lunes, 26 de diciembre de 2011

El nuevo protector

Bueno, pues... :D :D :D Feliz Navidad a todas ;) Aquí les dejo el siguiente capítulo que espero que les guste.

Lu, te lo dediqué con gusto ¡Muchas gracias por tus palabras!

Y Gig! K'rrera, Mindy ¡Me alegra mucho que me hayas mandado tu historia! ;) ;)


La maravilla de estas montañas era que justo en la cúspide no había más que nieve. Los ancestros decían que en las montañas habían nacido los dioses más poderosos, entre ellos, la veneranda Diana que era diosa de la tierra y la fertilidad, además de la noche. Las civilizaciones que habitaban por allá eran conocidas como ĸαπσrš o pueblos magistrales. Contaban las leyendas que el que llegaba hasta allá nunca volvía, pero al parecer las leyendas estaban equivocadas. Si Mina no me mentía, entonces ella venía de aquellos pueblos y aún así podía bajar con nosotros, los ŋöη’καπ, pueblos de agua. Agua, porque agua era nuestro origen, nuestra fuente de vida.

-Los dioses inventaron la leyenda para que los pueblos de agua no intentaran subir a las tierras sagradas- explicó Mina al leer mis pensamientos.- prefieren no ser molestados.

La miré desconcertada.

-¿Quieres decir que los dioses prefieren evitarnos?- pregunté dolida.

-No, sólo prefieren tenerlos en un solo lugar. Así pueden verlos y cuidarlos todo el tiempo- aclaró.

Asentí lentamente.

-¿Y qué hay de los ĸαπσrš?

-No son pueblos de gente, son pueblos de seres y dioses.- contestó a mi pregunta.

-¿Y la gente de agua que ha ido hasta allá?- quise saber- ¿Qué es de los que llegan allá?

-Son sometidos a una prueba. Mantienen su forma humana los que pasan la prueba- contestó.

¿Sería por eso que Mina estaba convertida en un leopardo? ¿No habría pasado la prueba?

-Mi caso es diferente- dijo al leer mis pensamientos.

Su tono era amenazador, reservado, así que, como la primera vez, preferí no ahondar en el tema.

-Hoy va a haber luna llena- comenté.

Mina rió.

-La diosa Diana dijo que te mandaría un nuevo protector cuando la luna esté en el punto más alto.- dijo Mina.

Suspiré.

-¿Y te volveré a ver?- pregunté con pesar.

Mina rió.

-Si llegan a tiempo, seguramente- contestó guiñándome un ojo.

Entonces noté que sus ojos eran azul celeste, como el cielo.

Solté un segundo suspiro.

-¿Puedo cazar?

Mina asintió.

-¡Pero no tienes flechas, querida!- exclamó de repente.

Sonreí.

-Es bueno ser princesa- fue todo lo que dije, antes de sacar mi arco.

Seguramente leyó mis pensamientos, pues no preguntó nada más.

Caminé entre los árboles, mirando atentamente a mí alrededor. Sentía la vida, desde los animales más pequeños escondidos en el suelo hasta los que estaban en los árboles. No necesitaba uno grande, sería demasiado para mí, no tendría la oportunidad de aprovecharlo todo.

Entonces recordé.

-¡Oh, lo siento!- me disculpé- olvidé preguntarte ¿Comes lo mismo que nosotros?

Miré a mí alrededor, pero no había rastro de Mina ¡Pero qué extraño!

Sacudí la cabeza y continué con mi búsqueda.

Concentré mi energía, cerré mis ojos, las presencias se aparecían ante mí como siluetas plateadas, ya que mi energía era plateada como mi marca. Había una ardilla sobre el árbol a mi lado, escondida en su madriguera, mientras que bajo éste, se escondía un zorro cuidando de sus crías, más lejos podía notar un ave, un poco más grande que mi mano.

Tensé el arco, mi flecha era energía pura de mi ser. La podía ver a pesar de tener los ojos cerrados. La silueta de ésta se dibujaba en el arco.

Apunté, parando mi marcha y observando mi presa con atención. Ésta parecía tan tranquila, ajena al temprano arrebato de su vida.

Metí aire en mis pulmones, juntando la fuerza suficiente en ambos brazos.

Solté la flecha, que salió disparada directamente al blanco. El ave cayó desplomada entre los arbustos.

“Nunca dejes que te invada el futuro ni el pasado, el pasado es arrepentimiento y el futuro es remordimiento. Si piensas sobre la vida de tu presa, dejarás que el sentimiento le gane a la razón, al igual que si piensas en las consecuencias de tus actos en la vida de la presa. Tu pensamiento debe estar en el presente, tu presente, donde sabes que aquel cuerpo te presta sus servicios, donde sabes que es necesario para ti.” Siempre decía mi maestro, el hombre que me había enseñado el arte de la caza.

Guardé el arco en la aljaba y abrí los ojos.

Mi respiración era agitada. Tomé aire tres veces antes de caminar lentamente hacia el arbusto donde había caído el ave.

-Λδ ανιηē- murmuré para mí misma tomándolo de las delgadas patitas.

Su cuerpecito inerte se balanceó suavemente, pero ya no había ni rastro de la flecha. Esto me costaría una noche entera de descanso.

-¿Flechas de plata?- preguntó Mina trepada en un árbol cercano.- ¿Y visión áurica?

Asentí lentamente.

-Es peligroso, cazadora. Deberías usarlo para casos que representen las flechas de plata tu última opción.- me instruyó.

Asentí lentamente por segunda vez.

-Tienes razón- coincidí.

-Será mejor que descansemos aquí. Prendamos una fogata para calentar tu comida.- propuso.

La miré extrañada.

-¿No tenemos un punto de encuentro con mi nuevo protector?- pregunté.

Mina rió.

-Lo teníamos, ahora lo prioritario es que te recuperes, cazadora.- contestó- yo iré por el protector y lo guiaré hasta aquí, pero tendrás que prometerme que no te moverás ¿Entendido?

-Esperaré cuanto sea necesario- aseguré.

Mina bajó del árbol.

Me pregunté cómo era que mi visión no la había marcado sobre el árbol.

-Yo no tengo aura, cariño. La perdí- contestó a mi pregunta.- me iré ahora para llegar a tiempo.

Asentí.

-Nos vemos, Mina- me despedí.

Ella me miró por largos segundos, como si dudara de su decisión, antes de desaparecer entre los árboles.

Miré a mí alrededor, sacando mi cuchillo de su funda. Corté algunas ramas de los árboles más próximos y con algunas hojas secas que encontré en el piso, formé una pila. Froté dos rocas sobre ésta, hasta que salieron chispas que prendieron el fuego.

-Vατ ηα ηενιö, ηöŋ νεrα cυ’rrτα δι ħεm. Vατ τυ’υπεω- murmuré mientras que con otra rama, tomaba el cuerpecito del ave, ya desplumado, y lo ponía al fuego.

“Gracias por tus servicios, hermano de agua, fluye con paz. Gracias veneranda diosa”

Esperé largos minutos hasta que el Sol empezó a desaparecer en el horizonte. El pellejo ya estaba dorado, así que lo saqué del fuego y esperé a que se enfriara ¡Qué manjar era esto! Hacía ya más de dos días que no comía más que frutas silvestres.

Cerré por un rato los ojos, disfrutando de los últimos rayos de Sol que alumbraban mi pálido rostro.

Me quité la capucha para que mi piel absorbiera mejor. Era tal el alivio que sentía, que por un momento olvidé que estaba en medio del bosque, lejos de mi hogar.

El olor de la carne dorada me penetró. Abrí los ojos con extremada lentitud y tomé el ave con ambas manos. Comer me ayudaría a recuperar gran parte de mis fuerzas.

Pero me disponía a dar mi primer mordida cuando sentí una presencia cercana. Miré detrás de mí, pero no lograba ver nada en el escondite que era la sombra que formaban los árboles. Pronto la luna salió del lado opuesto al Sol. “Diana ya está contigo” pensé mientras dejaba mi alimento sobre el piso. Me incorporé con dificultad y saqué mi cuchillo.

La primer silueta salió de entre las sombras. Obviamente era humana. Era un contorno inconfundible.

-Ladrones- dije para mí misma.

2 comentarios:

  1. Wou! te quedo supero hiper genial! ese humano será su nuevo protector? :D tengo muchas dudas y ya quiero seguir leyendo. ^^ Tu narración es asombrosa y ahora que leo las frases de caza, me han encantado. Felicitaciones y espero que sigas así. Por cierto, ya mande mi narración :) espero que te guste!

    saludos,

    Lu.

    ResponderEliminar
  2. Me Encano¡¡ espero el proximo cap¡
    Feliz Navidad¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
    Besos :*

    ResponderEliminar

¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.