jueves, 3 de mayo de 2012

Caminos distintos


Bueno, pues soy muy breve, porque no he tenido tiempo de nada y ahora tampoco lo tengo :/ Sólo pude copiar rápidamente el documento de Word y ponerlo así como está. Pero como ya me había tardado mucho en publicar... la verdad es que las cosas se han puesto muy difíciles. (Estoy en época de exámenes, me acabo de mudar y bueno, la mudanza no salió precisamente bien, entonces ha habido que arreglar unos cuantos detalles). Pero bueno, quería encontrar un momento para ponerles la continuación y bueno... ;) Pues... muchas gracias por el comentario de la entrada pasada Mindy :D :D :D y gracias a todos los que leyeron y siguen leyendo ;) Esperoo que les guste el capítulo... por cierto que hay nuevas palabras en el glosario de "la gente del agua" por si quieren pasarse.


Entonces una llama de fuego gigantesca que se dirigía directamente hacia mí, se abrió pasó entre la negrura. Aquel zumbido se volvió más agudo, como si estuviera en pena, y yo quedé paralizada, esperando a que me llegara. Pero antes siquiera de tocarme, se esfumó deslumbrándome por un momento.
De repente la gente dejó de gritar.
Y cuando mis ojos se acostumbraron de nuevo a la penumbra, descubrí a un muchacho de tez morena cuyos ojos azules resaltaban más que nada, entrando al recinto con un aire de superioridad que me era ya tan familiar.
Mi corazón dio un vuelco… Σs’κα.
Sus ojos se cruzaron por un instante con los míos.
Fuego empezó a salir de sus manos, un fuego que se expandió por el suelo, quemando la negrura a sus pies. No pude evitar pensar en la figura de su padre.
Se acercó hacia mí y sonrió con sorna al ver mi expresión de incredulidad.
-¿Pensó que sería tan fácil deshacerse de mí, princesa?
Y a pesar de la situación tan crítica y el desconcierto que me causaba verlo vivo, lo fulminé con la mirada reprochando su actitud.
Repentinamente su expresión se puso seria.
-Y no sé si ya le dieron las malas noticias, pero…- comenzó ignorando mi gesto- tú eres la única que puede abrir el portal y mi fuego no puede retener a esas creaturas inmundas por tanto tiempo.
No sé qué esperaba de verlo vivo, pero, en aquel momento, no sé si fue la rabia o el orgullo lo que me obligó a abrirme paso entre el centenar de gente incrédula y acercarme a la pared para abrir la puerta.
Y a pesar del miedo que se escondía en alguna parte de mi cuerpo, al encontrar la fisura, coloqué mi mano y cerré mis ojos, esperando a que mi energía se canalizara en mi mano marcada.
Sentí la conexión como si mi cuerpo fuera parte de aquel recinto. De repente, la incertidumbre y el miedo que había reinado en el ambiente pareció esfumarse, sustituyéndose por una tranquilidad abrumadora. El lugar se me antojaba vacío. Sin gente, sin negrura.
Me volví lentamente y me encontré con el mismo espíritu tuerto que me había recibido al principio parado en el centro. Y a pesar del miedo, lo encaré.
El espíritu sonrió con malicia y como aquella vez, voló hacía mí como un rayo.
Cubrí automáticamente mi rostro, como si me estuviera resignando a mi muerte. Pero el espíritu cruzó mi cuerpo y se materializó en la pared, creando runas antiguas que brillaron del color de mi marca, deslumbrándome por un instante.
Esperé a que llegara el frío, esperé a que se me fuera el aire, pero, en cambio, el tiempo pareció pararse y romperse en miles de pedazos, regresándome a la realidad de golpe.
Tardé unos instantes en darme cuenta que había caído al suelo, de rodillas, frente a un pasillo que antes no había estado allí.
Miré desorientada a mí alrededor, con el calor invadiéndome de nuevo, observé como un fuego inmenso cubría la pared contraria y la gente me miraba con desconcierto, algunos con alivio. Busqué rostros conocidos, entre ellos encontré a Αηατενκα y a unos palmos a su costado, al soldado que me había guiado hasta el recinto.
Αηατενκα corrió a mi auxilio y me ayudó a incorporarme.
Me descubrí respirando entrecortadamente.
-Princesa, gracias.- dijo con verdadero agradecimiento reflejado en sus ojos.
-Salgan de aquí, Αηατενκα.- murmuré.
El guerrero se acercó hacia mí.
-Salgan de aquí y guíen a los demás- repetí- el fuego no puede retener a la negrura por tanto tiempo.
Y en el instante que pronuncié aquellas palabras, las paredes empezaron a resquebrajarse y de ellas empezaron a salir los bichos. La gente gritó con pánico.
Αηατενκα dudó antes de abrazarme, soltarme y gritar que la siguieran. Me quité del camino, dejando que la gente pasara, esperando a una persona más, que en mi vida hubiera confesado que esperaba. Y al poco rato, la localicé ayudando a una mujer de alta edad que parecía haber perdido una pierna.
Corrí hacia ellos e intercambiando una rápida mirada con Σs’κα, ayudé a la mujer al tiempo que las manos de Σs’κα se prendían en fuego.
Pronto otros se acercaron a ayudarnos. Guerreros y comerciantes, fuertes, que pudieron cargar a la mujer y la llevaron dentro del pasillo.
Me volví hacia Σs’κα que prendía en llamas a la negrura y lancé una mirada furtiva hacia la salida, descubriendo con desconcierto que empezaba a cerrarse cuando los últimos cuerpos humanos cruzaron por ella.
-Σs’κα, ya estamos todos, salgamos de aquí- grité.
Y pensé que a causa del estridente zumbido no me había escuchado, pero se volvió hacia mí con una mirada sombría, que afilaba sus facciones y hacía brillar sus ojos con tal fogosidad que me causó escalofríos.
Antes de que pudiera captar más detalles ambos salimos corriendo hacia la pared, que parecía volver a cerrarse y cruzamos a duras penas, al tiempo que se generaba una explosión que nos precipitó contra las piedras del pequeño vestíbulo. Caí al suelo golpeando mi espalda.
La puerta se cerró detrás de nosotros provocando un pequeño temblor. El silencio reinó repentinamente. Los gritos y el zumbido dejaron de escucharse, no podía percibir nada más que la respiración de ambos. Y descubrí que había una última puerta que se cerraba en silencio a nuestro lado derecho.
Me incorporé con esfuerzo y corrí hacia la puerta, pero ésta se cerró antes de que pudiera llegar.
Miré a nuestro alrededor con cierta desesperación.
Estábamos atrapados.
Cerré los ojos antes de que la histeria me invadiera. Debía haber otra salida, debía haberla.
Conté treinta respiraciones antes de que mi corazón se tranquilizara y finalmente me vi dispuesta a abrir los ojos, descubriendo con alivio que el lugar estaba iluminado con luz lunar proveniente del techo.
Miré a Σs’κα, que, en cuclillas miraba hacia arriba y siguiendo su mirada, descubrí unas escaleras en la pared que conducían hacia el tragaluz.
Con una señal de ambas manos, me indicó que subiera.
Caminé con cautela y pasando a su lado, me tomé de las escaleras y comencé a subir, mirando hacia arriba, hacia la luna y las estrellas.
Por un largo rato, lo único que se escuchaba eran mis pies y mis manos moviéndose rítmicamente, hasta que finalmente llegué a la superficie y respirando aire fresco, me encontré en un claro del bosque.
Tocar tierra con mis pies descalzos fue como un calmante para el caos que reinaba en mi cabeza.
Σs’κα subió y rodó sobre su cabeza para incorporarse con un equilibrio perfecto sobre sus pies.
Lo miré rabiosa y sin pensarlo dos veces me abalancé hacia él y empecé a dar golpes a ciegas.
Él pareció algo sorprendido, tambaleándose hacia atrás. Chocamos contra el tronco de un árbol.
-¡¿Por qué…- le di un golpe, que esquivó rápidamente-… eres… así?! ¡Pensé… que… habías… muerto!
Entonces logró tomarme por las muñecas y retenerme con una fuerza inhumana que empezó a lastimarme.
Me miró con diversión. Lo que provocó que mi sangre hirviera por dentro.
-Con un simple gracias me podría conformar- dijo escrutándome con la mirada.
-¡No te tomas nada en serio!- grité entre dientes.
-¿Pero a qué viene este ataque?- dijo a la defensiva- es la...- lo pensó por un momento- segunda vez que salvo tu vida…
-¡Como si te necesitara!- repuse- ¡Llegaste sin avisar!
-¿Eso es lo que te molesta?- preguntó incrédulo.- ¿Qué querías que hiciera? ¿Que gritara “Princesa, sigo vivo”? Puede que tenga el don de controlar el fuego, pero no soy un gritón…
Le lancé una mirada envenenada.
-¡No corriste detrás de nosotros! ¡No nos avisaste que podías contra esas cosas! Pensé… temí que…- me interrumpí de golpe dándome cuenta horrorizada de lo que estaba diciendo.
Su rostro se suavizó repentinamente y la presión que ejercía sobre mis manos empezó a flaquear.
Ambos guardamos silencio cuando nuestras miradas se encontraron. Sus ojos azules me escrutaron atentamente.
-Ya veo por dónde va la cosa…- musitó lentamente.
Su expresión se volvió fría. Me sacudí sus manos y me alejé de él.
-¿Sabes si Μεπεσ aún vive…?- pregunté con voz temblorosa.
Él no contestó de inmediato. Guardó silencio en realidad, como si no me hubiera escuchado, como si no estuviera más allí. Sus ojos se perdieron por un instante y el miedo me invadió lentamente.
-Sí, alcancé a salvarlos antes de llegar con ustedes…- contestó finalmente, encarándome.
Asentí con la cabeza completamente fuera de mí.
-¿Por qué es que el espíritu guardián no nos permitió tomar el mismo camino que mi pueblo?- musité dubitativa, recordando cómo la segunda pared se había cerrado frente a nuestras narices, separándonos del camino que habían tomado Αηατενκα y los demás.
Una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios al tiempo que sus ojos refulgían.
-Tu camino es otro ahora, princesa- contestó empezando a caminar hacia los árboles.
Pensé en su respuesta, sintiendo cómo se formaba un nudo en mi garganta. “De acuerdo al βαηϖε, las puertas se quedarán cerradas para ella.” Recordé con amargura. Era la última palabra y la decisiva. Me habían sentenciado a terminar siendo cazadora errante ¿De qué otra forma podía vivir? Aunque ahora debía ir con los dioses… ¿Qué haría después? No podría visitar a mis padres o volver a ver a Metteo siquiera. Estaba condenada a permanecer en el exilio y aquello era algo que sencillamente mi sentido común no podía aceptar. Yo vivía para servir a mi pueblo… pero sin mi pueblo ¿Qué sería de mí?
Pronto me descubrí derramando lágrimas silenciosas.
Adiós hogar…
Cerré los ojos e inconscientemente percibí unas pisadas que seguían las nuestras ¿Ahora quién quería atacarnos?
La rabia volvió a mí.
¡Ya era suficiente! ¡¿Qué no podía caminar sin pasar un solo peligro?! Calculé silenciosamente esperando con el instinto a que mi presa se colocara detrás de un árbol y sin detenerme siquiera a pensarlo di una voltereta hacia atrás y caí junto al tronco del árbol, descubriendo una figura humana unos palmos más grande y fornida que la mía propia. Desenfundé mi cuchillo y lo lancé contra su capa, cerca de su cuello. Éste se clavó en el tronco del árbol y lo obligó a quedarse quieto, al tiempo que desenfundaba mi arco y dejaba que toda mi energía se canalizara en la punta, lista para disparar una flecha de luz.
-¡Princesa Καητσ!- escuché a lo lejos.
Abrí los ojos automáticamente al escuchar mi nombre y me encontré con un muchacho de cabellos rubios y laseos que llegaban hasta su cintura, pero ligeramente recogidos detrás de su nuca. En realidad no venía vestido con una capa, sino con una camisa que me pareció completamente distinta hasta lo que ahora había visto. El muchacho me miró con una sonrisa burlona que me recordó completamente a Σs’κα, que corría a nuestro encuentro y era el que había provocado que me desconcentrara.
-No creo que sea necesario que le dispares…- aclaró Σs’κα mirando fijamente al muchacho.
El muchacho sonrió y Σs’κα le correspondió la sonrisa con una camaradería que sólo se podía ganar con el tiempo.

1 comentario:

  1. Awwwwww me encanto!! Algo me dice que kanto y es'ka tienen un pequello rollito por alli!! Ahahahahah espero que publiques pronto nessy!!
    Hasta un nuevo cap!

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.