jueves, 23 de agosto de 2012

La furia de los dioses


Bueno, pues verán que de nuevo me estuve mudando y acostumbrarme me ha costado mucho trabajo, por la escuela, la casa... entonces hasta ahora, después de haber entrado a clases, he podido publicar. Pero aún así estoy contentísima de dos cosas que quiero compartir con ustedes.

La primera es que... ¡¡¡GANÉ UN PREMIO!!! Hacía tanto que no me ganaba uno... :D :D :D :D :D :D Que estoy feliz, feliz, feliz. Así que, primero que nada, quiero darle las gracias a Mindy, de "Inalcanzable", que muy linda se ha tomado la molestia de sacarme una sonrisa :D :D :D Así que muchísimas gracias. Aquí se los muestro con muchísimo orgullo:


La segunda es que, descubrí una nueva seguidora que hasta comentó el capítulo pasado, y comentó la entrada en la que dudaba yo de seguir escribiendo. Y eso, Lau, te lo agradezco muchísimo :D :D :D Espero que, a pesar de que me tarde tanto en publicar, sigas con las aventuras de la princesa y su protector, y las disfrutes :D :D 

Así que, ya después de esto, les pongo el capítulo. Muchas gracias a todos por leer ;) 






Entonces él miró de nuevo hacia el cielo, rompiéndome del hechizo que era su mirada y como por arte de magia, la lucidez regresó a mí.

Me incorporé con extremada lentitud y me acerqué de nuevo a la orilla. Mi vestido era un desastre. El lodo se había combinado con la sangre de las heridas que habían abierto las piedras en el camino cuesta abajo y la sangre de la herida en mi brazo que había perdido gran parte de las hiervas. Enjuagué con extremado cuidado cada una de mis extremidades, sintiendo su mirada sobre mí.

Intenté no inmutarme, hasta que las manchas de sangre adquirieron un color rosado y pude aprovechar las hiervas que me quedaban para hacer una nueva venda improvisada.

Respiré hondo antes de incorporarme y mirar hacia su dirección.

Correspondió mi mirada con sorna antes de darme la espalda y comenzar a caminar.

Bufé mientras me adentraba en el bosque pisándole los talones. El camino cada vez se hacía más sinuoso y el clima, más frío. Los árboles empezaban a llenarse de nieve y mis pies empezaban a  enfriarse al igual que el resto de mi cuerpo. Empecé por dejar de sentir la nariz, seguido de los dedos de las manos y los pies. El piso empezó a ponerse nevado también y allí empecé a preguntarme cuánto caminaríamos. Desde la altura todo se veía tan cerca…

El Sol empezó a meterse por el horizonte, pero el frío quemaba mi rostro, a tal grado que mi pómulo empezó a sangrar, a pesar de que aquella herida ~que seguramente había recibido por los ladrones antes de conocer a Σs’κα~ hubiera sanado hacía más de una luna.

Σs’κα no se volvía ni para ver cómo iba, pero no importaba…

Paramos en una cueva cuando lo único que quedaba del Sol era su luz en diferentes tonalidades de naranja y rojo.

Ya dentro de la oscura cueva, prendimos una fogata con leños que Σs’κα había conseguido. De su mano salió el fuego que prendió los leños. Y cuando la cueva empezó a calentarse, mis miembros también, aunque no lo suficiente. Allí descubrí qué era todo el cargamento en su espalda. Σs’ka sacó piel de oso para cubrirse y botas para la nieve que después me entregó y terminé rechazando.

“Nunca aceptes nada de las tribus enemigas” había dicho mi padre al despedirse.

Él no dijo nada. Indiferente, tomó ambas cosas y las puso a su lado. Estaba escondido bajo su capa roja, por lo que no podía ver su rostro, lo que me provocaba escalofríos.

Pero no me quejé a pesar de tener todavía los pies congelados y de estarme muriendo de frío, no me quejé a pesar de que la herida en el brazo me dolía como si el cuchillo mismo estuviera allí… No caería para terminar bajo su cobijo.

Y después de que la oscuridad de la noche ya era patente, exhausta, dormí arrinconada junto a una piedra. Mi cuerpo soltaba fuertes temblores, provocando que mi sueño no pudiera ser profundo.

Entonces sentí que aquellas fuertes y cálidas manos me tomaban entre sus brazos. Aquel cuerpo era tan caliente como una fogata, que el frío desapareció al instante, pero no me atreví a abrir los ojos a pesar de estar medio consciente. Mi cabeza estaba recargada sobre su duro pecho, mientras que mis pies se calentaban con la verdadera fogata- Cuando ya estuvieron casi ardiendo, las manos los cubrieron con las botas de nieve después de que mi cuerpo fue devuelto al piso. Afelpada y cálida para un profundo sueño después de largos días sin descansar, me acurruqué en la piel de oso que las mismas manos me habían puesto para calentarme.



Me desperté por el sofocante calor que hacía bajo la piel de oso. Mi cuerpo sudaba.

Entonces la cueva empezó a temblar. Era tan fuerte el temblor que me golpeé contra la piedra.

-¡Au!- murmuré.

Σs’κα estaba fuera de la cueva, mirando algo que mi vista no alcanzaba a divisar ¿Me había perdido de algo?

Me incorporé con rapidez y saqué mi arco, mi marca brillaba con intensidad, avisándome que algo andaba mal.

Caminé hacia él.

-¿Cuántas flechas te quedan?- dijo sin voltearme a ver.

Encontré ocho flechas en mi aljaba de las quince que tenía antes… ¡Había perdido tres en la caída! Además de las cuatro que habíamos utilizado para nuestro juego. Pero ocho eran suficientes, tenían que serlo para lo que fuera contra lo que nos enfrentáramos.

Tensé el arco y busqué con la mirada aquello que estaba provocando los temblores sobrenaturales.

-¿Por qué me cubriste?- pregunté experimentando dos sentimientos a la vez.

-Porque te estabas congelando.- contestó sin inmutarse.

-¿Por qué te atreviste a tocarme?- pregunté entonces.

-Porque hubieses perdido los pies si no te hubiera calentado y no te hubiera puesto las botas- contestó aún sin inmutarse.

Suspiré.

-Gracias…

En ese momento encontré lo que buscaba. Parecía una persona de lejos, pero conforme se iba acercando, iba creciendo.

Σs’κα sacó su espada de su funda.

Por un momento los latidos de mi corazón se aceleraron, rápidamente me volví hacia el monstruo. Ahora podía ver sus ojos verdes, como dos luces situadas en su cara. Su cuerpo parecía querer imitar el de un humano, pero sus brazos eran más largos que sus piernas y su rostro era como un óvalo acostado, que lo hacía ver grotesco y jorobado. Sus pies eran dos montañas gigantes hechas a base de hielo. En realidad, todo su cuerpo era de hielo y justo en dónde debía ir su corazón, había un diamante, verde como sus ojos.

Conforme se iba acercando, los temblores se iban haciendo más fuertes y cuando quedamos frente a frente, el monstruo parecía tan alto como el cielo.

-La única forma de matarlo…- me susurró Σs’κα al oído- es entrando a su cuerpo y rompiendo el cristal que vez allí en donde debería estar su corazón. El problema es…

-Que el agua dentro del monstruo es casi hielo y te congelas- concluí por él asintiendo lentamente.

-¿Confías en mí?

Aquella pregunta me tomó por sorpresa.

El monstruo rugió con fuerza, provocando que mis miembros temblaran.

-¿Qué?- dije volviéndome hacia él.

-¿Confías en mí?- repitió.

-Yo…- dudé- sí.

Ambos caímos al piso, incapaces de mantenernos de pie.

-¿Harás caso a lo que te digo, pase lo que pase?- preguntó.

Nos incorporamos lo más rápido que pudimos, para terminar saltando hacia diferentes direcciones.

-Por supuesto.

Aunque supiera que después me arrepentiría de lo que dije.

El brazo del monstruo cayó en nuestro antiguo paradero. Rugió con rabia, sintiendo cómo los latidos de mi corazón se aceleraban… Nunca en mi vida había luchado contra algo tan grande como esto.

-Entonces, tú tendrás que distraerlo, mientras…

Se vio interrumpido cuando decenas de cristales de hielo filosos se acercaban a toda velocidad a nosotros.

Σs’κα saltó sobre mí, provocando que cayéramos al piso el uno sobre el otro. Su cuerpo me cubrió de cualquiera de aquellos cristales de hielo, que, cuando se acercaban a su cuerpo, se derretían hasta convertirse en agua. Quedé asombrada ¿Cómo era que lo hacía? “Es hijo del dios del fuego” insistió aquella vocecita.

-¿Yo? ¿Y cómo lo distraigo?- protesté.

-Con tus flechas. Si le das en los ojos, quedará ciego por un momento, mientras tanto, yo haré un hoyo en su pierna y entraré a él ¿Entendido?- me instruyó.

-Muy bien.

Por un momento intercambiamos miradas. Veía el sacrificio en sus ojos, nadaría para salvar nuestras vidas.

Entonces se quitó y me ayudó a incorporarme cuando una segunda carga de aquellos cristales de hielo se dirigía hacia nosotros. Me abrazó fuertemente cubriendo mi rostro. Chocamos contra la pared de la cueva cuando los cristales de hielo nuevamente se aproximaron a nosotros y se derritieron.

-Ahora- me susurró suavemente al oído antes de soltarme y salir corriendo.

2 comentarios:

  1. simplemente.... perfecto *-* dios cada capitulo es mejor que el otro y tu nove esta es ufff lo mejor publica pronto ^_^

    me encanta como escribes ^_^

    Besos Cami

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  2. ayyy me fascino¡¡ no puedo esperar para saber que pasara en el proximo capitulo¡¡ AHHHH PUBLICA PRONTO¡¡ AHHH P.D: ya integre el personaje de la princesa dentro de Inalcanzable, solo que no aparecera hasta unos cuantos capitulos mas adelantes :D Besos¡¡

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.