Bueno, ahora que tengo más tiempo, me paso por aquí rápidamente para poder publicar el capítulo :D :D
Cami, muchísimas gracias por tu comentario de hace dos entradas ;) justamente esa parte de la historia es en la que más me inspiré y en el final. Y ya sé que lo repito mucho, pero leer esos comentarios me hacen en serio seguir adelante.
Y bueno, Lu, no te preocupes por los comentarios !! Aún así muchas gracias por tus palabras. La verdad es que yo disfruto mucho escribiendo y muy pocas veces comparto lo que escribo, pero con esto de blogger, la verdad es que se ha vuelto un pasatiempos. Yo sé que la historia ya va a terminar, pero siempre tengo otras historias que contar !! hahaha te mando muchos saludos.
Para todas las demás, que se pasaron por el blog :D que ya vi por allí que sí leyeron el capítulo. Les mando saludos y las invito a que se sigan pasando :P ;)
Espero que este capítulo se suficiente atracción.
-Debemos
continuar…- insistió al tiempo que entrelazaba nuestros dedos y me arrastraba
lejos del nuevo peligro que se avecinaba.
Tardé
unos instantes en recobrar la compostura e igualar sus pasos. Pero nos vimos
repentinamente rodeados de paredes del laberinto, quedando atrapados,
acorralados por una gigantesca ola de agua por un lado y paredes de piedra
negra por los otros.
Si
había algo que había aprendido desde el comienzo de aquella travesía, era que
no había que perder la esperanza hasta no haber echado un vistazo hacia arriba.
Cuando
miré las paredes sólo fue cuestión de un breve intercambio de miradas antes de
que ambos saltáramos hacia lados opuestos y nos impulsáramos con la pared para
repetir la misma acción, hasta que finalmente llegamos a la delgada superficie
sobre la piedra negra, en donde a penas cabía el ancho de mi pie, y comenzamos
a correr igualando lentamente en tamaño a la ola que nos perseguía. Hasta que
llegamos al punto en el que el pasillo que nos separaba se convirtió en un
ancho y furibundo río que fluía con violencia en la misma dirección que la
nuestra. Detrás de nosotros el río se desbordaba a caudales, invadiendo otros
pasillos del laberinto. Pero estar a aquella altura, me sirvió para verificar
mi paradero… o bueno, al menos eso pensaba, porque en realidad me sentí más
desorientada de lo que ya estaba, encontrándome atrapada en un laberinto negro
que parecía interminable. Me pregunté cuál sería nuestro destino o cuándo
terminaría aquel juego de los dioses. Pero mis cavilaciones no pudieron durar
mucho, pues pronto mi concentración se desvió hacia una figura blanca y
uniforme en la lejanía, como una mujer alta y además de cuello largo que
parecía levitar hacia nosotros con una rapidez vertiginosa.
Nuestros
caminos se separaron de improvisto, sólo que aquello no disminuyó el gran temor
que empezaba sentir.
-¡Σs’κα!-
grité alarmada, saltando un pasillo ya invadido por el agua.
Σs’κα
imitó mis movimientos y saltó otro pasillo, acortando la distancia que nos
separaba. Pero a medida que corríamos más, parecía que alcanzarnos se volvería
imposible.
-¡Σs’κα!-
grité de nuevo al percatarme de que él estaba más cerca de la figura blanca y
mortecina que yo.
Salté
un pasillo más y corrí un poco más adelante para mejorar mi vista, preguntándome dónde estaban los brazos y los pies de aquella elegante muerte
blanca, cuando caí en la cuenta de que aquello no era la muerta, ni mucho menos
una mujer. Era el viento que se arremolinaba violentamente.
Di un
salto acompañado de una voltereta y me acerqué un poco más hacia Σs’κα, que, a
su vez, parecía acercarse más al remolino de viento a cada instante.
Me
alarmé ¡¿Qué rayos pretendía?!
Una
llama de fuego se escapó de entre sus manos, cruzando como culebra el viento
arremolinado, pero su fuego se desvaneció pocos instantes después, sin haber
ocasionado cambio alguno.
Salté
hacia la siguiente barda sin detenerme a meditarlo cuando Σs’κα desapareció
entre los aires.
Los
latidos de mi corazón estaban fuera de control. No entendía cómo sería capaz de
sacarlo de allí sin terminar atrapada de la misma forma. Pero si había algo que
tenía claro, era que prefería terminar atrapada, que continuar sin él. Así que
continué corriendo hacia delante sin perder el equilibrio en ningún instante y
asegurándome de no caer en las fieras aguas que corrían a mis pies.
Estaba
ya tan cerca de mi meta ~la cual no era tan difícil de alcanzar, porque de
cualquier manera parecía venir directo hacia mí~. Sentí la fuerza descomunal de
atracción que ejercía y busqué algún atisbo de algo que no fuera blanco y
pudiera parecer un cuerpo. Pero para cuando quise retroceder ya era demasiado
tarde y entendí entonces lo que había sucedido con Σs’κα. A pesar de la
considerable distancia mi resistencia fue inútil. Mis pies se deslizaron por la
superficie rocosa en contra de mi voluntad.
Entonces
escuché un graznido más fuerte que el propio rugido que provocaban el viento y
el agua juntos.
Y en
el momento en el que cruzaron aquellos pensamientos por mi mente, se coló una
idea salvadora.
No
supe si funcionaría o no, pero me impulsé para saltar al agua sin siquiera
pensar en las consecuencias. Mi cuerpo voló hacia delante, pero logré caer al
agua, sólo que su fuerza no fue menor y me vi llevada por la corriente
impertérrita, golpeándome fuertemente contra las paredes al dar vuelta. Entendí
que había sido una mala idea, pero por más que intenté enmendar mi error,
asirme a la piedra, el agua me jalaba violentamente lejos.
De
repente me encontré bajo una sombra descomunal y no pude más que maldecir para
mis adentros, porque a penas salía de un peligro y entraba en otro…
Unas
garras se incrustaron en mi espalda, al tiempo que me sacaban del agua y me
proyectaban hacia arriba. Solté un grito vertiginoso intentando no ver hacia
abajo, pero mi posición no me lo permitía, mi rostro estaba dirigido hacia el
agua. Intenté ver con claridad, preparándome para el impacto cuando un cuerpo
azul grisáseo cruzó por mi visión.
Mis
piernas cayeron tras sus alas y mi cuerpo sobre su espalda y la parte tracera
de su cráneo. Pero antes de que pudiera siquiera tomar un respiro, la extraña
ave desplumada y de piel brillosa como la de una rana, se precipitó hacia
delante con tal potencia que tenía la sensación de que mi cabello se podría
caer en el camino.
Me
concentré en su piel, intentando tranquilizar mi respiración cuando descubrí
mis marcas en ella. Y como si lo hubiera sabido desde siempre, coloqué mis
manos sobre ellas y sentí una leve pero estrecha conexión con la mente del
animal.
Comprendí
sin grandes explicaciones que sus intenciones eran salvarme a mí y a mi
compañero, y cuáles eran sus planes ¡Vaya inteligencia tenía aquel animal! ¡Era
demasiado humana! No dudé que aquel era un ave legendaria de los dioses, que,
contaban en las leyendas, habían sido grandes guardianes de los cielos hasta
que su tiempo en la tierra se acabó y se extinguieron.
“Eres un ΞřțσΚ…” pensé sin rodeos.
El
ave asintió y soltó a su vez un graznido antes de que entráramos en el remolino de viento.
“Inclínate” me ordenó.
No
demoré ningún instante en obedecerle. Su cuerpo giró de improvisto hacia abajo,
pero fue un movimiento tan rápido que no tuve tiempo de reacción para cuando ya
me tenía entre sus garras. Sus alas me cubrieron, privándome completamente de
la vista, dejándome escondida en una espesa capa de oscuridad.
Escuché
su potente graznido y entendí que se comunicaba con un segundo acompañante,
pero mi escudo de oscuridad era tan potente, que ni siquiera podía sentir la
dirección del viento ni la velocidad. Sentía los latidos de su gigantesco
corazón. Y al imaginarme la fuerza y la cadencia de sus latidos, supe que su
corazón era seguramente más grande incluso que mi cabeza.
Conté
y esperé.
No
pasaron más de dos latidos, cuando el velo negro pareció descocerse y me
encontré volando sobre el agua entre las garras del animal. Éste se elevó de
improvisto hacia la infinita oscuridad que era el techo de aquel recinto
divino, y como antes… lo que significa, sin previo aviso, me lanzó hacia arriba
y se colocó para que mis piernas cayeran en su lomo de piel biscosa. Me aferré
a su ancho cuello y miré a mí alrededor buscando el remolino de aire. Al
localizarlo a poca distancia de nosotros noté cómo de entre su fuerte corriente
se escapaba un bello animal que en lugar de tener cabeza, parecía ser un bello
capucho rogizo cerrado, como los de las flores en el bosque, que descansan,
cerrando sus pétalos durante la noche y se abren en el día. Así lentamente el ΞřțσΚ comenzó a descubrir su rostro
animal. Entonces entendí el uso de aquellos pétalos que en realidad eran
orejas. Eran para protegerse del fuerte viento… ¡Qué animales más sabios y
poderosos! Si volaban con los ojos cerrados era porque tenían la misma capacidad
que yo de avistar el aura. Y para aumentar mi sorpresa, descubrí a Σs’κα
sentado sobre el lomo del animal, que, desde aquella perspectiva podía verlo
con más detalle. Descubriendo unas alas, cada una tal larga como su cuerpo y
unas garras que se curvaban al final por su tamaño, negras como el asabache. La
verdad era que no parecía un animal muy amigable, cuando en realidad era mi
salvador.
Coloqué
suavemente mi mano marcada sobre sus marcas y nuevamente sentí la conexión con
su mente.
“¿A
dónde nos llevan?” pregunté al tiempo que sentía mi rostro contrayéndose hacia
atrás por la velocidad a la que volábamos.
“A su
último destino…”
Pero
al escuchar aquella respuesta, el ave soltó un graznido atronador cuando
comenzó a desplomarse hacia el suelo.
Solté
un grito sintiendo el terrible vértigo rebolotear en mi estómago ¡Caíamos y mi
protectora parecía inconsciente! Algo debía haberle dado.
Apreté
los ojos con fuerza y rogué que despertara, buscando al otro ΞřțσΚ con la mirada. Desubrí que aquel
también se desplomaba con mi verdadero protector aferrado a sus orejas.
“Despierta,
hermana…” pensé desesperada.
Entonces
me vino una idea a la cabeza…
Si
estábamos conectados, entonces tal vez podría ordenarle a su cuerpo que
aterrizara correctamente. Me esforcé en recalcar aquellas palabras, sintiendo
cómo mi marca se iluminaba por el poder de mis pensamientos. La conexión se
intensificó.
Mi
visión se convirtió en la suya y nuestros corazones latieron con la misma
cadencia, como si su sangre fluyera por mí también. Sentí un fuerte dolor en el
pecho. Estábamos heridas.
Extendí
nuestras relativamente nuevas alas, pero éstas no quisieron responder la
petición.
Divisé
la cercanía del suelo y sentí mi desesperación en aumento.
Apreté
los dientes con fuerza y me concentré más.
El
viento se cernía a nuestro alrededor, acelerando nuestra caída. Nuestras alas
se extendieron débilmente.
Entonces
me centré en colocar las patas de la manera correcta, a sabiendas de que era
demasiado tarde para elevar el vuelo.
Y a
duras penas las órdenes fueron acatadas, pero las patas del animal amortiguaron
la caída. Un fuerte golpe en la cabeza me hizo soltar un gemido agudo de dolor.
Podía imaginarme la sangre salir por mi magullada frente, pero cuando coloqué
mi mano sobre ella, la sentí intacta, y entendí que quien había recibido el
impacto había sido el ΞřțσΚ. Su dolor
se volvía mío. Era tan fuerte y tan grande para un cuerpo tan pequeño como el
mío. Además de que sentir su sufrimiento me hacía gritar de dolor.
Abrí
los ojos de golpe cuando ambas yacíamos sobre el suelo. Mi cuerpo sobre el suyo
y mis marcas sobre las suyas.
Gemí
una vez más soltando fuertes lágrimas de dolor.
“Lo
siento tanto…” pensé una y otra vez.
Y con
la poca consciencia que le quedaba, me contestó.
“Continúa.
Estamos cerca”
Negué
con la cabeza, sintiendo las lágrimas invadir mi cuello.
“Mi
camino termina aquí. No hay nada qué hacer.”
Ambas
soltamos un gemido de dolor que pareció resonar por las paredes y propagarse
por todos los pasillos.
Quité
mi mano con violencia y me incorporé con dificultad, arrimándome hacia su
cuello. Acaricié su gigantesca cabeza con dulzura, mientras las lágrimas se
desbordaban por el mío, sintiendo su terrible pena.
Desenfundé
mi cuchillo de caza.
-Vατ
ηα ηενιö, νεrα cυ’rrτα δι ħεm.- murmuré antes de encajar el cuchillo en su
yugular y ahorrarle la pena antes de morir.
Su
acelerada pero potente respiración paró de improvisto. Pareció intentar
sonreírme, aunque sus facciones animales no estaban acostumbradas, antes de que
sus ojos se cerraran y su cuerpo quedara inerte en el suelo.
Cubrí
mi rostro con ambas manos y sollocé en silencio.
¿Cuántos
se habían sacrificado ya por mí y habían terminado terriblemente afectados?
¿Cuántos habían luchado por mi desconocida causa? ¡Aquellos eran precios que yo
nunca había pedido pagar! ¡Era totalmente injusto! Era un dolor insoportable y
una culpa que me consumía lentamente. Debía concluir con aquello. Era mi deber.
Era mi destino. Era mi decisión. E incorporándome con decisión. Limpié mis
lágrimas con brusquedad.
Era
la heredera de Σραπαδε. Yo debía tomar su lugar y
todo aquello terminaría por fin.
Nessy, acabo de leerlo, me dio algo de pena por como murió :( pero me encantó como siempre la redacción :) espero que publiques pronto, por cierto donde esta Σs’κα? o.o
ResponderEliminarsaludos,
Luciana