jueves, 2 de febrero de 2012

Esclavos de las sombras (Parte 2/3)

Bueno, Bloggeras, soy breve porque voy un poco apurada ;) ¡Pero ya vamoos con la siguiente parte del pequeño relatoo! hihihihi Alan y Sofía son un desastre juntos, pero bueno hahaha al menos me divierto escribiendo con ellos hahaha :P ;) Esperoo que les guste ¡Comenten, chicas!


Miré el reloj por cuarta vez ¡Ya iba seis minutos tarde! ¡¿Qué la hacía demorar tanto?! ¿No le había dicho que a las ocho y cuarto? ¡Era por eso que los humanos me sacaban de mis casillas! Amidala nunca hubiera hecho aquello.

Entonces noté movimiento dentro del local.

Suspiré al tiempo que me recargaba en la pared y me cruzaba de brazos ¡A penas se estaban despidiendo! Esto iba a tardar un poco más. Miré el suelo, mientras me recordaba que todo esto era por mi chica. Tenía que soportar la demora y la torpeza humana por mi chica.

-¿Planeaste algo en especial, chico desconocido?- preguntó una dulce voz, sacándome de mis ensoñaciones.

Rápidamente levante la cabeza y me encontré con sus ojos verdes, cargados de inocencia.

Entonces la escruté con la mirada de pies a cabeza y supe que haber esperado tanto había valido la pena. Se veía…

Sacudí la cabeza y desvié la mirada. Riéndome para mis adentros de mí mismo ¡Yo! ¡Elogiando a una humana! ¡Por favor!

-Por supuesto- contesté finalmente, extendiendo mi mano.

Pero para mi desconcierto, ella negó con la cabeza y regresó suavemente mi mano a mi costado.

-No te aceleres Romeo, que, para serte sincera, no confío nada en ti- dijo repentinamente seria.

Sonreí divertido. No era tan inocente como creía… Pero eso sólo le daba más diversión al juego.

-Eso ya lo veremos al final de la noche- bromeé indicándole que me siguiera, aunque aquellas palabras iban en serio.

Empezamos a caminar por la oscura banqueta a duras penas iluminada por un farol en la esquina.

Guardamos silencio, escuchando tranquilamente nuestros pasos. Pronto ya doblábamos hacia la derecha.

-Increíble que la cuidad esté tan silenciosa- comentó Sofía abrazándose ambos brazos.

Mis ojos captaron al instante que era por la brisa helada que alborotó sus cabellos.

Lo pensé por un momento antes de quitarme la chaqueta y entregársela. Ella me interrogó con la mirada.

-Puede que no confíes en mí, pero es mejor aceptar el cobijo de un extraño que morirse de frío- la persuadí.

Ella sonrió dulcemente antes de tomar la chaqueta y ponérsela. Sus mejillas se coloraron.

Necesité un esfuerzo sobrehumano para no hacer una mueca de molestia.

-No eres como creía- susurró, desviando la mirada.

Aquello despertó repentinamente mi curiosidad.

-¿En qué sentido?- pregunté.

Ella me miró por un momento. Señal suficiente para darme cuenta de que estaba siendo muy frío. Rápidamente suavicé mi expresión, pero a ella no pareció haberle pasado desapercibida.

-Pensé que serías más dulce. Pero… de alguna manera… tienes un carácter petulante… y…- pareció pensar en lo que decía.- me es imposible confiar en ti.

Fruncí el ceño.

-Qué directa- musité con desprecio.

Y tan humana como era, se paró de golpe y me escrutó intensamente con la mirada.

-Creo que es un error que salgamos- dijo repentinamente a la defensiva.

¡¿Pero cómo era que notaba esos pequeños detalles en mí?! ¡Hacía cuatrocientos años que no me encontraba con una personalidad como la de ella! Supe al instante que debía ser más cuidadoso. Rápidamente suavicé mi expresión y negué con la cabeza. “Recuerda que ella debe tomar la decisión” recordé repentinamente. No le rogaría.

Mis labios se curvaron en una sonrisa, al tiempo que miraba un auto pasar junto a nosotros.

-¿Qué debo hacer para que estés conforme?- pregunté.

-Muéstrate- contestó.

La sonrisa desapareció inconscientemente de mi rostro. Me volví para encontrarme con sus ojos. Los escruté intensamente, buscando las intenciones escondidas en aquella sencilla palabra.

-¿A qué te refieres?- inquirí.

Ella suspiró, desviando la mirada con rapidez.

-Cuando te veía en la cafetería, veía a un chico completamente distinto… Te observaba y veía algo más profundo- murmuró- Pero desde que hablamos por primera vez, hay algo que no encaja.

Aquellas palabras me tomaron desprevenido. No supe qué hacer. Por primera vez en toda mi existencia, no supe qué hacer.

Solté un suspiro antes de continuar.

-Me odiarías si me conocieras en realidad- confesé.

-Eso no lo sabes- repuso levantando la vista.

Sus ojos destellaron con lucidez. Los busqué inconscientemente y al encontrarme con ellos, seguí escrutándolos, esperando encontrar la razón de que aquellas palabras hubieran salido de mi boca. Ahora tenía dos cosas en claro: Una, no me había dado cuenta de lo intrigantes que eran sus ojos, y dos, ella será, para mi pesar, una presa difícil de persuadir. Pero, me divertía. Era una pelea justa. Debía poner mis cartas secretas en juego.

...

Alan dio un paso hacia delante sin perderme de vista.

-Necesitaré ayuda- musitó.

Intenté desviar la mirada, pero por alguna extraña razón, sus ojos no me lo permitían… ¡Estaba haciendo lo mismo que cuando me invitó a salir!

-Alan…- comenté al tiempo que me sonrojaba- ¿Lo estás haciendo a propósito?

Su rostro mostró sincera sorpresa y sus pies vacilaron.

-¿A qué te refieres?- preguntó con toda inocencia.

Fruncí el ceño.

-Eso… atrapas a las chicas con la mirada y las dejas sin aliento…- respondí sin poder terminar la frase.

¡Había metido la pata! Mi rostro se puso tan rojo como un tomate.

Él sonrió con picardía.

-¿Hago eso contigo?- inquirió frunciendo dulcemente el ceño.

Sacudí la cabeza y finalmente me deshice del hechizo que era su mirada. Mis pensamientos dejaron de estar abrumados… o eso pensaba.

-Sí- ¡Rayos!- digo no… en realidad, lo digo… porque…- tartamudeé- le provocaste ese efecto a mi amiga Sandra y a tu exnovia.

Alan soltó una carcajada al tiempo que me invitaba a seguir caminando. Y para mi gran sorpresa, mi cuerpo obedeció automáticamente ¿Le daba una segunda oportunidad contra mi voluntad? ¿Sería un poder mágico de atracción?

No pude evitar sacudir la cabeza por segunda vez.

Absurdo.

-¿Y es bueno que cauce ese efecto?- preguntó curioso.

Negué rotundamente.

-Eso es manipular a la gente- protesté mirando hacia el suelo.

Alan guardó silencio por largos segundos.

-No lo haré más- dijo finalmente, rompiendo el silencio.

No pude evitar dedicarle una sonrisa. Se estaba suavizando por mí.

Miré a mí alrededor. Su chaqueta era en realidad caliente y su aroma me tenía abrumada. Era mejor de lo que pensaba.

La brisa sacudió mi cabello.

-¿Y a dónde vamos?- pregunté curiosa.

Una media sonrisa se dibujó en su rostro al tiempo que me miraba con el ceño fruncido.

-No te enterarás hasta que contestes a mi pregunta- me desafió, caminando frente a mí.

-¿Cuáles es tu pregunta?- dije a la defensiva.

Su sonrisa se ensanchó.

-¿Me darás una segunda oportunidad?-dijo con voz aterciopelada.

Las ideas se me dispersaron por completo. Parpadeé varias veces y me escondí en el cuello de su chaqueta, disfrutando secretamente del aroma.

-Lo estás haciendo de nuevo, Alan- susurré con un hilo de voz.

Él carraspeó y dudó antes de volver a mi lado.

Guardamos silencio, mientras yo esperaba a que mis ideas volvieran a tener cabeza y pies.

-Sigo caminando a tu lado- contesté lentamente- ¿No es prueba suficiente?

-Más bien yo camino a tu lado, porque bien pudiste haberte ido y hubiera seguido a tu lado- repuso con sorna.

Resguardé mi rostro un poco más, rogando porque no hubiera visto cómo mis mejillas se encendían un poco más.

-¿En serio lo hubieras hecho?- murmuré.

No contestó, por lo que di el tema por terminado.

Suspiré al tiempo que divisaba a lo lejos el restaurante, que tanto soñábamos Sandra y yo con visitar algún día. Frente a un rascacielos. Nuestro problema siempre había sido el mismo. Era de etiqueta y los precios de la comida eran altos. No era un lujo que dos estudiantes con un futuro incierto y un salario tan bajo como el nuestro, se pudieran dar.

-¿Alguna vez has comido allí?- preguntó Alan rompiendo finalmente el silencio.

Negué con la cabeza al ver que se refería al mismo restaurante.

Me mordí el labio inferior.

-¿Quieres comer allí?- propuso.

En el blanco.

-Me encantaría- contesté rápidamente.

Caminamos directo al local. Yo con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro y Alan con una extraña combinación de triunfo y felicidad.

Antes de entrar, Alan se volvió hacia mí.

-¿Confías en mí?- preguntó repentinamente serio.

Negué con la cabeza.

-¿Quieres entrar?- asentí con la cabeza. -Entonces necesito que me sigas la corriente- explicó sin más.

Lo miré con cara de pocos amigos, pero no tuve tiempo de protestar, pues, en ese mismo instante, entramos al local y el cambio de temperatura me llegó a la cara de golpe. El olor a lavanda y aceite de almendras fue lo primero que mi nariz pudo percibir. El lugar me pareció tan agradable. Era como un sueño. Nunca hubiera pensado que algún día entraría.

-Toma mi mano- me susurró al oído justo en el instante que un hombre vestido de traje se acercaba hacia nosotros con menús entre sus manos.

Vacilé antes de entrelazar sus dedos con los míos. Fue sólo un instante. Un momento en el que una corriente eléctrica recorrió mi brazo. Su tacto era caliente.

-Señor Charles, un placer tenerlo de vuelta con nosotros- dijo el hombre.

Me dedicó una sonrisa desinteresada.

-¿Y quién es nuestra nueva acompañante?- preguntó con aparente amabilidad.

Supe a qué se refería Alan con seguirle la corriente, cuando el hombre me miró de pies a cabeza con un cierto desprecio.

-No es nueva. Es Amidala.- contestó Alan sin un ápice de cordialidad.

-¡Ah!- exclamó frunciendo el ceño, al punto que parecía que sus cejas se tocaban- bienvenida, señorita Belcampo. Se ve tan hermosa que es irreconocible.

Miré a Alan de reojo al tiempo que inclinaba levemente la cabeza.

-¿La mesa de siempre?- preguntó el hombre dándonos paso al salón gigantesco, con mesas circulares y flores por todos lados.

El lugar era moderno, en realidad, pero estilizado. Y lo más divertido, era que en el centro había una pista de baile. Las voces eran estridentes, casi todas las mesas estaban llenas, excepto una, que estaba al fondo, junto a un ventanal, que daba a una vista perfecta al parque de la ciudad.

Al llegar frente a la mesa, algo en mí deseaba que Alan no soltara mi mano. Pero sus dedos soltaron los míos y no pude más que intentar asimilar lo que había sucedido.

El hombre me ayudó a quitarme el abrigo y lo colgó en un perchero junto a la mesa, al tiempo que me sentaba y arrimaba mi silla. Alan se sentó frente a mí, mirando hacia la ventana.

-¿Traigo lo de siempre?- preguntó el hombre, sacando una libreta de su bolsillo.

¡Vaya que era extraño que trabajando como mesera alguien te prestara el mismo servicio!

Alan negó con la cabeza.

-Tráenos un plato de spaghetti al pestto… y dos copas- contestó sin dejar de mirar hacia la ventana.

El hombre pareció sorprendido al igual que yo.

-¿Nada más tú vas a comer?- pregunté indignada.

Pero callé de golpe, cuando el hombre me lanzó una mirada cargada de sospecha.

-Pensé que la señorita Belcampo y usted, señor, estaban a dieta.- repuso el hombre.

Alan sonrió, primero dedicándome una mirada a mí y luego al hombre.

-Corrección, nada más tú vas ha comer. – me dijo antes de dirigirse hacia el hombre- Hoy es un día especial. Amidala y yo celebramos nuestro aniversario, si usted bien recuerda, así que, queremos algo distinto. Todavía me sigo preguntando dónde están sus modales, William- repuso Alan fríamente.

Sacudí la cabeza con desaprobación. No sabía si estar molesta por el hecho de que Alan fuera tan grosero, o por el hecho de que él no fuera a comer nada ¿Qué clase de cita era ésta?

El tal William nos dedicó una mirada rabiosa antes de darnos la espalda y seguramente dirigirse hacia la cocina.

-¿Se puede saber qué fue eso?- pregunté molesta.

-¿Qué?- repuso Alan volviendo su mirada hacia el parque.

-¿No podrías ser un poco más amable?- inquirí.

Alan soltó una carcajada y finalmente me encaró. Atravesándome con la mirada. Sus ojos parecían más transparentes y profundos.

-Lo sería si él lo fuera conmigo. Pero nos tiene aversión a Amidala y a mí desde la primera vez que vinimos.- se excusó.

-¡Oh! ¡Claro!- exclamé sarcástica- ¿No será por cómo tratan a la gente?

Soltó una segunda carcajada.

-Me parece que sigues indignada por cómo te trató mi…- se interrumpió- Amidala hoy en la tarde.

-No me hagas retractarme, Alan.- lo amenacé.

-No lo harías- repuso Alan perdiendo toda la diversión en su rostro.

Fue una larga batalla de miradas. O más bien perdí la noción del tiempo. Mi rostro palideció de horror cuando sus pupilas se dilataron como las de un felino. Entonces me percaté de la cercanía entre ambos. Me alejé bruscamente y me recargué en mi asiento, al tiempo que intentaba que mi respiración se tranquilizara. Todavía había algo que no encajaba.

-Las copas- nos interrumpió William, colocándolas sobre la misma.

-Gracias- musité.

-Gracias- me imitó Alan.

Pude notar la sorpresa en el rostro de William, que unos instantes después, ya daba media vuelta y nos volvía a dejar a solas.

-¿Cuál es tu comida favorita?- preguntó Alan con repentina suavidad.

Aquella pregunta me tomó por sorpresa.

-Spaghetti ¿Y la tuya?

Alan sonrió.

-¿Y tu color favorito?- contestó con otra pregunta.

-El azul…- continué a la defensiva- ¿Y el tuyo?

-No tengo- se limitó a contestar- ¿Tu deporte favorito?

-¿Por qué no tienes?- pregunté confundida.

-El gris- me interrumpió.

Asentí con la cabeza.

-¿Qué es lo que te atrae de ese color?

Pareció pensar en sus palabras antes de contestar. Le dio un trago a su copa.

-Es el color de mis recuerdos. El de mi hogar. Opaco, pero cálido- explicó, asentí por segunda vez con la cabeza.- ¿Por qué tu color favorito es el azul?

Jugueteé con mis manos al tiempo que pensaba en una respuesta.

-Creo que tu explicación es más razonable que la mía.- confesé sintiendo cómo el calor invadía mis mejillas.

Alan frunció el ceño con suavidad. Una media sonrisa se dibujó en sus labios.

-Es imposible…- aseguró.

Le di un sorbo a mi copa, intentando ganar tiempo.

-Va con el color de mi cabello y de mi piel. A veces siento que cuando uso algo de color azul la suerte está de mi lado.- contesté finalmente.

Rió a carcajadas, dándole un segundo trago a su copa y observándome de pies a cabeza, como si tuviera visión de rayos X. ¡¿Me habría manchado el vestido?! Lo examiné con cuidado y descubrí por qué Alan me miraba de esa manera… El vestido era azul.

...

-¿Hoy está la suerte de tu lado?- pregunté con burla.

Ja, ja ¡Suerte! Si supiera lo que le deparaba.

-Podría ser…- contestó encogiéndose de hombros.

Su estómago rugió ¡Suerte para mí que habíamos pasado junto al restaurante! Había olvidado por completo que los humanos se tenían que alimentar a determinadas horas del día.

Soltó un suspiro con cierta decepción y se recargó en su asiento al tiempo que se cruzaba de brazos y miraba hacia el suelo.

Lentamente mi risa se fue apagando.

Carraspeé.

-¿Qué estudias?- continué con el cuestionario.

-Soy maestra de física y química.- contestó con desgana.

-¿Científica?

Ella sonrió.

-En cierto sentido, sí- dijo levantando la mirada.

No pude evitar corresponderle la sonrisa.

-¿Puedo hacerle una pregunta un poco más personal, profesora?

¡A ver qué salía de esto!

-Depende de la pregunta- repuso a la defensiva.

Intenté adelantarme a su reacción antes de continuar.

-Como científica ¿Cree en el bien y en el mal?

-Es muy subjetiva esa pregunta…- comenzó lentamente- porque cada quién tiene su percepción de lo que es bueno y de lo que es malo. Y a lo largo del tiempo, la religión le ha metido a la gente la idea de que existe un infierno y un cielo. Dicen que es malo tomar los dulces de tu hermano, o descubrir nuevas cosas, en casos extremos. Pero dime ¿Es malo hacer descubrimientos para la humanidad?

Me encogí de hombros. En realidad me traía sin cuidado.

-Allí está lo subjetivo- continuó- la iglesia pensaba que era malo, tú no estás ni de un lado ni del otro y yo, pienso que es bueno.

Asentí con la cabeza.

-Bien… entonces… digamos, hipotéticamente hablando, que hubiera un ser del infierno frente a ti ¿Lo tomarías como algo malo?

Ella lo pensó por un momento.

-No. Lo tomaría por algo malo si me atacara y me matara.- miró hacia otro lado- ¿Qué sucedería si en realidad el infierno es un lugar tremendamente caliente, pero la gente no paga por sus pecados? La iglesia lo ha satanizado, pero nadie tiene pruebas de lo que pueda haber allí.

Sonreí. Pues ella muy pronto las tendría.

-Entonces dices que crees que haya bien y mal, pero a lo que se le llama “bien” y “mal” generalmente, no es lo mismo que tú crees- concluí.

Ella correspondió mi sonrisa y asintió con la cabeza.

-Interesante punto de vista- murmuré pensando en sus palabras.

-Sólo hipotéticamente, si el ser del infierno se acercara a mí y me dijera que sólo quiere una amistad, entonces, no lo tomaría por malo.- dijo con repentina seriedad.

Intercambiamos largas miradas. Intentaba asegurarme de que no hubiera descubierto mi identidad. Porque para mí, era todo lo contrario, los buenos eran los buenos y los malos eran los malos. Estaba seguro de que ella no me tomaría como algo bueno si viera en realidad lo que era.

-¿Y si yo fuera un ser del infierno?- no pude evitar preguntar, rompiendo el silencio.

Guardó silencio.

-¡El spaghetti!- nos interrumpió William, colocando el plato sobre la mesa.

Maldije para mis adentros, mientras soltaba su mirada y me volvía hacia la ventana. Tomé mi copa y le di otro trago.

-Gracias, William- dijo Sofía tímidamente.

-Buen apetito, señores- dijo William antes de irse.

“Ella no lo aceptará” Pensé con rabia “Lo sabía”.

2 comentarios:

  1. NESSY!!
    jajaja perdon por nunca pasar por tu blog y que tu siempre pasas por el mio! sabes? me hace sentir muy mal! eres muy linda :) te agradezco de corazon todo lo que has hecho porque hasta cuando me iba a salir de blogger me ayudaste y cuando regrese te emocionaste! jajaja tu si eres una seguidora fiel :')
    pues si :/ tengo un problema con una amiga que ya no es mi amiga y el problema es que esta en mi mismo grupito asi que ya te imaginaras que fastidiosa es la situacion
    pff :/
    a veces me tengo que ir yo porque de verdad, no quiero estar con ella!
    pero el lado bueno de las cosas es que asi tendre 2 grupitos :D jajaja

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.