viernes, 6 de mayo de 2011

La llamada

¡Por fin! :D :D :D :D jejejeje ¡¡Al fin terminé el capítulo!! Creo que está muuy corto, pero espero que les guste ;) Muchas gracias por sus comentarios ;) :) :) Como a cualquier escritora, me ayudan a salir adelante. Espero que les guste:

-¿Me da un mocca frappuccino, por favor?- pedí.

Jack me rodeó la cintura por detrás y besó suavemente mi mejilla.

La vendedora nos miró inquisitiva.

-¿Algo más?- preguntó de mala gana.

-No, eso es todo, gracias- contesté con una sonrisa involuntariamente forzada.

Entregué el dinero.

-Lo recogen en la barra- informó señalando vagamente una mesa de mármol al fondo, junto a un letrero del procesamiento del café.

Me dirigí hacia la barra con Jack pisándome los talones.

Me recargué sobre el frío mármol y cerré mis cansados ojos, intentando no perder la compostura.

-¿Tú no querías nada?- murmuré preocupada.

Lentamente abrí los ojos.

Jack negó con la cabeza y se encogió de hombros.

-No tengo ganas de nada en particular.- contestó.

Me sorprendió la cercanía entre ambos rostros.

Reí quedamente y besé suavemente su mejilla.

-¿Ni si quiera de esto?- pregunté juguetona, presionando suavemente mis labios sobre los suyos.

Tomó mi mano y la apretó con fuerza.

-Eso ya es diferente- repuso.

-¡Mocca frappuccino!- exclamó un muchacho detrás de la barra.

Me volví lentamente.

-Gracias- dije al tomarlo.

El muchacho sonrió cálidamente, a diferencia de la cajera.

Jack y yo caminamos en busca de la mesa en donde se sentaban los demás.

Sora nos sonrió al fondo del local y señaló dos lugares.

Al llegar a la mesa, cada quién se sentó en su respectivo lugar.

-¿Recibiste noticias?- le pregunté a Miranda, inclinándome disimuladamente hacia ella.

No contestó de inmediato, como si asimilara la situación.

Me pasó el celular por debajo de la mesa. En la pantalla había un mensaje:


Miri, no puedo ir, mis papas tienen una cena y dbo acompañarlooos. iia sabes q a parte no iría + Jack, me enoja verloo. Tampoco tngo ganas d ablar + ustedes.

Soy sincero +tigo.


Solté un hondo suspiro y le devolví el celular a Miranda, que tenía la mirada perdida en las suaves gotitas que empezaban a golpetear contra el vidrio de la ventana.

-¡Ya va a empezar a llover!- comentó Sora volviéndose igualmente hacia la ventana.

Jack la imitó.

-Últimamente el clima ha estado muy extraño.- coincidió Jack.

-¡Claro! Verano no es época de lluvias.

-¿Cómo es el clima por allá?- pregunté intentando disimular mi preocupación.

-Húmedo, pero cálida...- lo pensó por un momento- tropical, en realidad.

Reí.

-Entonces el frío te ha de haber tomado de golpe- afirmé.

Sora rió conmigo.

-¡Claro que no, tontita! ¿Ya olvidaste que aquí viví toda mi infancia?- repuso.

Recordé vagamente los días que saltábamos en los charcos de lluvia, con botas e impermeables, todas reían.

-¡Qué buenos tiempos eran aquellos!- exclamé.

Sora asintió.

-La secundaria con tantos exámenes, que nos juntábamos para estudiar juntas.- recordó Sora.

-¡Y todos los muchachos que andaban por ti!- agregué.

Sora se sonrojó levemente.

Jack y yo soltamos una carcajada.

-La ciudad ha cambiado mucho desde que la dejé- murmuró Sora.

Me incliné hacia ella, a pesar de que estaba hasta el otro lado de la mesa.

-Los cambios son constantes e inevitables, es sólo cuestión de adaptarse.- dije.

Ella sonrió.

Entonces mi celular empezó a sonar.

Lo saqué rápidamente del bolsillo de mi chamarra. Pulsé el botón para contestar, sin siquiera ver de quién se trataba.

-¡Any!- exclamó una voz terriblemente familiar.- ¡Pensé que no contestarías después de todo lo que ha pasado!

Quedé rígida en mi lugar, incapaz de mediar palabra.

-¿Any?- preguntó aquella voz desde la otra línea.

-Fabián... ¿Qué pasó?- fue todo lo que alcancé a decir.

-¡Te necesito en el hospital que está a dos cuadras de nuestra casa! Mi padre tuvo un infarto.- explicó breve y rápidamente.

-¿Y...- respiré hondo antes de pronunciar aquel nombre-... Danny?

-Hablé al instituto, pero para ellos ahorita es la madrugada, él seguía dormido. Le avisarán mañana por la mañana... lo más probable es que llegue en tres días.- aseguró.

Suspiré aliviada.

-Muy bien, enseguida voy- vacilé antes de continuar- ¿Cómo está su padre?

-En recuperación- murmuró Fabián.

-Nos vemos- me despedí antes de colgar y mirar extrañada a los presentes en la mesa.

Jack, Miranda y Sora me miraban fijamente con la interrogación dibujada en el rostro.

Entonces caí en la cuenta de que nos habíamos venido caminando.

-Necesito llegar al hospital- murmuré volviéndome hacia Jack.

Él pareció sopesarlo por un momento.

-Supongo que pediré un taxi.- contestó incorporándose lentamente de su asiento.

-Gracias.

Me volví hacia Sora.

-¿Qué pasó?- preguntó notablemente confundida.

-El papá de un viejo amigo está en el hospital y debo ayudar un poco- me limité a contestar.

No le diría del papá de quién se trataba.

Sora rió tranquilamente.

-Siempre que nos vamos a ver, algo pasa, querida.- comentó.

Reí.

-¡Perdón! Yo tampoco entiendo qué pasa.- me disculpé.

Sora sonrió.

-Será mejor que vayas a acompañar a tu viejo amigo.

Pude ver en sus ojos que ella sabía de quién se trataba a pesar de mis breves palabras.

Miranda se incorporó.

-Supongo que dejaremos la plática para otro día. Al fin y al cabo, Sora se queda todavía una semana más.

Asentí lentamente y me incorporé también.

-Todo se va a arreglar- le dije abrazándola.

Ella me devolvió vagamente el abrazo.

Me dispuse a abrazar a Sora, quien me devolvió el abrazo con fuerte cariño.

-Cuídate- me aconsejó.

Sonreí.

-Tú también.

Al salir del local, Jack me esperaba con la puerta abierta de un taxi.

Me acerqué a abrazarlo.

-¿Quieres que te acompañe?- preguntó.

Al mirarlo a los ojos, pude ver el esfuerzo que le había costado formular aquella pregunta.

-¡No te preocupes! Yo puedo encargarme de esto. Nos veremos en un rato ¿Te pareces?

Sus facciones se suavizaron.

-Muy bien- se limitó a contestar besándome suavemente en los labios.

Disfruté aquel momento por sólo unos segundos. Acaricié su mejilla y entré al auto. Jack cerró la puerta y se acercó nuevamente al Starbucks, sin perderme de vista.

Sonreí con pesar y me volví hacia el conductor para darle la dirección.

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