martes, 1 de marzo de 2011

El oído de tierra

Bueno, como les dije antes, traigo otra historia en mente :D :D :D :D :D Aquí les dejo más o menos la introducción, el lunes voy a poner una encuesta, para ver si les gusta o no ;) :D :D :D :D O si prefieren, entonces les voy a pedir que comenten para saber su opinión :D :D :D :D :D :D


Bailar era mi pasión. Tomaba clases tres veces a la semana, una y otra vez. El balet era parte de mí. Lo sentía a cada paso, a cada movimiento. El despliegue, la fuerza al levantarse en puntitas. Lástima que mis papás nunca pudieron apreciar bien mi gusto, pues él estaba ciego y ella era sorda. Aunque a veces papá me decía que con solo escuchar la música sabía que yo bailaba excelente. Y a pesar de todo, no había forma de que deseara tener otros papás. Para mí ellos eran perfectos, para mí aquellos ojos cristalinos de una azul celeste, que observaban a su alrededor con atención, eran los más expresivos que había visto en cualquier rostro. Y aquellos oídos que parecían observar más incluso que el propio ojo de un felino, me dejaban siempre intrigada.
Aquel día sentía como si el tiempo se fuera a terminar. Era mi recital, era el momento, pero... al salir al bailar, sentí su mirada posada sobre mí. Me imaginaba sus ojos verdes observándome con sigilo. Y a pesar de que yo lo buscaba con la mirada ¡No lograba encontrarlo! Él me veía pero yo no lo veía a él. Sólo tenía el presentimiento de que aquella noche no sería tan exitosa como deseaba, sentía que aquella noche ya nada sería lo mismo. Y en efecto, en aquel momento, hubo una explosión en la entrada del teatro y para mi gran sorpresa ¡Era papá! La única diferencia era que antes no tenía alas y ahora tenía unas prominentes alas que parecían de plata... como un ángel.
Nadie hizo ni un sólo ruido, nadie pronunció ni una palabra. Mi corazón palpitó desbocado, porque yo sentía miedo.
Una espada dorada cruzó la habitación, fue tan rápido, que ni siquiera supe de dónde sacó papá la suya.
Entonces pude verlo y me sentí traicionada, era nada más y nada menos que Ayax...

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