lunes, 14 de marzo de 2011

Pacto

Bueno, sólo les agradezco por los comentarios del capítulo pasado :P jejeje hoy no tengo mucho que comentar más que "Espero que lo disfruten" ;).


Caminábamos por la acera aquel crudo invierno, solo unos días después de mi cumpleaños.
La realidad es que, al siguiente día, después de la pelea con Jack, descubrí que no era el único que estaba molesto con Danny y conmigo. La realidad es que nunca hubiera esperado aquello de Roger... o quizás sí. Recordaba fugazmente que Miranda alguna vez me había mencionado que Roger estaba enamorado de mí, pero yo no le había escuchado. El problema fue que no me dirigió la palabra en todo el día, por más que le insistí, por más que le pregunté la razón. Miranda, que parecía intentar mantener una charla relajada, me comentó fugazmente que estaba enojado por la vuelta de Danny, que no era nada personal. Incluso mi papá le tenía pavor a la idea de que me encontrara con Danny, pero, después de largas discusiones, había accedido a que lo pudiera ver por lo menos una vez más.

Sacudí la cabeza, no quería recordar nada más, no ahora, que estaba junto a él.

Lentamente me volví hacia él con cierta duda.

Me tomó la mano infundiéndome valor.

Suspiré antes de comenzar.

-¿Qué vamos a hacer?- pregunté vacilante.

Danny sonrió, pero aquellos labios perfectamente proporcionados no profirieron ni una sola palabra.

Me escrutó con la mirada por largos segundos, pero rehuí la mía de la suya, temerosa de que me dispersara las ideas que meticulosamente había ordenado.

Lentamente su sonrisa se fue desvaneciendo y su semblante se volvió serio... triste. Aquellos ojos verde esmeralda perdieron su hermoso brillo.

Cuando entreabrió los labios supe que iba a contestar.

Esperé pacientemente, pero los minutos se me hicieron eternos.

Contuve la respiración.

-Me iré- dijo con fingida indiferencia.

Solté el aire bruscamente.

-Te irás- repetí con un hilo de voz.

Colocó nuestras manos entrelazadas sobre mi mejilla.

La acarició con la yema de los dedos y cerró los ojos, cerrando además aquellas hermosas puertas a su alma.

Su rostro quedó inexpresivo... Ni felicidad, pero tampoco tristeza. Me pregunté qué pensaría en aquel momento, pero no fui capaz de mediar palabra. Su tacto me tenía aturdida.

-Tengo que continuar con mis estudios.- soltó finalmente.

Mis labios se contrajeron en una mueca de disgusto.

-¿Qué?- preguntó recuperando repentinamente el buen humor.

-¡Vas a volver con ella!- exclamé con voz temblorosa.

Se detuvo en seco sin perder la sonrisa.

Me volví desconcertada.

Me atrajo hacia sí con suavidad hasta que quedé acorralada entre sus musculosos brazos.

Esta vez no puede rehuir su mirada. Su cautivadores ojos me habían atrapado entre sus redes. Su aliento embriagador alocaba mis sentidos.

Dio el primer roce, presionando suavemente sus labios sobre los míos.

Quedé abrumada, aturdida.

Sonrió con picardía antes de dar el segundo ataque.

Esta vez fue más duradero.

Mis latidos se soltaron desbocados. Mis ideas se dispersaron.

-¿Confías en mí?- preguntó con su voz aterciopelada.

-Yo... un segundo...- alcancé a articular.

¡Era demasiado débil para pedirle que me soltara y poder ordenar mis ideas!

Quise fulminarlo con la mirada, pero fue imposible.

Cerré los ojos, logrando antes ver su sonrisa burlona.

-Es injusto- protesté con un hilo de voz.

Sus labios rozaron mi frente.

-¿Qué es injusto?- preguntó con inocencia.

-Eres convenenciero- contesté con pasmosa lentitud.

Al notar la cercanía entre ambos, mis mejillas se ruborizaron.

-¿Algo más?- preguntó frunciendo el ceño.

-Yo...- tartamudeé.

¡Estaba segura de que quería decirle algo más! El tiempo empezaba a escaparse de mis manos.

-¿Confías en mí?- me susurró al oído.

Respiré hondo.

-Sí- contesté igual, en un susurro.

Su mirada rehuyó la mía.

Aquel semblante triste volvió a sustituir a la felicidad.

Su dedo pulgar formaba círculos en mi palma.

-También puedes confiar en mí- aseguré intentando adivinar sus pensamientos.

Sonrió sin que la felicidad le llegara a los ojos.

-Lo sé- alcancé a ver aquel destello verde en sus ojos- pero no confío en él.

Solté una carcajada cargada de alivio.

-Es eso...

Y aún así, él no me correspondió la sonrisa.

Suspiré. Solté nuestras manos entrelazadas y tomé su mentón, obligándolo a verme a los ojos.

-Jack es...- lo pensé por un momento- él no haría algo que no me guste... y recuerda... estamos peleados, no creo que me habla en meses...- susurré dolida.

Se zafó fácilmente de mi agarre, dándome a espalda, pero sin soltar mi mano derecha.

Jugueteó por un momento con nuestros dedos.

Me adelanté un paso y lo abracé por atrás.

-Danny, si confías en mi sano juicio, entonces también debes confiar en él.- hice una pausa- porque yo lo hago.

Tomó mi mano izquierda, y estrechando ambas, se movió ágilmente de forma que yo quedé entre sus brazos.

Lo observé desconcertada.

él sonrió pícaramente y besó mi mejilla.

-Es lo justo- sentenció- yo confío en ti y tú en mí.

-Estoy de acuerdo- concluí.

Entonces continuamos caminando.

-Vamos a mi casa, estoy seguro que hace tiempo que no ves a mi padre y a Fabián- dijo.

Sonreí de oreja a oreja.

-Estás en lo cierto.

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