Ya de nuevo encontré el momento. Es que la escuela me ha tenido saturada y no he podido hacer otra cosa más que tareas, pero ahora que pasaba rápido por la computadora me puse a publicar. Les confesaré algo ^.^ éste es uno de mis capítulos favoritos... pero ya verán por qué. Mientras tanto, les agradezco por los comentarios de la entrada pasada (Por cierto, Mindy, ya vi que publicaste, pero no he podido comentar, sólo te diré que me encantó el capítulo y terminé completamente intrigada y confundida al final :O ). Muchas gracias a todos por leer y espero, cómo siempre, que el capítulo sea de su agrado.
El
agua se fue por completo cuando el Sol empezaba a meterse. Debía ingeniármelas
para bajar a Σs’κα de la roca. Así que bajé yo primero, ya que la roca era muy
alta y tirarlo representaría un gran peligro. Y en realidad no fue tanto
trabajo como bajarlo a él. Lo jalé de una pierna y esperé que el resto del
cuerpo cayera sobre mí ¡Y vaya que pesaba! Cuando estuvo entre mis brazos, lo
recargué sobre la piedra y respiré hondo antes de volver a la acción.
Tomándolo
nuevamente de las axilas, lo arrastré hasta la cueva, donde lo recargué sobre
la piedra en la que había dormido yo la noche pasada. De la fogata y la piel de
oso, no quedó nada, al igual que del saco que
Šhřιη nos había dado. Seguramente
Σs’κα se lo habría quitado para pelear y el agua se lo habría llevado como todo
lo demás.
Salí
de la cueva y miré a mí alrededor. Quizás podría ir hasta el bosque y tomar un
poco de leña… pero en la lejanía no había nada más que suelo.
¿Tanto
habíamos caminado? Me acerqué un poco más a la precipitada bajada y entonces
pude ver los árboles a lo lejos. Tardaría mucho en llegar hasta allá y no podía
dejar a Σs’κα sin protección.
Volví
a la cueva y me senté tiritando junto a Σs’κα, que aún no salía de su
ensoñación.
Quién
sabe cuánto tiempo pasó, pero cuando la oscuridad empezaba a reinar, enjuagué
la tira de tela en una hendidura donde el agua del monstruo se había quedado y
nuevamente se la puse a Σs’κα.
Éste
abrió los ojos y sonrió de oreja a oreja.
-Mejoró
tu puntería, princesa Καητσ- dijo con un hilo de voz.
Reí
con alivio.
-Y tu
venciste tu miedo al agua.- bromeé.
Σs’κα
rió débilmente, antes de que ambos guardáramos silencio.
-¿Por
qué me salvaste?- preguntó.
Me
tardé en contestar.
-Era
lo menos que podía hacer por ti después de que hayas salvado dos veces mi vida.
Mientras
tanto puse mi mano sobre su frente.
-¿No
me odiabas?
Ignoré
su pregunta.
-¿Es
normal que estés helado?
Σs’κα
se encogió de hombros.
-No,
no es normal- contestó con indiferencia.
Solté
un hondo suspiro.
-Sí,
aún te odio…- dije finalmente- pero para poder matarte debo pagarte todo lo que
te debo.
Rió
débilmente.
-¿Qué
pasó con todas las cosas?- preguntó incorporándose con dificultad.
Pero
lo empujé suavemente con la mano para que se volviera a acostar.
-El
agua del monstruo se las llevó todas…- contesté con pesar.
-¿Y
cómo es que nosotros no fuimos llevados por la corriente?
Su
voz era a penas un susurro, como si fuera a desfallecer en cualquier momento.
-Fue
gracias a la roca de allá afuera. Esperé a que el agua se fuera y te bajé para
entrar a la cueva.- expliqué con cierta diversión.
Frunció
el ceño.
-¿Quieres
decir que me cargaste?- preguntó con asombro.
Reí
suavemente al sonrojarme.
-En
realidad te tuve que arrastrar.- confesé.
Asintió
lentamente. Su rostro se volvió inexpresivo.
-En
la noche me volveré a calentar…- dijo de repente.
-Es
tu naturaleza- coincidí, recordando a su padre.- si mañana estás mejor, saldremos de aquí a buscar ayuda y algo con qué curarte ¿Bien?
-Mi
salud ahora no es de gran importancia como llevarte a los dioses. No podemos
desviarnos por eso.- repuso entre dientes.
Fruncí
el ceño. Tirado y helado como estaba me dificultaba hacerme a la idea de que
pudiera siquiera caminar.
-Necesitas
ayuda si quieres continuar protegiéndome.
-Necesito
tiempo, una luna quizás… y eso es todo.
Lo
fulminé con la mirada ¿Y me decía terca a mí?
-Descansa…-
musité antes de incorporarme y dirigirme a la entrada de la cueva, donde me
recosté sobre la pared.
La
luna se veía tan hermosa desde allí. Era un círculo perfecto, brillante, entre
la oscuridad del cielo. Las estrellas eran tan pequeñas a su lado, que daba la
sensación de que se reverenciaban ante el poder de ésta. La diosa Diana. Me
preguntaba si nos observaba desde el cielo.
Mi
cuerpo aún tiritaba, porque mis piernas no estaban completamente cubiertas…
parte de mi vestido estaba deteniendo la sangre de Σs’κα.
Pero
perdida en mis pensamientos, mis ojos empezaron a cerrarse. Me hice bolita,
intentando mantener el poco calor que me quedaba, pero era tal el frío, que mi
sueño no llegó a ser profundo. Mis miembros estaban cansados y lo único que no
parecía congelado, eran mis pies. Los sentía tan calientes como ayer en la
noche, cuando Σs’κα los calentó.
Me
sentía confundida, pero había un vestigio de nostalgia. Confundida porque ¿Qué
podrían querer los dioses de mí? Yo era una persona de agua, nada más… y
nostalgia por ver a mi pueblo, a mis hermanos, a mis padres. Nostalgia por ver
correr a los niños a mí alrededor cuando salía al mercado con el consejero para
comprar la comida. Mis padres tenían un gran pueblo. No éramos nómadas, éramos
sedentarios. Teníamos nuestro templo, nuestras leyes y nos regíamos por ellas.
Ése era mi pueblo y de él estaba orgullosa, pero ahora me era imposible volver.
Las
lágrimas lentamente recorrieron mis mejillas hasta caer al piso. Daría lo que
fuera por volver a casa.
Pero
mis pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar unos pasos detrás de mí.
Levanté la cabeza e intenté ver entre la penumbra. Descubrí a Σs’κα viniendo
hacia mí.
-¿Qué
haces?- susurré.
-Si
alguien alguna vez pregunta sobre esto, no diremos nada ninguno de los dos.-
fue todo lo que dijo.
Lo
miré confundida.
Se
acostó junto a mí y me abrazó fuertemente, atrayéndome hacia él.
-¿Pero
qué…?
-Morirás
de frío y no puedo permitir eso. Debo llevarte sana y salva al hogar de los dioses,
ya te lo había dicho- me susurró al oído.
-¿Y
cómo me calentarás si estás helado?- pregunté fríamente.
-Eso
ya lo verás.- contestó a la defensiva.- Soy hijo del dios del fuego ¿Recuerda,
princesa?
Si
hubiese podido, lo hubiera fulminado con la mirada en aquel momento ¡Odiaba que
me dijera princesa! Era de la única persona en toda mi existencia que odiaba
escuchar.
Entonces
puso su brazo de forma que yo pudiera recargar mi cabeza en él, mientras que
con el otro, me mantenía pegada a su cálido cuerpo que empezaba a surtir efecto
en mí. Al poco tiempo dejé de tiritar y mi furia se fue desvaneciendo
lentamente. Odiaba admitirlo, pero él ciertamente era el hijo del mismísimo
dios del fuego.
El
sueño empezaba a vencerme cuando se me ocurrió una pregunta.
-¿Cómo
es el hogar de los dioses?- murmuré.
El
silencio fue sepulcral… y pensé que él ya estaba dormido.
-Luminoso,
como estar entre las nubes. Todo allí es de los materiales más finos y
preciados, y la luz nunca falta.- dijo rompiendo el silencio.- ves todo desde
allá arriba, la evolución de la gente de agua, la vida en el bosque, en los
ríos. Allí te enriqueces más que los propios sabios de las tribus.
Sonreí,
imaginándome todo aquello. Mi cuerpo parecía una fogata ahora ¡Era increíble lo
rápido que me había calentado!
-¿Cuántas
veces has estado allí?- pregunté aún en un susurro.
-Sólo
dos. Crecí allí antes de ser raptado por mi padre y ser enviado a los confines
del bosque. Estaba tan molesto, que quebrante las leyes de los dioses y fui por
segunda vez a su hogar para ser castigado.
-¿Y
cuáles son las leyes de los dioses?- mi curiosidad empezaba a acentuarse.
Era
la primera vez que me abría las puertas y debía aprovechar el momento.
-Son
únicamente tres. No revelar su secreto para los que son guardianes de él, no
destruir ni su hogar, ni el hogar de la gente de agua y prestarles respeto para
dar el equilibrio entre ambos mundos.- explicó cansinamente.
-¿Cuál
quebrantaste tú?- quise saber.
Parecía
sonreír cuando contestó.
-Quemé
el bosque...- se limitó a contestar.
Me
imaginé horrorizada cómo el fuego se comía árboles, plantas y animales,
destruyendo toda la vida en él. Eso quebrantaba las tres leyes. El secreto de
los dioses era nada más y nada menos que lo sobrenatural. Un humano con poderes
para controlar el fuego… no era algo natural.
-Pero
tu castigo no fue tan fuerte como el de Mina ¿O sí?- especulé.
-Mi
padre estaba furioso… era revelarle mi naturaleza de hijo de dios a los demás
dioses. Pero no podía hacer nada contra mí. Así que decidió desterrarme. No
podría volver a visitar su hogar, nunca más. Mina aún puede, sólo quedó
convertida en felino. Cuando los cazadores la persiguen, ella corre de vuelta a
casa. Yo no tengo un hogar…
Las
lágrimas empezaron a desbordarse por mis mejillas por segunda vez.
Ahora
sabía por qué Σs’κα no tenía hogar. Y comprendí su dolor. Por primera vez desde
que nos habíamos conocido, me sentí del mismo bando que él.
-Yo
tampoco tengo hogar…- le recordé con un hilo de voz.
Sentí
cómo me abrazaba con más fuerza. Y entendí que él compartía en aquel instante
los mismos sentimientos.
-Descansa,
princesa, mañana tenemos un largo recorrido que hacer- me susurró al oído con
una voz arrulladora.
Cerré
los ojos e intenté volar por paisajes desconocidos, dejar mis problemas por un
rato. Pronto quedé profundamente dormida entre sus brazos.
ayyyy tan cuchis¡¡¡ amo a ese par de dos :B muchas gracias por tu apoyo Ines¡¡ espero que te guste el siguiete capitulo¡
ResponderEliminarPublica pronto¡¡
Besitos
:3 esos dos son tal para cual ^_^ y como siempre el cap me ha dejado sin palabras :D publica pronto
ResponderEliminarBesos Cami
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNessy!!! Cambiaste el blog? Se ve un poco diferente, pero se ve muy bien (: Emmm... cada vez q leo lo q escribes quedo fascinada, yo también escribo, pero no historias, sino sentimientos o poemas, pero no tengo el valor de publicarlos, después de todo no creo q a alguien le puedan interesar, es decir quien leería lo q siento?... Por eso te admiro, no sólo porque escribes increíblemente bien(Y créeme, lo haces)sino también porq lo compartes con otros, algo q yo no podría hacer... Cada vez q entro a tu blog, me enamoro mas de Σs’κα y admiro más a la princesa Kanto... pero sobretodo te admiro más a ti, y admiro la forma tan maravillosa en q escribes... Amo, literalmente, Amo!! Tu historia! *-* Es de las mejores q he leido! Y perdoname linda por no comentar seguido, es solo q a veces no tengo tiempo...
ResponderEliminarBesos
Lau
P.D. Te leo desde q escribías Enamoramiento Cibernético, oh! y Aneliz... pero antes no sabía como hacer para comentar :D
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