miércoles, 29 de agosto de 2012

Curar a un dios


Bueno, contestando comentarios: 

Cami!! Muchísimas gracias, con esas palabras te juroo que me dan tantas ganas de publicar más seguido ¿Tú tienes algún blog?

Mindy :D ¿En serio la cazadora va a salir en tu novela? ¡Qué honor! :D :D :D Peroo si hace tiempo que no publicas!

Pues, para todos los demás que lean el blog, ya saben, como siempre, están bienvenidos a comentar y espero que les guste el capítulo.





Acomodé el arco, de forma que pude tensarlo. Apunté a los ojos y solté la flecha. El monstruo rugió rabioso mientras que con uno de sus brazos descomunales intentaba aplastarme. Al parecer le había dado.

Corrí antes de que el brazo cayera sobre mí. Saqué una segunda flecha y apunté nuevamente. La solté, pero ésta rebotó en el rostro del monstruo.

El primer ojo se recuperó, brillando con intensidad. Me tenía en la mira, eso lo podía notar. Con ambos brazos, dio un fuerte golpe en el suelo, que provocó que cayera hacia atrás.

Rápidamente rodé. Justo en mi antiguo paradero cayó su brazo entero, atorándose en su propia hendidura. Aproveché el momento, tensando el arco. Apunté, esta vez con más precisión y lancé la flecha. El monstruo rugió rabioso.

Su ojo se cerró mientras sacaba la cuarta flecha y apuntaba, pero el monstruo fue más rápido. Su gigantesca mano me sacó volando.

Me golpeé contra la pared congelada de la cueva. El impacto fue tal que por un momento creí desfallecer.

Caí al piso apenas logrando sostenerme con los brazos. Tomé aire antes de incorporarme con dificultad. Me encontré con las manos vacías y me alarmé, buscándolo con insistencia.

Había caído cerca de la entrada…

Y sin pensarlo dos veces, corrí hacia él, pero el monstruo me obstruyó el paso. ¡Maldita sea, había olvidado que el monstruo seguía allí!

Intenté cruzar bajo su deforme codo, pero lanzó nuevamente los filos de hielo. Yo no podía derretirlos, pero los esquivé con agilidad y corrí por debajo, derrapando al tomar el arco, me escondí tras una roca.

El monstruo ya había recuperado nuevamente la vista y supe que tendría que ser más rápida.

Busqué a Σs’κα con la mirada y lo encontré frente a la montañota que era el pie del monstruo. Parecía concentrado en algo, pero al ver yo a Σs’κα, el monstruo también se percató de su presencia.

Maldije para mis adentros, mientras sacaba la quinta flecha y apuntaba. Solté la flecha, pero a causa de mis temblores, fallé. Mis nervios se pusieron de punta al percatarme de que sólo me quedaban tres flechas. Saqué la sexta flecha. “Vamos, tú puedes…” Pensé para mis adentros recordando aquel momento en el lago, cuando Σs’κα me mostró cómo colocarme.

Tomé el arco… en un parpadeo…

Y en el siguiente, coloqué mis piernas la una separada de la otra.

Calculé… al tercero.

Y al cuarto… solté la flecha.

El ojo del monstruo se cerró acompañado de un rugido.
Con el séptimo tiro ambos ojos se cerraron. El monstruo se tambaleó, cayendo al piso.

Fue entonces cuando Σs’κα empezó a escalar el piel del monstruo con manos de fuego. Observé atentamente hasta que llegó a la punta del pie y lo perdí de vista. Un cierto alivio recorrió mi cuerpo, pero tuve que cubrir mis oídos al escuchar los estridentes rugidos del monstruo, que en menos de lo que hubiera esperado se incorporó con los ojos abiertos. Me preparé con la última flecha, viendo que Σs’κα ya iba por la rodilla.

Regresé mi concentración al ojo. Apunté y solté la flecha, que dio en el blanco. El monstruo pisaba una y otra vez como niño molesto.

La tierra temblaba a mis pies. Caí al piso justo en el instante que el monstruo, descontrolado, pasó su brazo por encima de mi cabeza.

Se volvió a tambalear, pero esta vez no cayó. Busqué a Σs’κα con la mirada, pero ya no lo encontraba.

Me alarmé. ¿Habría caído? ¿Lo habría aplastado el monstruo?

Entonces busqué con la mirada algo que pudiera sustituir a una flecha.

Tomé una de las piedras del piso y la lancé contra su pie, pero eso no parecía llamar la atención del monstruo, que se concentraba más bien en algo que se movía en su interior.

¡Σs’κα! ¡Había logrado entrar!

El monstruo golpeó su propio cuerpo, provocando fugas. El agua salió a chorros por su estómago como una cascada. Era tanta que parecía el furibundo río.

Empecé a escalar la roca grande frente a la cueva. Mi pie resbaló antes de llegar a la punta. Mi rostro sudaba. Si caía el agua me llevaría quién sabe a dónde si no es que me congelaba antes.

Me así fuertemente, llevando mi cuerpo hasta arriba. El agua pasó furiosamente, golpeando violentamente la roca, intentando llevársela como todo a su paso, mojando un poco las botas de nieve. Era tanta el agua, que me privaba la vista. No podía saber si Σs’κα lo había logrado, pero mi marca brillaba más que nunca ¿Aquello qué significaría?

La roca empezó a resquebrajarse y supe que aquí no podría salvarme del agua, así que salté a la uniforme pared exterior de la cueva, sosteniéndome con ahínco. El agua corría a mis pies, mojando mi vestido.

Subí cautelosamente, intentando no resbalar. El nivel del agua subía lentamente.

Entonces llegué hasta el techo de la cueva, dónde pude ver el corazón del monstruo. Σs’κα no estaba allí…

Pero de repente, el corazón brilló intensamente, dejándome deslumbrada, cubrí mi rostro con mis brazos, intentando ver entre ellos qué era lo que pasaba. Se escuchó una gran explosión cuando los filosos pedazos de hielo del cuerpo del monstruo salieron volando en diferentes direcciones. Y entonces rugió por última vez. Era tan estridente que tuve que cubrir mis oídos y apretar mis ojos con fuerza. Mi marca brillaba tan intensamente como el corazón del monstruo, lo sentía en mi cuerpo, en mi energía, que fluía, electrizante como un rayo. Y cuando mi marca perdió intensidad, supe que ya podía abrir los ojos. Y para mi gran sorpresa, lo primero que busqué, fue a Σs’κα entre el agua que todavía fluía cual bestia salvaje.

Descubrí su cuerpo flotando aún, gracias a la gigantesca roca a la que había escalado antes.

No dudé en ningún momento que debía salvarlo. Él ya había salvado la mía dos veces.

Tomé vuelo antes de dar una doble voltereta en el aire y caer en la roca sin perder el equilibrio. Me puse de rodillas justo en la orilla y tomé a Σs’κα de las axilas. Intenté jalarlo, pero era muy pesado.

-Vamos, Σs’κα- dije con voz forzada.- despierta, necesito tu ayuda para subirte.

Pero Σs’κα permaneció inerte en el agua. Hice un segundo esfuerzo sacando fuerzas de no sé dónde y finalmente, logré asirlo. Su cabeza quedó sobre mis piernas. Parecía un niño dormido con una suave sonrisa, como si en aquel mundo secreto de los sueños estuviera feliz, tal y como lo había visto soñar aquella mañana. 

Esperé pacientemente a que toda el agua se fuera. Cuando el camino estuviera seco, tendría que bajar a Σs’κα, que a pesar de todo no despertaba. La única razón por la que sabía que él sólo estaba inconsciente, era por su acompasada respiración.

Entonces una ráfaga de viento voló parte de su capa roja, dejando al descubierto una herida profunda que sangraba sin cesar.

Corté toda la parte inferior de mi vestido y remojándola un poco en el agua, limpié suavemente la herida, quitándole la armadura de cuero que traía ¡Vaya cuerpo, debía admitir! Estaba tan esculpido que hasta me causó escalofríos. Pero no me detuve ni un momento más en pensar en eso. Corté una larga tira de mi vestido y la amarré alrededor de la espalda y el abdomen para retener la sangre, mientras encontraba la manera de bajar de allí y buscar ayuda. Era tan fácil morir por aquellas heridas, pero no sabía cómo curar a un dios…

jueves, 23 de agosto de 2012

La furia de los dioses


Bueno, pues verán que de nuevo me estuve mudando y acostumbrarme me ha costado mucho trabajo, por la escuela, la casa... entonces hasta ahora, después de haber entrado a clases, he podido publicar. Pero aún así estoy contentísima de dos cosas que quiero compartir con ustedes.

La primera es que... ¡¡¡GANÉ UN PREMIO!!! Hacía tanto que no me ganaba uno... :D :D :D :D :D :D Que estoy feliz, feliz, feliz. Así que, primero que nada, quiero darle las gracias a Mindy, de "Inalcanzable", que muy linda se ha tomado la molestia de sacarme una sonrisa :D :D :D Así que muchísimas gracias. Aquí se los muestro con muchísimo orgullo:


La segunda es que, descubrí una nueva seguidora que hasta comentó el capítulo pasado, y comentó la entrada en la que dudaba yo de seguir escribiendo. Y eso, Lau, te lo agradezco muchísimo :D :D :D Espero que, a pesar de que me tarde tanto en publicar, sigas con las aventuras de la princesa y su protector, y las disfrutes :D :D 

Así que, ya después de esto, les pongo el capítulo. Muchas gracias a todos por leer ;) 






Entonces él miró de nuevo hacia el cielo, rompiéndome del hechizo que era su mirada y como por arte de magia, la lucidez regresó a mí.

Me incorporé con extremada lentitud y me acerqué de nuevo a la orilla. Mi vestido era un desastre. El lodo se había combinado con la sangre de las heridas que habían abierto las piedras en el camino cuesta abajo y la sangre de la herida en mi brazo que había perdido gran parte de las hiervas. Enjuagué con extremado cuidado cada una de mis extremidades, sintiendo su mirada sobre mí.

Intenté no inmutarme, hasta que las manchas de sangre adquirieron un color rosado y pude aprovechar las hiervas que me quedaban para hacer una nueva venda improvisada.

Respiré hondo antes de incorporarme y mirar hacia su dirección.

Correspondió mi mirada con sorna antes de darme la espalda y comenzar a caminar.

Bufé mientras me adentraba en el bosque pisándole los talones. El camino cada vez se hacía más sinuoso y el clima, más frío. Los árboles empezaban a llenarse de nieve y mis pies empezaban a  enfriarse al igual que el resto de mi cuerpo. Empecé por dejar de sentir la nariz, seguido de los dedos de las manos y los pies. El piso empezó a ponerse nevado también y allí empecé a preguntarme cuánto caminaríamos. Desde la altura todo se veía tan cerca…

El Sol empezó a meterse por el horizonte, pero el frío quemaba mi rostro, a tal grado que mi pómulo empezó a sangrar, a pesar de que aquella herida ~que seguramente había recibido por los ladrones antes de conocer a Σs’κα~ hubiera sanado hacía más de una luna.

Σs’κα no se volvía ni para ver cómo iba, pero no importaba…

Paramos en una cueva cuando lo único que quedaba del Sol era su luz en diferentes tonalidades de naranja y rojo.

Ya dentro de la oscura cueva, prendimos una fogata con leños que Σs’κα había conseguido. De su mano salió el fuego que prendió los leños. Y cuando la cueva empezó a calentarse, mis miembros también, aunque no lo suficiente. Allí descubrí qué era todo el cargamento en su espalda. Σs’ka sacó piel de oso para cubrirse y botas para la nieve que después me entregó y terminé rechazando.

“Nunca aceptes nada de las tribus enemigas” había dicho mi padre al despedirse.

Él no dijo nada. Indiferente, tomó ambas cosas y las puso a su lado. Estaba escondido bajo su capa roja, por lo que no podía ver su rostro, lo que me provocaba escalofríos.

Pero no me quejé a pesar de tener todavía los pies congelados y de estarme muriendo de frío, no me quejé a pesar de que la herida en el brazo me dolía como si el cuchillo mismo estuviera allí… No caería para terminar bajo su cobijo.

Y después de que la oscuridad de la noche ya era patente, exhausta, dormí arrinconada junto a una piedra. Mi cuerpo soltaba fuertes temblores, provocando que mi sueño no pudiera ser profundo.

Entonces sentí que aquellas fuertes y cálidas manos me tomaban entre sus brazos. Aquel cuerpo era tan caliente como una fogata, que el frío desapareció al instante, pero no me atreví a abrir los ojos a pesar de estar medio consciente. Mi cabeza estaba recargada sobre su duro pecho, mientras que mis pies se calentaban con la verdadera fogata- Cuando ya estuvieron casi ardiendo, las manos los cubrieron con las botas de nieve después de que mi cuerpo fue devuelto al piso. Afelpada y cálida para un profundo sueño después de largos días sin descansar, me acurruqué en la piel de oso que las mismas manos me habían puesto para calentarme.



Me desperté por el sofocante calor que hacía bajo la piel de oso. Mi cuerpo sudaba.

Entonces la cueva empezó a temblar. Era tan fuerte el temblor que me golpeé contra la piedra.

-¡Au!- murmuré.

Σs’κα estaba fuera de la cueva, mirando algo que mi vista no alcanzaba a divisar ¿Me había perdido de algo?

Me incorporé con rapidez y saqué mi arco, mi marca brillaba con intensidad, avisándome que algo andaba mal.

Caminé hacia él.

-¿Cuántas flechas te quedan?- dijo sin voltearme a ver.

Encontré ocho flechas en mi aljaba de las quince que tenía antes… ¡Había perdido tres en la caída! Además de las cuatro que habíamos utilizado para nuestro juego. Pero ocho eran suficientes, tenían que serlo para lo que fuera contra lo que nos enfrentáramos.

Tensé el arco y busqué con la mirada aquello que estaba provocando los temblores sobrenaturales.

-¿Por qué me cubriste?- pregunté experimentando dos sentimientos a la vez.

-Porque te estabas congelando.- contestó sin inmutarse.

-¿Por qué te atreviste a tocarme?- pregunté entonces.

-Porque hubieses perdido los pies si no te hubiera calentado y no te hubiera puesto las botas- contestó aún sin inmutarse.

Suspiré.

-Gracias…

En ese momento encontré lo que buscaba. Parecía una persona de lejos, pero conforme se iba acercando, iba creciendo.

Σs’κα sacó su espada de su funda.

Por un momento los latidos de mi corazón se aceleraron, rápidamente me volví hacia el monstruo. Ahora podía ver sus ojos verdes, como dos luces situadas en su cara. Su cuerpo parecía querer imitar el de un humano, pero sus brazos eran más largos que sus piernas y su rostro era como un óvalo acostado, que lo hacía ver grotesco y jorobado. Sus pies eran dos montañas gigantes hechas a base de hielo. En realidad, todo su cuerpo era de hielo y justo en dónde debía ir su corazón, había un diamante, verde como sus ojos.

Conforme se iba acercando, los temblores se iban haciendo más fuertes y cuando quedamos frente a frente, el monstruo parecía tan alto como el cielo.

-La única forma de matarlo…- me susurró Σs’κα al oído- es entrando a su cuerpo y rompiendo el cristal que vez allí en donde debería estar su corazón. El problema es…

-Que el agua dentro del monstruo es casi hielo y te congelas- concluí por él asintiendo lentamente.

-¿Confías en mí?

Aquella pregunta me tomó por sorpresa.

El monstruo rugió con fuerza, provocando que mis miembros temblaran.

-¿Qué?- dije volviéndome hacia él.

-¿Confías en mí?- repitió.

-Yo…- dudé- sí.

Ambos caímos al piso, incapaces de mantenernos de pie.

-¿Harás caso a lo que te digo, pase lo que pase?- preguntó.

Nos incorporamos lo más rápido que pudimos, para terminar saltando hacia diferentes direcciones.

-Por supuesto.

Aunque supiera que después me arrepentiría de lo que dije.

El brazo del monstruo cayó en nuestro antiguo paradero. Rugió con rabia, sintiendo cómo los latidos de mi corazón se aceleraban… Nunca en mi vida había luchado contra algo tan grande como esto.

-Entonces, tú tendrás que distraerlo, mientras…

Se vio interrumpido cuando decenas de cristales de hielo filosos se acercaban a toda velocidad a nosotros.

Σs’κα saltó sobre mí, provocando que cayéramos al piso el uno sobre el otro. Su cuerpo me cubrió de cualquiera de aquellos cristales de hielo, que, cuando se acercaban a su cuerpo, se derretían hasta convertirse en agua. Quedé asombrada ¿Cómo era que lo hacía? “Es hijo del dios del fuego” insistió aquella vocecita.

-¿Yo? ¿Y cómo lo distraigo?- protesté.

-Con tus flechas. Si le das en los ojos, quedará ciego por un momento, mientras tanto, yo haré un hoyo en su pierna y entraré a él ¿Entendido?- me instruyó.

-Muy bien.

Por un momento intercambiamos miradas. Veía el sacrificio en sus ojos, nadaría para salvar nuestras vidas.

Entonces se quitó y me ayudó a incorporarme cuando una segunda carga de aquellos cristales de hielo se dirigía hacia nosotros. Me abrazó fuertemente cubriendo mi rostro. Chocamos contra la pared de la cueva cuando los cristales de hielo nuevamente se aproximaron a nosotros y se derritieron.

-Ahora- me susurró suavemente al oído antes de soltarme y salir corriendo.

jueves, 9 de agosto de 2012

El felino y el agua


-¿Por qué no puedo saber nada de ti? ¿Por qué te cierras tanto hacia los demás?- pregunté molesta.

-Para empezar, princesa, tu y yo no somos precisamente amigos.- contestó.

Y aunque sus palabras me dolieron, supe que tenía razón y que desde el principio aquello había quedado claro.

Bajé la mirada y medité sobre sus palabras.

-Necesito pedirte una tregua momentánea…- dije rompiendo el silencio.

¡Estaba harta de tantas peleas! Ya hasta había perdido la cuenta.

Me volví hacia él para evaluar su reacción. Parecía querer replicar, sonriendo burlón, pero aquella sonrisa desapareció de improvisto y su mirada se desvió.

Entonces su Ζēκδ’ą sacudió la cabeza con ímpetu, provocando que Σs’κα, desconcertado, se aferrara a sus astas justo a tiempo antes de caer. Se sostuvo por un instante con los músculos tensos y la mirada seria. Su Ζēκδ’ą gruñó con gravedad, como si lo estuviera reprochando por ser cabeza dura y sacudió nuevamente la cabeza. Σs’κα abrió los ojos como platos antes de aferrarse ahora con ambas manos.

Una carcajada se escapó de mis labios. Y sin poder evitarlo, rompí en carcajadas inclinándome hacia atrás. Σs’κα me miró frunciendo el ceño. Descubrí una media sonrisa en su rostro cuando vi su fuerte mano dirigirse hacia mí. Y como siempre, sus movimientos gatunos y casi imperceptibles me tomaron por sorpresa. Su mano se aferró a mi brazo y lo jaló hacia abajo, provocando que perdiera el equilibrio y como única reacción posible y lógica, me aferré a su mano con fuerza, precipitándome al duro suelo. Y contenta de mi logro, ambos caímos rodando. Tuve miedo de que las monstruosas patas de los Ζēκδ’æ pisaran alguna de mis extremidades, pero Σs’κα parecía lo suficientemente ágil para mover mi cuerpo y el suyo justo en el instante que los Ζēκδ’æ pasaban rozando nuestros rostros. Rodamos por la tierra de un color rojo hasta que terminamos rebasando al propio líder de la manada y continuamos libremente cuesta abajo, sin poder retener nuestros cuerpos. Sentí sus manos rodear mi espalda, mientras que escondía mi rostro en su duro pecho. Ambos reíamos irremediablemente.

-¡Estás loco!- grité cuando entramos a un camino rocoso.

Sentía las piedras rasgar mis piernas y sobre todo mi vestido mientras continuábamos rodando y me pregunté si nuestra travesía tendría en algún momento fin.

-Creo que podemos mejorarlo…- dijo Σs’κα con una picardía contagiosa.

Y en ese momento se escuchó una explosión, cuando nos impulsamos en el aire. Sentí cómo dos flechas se desprendían de mi aljaba y caían. Grité sintiendo cómo el aire se infiltraba por todos lados. Mis oídos se taparon, mientras me acurrucaba más profundamente entre sus brazos, con la idea de que así minimizaría el golpe de la caída.

-¡¿Cómo vamos a aterrizar?!- grité aterrorizada.

Levanté por un instante mi rostro encontrándome con sus ojos, que refulgían cargados de energía.

Sonrió radiante, pero guardó silencio y me pregunté si me abría escuchado. Sentía mi estómago revuelto. El miedo me invadió lentamente cuando escuché sus únicas dos palabras.

-Oh, oh...

Y esperé lo peor.

De repente caíamos en picada con las cabezas dirigidas hacia el suelo. Grité como loca, aferrándome a él como animalito asustado. Escuché su risa estridente a pesar de que me era casi imposible por el viento.

Mis cabellos se empaparon cuando tocamos finalmente nuestro destino, el agua. Me atraganté de agua al tiempo que nuestros cuerpos automáticamente se separaban. La ropa me pesaba, pero mi cuerpo me regresó a la superficie, donde saqué mi rostro con ímpetu, buscando aire. Nadé con esfuerzo al tiempo que una nueva ronda de agua mi tomaba por sorpresa. Era una corriente fuerte. Y con un esfuerzo que me pareció agotador, llegué finalmente a la orilla donde me arrastré hasta que mi cuerpo dejó de tocar el agua. Σs’κα parecía tener más problemas que yo, como si el agua fuera su enemigo y llegó finalmente arrastrándose junto a mí con la respiración entrecortada. Se masajeó las sienes.

Ambos tomamos un respiro.

-¿Le temes al agua?- pregunté con voz ronca.

Me sentía hecha una sopa. Mi ropa pesaba sobremanera, en especial la funda de mi arco, por lo que dejé caer mi aljaba al suelo.

-No somos precisamente amigos- musitó con la respiración acelerada.

Solté una carcajada involuntaria. Y después de aquella, un ataque repentino provocó que me atragantara mientras continuaba riendo.

Σs’κα me miró frunciendo el ceño.

-¿Qué es tan chistoso de todo esto?- preguntó escéptico.

Me incorporé con cierta dificultad, al tiempo que el agua me escurría por todos lados y me acerqué a la orilla antes de salpicarlo.

Σs’κα se incorporó como poseído y se alejó lo más posible.

A continuación me vi dominada por un segundo ataque. Fue tal la fuerza, que terminé tirada en el suelo y con dolor de estómago. Entonces, de improvisto, recibí un montón de lodo en el rostro, que entró de paso a mi boca, dejándome un mal sabor. Me incorporé desconcertada, mirando cómo Σs’κα reía con su voz gutural.

Lo miré desafiante, antes de juntar otro pequeño montón y lanzárselo. Σs’κα lo esquivó rápidamente y se inclinó, juntando otro que me lanzó nuevamente. Rápidamente lo esquivé, pero parte de mi vestido se manchó. Y sin pensarlo dos veces, llené mis manos de lodo antes de correr hacia él y lanzarme contra él. Fue tal mi ímpetu, que ambos caímos de llano al suelo, al tiempo que yo llenaba su armadura y su rostro de lodo. Pero él reaccionó rápidamente, haciendo que rodáramos, para poder hacer de las suyas y manchar mi cabello.

-¡Eso es injusto!- grité entre risas.- ¡Yo tengo un brazo inservible!

Σs’κα frunció el ceño, y aprovechando la oportunidad, hice que rodáramos de nuevo. Y al instante que quedé sobre él, me encargué de llenar su cabello y su frente, pero era tal mi risa, que controlarme me era imposible y forcejear pronto fue imposible para ambos. Caí a su lado y ambos continuamos riendo. Lograr calmarnos fue como intentar no mojarse bajo la lluvia. Pasó un largo rato antes de que alguno de los dos pudiera decir una oración coherente.

-Debiste ver tu cara al caer…- soltó de repente, rompiendo de nuevo en carcajadas.

Lo fulminé con la mirada, intentando disimular una sonrisa.

-Y tu debiste ver tu cara cuando llegaste arrastrándote a la orilla- repuse entre risas.- Vuelo libre, vuelo libre…- dije entrecortadamente- Los dioses no se equivocaron contigo.

-Y contigo tampoco, canto de pájaro- dijo Σs’κα repentinamente serio.

Aquel comentario me tomó completamente desprevenida.

Lentamente me ruboricé y lo miré incrédula, pero él se limitó a mirar hacia el cielo ¿Había sido aquello un cumplido? ¿De él a mí?

Guardamos silencio por momento que se me hizo eterno mientras me preguntaba cuál era la base de nuestra enemistad... o si era en realidad enemistad. Pero terminé convenciéndome de que debía ser así. 

-Los nobles no deberíamos hacer esto- espetó, rompiendo el silencio.

Me encogí de hombros.

-No los que toman su puesto en serio.- repuse con cierta indiferencia.- y creo que no es el caso de ninguno de los dos.

Σs’κα se volvió hacia mí, escrutándome atentamente con la mirada. Por un momento sus ojos azules atraparon a los míos. No tuve de otra más que devolverle la mirada y perderme nuevamente, preguntándome cuál era aquel misterio que guardaban.

-Será mejor que continuemos…- musitó.

Por un momento, concentrarme en sus palabras me pareció imposible.

-Debo…yo… debo enjuagarme.- tartamudeé.

Me sentí repentinamente tan tonta ¿Qué era lo que me hacía reaccionar de aquella manera? 

miércoles, 1 de agosto de 2012

Un largo camino surcado por miedos


Aquí estoy de nuevo :D :D :D :D Muchas gracias por los comentarios de la entrada pasada. 

Anónimo, mándame cuando quieras tu LINK y con gusto le echoo un vistazo a tu blog ;) ;) Quizás así pueda descubrir qué clase de anónimo nos visita ;) :P

Livia, ni te preocupes, con que hayas hecho el esfuerzo me alegroo muchísimo.

Y Mindy, con gusto te presto a la princesa Καητσ. Sería chistoso ver qué ven otras personas del personaje :D 

Y bueno, pues antes de que comiencen a leer, tengo dos cosas que comentar antes de continuar: 

La primera es que he descubierto que hay una seguidora más en el blog y no puedo más que saltar de la alegría, la cosa es que no se ha presentado, entonces no sé su nombre, pero igualmente le doy la bienvenida ;) 

Y la segunda, es que hay nuevas palabras en el glosario de la gente del agua, por si quieren pasarse. Ya saben, cualquier pregunta, aquí, a la presente (Osea YO :P), porque no tengo nadie que me diga se olvidé explicar algo y suele sucederme.

Pero bueno... como dicen en alemán,  viel Spaß beim lesen!!  diviértanse leyendo.




-¿Todo este tiempo hemos estado subiendo la montaña?- pregunté maravillada, observando con atención el paisaje que se extendía a nuestro alrededor.

Šhřιη asintió sonriendo. Sus ojos refulgieron.

El Sol brillaba con todo su esplendor a lo alto del cielo y las montañas a sus pies parecían hombres inclinados mostrando su respeto, cuyas espaldas se habían poblado de árboles después de tanto tiempo habiendo permanecido inmóviles. Eran montañas tan altas que parecía que tocaban el maravilloso cielo, de un azul brillante y claro, a comparación del agua del río que se extendía a nuestros pies, ancho y de un flujo fuerte y seguro. Cuando miré a mi costado descubrí a los Ζēκδ’æ pastando tranquilamente. El viento agitaba sus cabellos cafés que tocaban casi el suelo, y que daban la sensación de que tuvieran abrigos gigantes, que cubrían sus cuatro patas. Los Ζēκδ’æ, había escuchado de otras bocas, eran sagrados por sus astas, que podían cortar el tronco de un árbol con una facilidad increíble. Y al ver sus astas, no dudé de aquellas palabras. Eran tan grandes que el poder y la fuerza no me podían pasar desapercibidos y cuando escuché su llamado, quedé más maravillada que antes. Aquel sonido me caló hasta los huesos, viéndome incitada a acercarme.

Entonces descubrí por qué no había logrado percibir las pisadas de Σs’κα, pues estaba montado sobre un Ζēκδ’ą que en ningún momento pareció querer liberarse de aquel peso extra que traía sobre sus fuertes hombros.

Σs’κα nos miró en silencio, al tiempo que nos íbamos acercando. Quedé desconcertada cuando descubrí que el rostro del animal llegaba un poco más arriba que mi hombro. “Guarda la calma y te recibirán como si fueras uno de ellos” decía mi maestro de caza.

Respiré hondo y di un paso más. El Ζēκδ’ą ni siquiera se inmutó, pastando tranquilamente.

-Bajaremos la montaña con la manada hacia el río y después continuaremos con nuestro camino- informó Σs’κα mirándome desde arriba por un instante antes de volverse hacia Šhřιη.

Éste levantó las manos mirando hacia el suelo.

-En la montaña de los dioses yo no puedo hacer nada. Mis dominios terminan aquí- dijo a la defensiva- así que supongo que tendremos que  separarnos ¿Cierto?

Aquellas palabras me desconcertaron.

-¿Ya no vendrás con nosotros?- pregunté frustrada.

Šhřιη sonrió pasando un brazo por mis hombros.

-No se preocupe, Σs’κα cuidará de usted…- intentó tranquilizarme.

Pero en realidad aquello no me preocupaba, lo que me preocupaba era que ahora no tuviera nadie que evitara que Σs’κα y yo termináramos en una pelea.

Y antes de que pudiera replicar, Σs’κα se reverenció y Šhřιη se inclinó de igual manera con la misma camaradería con la que se habían saludado la luna pasada.

-Muchas gracias, amigo. Estoy seguro que nuestros caminos volverán a cruzarse.- se despidió Σs’κα con un cariño fraternal que me sorprendió por un momento.

Šhřιη rió con aquel entusiasmo tan propio de él.

-Recuerda que conmigo la tranquilidad no duerme. SI buscas aventura, ya sabes dónde encontrarme- contestó guiñándole un ojo.

Σs’κα soltó una carcajada al tiempo que ambos se reincorporaban.

Šhřιη se volvió hacia mí.

-Princesa, no sabe el honor que fue conocerla. Estoy muy agradecido, con usted me entretuve como hacía mucho que no me pasaba. No sé si nos volvamos a ver, pero usted sabe de igual manera, que si quiere encontrarme sólo debe propagar  que tiene un objeto de un valor invaluable en el mercado y me encontrará en menos de dos lunas- aseguró mirándome con complicidad.- le deseo todo lo mejor para su viaje, que estoy seguro que saldrá de maravilla.

Correspondí a su sonrisa intentando transmitirle todo el agradecimiento que sentía hacia él.

-Šhřιη, δαττεϖα ραμθευ*, δαττεϖα ραμθευ. Espero nos volvamos a ver.- dije conmovida.

Su sonrisa se ensanchó al tiempo que se reverenciaba y me ayudaba a subir sobre el lomo de un Ζēκδ’ą. Al mirar a mí alrededor, descubrí que el líder de la manada ya guiaba al grupo cuesta abajo. Al poco rato, Šhřιη se perdió entre los abrigos cafés con una sonrisa radiante y confidente en el rostro, como si fuera ya una verdad que el viaje sería todo un éxito, cuando en realidad la incertidumbre de lo que pudiera ocurrir a continuación me carcomía por dentro, dejando un hueco en mi estómago. Sabía que Σs’κα me protegería, pero era tan cerrado, que me daba la sensación de que yo estuviera sola en el juego y él sólo estuviera guiándome.

Miré de reojo su figura erguida a mi costado y lo descubrí mirándome fijamente. Rápidamente me concentré en el camino que teníamos por delante. El Ζēκδ’ą caminaba lentamente, pero sentada sobre su pelaje suave a penas y percibía el levantamiento de hombros que ocasionaban sus pasos.

Ambos nombramos nuestros nombres involuntariamente al mismo tiempo.

Me ruboricé.

-Antes de que continúes… Sé cómo te sientes, princesa.- dijo sin ninguna emoción en la voz.- y no temas, que prometo que intentaré controlarme.

Tomé aire antes de volverme lentamente hacia él.

Sonrió con cierta sinceridad. Lo escruté por un momento con la mirada, pero al encontrarme con sus ojos azules, supe que lo intentaría y aquello me bastó para devolverle la sonrisa.

-¿Qué hubiera pasado si hubiésemos sido de la misma tribu?- me pregunté en voz alta.

-Estoy seguro que nos hubiéramos odiado de la misma manera- aseguró.

Lo miré con el ceño fruncido. Él se limitó a encogerse de hombros.

-Tal vez no- contradije.

Σs’κα rió quedamente y dejó que su mirada se perdiera en el hermoso paisaje.

-No puedo imaginármelo de otra manera, porque las únicas veces que he salvado a otras chicas he…

-terminado peleado con ellas ¿Cierto?

Ahora fue él quien frunció el ceño.

-¿Cómo sabes?- preguntó incrédulo.

-Šhřιη- fue todo lo que di como respuesta.

Σs’κα sacudió la cabeza con cierta confusión.

-No pensé que Šhřιη fuera tan bocón…- murmuró.

Sonreí negando con la cabeza.

-No, no, por supuesto que no.- hice una pequeña pausa, dudando por un momento antes de continuar- Él mismo me dijo que no le correspondía contarme tu historia, para eso tenía que preguntarte a ti.

-Pues hizo bien- replicó Σs’κα sonriendo burlón.

Rodé los ojos antes de continuar.

-¿Puedo hacerte preguntas?- dije con cierta inseguridad en la voz.

Σs’κα guardó silencio al tiempo que nuestros Ζēκδ’æ se colocaban el uno junto al otro, como si supieran que estábamos platicando.

-¿Cuáles son tus preguntas?- dijo finalmente con cierta cautela.

Intenté comenzar por las fáciles.

-¿En realidad estás desterrado de casa?

Una brisa helada alborotó mi vestido y puso mis pelos de punta. El clima estaba enfriándose.

-Creo que ya sabes la respuesta…- musitó.

-Sólo quería asegurarme- me excusé antes de continuar- ¿Por qué?

-Obviamente no por las mismas razones que tú…- replicó.

Supe que estaba en un punto sin salida, había topado de nuevo con las barreras que escondían su secreto. Y entendí en aquel mismo instante que no era el momento de continuar con mi cuestionario.

-¿Estamos ya cerca?

Σs’κα me miró con cierto desconcierto, como si no hubiera esperado mi repentino cambio de tema, y finalmente señaló la montaña más cercana. La brisa sopló de nuevo. Me estremecí como si aquella montaña pudiera intimidarme. Había algo maravilloso en ella. Quizás por su tamaño, quizás por las nubes que cubrían su punta o la nieve que recorría gran parte de ella.

-En la punta está la puerta de los dioses.- aclaró Σs’κα.

Respiré hondo. La conmoción me dejó petrificada por un momento, cada vez nos acercábamos más a nuestro destino. Parecía como si la pelea con el espíritu y el encuentro con Mina hubieran pasado hace ciclos lunares. Y la sola idea de estar en presencia de un dios como la diosa Diana me parecía escalofriante y a la vez maravillosa. Me pregunté cómo sería que se vería un dios en realidad. Cómo se verían las puertas de la casa de los dioses y los propios guardianes, que, contaban las leyendas, se decía que eran de un tamaño descomunal y no le permitían la entrada a nadie, más que a los que tenían el permiso… Un cosquilleo recorrió mi estómago. Era en realidad un honor y una oportunidad única la que estaba viviendo en aquel momento, y a pesar de la deshonra y mi exilio, por un momento me sentí orgullosa. Pocos tenían entrada a aquellos dominios y yo era una de las afortunadas.

-Pero no te emociones, princesa.- dijo Σs’κα como habiendo leído mis pensamientos- A pesar de la cercanía, todavía hay un largo camino que recorrer.

Mi rostro se surcó de decepción.

-Al menos no hemos vuelto a recibir ataques- comenté en voz baja.

Σs’κα soltó una carcajada.

-Ciertamente, pero no te confíes.- se limitó a decir.

La montaña se volvió más empinada y por lo tanto la cuesta abajo también. Sentí cómo mi cuerpo entero se retraía hacia delante, casi chocando con las astas del animal, que parecía tomar aquella repentina inclinación con sabia indiferencia.

Empezaba a percatarme de que la tierra en el suelo estaba seca y cada vez nos veíamos rodeados de menos árboles.

Una bandada de pájaros pasó volando sobre nuestra cabeza.

-¿Cuánto tiempo estaremos sentados?- pregunté.

-¿Qué? ¿Quiere continuar caminando?- repuso Σs’κα con sorna.

Me mordí la lengua antes de contestar, intentando controlar aquellas instintivas ganas de replicarle.

-No, es sólo curiosidad- dije finalmente.

-Su majestad…

-Σs’κα- lo interrumpí secamente- ¿Qué no se puede mantener una conversación normal contigo? ¡Dijiste que intentarías controlarte!

Le lancé una mirada cargada de rabia, pero me reproché por dentro al darme cuenta de que no había mordido mi lengua con suficiente fuerza. Temí que hubiera desencadenado otra pelea, pero la reacción de Σs’κα me sorprendió.

-Tienes razón…- dijo finalmente- lo siento.

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*δαττεϖα ραμθευ- Palabras originarias de las tribus de la gente del agua, que comenzó a utilizarse a partir de que los hombres descubrieron las barcas y comenzaron a viajar por el agua. Significa "Los Dioses te llevan hacia delante".