domingo, 1 de enero de 2012

La espada de oro

Bueno, pues, tengo problemas con los acentos en el teclado (Mi querida computadora ya cumplio un año conmigo y me siento feliz por ello hahahaha) Pero feliz año nuevo a todas. Todo lo mejor para este nuevo comienzo, para las nuevas oportunidades. Les deseoo muchisima inspiracion para escribir sus historias, que, de las que ya sigo, me encanta leer. En serio, que si alguien quiere que lea su historia, digamelo. Me entretiene muchisimoo leer las historias y escribir para que las demas lean ;)

Espero que les guste el nuevo capitulo y en serio que muchas gracias por los comentarios.


Entonces se escucharon pasos en la lejanía. El piso era de piedra. La estancia estaba iluminada únicamente por dos antorchas en cada lado del ancho pasillo.

El monje se adelantó varios pasos.

-Señor ¿Cómo estuvo su visita con el quemador?- preguntó.

Pero nadie contestó.

Los pasos pronto se escucharon más cercanos hasta que pude ver el rostro del jefe de la tribu Μαĸαħατ. Sus ojos eran maldad pura. Nos miraban fijamente a los ladrones y a mí.

-Mandó a su desobediente discípulo a mi cuidado.- contestó sin quitarnos la vista de encima.

Pude ver cómo la expresión del monje se volvía de horror.

Por primera vez el jefe desvió su mirada, observando atentamente al monje.

-Los demás monjes ya lo están atendiendo, cobarde.- musitó sonriente.

El monje bajó rápidamente la mirada.

-Señor, fui entrenado para recibir a los dioses con respeto y devoción, nunca con cobardía.- aseguró el monje.

El jefe bufó.

-¿Y quiénes son estos pordioseros andrajosos? ¿Qué es tan importante como para que pisaran el sagrado templo?- preguntó con desprecio, mirándome fijamente, como si yo fuera a decir algo.

-Venimos por la recompensa- dijo Garret.

Los ojos del jefe refulgieron con maldad, cuando se volvió lentamente hacia él.

-¿Cómo dices?- musitó.

-Encontramos a la princesa Καητο.- explicó Garret adelantándose unos pasos.

Me percaté entonces de que el jefe iba protegido por dos hombres escondidos en la penumbra del pasillo.

El jefe soltó una carcajada.

-Primero entrégame lo que quiero.- dijo burlón.

Ciertamente esta capa me hacía parecer todo menos princesa. Mientras no me la quitaran, todo estaría bien.

Y justo en el momento en que aquellos pensamientos cruzaban por mi cabeza, uno de los ladrones me quitó la capucha, dejando al descubierto mi rostro.

Toda burla desapareció del jefe.

El silencio reinó por largos segundos.

Yo me limité a fulminarlo con la mirada.

-La marca, muéstrenme la marca- exigió mirando mi rostro con avidez.

Uno de los ladrones retiró mi capa, dejando al descubierto mi brazo, que brillaba, avisándome que había peligro. Aunque en realidad no lo necesitaba, pues estaba completamente consciente de que estaba en peligro.

Entonces el jefe mostró sorpresa, admiración.

-En realidad la han capturado.- murmuró acercándose lentamente hacia mí.

Me miró directamente a los ojos pero desvié la mirada.

-Queremos la recompensa- exigió uno de los ladrones.

El jefe se volvió bruscamente hacia él.

-Tendrán su recompensa- dijo con desprecio.

Entonces extendió su mano y tomó mi brazo, ejerciendo una presión agotadora. Me atrajo hacia él y observó mi marca con atención.

-Protegida de la diosa Diana ¿Eh?- murmuró sacando un cuchillo de debajo de su túnica.-¿Eres la princesa Καητσ o eres una farsa como todas la otras mujeres traídas a mis dominios?- me interrogó.

Mantuve la boca cerrada, lanzándole una mirada asesina.

-Dicen que nadie, ni siquiera tu propia tribu ha visto tu rostro jamás. Sólo los dioses, tus padres y tus dos hermanos mayores- comentó pasando peligrosamente la cuchilla por mi marca.

“Mentira” pensé. Todos en mi pueblo conocían mi rostro.

Su mirada se volvió sombría mientras presionaba suavemente mi marca. Solté inevitablemente un gemido ahogado de dolor.

-Esta marca es verdadera…- murmuró para sí mismo- Sólo en tu tribu hay cazadores marcados de azul y a la familia real con plateado.

Nuevamente guardé silencio, pero la presión que ejercía el cuchillo sobre mi marca cada vez se hacía más fuerte.

-¡Habla!- exigió.

Solté un segundo gemido, sentía dolor, el puro dolor allí donde el mango del cuchillo presionaba.

E inesperadamente tomó el cordel de mi capa y lo desató. La capa resbaló por mis hombros hasta llegar al piso y dejar al descubierto mi vestido blanco.

Mantuve la cabeza erguida.

Él empezó a dar vueltas alrededor de mí. Tomó entre sus manos mi cabello trenzado que llegaba hasta por debajo de mi cintura, recogido en un broche de oro al igual que la tiara cuya punta comenzaba en mi frente.

Jaló mi trenza con violencia. Sentía que mi cabello caería, pero seguí guardando silencio.

Su rostro apareció al lado del mío.

-Morirás dignamente, princesa Καητσ- dijo enfatizando mi nombre.- Todo lo que necesito de ti, es tu sangre real para entregársela a los dioses y recibir la inmortalidad…- hizo una pausa- ¿Cuáles son tus últimas palabras?

No dije nada. Era tribu enemiga ¡Yo no hablaba con la tribu enemiga!

El jefe de los mακαħατ rugió con rabia.

-¡Tu silencio es enfermizo!- gritó jalando con mayor fuerza mi trenza.

Cerré los ojos, mordiéndome la lengua para no gritar de dolor.

Mis piernas empezaron a temblar, mis fuerzas flaqueaban. Todo por la flecha de energía pura.

-Suéltala, Νεřοκ- dijo una voz masculina y penetrante proveniente de la oscuridad.

Mi mirada se volvió borrosa, la tenía fija en el pasillo.

-Lo siento, pero ésa es una orden que tendré que desobedecer.- contestó el jefe Νεřοκ.

El silencio fue sepulcral por un momento ¿De dónde había venido la voz?

Lo que ocurrió a continuación fue tan rápido, que a penas tuve noción de ello. Miré desconcertada cómo el ladrón cojo caía al piso después de que una lanza quedara clavada en su corazón, seguido del segundo ladrón, cuyo cuello empezó a sangrar por razones desconocidas, provocando que cayera inerte al piso. Lo único que alcancé a notar en la muerte del tercer ladrón fueron unas manos sosteniendo una espada tan brillante como el oro. La espada se encajó en el estómago de Garret que soltó un grito antes de morir.

Rápidamente el jefe Nεřοκ soltó mi cabello, dando dos dudosos pasos hacia atrás.

-¡Él dijo que obedecerías mis órdenes!- chilló con desesperación.

De repente la espada ya amenazaba con cortar su cuello. El brazo venía de detrás de Nεřοκ, por lo que no pude ver el rostro de aquel desconocido. El jefe recibió un golpe en la espalda que lo hizo caer de rodillas.

-Yo no obedezco órdenes de monarcas que no dan respeto a su pueblo…- musitó aquella voz- vivirás… por ahora.

Y en aquel instante mis piernas no pudieron sostener mi peso. Terminé cayendo de rodillas igual que el jefe Nεřοκ.

Mis ojos se cerraron antes de caer inerte.

Lo último de lo que fui consciente, fue de cómo unos fuertes brazos me cargaban.

2 comentarios:

  1. Wou! Nessy el cap te quedo demasiado genial, me has dejado con la intriga y con las ganas de conocer a esa persona ademas de al nuevo protector de la princesa. la historia te esta quedando muy pero muy buena, me encanta como escribes. y por cierto, feliz año nuevo espero que la estés pasando genial. a una cosa mas, ya vi tu comentario en fire girl ^^ y tratare de publicar pronto.

    saludos,

    Lu.

    ResponderEliminar
  2. O.O AAAAAAAAHHHHHHHHHH lo ame¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ es el nueo guardian de la princesa?? ahahhahhah¡¡ piblica rapidooooooo plisssss¡¡
    besos¡¡¡

    ResponderEliminar

¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.