jueves, 29 de diciembre de 2011

Las decisiones del ħαδο

Bueno, pues, siempre me ocurre que siento que algo le falta a la historia... :/ hahahaha pero bueno, pues, les confesaré que antes traía otros planes en mente. Le iba a llamar viaje alrededor del mundo, y en lugar de ser historias largas o, mejor dicho, novelas, iban a ser pequeños relatos -la idea comenzó porque descubrí que la inspiración me traía muchísimas ideas a la cabeza, pero que eran sólo comienzos que no tenían final, por eso es que serían sencillamente historias que me llegaran a la cabeza-. Este en particular iba a ser corto. La cosa es que la imaginación me dio para más lejos y bueno, pues, de un pequeño relato, pasamos a una novela :/ :/ :/ El problema de que fuera a ser un relato, es que a veces me da la sensación de que la historia se queda corta. Porque como iba a ser "corta" la historia hahaha pues, tenía que ser más breve... y pues... aquí estamos.

Muchísimas gracias, Lu y Mindy, que ya me mandaron sus historias :3 :3 :3 ¡¡Ya las estoy leyendoooo!! Y bueno pues, a todas las demás ¡Anímense! ;)

Espero que les guste el capítulo :D :D


Entonces salió la segunda silueta justo detrás de mí. Me percaté de que había dos más a cada lado, que empezaban a salir de entre la penumbra.

Rápidamente me puse la capucha, recordando que no debían ver mi rostro. Me puse en posición de ataque, preguntándome a cuántos peligros más tendría que enfrentarme después de éste.

-¿Qué trae a un cazador encapuchado por aquí?- preguntó el ladrón frente a mí a sus compañeros.

Todos soltaron una carcajada.

-¿No tienes pertenencias?- preguntó el que estaba detrás.

Empecé a dar vueltas, observando sus movimientos, calculando mis posibilidades. Podía sentir las vibraciones en la tierra. Comenzaban acorralándome, pero alguno tendría que atacarme primero… sólo había que esperar el momento preciso.

Y justo en aquel instante, el que estaba detrás de mí, aceleró el paso. Rápidamente me volví y con el cuchillo, herí su hombro derecho y su palma izquierda.

La sonrisa burlona de los cuatro hombres desapareció.

-No es bueno que te abstengas o te irá peor- dijo uno de ellos.

¡Gracias a Diana! Mis nervios seguían intactos, pero mis sentidos estaban alerta… lo único que me fallaban eran las fuerzas.

El hombre arremetió, por lo que herí su mejilla y le di una patada en el estómago que le sacó el aire, provocando que cayera al piso.

-¡Tú elegiste!- gritó el que parecía el jefe antes de que los tres saltaran contra mí al mismo tiempo.

Rápidamente me quité, hiriendo a uno con el cuchillo en la antepierna, justo tras la rodilla. El hombre cayó al piso como su compañero y se retorció de dolor, soltando un grito lastimero, mientras los dos restantes me miraban rabiosos. No retrocedí ni un solo paso. Mina había dicho claramente que no me moviera de mi paradero…

Pero sus movimientos fueron tan rápidos que quedé aturdida. El primero me dio un puñetazo en el estómago, mientras que el segundo me tomaba de atrás por el cuello. Lo apretó con fuerza, quitándome el aire, provocando que mis pulmones no recibieran más oxígeno.

-Esto es por mis dos compañeros- me susurró al oído presionando con mayor fuerza.

Me moví con violencia. Pataleé, intenté dar golpes a ciegas, pero todo era en vano. A cada momento me debilitaba más. La capucha resbaló de mi rostro, dejando al descubierto mi identidad. Mis ojos empezaban a ver borroso, el aire ya se iba, ni siquiera podía sentir mi cuerpo.

-¡Espera!- dijo inesperadamente el ladrón- ¡Es mujer!

La presión ejercida sobre mi cuello desapareció después de esas palabras. El hombre se acercó a mí, tomándome por la barbilla. Desvié la mirada a pesar de que mis fuerzas a penas me daban para sostenerme en pie.

-Bella como una rosa… ¿Sabes, princesa Καητο, que te buscan por todos lados?- su aliento apestaba a alcohol.

Lo tenía tan cerca que hasta podía ver la mugre en su enmarañada y sucia barba.

-¿Cómo sabe que es ella, Garret?- preguntó el hombre que aún me sostenía ambos brazos detrás de la espalda.

-Quítale la capa y lo descubrirás por ti mismo, imbécil- le contestó bruscamente el hombre, que a cada momento apretaba con más fuerza mi barbilla.

Mi destrozado ánimo sólo me dio para escupirle en la cara y pisar el pie del otro, que soltó un alarido, soltándome. Di media vuelta y rápidamente salí corriendo, quitando al adolorido hombre de un empujón. Todavía tenía la sensación de que aquellas sucias manos presionaban salvajemente mi barbilla.

Pero entonces alguien jaló de mi capa, que amarrada por un listón a mi cuello, provocó que soltara un grito ahogado y cayera al piso.

-¿A dónde crees que vas, jovencita? ¿Sabes cuánto dan de recompensa por traerte viva?- dijo el tal Garret con un tono que más que nada era amenazador.

Me limité a fulminarlo con la mirada.

Quizás mi identidad me había salvado la vida en aquel instante, pero no había nada que pudiera salvarme de lo que parecía avecinarse y mucho menos mis fuerzas, que en aquel momento me hacían desfallecer ¡¿Por qué no había acompañado a Mina?! Quizás si hubiera sido así, no tendría los problemas que tenía ahora.

-¡Amárrenla!- ordenó Garret a sus compañeros.

Miré desorientada a mí alrededor, tirada en el piso como estaba, mis fuerzas ya no me servían de nada. Los cuatro hombres se acercaron a mí. Uno de ellos cojeando. Amarraron fuertemente mis dos manos y mis tobillos a una rama gigantesca que habían cortado de un árbol y entre tres, ya que uno de ellos no caminaba bien, cargaron la rama. Tremendo esfuerzo el que tenía que hacer para que aquello no me doliera ¡Iba de cabeza como si fueran a asarme! ¡Qué forma de tratar a una princesa!

Antes de quedar inconsciente pude ver que la luna a penas iba a la mitad del camino.

A intervalos en el camino mis ojos se entreabrían. Pero mi cabeza no se volteaba como le ordenaba y mis inútiles fuerzas no eran suficientes para forcejear, así que me limitaba a mirar. Mi rostro estaba vergonzosamente descubierto, al igual que mi vestido blanco y la marca plateada alrededor de mi brazo.

-Entraremos por atrás del templo- había escuchado que decía uno de ellos.

-¿Qué hacemos si alguien nos ve con ella?- preguntó otro.

Entonces me quitaron la capa y la pusieron de manera que cubría mi vestido y mi rostro.

-Es hermosa…- murmuró uno con descaro.

Mi vista quedó privada, por lo que dejé que mis miembros se destensaran. El dolor en mis muñecas y en mis tobillos era tal, que las lágrimas resbalaron por mi rostro, pero no dije nada. Quién sabe qué sería de mí, pero era mejor esto que tener que ver a mi tribu después del fracaso. Entonces recordé que los únicos que sabían de esta extraña misión eran mis padres y la diosa Diana… quizás no hubiese sido tan malo ver los rostros de mi familia cargados de decepción. Ayer estuve a punto de morir, pero el ħαδο había decidido que hoy sería mi muerte.

El frío empezaba a ser más fuerte y por la forma en la que inclinaban la rama, supe que íbamos cuesta arriba.

Cerré mis ojos con fuerza, deseando quedar inconsciente y librarme por un momento del dolor, pero mi cuerpo parecía hacer lo contrario a lo pedido. A cada momento el dolor se intensificaba. Y el tiempo ~que lo controlaba el dios Ċrση~ parecía eterno. Pronto mis lágrimas se secaron y mi ánimo me dio paz por un largo rato. Si tan sólo pudiera ver la luna…

El lugar por el que íbamos parecía iluminado, supe entonces que ya estábamos en el templo.

-El gran señor está cerca- dijo una voz masculina que transmitía tranquilidad.- fue a visitar al quemador…

Con escuchar aquellas palabras supe que estábamos en el templo del dios del Fuego, enemigo de la diosa luna Diana. Las tribus que eran protegidos por el dios del Fuego eran enemigas de las tribus que eran protegidas por la diosa Diana, como nosotros… como yo.

-Traemos una sorpresa para él.- informó Garret.

Con sólo pensar en aquel nombre, sentía náuseas.

-Esperen a que salga del oratorio- pidió la nueva voz con severidad.

Fue un largo y desesperante tiempo que tuvimos que esperar. Mis miembros temblaban no sólo por el dolor, sino que también por los nervios, por la incertidumbre de mi destino.

-¡Suéltenla!- ordenó Garret.

Lo primero que soltaron fueron las sogas de mis tobillos. Cuando mis pies tocaron suelo sentí tanto alivio, que no pude evitar sonreír.

Entonces me quitaron la capa y desamarraron mis muñecas.

Mis ojos se tardaron un rato en acostumbrarse a la nueva luz, pero lo primero que vieron fue la sangre de mis muñecas. Miré hacia mis pies descalzos y pude ver que mis tobillos sangraban al igual que las muñecas.

-¡Levántate!- me ordenó uno de los ladrones- ¡Y ponte la capa!

Me incorporé con pasmosa lentitud, hasta quedar completamente erguida. Miré mi cinturón, pero el cuchillo ya no estaba. Maldije para mis adentros; o me lo habían quitado, o se había quedado tirado en el bosque.

Me puse la capa con la misma lentitud con la que me había incorporado.

Uno de los ladrones golpeó mi rostro.

-¡Apúrate!- dijo rabioso.

Imaginé que sería el que había quedado cojo, pues había sido el más brusco hasta ahora… seguramente como venganza.

Mi pómulo empezó a sangrar.

Amarré el cordel de la capa alrededor de mi cuello y cubrí mi rostro, mirando al piso. Las heridas palpitaban como si fueran mi corazón. Incluso la que tenía en la espalda, ocasionada por las garras del oso la noche pasada. Más que nada, en aquel momento deseaba un baño… a parte de querer escapar. Pero mis fuerzas a penas me daban para mantenerme en pie.

Y por primera vez me fijé en el hombre que nos había recibido. Era de alta edad, calvo y vestido humildemente con un único taparrabos. Debía ser el monje del templo. Muy pocas civilizaciones tenían templos en dónde adorar a sus dioses. La mayoría se juntaba alrededor de las fogatas y hacía sacrificios, mientras que unos pocos dejaban que los monjes se encargaran de los sacrificios en los lejanos templos.

El hombre me miraba con compasión ¿Sabría él qué haría el “gran señor” conmigo como prisionera?

2 comentarios:

  1. Wou!!! me encanto y Nessy la historia te esta quedando muy linda en verdad, no es que se quede corta o algo así.

    saludos,

    Lu.

    ResponderEliminar
  2. me facina la historia¡¡ espero que puedas sacarle probecho¡¡ besos¡¡ espero ansiosamente el proximo cap¡¡ :*
    Bye¡

    ResponderEliminar

¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.