lunes, 30 de enero de 2012

Laberintos gigantes

Bueno, pues creoo que esto de lo de ver cuándo quieren que publique funciona bien, porque así más o menos sé cuándo tiene tiempo ustedes, entonces puedo publicar en esos días hahahaha Pues bueno, como dije, vamos alternando. Aquí les traigo el siguiente capítuloo de ⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘, que esperoo que les guste y que las entretenga por un rato, porque como verán... a mí no me ha ido nada bien últimamente y me alegro muchísimoo de tener una forma de liberarme con la escritura ;)


“Una princesa no rehuye a sus problemas” recordé fugazmente.

Mi corazón se encogió. No pude soportarlo más y miré hacia atrás. Pero no me encontré con la decepción ni la tristeza en sus ojos, sino con su característica petulancia y suficiencia.

Sacudí la cabeza y volví la mirada hacia delante. Ya casi me olvidaba del pequeño detalle… ¡No viajaría con él!

-¿Y qué es lo que los trae por el mercado?- pregunté rompiendo el silencio.

Μεπ se volvió algo desorientado hacia mí. Parecía que lo había sacado de su ensoñación.

Me sonrojé.

-Lo siento, no quería interrumpirte…

-No, no, princesa- dijo rápidamente- lo siento yo por no estar prestando atención.

Su voz de repente aceleró los latidos de mi corazón ¿Pero qué me sucedía? Desvié la mirada, intentando que no viera cómo mis mejillas pasaban del rosado al rojo carmesí.

Μεπεσ miró a ambos lados con los nervios a flor de punta.

-Vinimos a revisar el comercio de tu padre. Los mëκαηες del pueblo no habían venido a tiempo como lo prometido y vinimos a supervisar y ver que no hubiera pasado nada.- contestó finalmente a mi pregunta.

Asentí con la cabeza.

-¿Y sucedió algo?- pregunté preocupada.

Μεπεσ me escrutó un momento con la mirada… ¿Desde cuándo tenía los ojos de aquel tono café, más acercándose al naranja? En realidad nunca me había fijado en ello hasta aquel instante.

Entonces sonrió cuando nuestras miradas finalmente se separaron.

-No, es sólo que los buscadores no mostraron la mercancía hasta hace poco y los intercambios no se pudieron hacer a tiempo.- me tranquilizó.

Correspondí a su sonrisa. El alivio cruzó mi cuerpo. Al menos ya me enteraba de que las cosas funcionaban bien en casa.

-¿Hace cuánto llegaste? ¿Cuándo te vas?- pregunté curiosa.

-Querrás decir cuándo nos vamos ¿Verdad?- contestó frunciendo dulcemente el ceño.

Le saqué la lengua divertida ¡No podía creer que volvía a casa! Aunque no me sentía precisamente feliz. El remordimiento me daba punzadas de dolor ¿Volver a ver a mi familia después de haber fallado? ¡No era lo correcto!

-Pensamos partir mañana por la mañana. Llegamos hace siete lunas y desde entonces nos hemos quedado en el ςστεrrα de los comerciantes de airgua.

Entonces las voces del mercado empezaron a escucharse en la lejanía. Rápidamente cubrí mi rostro con la capucha.

Μεπεσ observó mi acción con cierto desconcierto.

-¿Nadie debe ver tu rostro?- quiso saber.

Asentí con la cabeza.

Μεπεσ guardó silencio por un momento.

-Creo que ya entiendo…- susurró antes de levantar la voz- muchachos, tomemos el atajo por el bosque.

-Por supuesto, jefe- contestó uno de ellos al tiempo que cambiábamos de dirección.

Suspiré aliviada.

-Por cierto, tu amigo es como tu sombra ¿Verdad?- comentó Μεπεσ.

Lo miré incrédula ¿Hablaba de Σs’κα?

Μεπεσ me tomó por el mentón y me obligó a mirar hacia atrás. Σs’κα caminaba a unos metros detrás de nosotros, jugueteando aún con la piedra.

Mi confusión se acentuó… ¿No se supone que cada quién tomaba su camino?

-Dame un momento, Μεπ, tengo...

-El que necesites- dijo soltando suavemente mi mentón.

Sus manos al rozar mi mejilla me quemaron agradablemente. Lo miré por un momento antes de caminar hacia Σs’κα.

Él pareció no notar mi presencia. Pasó la piedra por su brazo y después por detrás de sus hombros, hasta que ésta salió disparada hacia el cielo y de un soplido, salió fuego de su boca, quemando la piedra, que instantes después cayó en sus manos.

-¿Se te ofrece algo?- preguntó sin dejar de juguetear con la piedra.

-¿Nos vienes siguiendo o es sólo que vas por el mismo camino?- repuse molesta.

Σs’κα sonrió de oreja a oreja.

-Ni la una ni la otra- contestó.- No porque hayas decidido irte con tu guerrero quiere decir que yo tenga que dejar de protegerte.

Fruncí el ceño.

-Puedo cuidarme sola, gracias- musité.

Σs’κα rió como si hubiera contado un chiste.

-Hablo en serio- insistí.

Σs’κα guardó silencio sin que la sonrisa se borrara de su rostro.

-Lo sé… pero lo siento en ti, princesa. Tú sabes que es un error volver a tu aldea, sólo estoy esperando a que le digas a tu querido Μεπεσ que tienes que ir con la diosa Diana- explicó al tiempo que la piedra rodaba por sus dedos.

¡¿Qué se creía?! ¡Era tan confiado! ¡Tan petulante que me sacaba de mis casillas!

Tomé la piedra de entre sus manos con la mano marcada y cerré los ojos. La piedra se rompió en miles de pedacitos que cayeron al suelo del bosque.

-¿Me escucharás un momento?- siseé molesta al abrir los ojos.

Todo atisbo de diversión en su rostro había desaparecido por completo.

-¿Cómo tocaste la piedra?- preguntó fríamente.

-¿Me escucharás?- insistí.

Σs’κα desvió la mirada hacia un árbol a nuestro lado antes de contestar.

-Adelante.

-Quiero volver a casa y quiero que tú vuelvas a casa.- sentencié.

Σs’κα sonrió secamente.

-¿Y crees que no lo sé?- musitó acercándose más de lo permitido.- Pero no todo en la vida está a sus órdenes, princesa.

Puse cara de pocos amigos.

-¿Y alguna vez dejarás de ser orgulloso, vuelo libre?- repuse intentando contener la rabia que me embargaba por dentro.

Su aliento rozaba mi rostro y su nariz parecía a punto de tocar la mía.

-No es algo que se pueda cambiar tan fácilmente…- contradijo- ¿Cómo tocaste la piedra? Estaba demasiado caliente como para poder tocarla.

Contuve la respiración.

-Si tú pudiste ¿Por qué yo no?

Hasta a mí me sonó absurdo ¡Él era el hijo del dios del fuego!

La sonrisa en su rostro se volvió burlona, al tiempo que se alejaba bruscamente de mí, dándome la espalda.

Solté el aire de golpe, acordándome de que tenía respirar y sacudí la cabeza.

-Mi marca me protege del calor.- contesté finalmente con cautela- Tú ves las ánimas ¿Verdad?

Σs’κα soltó una carcajada.

-¿Qué le hace pensar eso, princesa?- preguntó con una suavidad que se me antojaba amenazante.

Volvió la cabeza un poco, mirándome de reojo.

Intenté contestarle lo más tranquila posible.

-Supiste que no venían con intención de hacernos daño y también supiste que el hombre que me raptó en el mercado quería matarme ¿No es suficiente evidencia?- dije atando cabos.

-No soy el único que tiene sus secretos. Mi hermana Mina nuca me dijo que tú tenías visión áurica- comentó volviéndose finalmente hacia mí.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro.

-No soy tan inocente…

Sus ojos azules me atraparon por un momento, como si quisieran ver más allá de los míos.

-Pues esperaré a que cambies de opinión, princesa- sentenció tomando una segunda roca del suelo y jugueteando nuevamente con ella como si yo no estuviera allí.

Quedé desconcertada ¡Pero qué actitud tenía! No entendía sus cambios de humor y no esperaba entenderlos.

Volví junto a Μεπεσ y continuamos con la caminata por el bosque, hasta que llegamos a un extenso claro, donde más que suelo, había rocas de diferentes tamaños, algunas tan grandes, que a penas lograba tocar sus puntas. Juntas, formaban un laberinto natural.

Caminamos por allí sin vacilar hasta que llegamos al otro lado de aquel extraño camino y nos encontramos con un hoyo gigantesco en el suelo. Seguramente entraban dos personas al mismo tiempo con facilidad.

Los guerreros entraron de uno en uno al ςστεrrα, hasta que sólo quedamos Μεπεσ, Σs’κα y yo fuera.

No supe cómo reaccionar. La tensión era palpable en el aire. Ni Μεπεσ confiaba en Σs’κα ni Σs’κα en Μεπεσ. Los dos se lanzaron miradas amenazantes al tiempo que me daban el paso al ςστεrrα.

Solté un hondo suspiro antes de saltar.

Mis pies tocaron suelo al instante, pero la luz que llegaba de la entrada no era suficiente para alumbrar toda la estancia, que, al escuchar el eco de mis pasos, supe que era grande.

Entonces escuché cómo alguien caía al suelo, seguido de un segundo.

Me volví lentamente. Μεπεσ y Σs’κα caminaron hacia mí sin siquiera mirarse.

-Maldita sea…- musitó Μεπεσ.

Parecía tener algo en sus manos.

Σs’κα sonrió con sorna, al tiempo que cerraba el puño y lo abría, pero en llamas.

-¿Necesitas esto?- preguntó con suficiencia.

Rodé los ojos al tiempo que Μεπεσ negaba con la cabeza.

-No necesito de tu fuego, gracias, tengo el mío.- musitó tomando dos finas piedras del suelo.

Las restregó la una sobre la otra y a los pocos segundas, las chispas prendieron una antorcha que al tocarla, su punta se enredaba alrededor de tu brazo, para que no hubiera necesidad de tomarla y gastar tus energías en ello. Μεπεσ sonrió ahora con suficiencia mientras tomaba la delantera y nos conducía por aquel recinto gigantesco que gracias a las flamas del fuego, podía ver con mayor claridad.

-¡Vaya! Ilumina muy bien- comentó Μεπεσ.

Pero cuando el fuego de Σs’κα se apagó, la mayor parte de la iluminación desapareció, al punto que a duras penas podía ver mis pies.

Μεπεσ bufó.

-¿Lo ves?- dijo entre dientes- no necesitamos tu fuego.

Reí quedamente ¡Aquello de repente me parecía tan cómico!

Entramos por una cueva que se abría en forma de pasillo y parecía interminable.

Lo único que se escuchaba en la oscuridad eran nuestros pasos y nuestra respiración.

Era parte de los ςστεrrαι, en realidad. Era una forma de distraer a los enemigos. Así como el laberinto al aire libre, el interior de los ςστεrrαι era un laberinto, seguramente tres veces más grande y más peligroso. Pero los dueños siempre conocían el camino de memoria y al parecer, Μεπεσ también, porque no vaciló en ningún momento, llevándonos entonces hasta una cámara tan grande como el recinto de la entrada, sólo que el fuego ya no era necesario, porque la cámara parecía iluminada por pequeñas ranuras en el techo.

Mis miembros empezaron a temblar cuando el frío del aire me caló hasta los huesos. Pero mis ojos seguían maravillados por lo que veían. Justo en el centro había un pequeño estanque conectado con un riachuelo que entraba por una pequeña ranura en la pared del recinto, en cuyos extremos había puertas con un estilo algo desconocido para mí, pues eran altas y terminaban con un semicírculo. Y lo más sorprendente, era que la vida continuaba en aquel mundo subterráneo con flores de un tamaño desbordante. Sus hojas eran incluso más grandes que yo, a pesar de venir de una familia cuyos antepasados eran conocidos por su altura. Y de grosor que ni se dijera. Las flores en sí ya eran hermosas, de pétalos coloridos y pistilo brillante. Sus tallos parecían tan resistentes, que de un hilo conectado a la pared, la gente parecía haber colgado su ropa. Y justo cuando nos acercábamos a una de las puertas, se escucharon voces.

Me volví y miré a mí alrededor, buscando la procedencia de éstas, encontrándome entonces con hombres y mujeres, jóvenes o viejos que nos sonreían cálidamente al tiempo que se acercaban.

-Jefe Μεπεσ. Nos han informado que encontró a la hija del ϖσηηαβι- dijo el hombre a la cabeza del grupo.

Quise acercarme a presentarme, cuando Σs’ka se interpuso.

Lo miré confundida.

-¿Qué sucede?- pregunté en un susurro.

Σs’κα guardó silencio por un momento.

-Sí, un grupo de cazadores o guerreros, no estoy muy seguro, la atacaron. Llegamos un poco tarde para la acción ¿Verdad?- bromeó Μεπεσ al volverse hacia mí por un instante.

Sonreí disimuladamente.

-Me figuro que no es él…- comentó el hombre refiriéndose a Σs’κα.

Σs’κα cerró los ojos y se masajeó el puente de la nariz.

-Vámonos- propuso finalmente en un susurro.

Fruncí el ceño.

-Pero si acabamos de llegar…- repliqué.

Me penetró con la mirada por un momento sin soltar mis ojos, como si quisiera decirme algo.

Y por segunda vez olvidé respirar, hasta que sentí que el aire me faltaba.

Desvié la mirada hacia el suelo.

-¿Qué sucede?

-Hay alguien aquí… que no se emociona precisamente de tu llegada.- contestó finalmente.

Respiré con alivio.

-¿Es nada más eso?

Él asintió con la cabeza.

Sonreí.

-Son mi familia, Σs’κα. Vienen de mi pueblo. Algunos no le tienen cariño a la familia de mi padre, pero otros sí. Es obvio que no todos se alegren. Pero no puedo desconfiar de ellos, estoy segura que ninguno me haría daño.- lo persuadí.

Σs’κα suspiró al tiempo que se quitaba de mi camino.

-Un placer conocerlos, comerciantes de airgua.- me acerqué con pasos lentos, quitándome la capucha- Quisiera saber si me darían asilo mientras parto con mi amigo de la infancia Μεπεσ de vuelta a casa.

El hombre sonrió con una leve reverencia. Las marcas en su pecho desnudo y su rostro pintado de verde mostraban su experiencia por las tierras que seguramente había tenido que recorrer.

-Una grata sorpresa, princesa. Tenerla de invitada es un gran honor y por ende, que sea nuestra huésped nos ilusiona mucho- aseguró el hombre con el debido respeto.

¿Sería él del que tanto desconfiaba Σs’κα?

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