Bueno, pues soy muy breve, porque no he tenido tiempo de nada y ahora tampoco lo tengo :/ Sólo pude copiar rápidamente el documento de Word y ponerlo así como está. Pero como ya me había tardado mucho en publicar... la verdad es que las cosas se han puesto muy difíciles. (Estoy en época de exámenes, me acabo de mudar y bueno, la mudanza no salió precisamente bien, entonces ha habido que arreglar unos cuantos detalles). Pero bueno, quería encontrar un momento para ponerles la continuación y bueno... ;) Pues... muchas gracias por el comentario de la entrada pasada Mindy :D :D :D y gracias a todos los que leyeron y siguen leyendo ;) Esperoo que les guste el capítulo... por cierto que hay nuevas palabras en el glosario de "la gente del agua" por si quieren pasarse.
Entonces
una llama de fuego gigantesca que se dirigía directamente hacia mí, se abrió
pasó entre la negrura. Aquel zumbido se volvió más agudo, como si estuviera en
pena, y yo quedé paralizada, esperando a que me llegara. Pero antes siquiera de
tocarme, se esfumó deslumbrándome por un momento.
De
repente la gente dejó de gritar.
Y
cuando mis ojos se acostumbraron de nuevo a la penumbra, descubrí a un muchacho
de tez morena cuyos ojos azules resaltaban más que nada, entrando al recinto
con un aire de superioridad que me era ya tan familiar.
Mi
corazón dio un vuelco… Σs’κα.
Sus
ojos se cruzaron por un instante con los míos.
Fuego
empezó a salir de sus manos, un fuego que se expandió por el suelo, quemando la
negrura a sus pies. No pude evitar pensar en la figura de su padre.
Se
acercó hacia mí y sonrió con sorna al ver mi expresión de incredulidad.
-¿Pensó
que sería tan fácil deshacerse de mí, princesa?
Y a
pesar de la situación tan crítica y el desconcierto que me causaba verlo vivo,
lo fulminé con la mirada reprochando su actitud.
Repentinamente
su expresión se puso seria.
-Y no
sé si ya le dieron las malas noticias, pero…- comenzó ignorando mi gesto- tú
eres la única que puede abrir el portal y mi fuego no puede retener a esas
creaturas inmundas por tanto tiempo.
No sé
qué esperaba de verlo vivo, pero, en aquel momento, no sé si fue la rabia o el
orgullo lo que me obligó a abrirme paso entre el centenar de gente incrédula y
acercarme a la pared para abrir la puerta.
Y a
pesar del miedo que se escondía en alguna parte de mi cuerpo, al encontrar la
fisura, coloqué mi mano y cerré mis ojos, esperando a que mi energía se
canalizara en mi mano marcada.
Sentí
la conexión como si mi cuerpo fuera parte de aquel recinto. De repente, la
incertidumbre y el miedo que había reinado en el ambiente pareció esfumarse,
sustituyéndose por una tranquilidad abrumadora. El lugar se me antojaba vacío.
Sin gente, sin negrura.
Me
volví lentamente y me encontré con el mismo espíritu tuerto que me había
recibido al principio parado en el centro. Y a pesar del miedo, lo encaré.
El
espíritu sonrió con malicia y como aquella vez, voló hacía mí como un rayo.
Cubrí
automáticamente mi rostro, como si me estuviera resignando a mi muerte. Pero el
espíritu cruzó mi cuerpo y se materializó en la pared, creando runas antiguas
que brillaron del color de mi marca, deslumbrándome por un instante.
Esperé
a que llegara el frío, esperé a que se me fuera el aire, pero, en cambio, el
tiempo pareció pararse y romperse en miles de pedazos, regresándome a la
realidad de golpe.
Tardé
unos instantes en darme cuenta que había caído al suelo, de rodillas, frente a
un pasillo que antes no había estado allí.
Miré
desorientada a mí alrededor, con el calor invadiéndome de nuevo, observé como
un fuego inmenso cubría la pared contraria y la gente me miraba con
desconcierto, algunos con alivio. Busqué rostros conocidos, entre ellos
encontré a Αηατενκα y a unos palmos a su costado, al soldado que me había
guiado hasta el recinto.
Αηατενκα
corrió a mi auxilio y me ayudó a incorporarme.
Me
descubrí respirando entrecortadamente.
-Princesa,
gracias.- dijo con verdadero agradecimiento reflejado en sus ojos.
-Salgan
de aquí, Αηατενκα.- murmuré.
El
guerrero se acercó hacia mí.
-Salgan
de aquí y guíen a los demás- repetí- el fuego no puede retener a la negrura por
tanto tiempo.
Y en
el instante que pronuncié aquellas palabras, las paredes empezaron a
resquebrajarse y de ellas empezaron a salir los bichos. La gente gritó con
pánico.
Αηατενκα
dudó antes de abrazarme, soltarme y gritar que la siguieran. Me quité del
camino, dejando que la gente pasara, esperando a una persona más, que en mi
vida hubiera confesado que esperaba. Y al poco rato, la localicé ayudando a una
mujer de alta edad que parecía haber perdido una pierna.
Corrí
hacia ellos e intercambiando una rápida mirada con Σs’κα, ayudé a la mujer al
tiempo que las manos de Σs’κα se prendían en fuego.
Pronto
otros se acercaron a ayudarnos. Guerreros y comerciantes, fuertes, que pudieron
cargar a la mujer y la llevaron dentro del pasillo.
Me
volví hacia Σs’κα que prendía en llamas a la negrura y lancé una mirada furtiva
hacia la salida, descubriendo con desconcierto que empezaba a cerrarse cuando
los últimos cuerpos humanos cruzaron por ella.
-Σs’κα,
ya estamos todos, salgamos de aquí- grité.
Y
pensé que a causa del estridente zumbido no me había escuchado, pero se volvió
hacia mí con una mirada sombría, que afilaba sus facciones y hacía brillar sus
ojos con tal fogosidad que me causó escalofríos.
Antes
de que pudiera captar más detalles ambos salimos corriendo hacia la pared, que
parecía volver a cerrarse y cruzamos a duras penas, al tiempo que se generaba
una explosión que nos precipitó contra las piedras del pequeño vestíbulo. Caí
al suelo golpeando mi espalda.
La
puerta se cerró detrás de nosotros provocando un pequeño temblor. El silencio
reinó repentinamente. Los gritos y el zumbido dejaron de escucharse, no podía
percibir nada más que la respiración de ambos. Y descubrí que había una última
puerta que se cerraba en silencio a nuestro lado derecho.
Me
incorporé con esfuerzo y corrí hacia la puerta, pero ésta se cerró antes de que
pudiera llegar.
Miré
a nuestro alrededor con cierta desesperación.
Estábamos
atrapados.
Cerré
los ojos antes de que la histeria me invadiera. Debía haber otra salida, debía
haberla.
Conté
treinta respiraciones antes de que mi corazón se tranquilizara y finalmente me
vi dispuesta a abrir los ojos, descubriendo con alivio que el lugar estaba
iluminado con luz lunar proveniente del techo.
Miré
a Σs’κα, que, en cuclillas miraba hacia arriba y siguiendo su mirada, descubrí
unas escaleras en la pared que conducían hacia el tragaluz.
Con
una señal de ambas manos, me indicó que subiera.
Caminé
con cautela y pasando a su lado, me tomé de las escaleras y comencé a subir,
mirando hacia arriba, hacia la luna y las estrellas.
Por
un largo rato, lo único que se escuchaba eran mis pies y mis manos moviéndose
rítmicamente, hasta que finalmente llegué a la superficie y respirando aire
fresco, me encontré en un claro del bosque.
Tocar
tierra con mis pies descalzos fue como un calmante para el caos que reinaba en
mi cabeza.
Σs’κα
subió y rodó sobre su cabeza para incorporarse con un equilibrio perfecto sobre
sus pies.
Lo
miré rabiosa y sin pensarlo dos veces me abalancé hacia él y empecé a dar
golpes a ciegas.
Él
pareció algo sorprendido, tambaleándose hacia atrás. Chocamos contra el tronco
de un árbol.
-¡¿Por
qué…- le di un golpe, que esquivó rápidamente-… eres… así?! ¡Pensé… que…
habías… muerto!
Entonces
logró tomarme por las muñecas y retenerme con una fuerza inhumana que empezó a
lastimarme.
Me
miró con diversión. Lo que provocó que mi sangre hirviera por dentro.
-Con
un simple gracias me podría conformar- dijo escrutándome con la mirada.
-¡No
te tomas nada en serio!- grité entre dientes.
-¿Pero
a qué viene este ataque?- dijo a la defensiva- es la...- lo pensó por un momento-
segunda vez que salvo tu vida…
-¡Como
si te necesitara!- repuse- ¡Llegaste sin avisar!
-¿Eso
es lo que te molesta?- preguntó incrédulo.- ¿Qué querías que hiciera? ¿Que
gritara “Princesa, sigo vivo”? Puede que tenga el don de controlar el fuego,
pero no soy un gritón…
Le
lancé una mirada envenenada.
-¡No
corriste detrás de nosotros! ¡No nos avisaste que podías contra esas cosas!
Pensé… temí que…- me interrumpí de golpe dándome cuenta horrorizada de lo que
estaba diciendo.
Su
rostro se suavizó repentinamente y la presión que ejercía sobre mis manos
empezó a flaquear.
Ambos
guardamos silencio cuando nuestras miradas se encontraron. Sus ojos azules me
escrutaron atentamente.
-Ya
veo por dónde va la cosa…- musitó lentamente.
Su
expresión se volvió fría. Me sacudí sus manos y me alejé de él.
-¿Sabes
si Μεπεσ aún vive…?- pregunté con voz temblorosa.
Él no
contestó de inmediato. Guardó silencio en realidad, como si no me hubiera
escuchado, como si no estuviera más allí. Sus ojos se perdieron por un instante
y el miedo me invadió lentamente.
-Sí,
alcancé a salvarlos antes de llegar con ustedes…- contestó finalmente,
encarándome.
Asentí
con la cabeza completamente fuera de mí.
-¿Por
qué es que el espíritu guardián no nos permitió tomar el mismo camino que mi
pueblo?- musité dubitativa, recordando cómo la segunda pared se había cerrado
frente a nuestras narices, separándonos del camino que habían tomado Αηατενκα y
los demás.
Una
sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios al tiempo que sus ojos
refulgían.
-Tu
camino es otro ahora, princesa- contestó empezando a caminar hacia los árboles.
Pensé
en su respuesta, sintiendo cómo se formaba un nudo en mi garganta. “De acuerdo al βαηϖε, las puertas se quedarán cerradas para ella.” Recordé con
amargura. Era la última palabra y la decisiva. Me habían sentenciado a terminar
siendo cazadora errante ¿De qué otra forma podía vivir? Aunque ahora debía ir
con los dioses… ¿Qué haría después? No podría visitar a mis padres o volver a
ver a Metteo siquiera. Estaba condenada a permanecer en el exilio y aquello era
algo que sencillamente mi sentido común no podía aceptar. Yo vivía para servir
a mi pueblo… pero sin mi pueblo ¿Qué sería de mí?
Pronto
me descubrí derramando lágrimas silenciosas.
Adiós
hogar…
Cerré
los ojos e inconscientemente percibí unas pisadas que seguían las nuestras
¿Ahora quién quería atacarnos?
La
rabia volvió a mí.
¡Ya
era suficiente! ¡¿Qué no podía caminar sin pasar un solo peligro?! Calculé
silenciosamente esperando con el instinto a que mi presa se colocara detrás de
un árbol y sin detenerme siquiera a pensarlo di una voltereta hacia atrás y caí
junto al tronco del árbol, descubriendo una figura humana unos palmos más
grande y fornida que la mía propia. Desenfundé mi cuchillo y lo lancé contra su
capa, cerca de su cuello. Éste se clavó en el tronco del árbol y lo obligó a
quedarse quieto, al tiempo que desenfundaba mi arco y dejaba que toda mi energía
se canalizara en la punta, lista para disparar una flecha de luz.
-¡Princesa
Καητσ!- escuché a lo lejos.
Abrí
los ojos automáticamente al escuchar mi nombre y me encontré con un muchacho de
cabellos rubios y laseos que llegaban hasta su cintura, pero ligeramente
recogidos detrás de su nuca. En realidad no venía vestido con una capa, sino
con una camisa que me pareció completamente distinta hasta lo que ahora había
visto. El muchacho me miró con una sonrisa burlona que me recordó completamente
a Σs’κα, que corría a nuestro encuentro y era el que había provocado que me
desconcentrara.
-No
creo que sea necesario que le dispares…- aclaró Σs’κα mirando fijamente al
muchacho.
El
muchacho sonrió y Σs’κα le correspondió la sonrisa con una camaradería que sólo
se podía ganar con el tiempo.
Awwwwww me encanto!! Algo me dice que kanto y es'ka tienen un pequello rollito por alli!! Ahahahahah espero que publiques pronto nessy!!
ResponderEliminarHasta un nuevo cap!