domingo, 10 de febrero de 2013

Vidas perdidas


Bueno, ahora que tengo más tiempo, me paso por aquí rápidamente para poder publicar el capítulo :D :D 

Cami, muchísimas gracias por tu comentario de hace dos entradas ;) justamente esa parte de la historia es en la que más me inspiré y en el final. Y ya sé que lo repito mucho, pero leer esos comentarios me hacen en serio seguir adelante.

Y bueno, Lu, no te preocupes por los comentarios !! Aún así muchas gracias por tus palabras. La verdad es que yo disfruto mucho escribiendo y muy pocas veces comparto lo que escribo, pero con esto de blogger, la verdad es que se ha vuelto un pasatiempos. Yo sé que la historia ya va a terminar, pero siempre tengo otras historias que contar !! hahaha te mando muchos saludos.

Para todas las demás, que se pasaron por el blog :D que ya vi por allí que sí leyeron el capítulo. Les mando saludos y las invito a que se sigan pasando :P ;)

Espero que este capítulo se suficiente atracción. 





-Debemos continuar…- insistió al tiempo que entrelazaba nuestros dedos y me arrastraba lejos del nuevo peligro que se avecinaba.

Tardé unos instantes en recobrar la compostura e igualar sus pasos. Pero nos vimos repentinamente rodeados de paredes del laberinto, quedando atrapados, acorralados por una gigantesca ola de agua por un lado y paredes de piedra negra por los otros.

Si había algo que había aprendido desde el comienzo de aquella travesía, era que no había que perder la esperanza hasta no haber echado un vistazo hacia arriba.

Cuando miré las paredes sólo fue cuestión de un breve intercambio de miradas antes de que ambos saltáramos hacia lados opuestos y nos impulsáramos con la pared para repetir la misma acción, hasta que finalmente llegamos a la delgada superficie sobre la piedra negra, en donde a penas cabía el ancho de mi pie, y comenzamos a correr igualando lentamente en tamaño a la ola que nos perseguía. Hasta que llegamos al punto en el que el pasillo que nos separaba se convirtió en un ancho y furibundo río que fluía con violencia en la misma dirección que la nuestra. Detrás de nosotros el río se desbordaba a caudales, invadiendo otros pasillos del laberinto. Pero estar a aquella altura, me sirvió para verificar mi paradero… o bueno, al menos eso pensaba, porque en realidad me sentí más desorientada de lo que ya estaba, encontrándome atrapada en un laberinto negro que parecía interminable. Me pregunté cuál sería nuestro destino o cuándo terminaría aquel juego de los dioses. Pero mis cavilaciones no pudieron durar mucho, pues pronto mi concentración se desvió hacia una figura blanca y uniforme en la lejanía, como una mujer alta y además de cuello largo que parecía levitar hacia nosotros con una rapidez vertiginosa.

Nuestros caminos se separaron de improvisto, sólo que aquello no disminuyó el gran temor que empezaba sentir.

-¡Σs’κα!- grité alarmada, saltando un pasillo ya invadido por el agua.

Σs’κα imitó mis movimientos y saltó otro pasillo, acortando la distancia que nos separaba. Pero a medida que corríamos más, parecía que alcanzarnos se volvería imposible.

-¡Σs’κα!- grité de nuevo al percatarme de que él estaba más cerca de la figura blanca y mortecina que yo.

Salté un pasillo más y corrí un poco más adelante para mejorar mi vista, preguntándome dónde estaban los brazos y los pies de aquella elegante muerte blanca, cuando caí en la cuenta de que aquello no era la muerta, ni mucho menos una mujer. Era el viento que se arremolinaba violentamente.

Di un salto acompañado de una voltereta y me acerqué un poco más hacia Σs’κα, que, a su vez, parecía acercarse más al remolino de viento a cada instante.

Me alarmé ¡¿Qué rayos pretendía?!

Una llama de fuego se escapó de entre sus manos, cruzando como culebra el viento arremolinado, pero su fuego se desvaneció pocos instantes después, sin haber ocasionado cambio alguno.

Salté hacia la siguiente barda sin detenerme a meditarlo cuando Σs’κα desapareció entre los aires.

Los latidos de mi corazón estaban fuera de control. No entendía cómo sería capaz de sacarlo de allí sin terminar atrapada de la misma forma. Pero si había algo que tenía claro, era que prefería terminar atrapada, que continuar sin él. Así que continué corriendo hacia delante sin perder el equilibrio en ningún instante y asegurándome de no caer en las fieras aguas que corrían a mis pies.

Estaba ya tan cerca de mi meta ~la cual no era tan difícil de alcanzar, porque de cualquier manera parecía venir directo hacia mí~. Sentí la fuerza descomunal de atracción que ejercía y busqué algún atisbo de algo que no fuera blanco y pudiera parecer un cuerpo. Pero para cuando quise retroceder ya era demasiado tarde y entendí entonces lo que había sucedido con Σs’κα. A pesar de la considerable distancia mi resistencia fue inútil. Mis pies se deslizaron por la superficie rocosa en contra de mi voluntad.

Entonces escuché un graznido más fuerte que el propio rugido que provocaban el viento y el agua juntos.

Y en el momento en el que cruzaron aquellos pensamientos por mi mente, se coló una idea salvadora.

No supe si funcionaría o no, pero me impulsé para saltar al agua sin siquiera pensar en las consecuencias. Mi cuerpo voló hacia delante, pero logré caer al agua, sólo que su fuerza no fue menor y me vi llevada por la corriente impertérrita, golpeándome fuertemente contra las paredes al dar vuelta. Entendí que había sido una mala idea, pero por más que intenté enmendar mi error, asirme a la piedra, el agua me jalaba violentamente lejos.

De repente me encontré bajo una sombra descomunal y no pude más que maldecir para mis adentros, porque a penas salía de un peligro y entraba en otro…

Unas garras se incrustaron en mi espalda, al tiempo que me sacaban del agua y me proyectaban hacia arriba. Solté un grito vertiginoso intentando no ver hacia abajo, pero mi posición no me lo permitía, mi rostro estaba dirigido hacia el agua. Intenté ver con claridad, preparándome para el impacto cuando un cuerpo azul grisáseo cruzó por mi visión.

Mis piernas cayeron tras sus alas y mi cuerpo sobre su espalda y la parte tracera de su cráneo. Pero antes de que pudiera siquiera tomar un respiro, la extraña ave desplumada y de piel brillosa como la de una rana, se precipitó hacia delante con tal potencia que tenía la sensación de que mi cabello se podría caer en el camino.

Me concentré en su piel, intentando tranquilizar mi respiración cuando descubrí mis marcas en ella. Y como si lo hubiera sabido desde siempre, coloqué mis manos sobre ellas y sentí una leve pero estrecha conexión con la mente del animal.

Comprendí sin grandes explicaciones que sus intenciones eran salvarme a mí y a mi compañero, y cuáles eran sus planes ¡Vaya inteligencia tenía aquel animal! ¡Era demasiado humana! No dudé que aquel era un ave legendaria de los dioses, que, contaban en las leyendas, habían sido grandes guardianes de los cielos hasta que su tiempo en la tierra se acabó y se extinguieron.

“Eres un ΞřțσΚ…” pensé sin rodeos.

El ave asintió y soltó a su vez un graznido antes de que entráramos en el remolino de viento.

“Inclínate” me ordenó.

No demoré ningún instante en obedecerle. Su cuerpo giró de improvisto hacia abajo, pero fue un movimiento tan rápido que no tuve tiempo de reacción para cuando ya me tenía entre sus garras. Sus alas me cubrieron, privándome completamente de la vista, dejándome escondida en una espesa capa de oscuridad.

Escuché su potente graznido y entendí que se comunicaba con un segundo acompañante, pero mi escudo de oscuridad era tan potente, que ni siquiera podía sentir la dirección del viento ni la velocidad. Sentía los latidos de su gigantesco corazón. Y al imaginarme la fuerza y la cadencia de sus latidos, supe que su corazón era seguramente más grande incluso que mi cabeza.

Conté y esperé.

No pasaron más de dos latidos, cuando el velo negro pareció descocerse y me encontré volando sobre el agua entre las garras del animal. Éste se elevó de improvisto hacia la infinita oscuridad que era el techo de aquel recinto divino, y como antes… lo que significa, sin previo aviso, me lanzó hacia arriba y se colocó para que mis piernas cayeran en su lomo de piel biscosa. Me aferré a su ancho cuello y miré a mí alrededor buscando el remolino de aire. Al localizarlo a poca distancia de nosotros noté cómo de entre su fuerte corriente se escapaba un bello animal que en lugar de tener cabeza, parecía ser un bello capucho rogizo cerrado, como los de las flores en el bosque, que descansan, cerrando sus pétalos durante la noche y se abren en el día. Así lentamente el ΞřțσΚ comenzó a descubrir su rostro animal. Entonces entendí el uso de aquellos pétalos que en realidad eran orejas. Eran para protegerse del fuerte viento… ¡Qué animales más sabios y poderosos! Si volaban con los ojos cerrados era porque tenían la misma capacidad que yo de avistar el aura. Y para aumentar mi sorpresa, descubrí a Σs’κα sentado sobre el lomo del animal, que, desde aquella perspectiva podía verlo con más detalle. Descubriendo unas alas, cada una tal larga como su cuerpo y unas garras que se curvaban al final por su tamaño, negras como el asabache. La verdad era que no parecía un animal muy amigable, cuando en realidad era mi salvador.

Coloqué suavemente mi mano marcada sobre sus marcas y nuevamente sentí la conexión con su mente.

“¿A dónde nos llevan?” pregunté al tiempo que sentía mi rostro contrayéndose hacia atrás por la velocidad a la que volábamos.

“A su último destino…”

Pero al escuchar aquella respuesta, el ave soltó un graznido atronador cuando comenzó a desplomarse hacia el suelo.

Solté un grito sintiendo el terrible vértigo rebolotear en mi estómago ¡Caíamos y mi protectora parecía inconsciente! Algo debía haberle dado.

Apreté los ojos con fuerza y rogué que despertara, buscando al otro ΞřțσΚ con la mirada. Desubrí que aquel también se desplomaba con mi verdadero protector aferrado a sus orejas.

“Despierta, hermana…” pensé desesperada.

Entonces me vino una idea a la cabeza…

Si estábamos conectados, entonces tal vez podría ordenarle a su cuerpo que aterrizara correctamente. Me esforcé en recalcar aquellas palabras, sintiendo cómo mi marca se iluminaba por el poder de mis pensamientos. La conexión se intensificó.

Mi visión se convirtió en la suya y nuestros corazones latieron con la misma cadencia, como si su sangre fluyera por mí también. Sentí un fuerte dolor en el pecho. Estábamos heridas.

Extendí nuestras relativamente nuevas alas, pero éstas no quisieron responder la petición.

Divisé la cercanía del suelo y sentí mi desesperación en aumento.

Apreté los dientes con fuerza y me concentré más.

El viento se cernía a nuestro alrededor, acelerando nuestra caída. Nuestras alas se extendieron débilmente.

Entonces me centré en colocar las patas de la manera correcta, a sabiendas de que era demasiado tarde para elevar el vuelo.

Y a duras penas las órdenes fueron acatadas, pero las patas del animal amortiguaron la caída. Un fuerte golpe en la cabeza me hizo soltar un gemido agudo de dolor. Podía imaginarme la sangre salir por mi magullada frente, pero cuando coloqué mi mano sobre ella, la sentí intacta, y entendí que quien había recibido el impacto había sido el ΞřțσΚ. Su dolor se volvía mío. Era tan fuerte y tan grande para un cuerpo tan pequeño como el mío. Además de que sentir su sufrimiento me hacía gritar de dolor.

Abrí los ojos de golpe cuando ambas yacíamos sobre el suelo. Mi cuerpo sobre el suyo y mis marcas sobre las suyas.

Gemí una vez más soltando fuertes lágrimas de dolor.

“Lo siento tanto…” pensé una y otra vez.

Y con la poca consciencia que le quedaba, me contestó.

“Continúa. Estamos cerca”

Negué con la cabeza, sintiendo las lágrimas invadir mi cuello.

“Mi camino termina aquí. No hay nada qué hacer.”

Ambas soltamos un gemido de dolor que pareció resonar por las paredes y propagarse por todos los pasillos.

Quité mi mano con violencia y me incorporé con dificultad, arrimándome hacia su cuello. Acaricié su gigantesca cabeza con dulzura, mientras las lágrimas se desbordaban por el mío, sintiendo su terrible pena.

Desenfundé mi cuchillo de caza.

-Vατ ηα ηενιö, νεrα cυ’rrτα δι ħεm.- murmuré antes de encajar el cuchillo en su yugular y ahorrarle la pena antes de morir.

Su acelerada pero potente respiración paró de improvisto. Pareció intentar sonreírme, aunque sus facciones animales no estaban acostumbradas, antes de que sus ojos se cerraran y su cuerpo quedara inerte en el suelo.

Cubrí mi rostro con ambas manos y sollocé en silencio.

¿Cuántos se habían sacrificado ya por mí y habían terminado terriblemente afectados? ¿Cuántos habían luchado por mi desconocida causa? ¡Aquellos eran precios que yo nunca había pedido pagar! ¡Era totalmente injusto! Era un dolor insoportable y una culpa que me consumía lentamente. Debía concluir con aquello. Era mi deber. Era mi destino. Era mi decisión. E incorporándome con decisión. Limpié mis lágrimas con brusquedad.

Era la heredera de Σραπαδε. Yo debía tomar su lugar y todo aquello terminaría por fin. 

1 comentario:

  1. Nessy, acabo de leerlo, me dio algo de pena por como murió :( pero me encantó como siempre la redacción :) espero que publiques pronto, por cierto donde esta Σs’κα? o.o

    saludos,

    Luciana

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.