jueves, 5 de agosto de 2010

No comentaré nada esta vez... jiji ya que no tengo seguidores... aunque espero tenerlos algún día ;)




-¿No le pedirás permiso a tus padres?- le pregunté confundida.


-No. La única condición para que salga sin avisar es que traiga mi teléfono por si hay algún problema.- dijo encogiéndose de hombros.


Me limité a asentir.


Me percaté de la desconcertada mirada del señor Mateus. Empezaba a darme miedo, pero decidí ignorarlo, aferrándome más fuertemente al brazo de Danny.


Subimos al elevador y Danny presionó el botón de PB. Las puertas se abrieron mostrando nuevamente la recepción con la fuente y la escultura de oro. Me percaté, gracias a Dios, de que la recepcionista ya no era la misma. Caminamos hasta salir del edificio. Fue entonces cuando solté el brazo de Danny. Caminamos por el aparcamiento hasta llegar a la caseta de salida. Unas cuantas cuadras después estábamos en un parque.


-¿Vives cerca?- pregunté curiosa.


Si sabía que había un parque en este lugar, seguramente era porque ya había estado antes aquí.


-No muy lejos de aquí.- susurró.


Lo miré por un momento. Danny miraba a los niños del frente columpiándose.


-Déjame hacerte preguntas al azar.- dijo de repente con expresión divertida.


Lo miré con el seño fruncido. Eso era algo infantil.


Caminó hacia los columpios libres y se sentó en uno de ellos. Hice lo mismo.


-Está bien.- contesté cautelosa.


-Entonces ¿Cuál es tu color favorito?


-El color azul marino.


-¿Tu fruta favorita?


-El kiwi


-¿Tu programa favorito?


Eso sí lo tuve que pensar por un momento. Danny esperó pacientemente.


-National Geographic.- contesté lentamente.


Él asintió.


-¿Te gusta el agua de fresa?


Asentí.


-¿Cuál es tu comida favorita?


-Pasta.


-¿De cualquier tipo?


Asentí por segunda vez.


-¿Cómo se llaman tus amigas?


Reí.


-¿Para qué quieres saber eso?- pregunté confundida.


-No lo sé, fue la primera pregunta que se me ocurrió.- se excusó.


-¿Cómo sé que no eres un secuestrador? Sólo llevo 10 minutos contigo.- dije algo alarmada.


-Está bien,- dijo con repentina seriedad- cambiemos de pregunta entonces…


Nos quedamos callados por un momento.


-¿Tienes mascotas?


-Un pez, bueno, tuve.


-¿Un pez?- contestó incrédulo.


-Sí, se llamaba Freddy.


Danny empezó a reír a carcajadas.


-¿Freddy?- preguntó con la voz entrecortada.


Me sentí un poco ofendida.


-Bueno, el pececito me recordaba a un compañero que se llamaba Freddy.


Rió con mayor fuerza.


Lo pensé por un momento, en realidad era algo cómico. No pude evitar soltar una risita.


-¿Y tu hobby?


-Nadar…


Un bombardeo de preguntas, sí, eso era lo que me parecía. Me sentía en una sesión con el psicólogo, en la que te hacen preguntas que tienes que contestar lo primero que se te ocurra.

El primer respiro estaba segura había sido después de dos horas. Danny se había quedado pensativo. El sol estaba a punto de esconderse por completo.


-Es curioso.


Danny me empezaba a parecer… diferente a los demás. Pero eso no significaba que fuera malo, cada vez que escuchaba sus puntos de vista me sentía incitada a conocer más y conforme pasaba el tiempo iban volviéndose preguntas más personales, como “¿Has tenido novio?” “¿Tus papás siempre han estado juntos?” y a pesar de que pudieron haberme incomodado, pues en realidad estaba contenta.


-¿Por qué?- pregunté curiosa.


-¿Has notado que la mayoría de las respuestas guían hacia el mar? Azul marino, un pez de mascota, nadar, tener una casa en la playa, sirenas.


Nunca lo había pensado.


-Tienes razón.- susurré.- en realidad me gusta mucho el mar, qué observador- dije asombrada.


Danny me dedicó una sonrisa, a lo que le contesté con otra. Sí, él era completamente diferente a otros chicos. Por un momento sentí atracción hacia él.


En ese momento sonó su celular. Lo sacó de su bolsillo y contestó.


-¿Hola?


Hubo un largo silencio.


-Claro.


Después hubo uno que otro “Ah” o “claro” o “sí”, hasta que terminó de hablar y metió el celular a su bolsillo. Me miró por un momento.


-Es hora de regresar.- dijo.


Suspiré resignada, no quería irme de ahí y volver a la horrible fiesta de mis padres. A Danny se le dibujó una diminuta sonrisa en el rostro.


-Créeme que yo tampoco quiero regresar.- intentó convencerme.


Solté una tonta risita.


-¿Quieres que te columpie?- preguntó viéndome de pies a cabeza.


Lo miré confundida. “Eso no… o bueno… no estaría mal…” pensé para mis adentros.


Negué con la cabeza, pero Danny parecía tener la misma percepción que yo, pues se acercó a mí, colocándose detrás. Me empezó a empujar. Al principio no sentí nada, pero luego, empecé a reír. Se sentía tan bien volver a subirse a un columpio. No recordaba la última vez que me había subido a uno, pero no entendía por qué. Era una sensación grandiosa. Al poco rato, Danny se colocó enfrente de mí y esperó a que me bajara. Tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro. Le saqué la lengua.


-¿Qué pasa?- dijo divertido.


-Te había dicho que no.- me quejé.


-Eres una niñita, es sólo un columpio.- dijo ayudándome a levantarme.


Lo pensé por un momento.


-Tienes razón.

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