y peleó contra otras tribus, que era tan bueno, que se convirtió en jefe de nuestros guerreros… pero a su regreso, yo estaba lejos… mis maestros continuaban entrenándome. Creo que ambos entrenábamos, sólo que en lugares muy distintos y de maneras completamente afines. Ahora él es un muchacho lleno de rigor y experiencias, mientras que yo sufro por estar lejos de casa.

Σs’κα rió quedamente.

Me sumergí en el agua y permanecí allí por un largo rato, relajándome con las burbujas que chocaban contra mi espalda y el silencio lleno. Lleno en el sentido de que se sentía la presencia del agua, sus movimientos.

-No puedes compararlo. Porque me parece que si él lo hubiera hecho por obligación, padecería la misma nostalgia que tú, princesa- comentó cuando salí con ímpetu del agua, recuperando el aire que me faltaba.

-Pero no puedo envidiarlo, porque todos hacemos muchas cosas por obligación y padecemos las cosas a un nivel adecuado para nosotros- contradije.

-Yo soy de los tuyos- dijo Σs’κα.

Sonreí cómplice aunque no pudiera verlo.

-¿Obligado a venir a protegerme, alejado de tu hogar?- bromeé.

Σs’κα sonreía al contestar.

-No fue tanto una obligación- confesó.

-¿A no?- repuse frunciendo el sueño.

-No, porque, estando contigo es la única forma de volver a ver a mi compañera.- explicó.

-¿A qué te refieres?- pregunté confundida.

Lentamente me fui incorporando, mientras el agua chorreaba por mi cuerpo entero, cayendo de vuelta al manantial.

-Te mostraré un truco- propuso Σs’κα, todavía detrás de mí.

Me volví sobresaltada, temerosa de que hubiera abierto los ojos, pero, para mi sorpresa, me lanzó una piedra. Rápidamente la caché con la mano marcada. Si estaba caliente, no pude percibirlo, pero toda el agua en mi cuerpo pareció evaporizarse. Y para mayor desconcierto mío, mi marca se extendió por un instante por todo mi cuerpo. Entonces la piedra se rompió entre mis manos. Yo estaba seca.

-Tu compañero de infancia dejó un vestido blanco para ti.- me informó Σs’κα.

Pero era tal el vapor que había soltado mi cuerpo, que a duras penas podía ver a través de él. Di un paso hacia delante, pisando una tela suave. Me hinqué y la recogí. Era el vestido, de mangas largas y sueltas, con hombros descubiertos y una parte inferior tan larga y elástica, pero ligera, que seguramente me permitiría dar patadas más arriba de mi cabeza ~a pesar de que todavía no pudiera hacer eso~.

-Tienes para antes de que se terminé el vapor- me desafió Σs’κα- porque, para entonces, ya tendré los ojos abiertos.

Maldije para mis adentros, mientras buscaba la cabeza y me ponía el vestido. Saqué las manos por las mangas, que parecían casi alas de mariposa, agitándose a mis costados y bajé el vestido que me llegaba hasta un poco arriba de los tobillos. Para entonces, todo el vapor había desaparecido.

Σs’κα me miró con una sonrisa en el rostro y le lanzó una mirada significativa a algo sobre el suelo. Seguí su mirada y me encontré con unos pantalones cortos, pero de tela elástica. Entonces noté por qué los necesitaba. Había una fina abertura en la falda que se abría hasta mi muslo y a cada movimiento que daba, se agitaba peligrosamente.

Me ruboricé y no dudé ningún instante más en ponerme los pantalones.

-Mi compañera es hija del guardián de la puerta de los Dioses- contestó Σs’κα a la pregunta de hacía largo rato- Y cuando vayamos con Diana, pasaremos por allí, así que podré visitarla.

Tomé mi capa y me coloqué la tiara, al tiempo que tomaba el broche y el antiguo vestido.

Sonreí por el pensamiento que cruzaba en aquel instante por mi cabeza.

-Supongo que estamos a mano- comenté- tú encontrarás a tu compañera y yo me encontré con el mío.

Caminé hacia la salida, pero antes de llegar, nuestros caminos se cruzaron. Fue un solo instante en el que nuestras respiraciones se combinaron y su mirada se dirigió más abajo que mi rostro.

-El vestido le sienta muy bien, princesa- musitó con una media sonrisa en el rostro.

Me ruboricé.

-Es tu turno, Σs’κα- repuse seca, pero peligrosamente cerca, antes de dejar el lugar y caminar por los solitarios pasillos.

Respiré hondo al tiempo que salía directamente al recinto grande con los nervios de punta ¿Lo hacía para molestarme o lo decía en serio?

2 comentarios:

  1. Heeeeeeeey!!!!...No m lo dejes asi e.e...que mala eres. Pero buena para escribir me encanta esta nueva novela e.e...ya creo que te lo dije pero no imrpota te lo repito"ME ENCANTA"...Buenooo volvi! e.e. Y sigo con mi novela.
    PD:Dime como a ti te gusta eee...
    Saludos e inspiracion ;)

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  2. AHAAH VOLVI¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ME ENCANTO¡¡ awww la princesa esta enamorada¡¡ ahahahahaha ya publique en mi blog¡¡
    Exrañaba leer la historia ajaajjajaja
    Bye¡
    Besos

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.