jueves, 6 de septiembre de 2012

Enemistad y amistad


Ya de nuevo encontré el momento. Es que la escuela me ha tenido saturada y no he podido hacer otra cosa más que tareas, pero ahora que pasaba rápido por la computadora me puse a publicar. Les confesaré algo ^.^ éste es uno de mis capítulos favoritos... pero ya verán por qué. Mientras tanto, les agradezco por los comentarios de la entrada pasada (Por cierto, Mindy, ya vi que publicaste, pero no he podido comentar, sólo te diré que me encantó el capítulo y terminé completamente intrigada y confundida al final :O ). Muchas gracias a todos por leer y espero, cómo siempre, que el capítulo sea de su agrado. 




El agua se fue por completo cuando el Sol empezaba a meterse. Debía ingeniármelas para bajar a Σs’κα de la roca. Así que bajé yo primero, ya que la roca era muy alta y tirarlo representaría un gran peligro. Y en realidad no fue tanto trabajo como bajarlo a él. Lo jalé de una pierna y esperé que el resto del cuerpo cayera sobre mí ¡Y vaya que pesaba! Cuando estuvo entre mis brazos, lo recargué sobre la piedra y respiré hondo antes de volver a la acción.


Tomándolo nuevamente de las axilas, lo arrastré hasta la cueva, donde lo recargué sobre la piedra en la que había dormido yo la noche pasada. De la fogata y la piel de oso, no quedó nada, al igual que del saco que  Šhřιη nos había dado. Seguramente Σs’κα se lo habría quitado para pelear y el agua se lo habría llevado como todo lo demás.

Salí de la cueva y miré a mí alrededor. Quizás podría ir hasta el bosque y tomar un poco de leña… pero en la lejanía no había nada más que suelo.

¿Tanto habíamos caminado? Me acerqué un poco más a la precipitada bajada y entonces pude ver los árboles a lo lejos. Tardaría mucho en llegar hasta allá y no podía dejar a Σs’κα sin protección.

Volví a la cueva y me senté tiritando junto a Σs’κα, que aún no salía de su ensoñación.

Quién sabe cuánto tiempo pasó, pero cuando la oscuridad empezaba a reinar, enjuagué la tira de tela en una hendidura donde el agua del monstruo se había quedado y nuevamente se la puse a Σs’κα.

Éste abrió los ojos y sonrió de oreja a oreja.

-Mejoró tu puntería, princesa Καητσ- dijo con un hilo de voz.

Reí con alivio.

-Y tu venciste tu miedo al agua.- bromeé.

Σs’κα rió débilmente, antes de que ambos guardáramos silencio.

-¿Por qué me salvaste?- preguntó.

Me tardé en contestar.

-Era lo menos que podía hacer por ti después de que hayas salvado dos veces mi vida.

Mientras tanto puse mi mano sobre su frente.

-¿No me odiabas?

Ignoré su pregunta.

-¿Es normal que estés helado?

Σs’κα se encogió de hombros.

-No, no es normal- contestó con indiferencia.

Solté un hondo suspiro.

-Sí, aún te odio…- dije finalmente- pero para poder matarte debo pagarte todo lo que te debo.

Rió débilmente.

-¿Qué pasó con todas las cosas?- preguntó incorporándose con dificultad.

Pero lo empujé suavemente con la mano para que se volviera a acostar.

-El agua del monstruo se las llevó todas…- contesté con pesar.

-¿Y cómo es que nosotros no fuimos llevados por la corriente?

Su voz era a penas un susurro, como si fuera a desfallecer en cualquier momento.

-Fue gracias a la roca de allá afuera. Esperé a que el agua se fuera y te bajé para entrar a la cueva.- expliqué con cierta diversión.

Frunció el ceño.

-¿Quieres decir que me cargaste?- preguntó con asombro.

Reí suavemente al sonrojarme.

-En realidad te tuve que arrastrar.- confesé.

Asintió lentamente. Su rostro se volvió inexpresivo.

-En la noche me volveré a calentar…- dijo de repente.

-Es tu naturaleza- coincidí, recordando a su padre.- si mañana estás mejor, saldremos de aquí a buscar ayuda y algo con qué curarte ¿Bien?

-Mi salud ahora no es de gran importancia como llevarte a los dioses. No podemos desviarnos por eso.- repuso entre dientes.

Fruncí el ceño. Tirado y helado como estaba me dificultaba hacerme a la idea de que pudiera siquiera caminar.

-Necesitas ayuda si quieres continuar protegiéndome.

-Necesito tiempo, una luna quizás… y eso es todo.

Lo fulminé con la mirada ¿Y me decía terca a mí?

-Descansa…- musité antes de incorporarme y dirigirme a la entrada de la cueva, donde me recosté sobre la pared.

La luna se veía tan hermosa desde allí. Era un círculo perfecto, brillante, entre la oscuridad del cielo. Las estrellas eran tan pequeñas a su lado, que daba la sensación de que se reverenciaban ante el poder de ésta. La diosa Diana. Me preguntaba si nos observaba desde el cielo.

Mi cuerpo aún tiritaba, porque mis piernas no estaban completamente cubiertas… parte de mi vestido estaba deteniendo la sangre de Σs’κα.

Pero perdida en mis pensamientos, mis ojos empezaron a cerrarse. Me hice bolita, intentando mantener el poco calor que me quedaba, pero era tal el frío, que mi sueño no llegó a ser profundo. Mis miembros estaban cansados y lo único que no parecía congelado, eran mis pies. Los sentía tan calientes como ayer en la noche, cuando Σs’κα los calentó.

Me sentía confundida, pero había un vestigio de nostalgia. Confundida porque ¿Qué podrían querer los dioses de mí? Yo era una persona de agua, nada más… y nostalgia por ver a mi pueblo, a mis hermanos, a mis padres. Nostalgia por ver correr a los niños a mí alrededor cuando salía al mercado con el consejero para comprar la comida. Mis padres tenían un gran pueblo. No éramos nómadas, éramos sedentarios. Teníamos nuestro templo, nuestras leyes y nos regíamos por ellas. Ése era mi pueblo y de él estaba orgullosa, pero ahora me era imposible volver.

Las lágrimas lentamente recorrieron mis mejillas hasta caer al piso. Daría lo que fuera por volver a casa.

Pero mis pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar unos pasos detrás de mí. Levanté la cabeza e intenté ver entre la penumbra. Descubrí a Σs’κα viniendo hacia mí.

-¿Qué haces?- susurré.

-Si alguien alguna vez pregunta sobre esto, no diremos nada ninguno de los dos.- fue todo lo que dijo.

Lo miré confundida.

Se acostó junto a mí y me abrazó fuertemente, atrayéndome hacia él.

-¿Pero qué…?

-Morirás de frío y no puedo permitir eso. Debo llevarte sana y salva al hogar de los dioses, ya te lo había dicho- me susurró al oído.

-¿Y cómo me calentarás si estás helado?- pregunté fríamente.

-Eso ya lo verás.- contestó a la defensiva.- Soy hijo del dios del fuego ¿Recuerda, princesa?

Si hubiese podido, lo hubiera fulminado con la mirada en aquel momento ¡Odiaba que me dijera princesa! Era de la única persona en toda mi existencia que odiaba escuchar.

Entonces puso su brazo de forma que yo pudiera recargar mi cabeza en él, mientras que con el otro, me mantenía pegada a su cálido cuerpo que empezaba a surtir efecto en mí. Al poco tiempo dejé de tiritar y mi furia se fue desvaneciendo lentamente. Odiaba admitirlo, pero él ciertamente era el hijo del mismísimo dios del fuego.

El sueño empezaba a vencerme cuando se me ocurrió una pregunta.

-¿Cómo es el hogar de los dioses?- murmuré.

El silencio fue sepulcral… y pensé que él ya estaba dormido.

-Luminoso, como estar entre las nubes. Todo allí es de los materiales más finos y preciados, y la luz nunca falta.- dijo rompiendo el silencio.- ves todo desde allá arriba, la evolución de la gente de agua, la vida en el bosque, en los ríos. Allí te enriqueces más que los propios sabios de las tribus.

Sonreí, imaginándome todo aquello. Mi cuerpo parecía una fogata ahora ¡Era increíble lo rápido que me había calentado!

-¿Cuántas veces has estado allí?- pregunté aún en un susurro.

-Sólo dos. Crecí allí antes de ser raptado por mi padre y ser enviado a los confines del bosque. Estaba tan molesto, que quebrante las leyes de los dioses y fui por segunda vez a su hogar para ser castigado.

-¿Y cuáles son las leyes de los dioses?- mi curiosidad empezaba a acentuarse.

Era la primera vez que me abría las puertas y debía aprovechar el momento.

-Son únicamente tres. No revelar su secreto para los que son guardianes de él, no destruir ni su hogar, ni el hogar de la gente de agua y prestarles respeto para dar el equilibrio entre ambos mundos.- explicó cansinamente.

-¿Cuál quebrantaste tú?- quise saber.

Parecía sonreír cuando contestó.

-Quemé el bosque...- se limitó a contestar.

Me imaginé horrorizada cómo el fuego se comía árboles, plantas y animales, destruyendo toda la vida en él. Eso quebrantaba las tres leyes. El secreto de los dioses era nada más y nada menos que lo sobrenatural. Un humano con poderes para controlar el fuego… no era algo natural.

-Pero tu castigo no fue tan fuerte como el de Mina ¿O sí?- especulé.

-Mi padre estaba furioso… era revelarle mi naturaleza de hijo de dios a los demás dioses. Pero no podía hacer nada contra mí. Así que decidió desterrarme. No podría volver a visitar su hogar, nunca más. Mina aún puede, sólo quedó convertida en felino. Cuando los cazadores la persiguen, ella corre de vuelta a casa. Yo no tengo un hogar…

Las lágrimas empezaron a desbordarse por mis mejillas por segunda vez.

Ahora sabía por qué Σs’κα no tenía hogar. Y comprendí su dolor. Por primera vez desde que nos habíamos conocido, me sentí del mismo bando que él.

-Yo tampoco tengo hogar…- le recordé con un hilo de voz.

Sentí cómo me abrazaba con más fuerza. Y entendí que él compartía en aquel instante los mismos sentimientos.

-Descansa, princesa, mañana tenemos un largo recorrido que hacer- me susurró al oído con una voz arrulladora.

Cerré los ojos e intenté volar por paisajes desconocidos, dejar mis problemas por un rato. Pronto quedé profundamente dormida entre sus brazos.

5 comentarios:

  1. ayyyy tan cuchis¡¡¡ amo a ese par de dos :B muchas gracias por tu apoyo Ines¡¡ espero que te guste el siguiete capitulo¡
    Publica pronto¡¡
    Besitos

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  2. :3 esos dos son tal para cual ^_^ y como siempre el cap me ha dejado sin palabras :D publica pronto

    Besos Cami

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Nessy!!! Cambiaste el blog? Se ve un poco diferente, pero se ve muy bien (: Emmm... cada vez q leo lo q escribes quedo fascinada, yo también escribo, pero no historias, sino sentimientos o poemas, pero no tengo el valor de publicarlos, después de todo no creo q a alguien le puedan interesar, es decir quien leería lo q siento?... Por eso te admiro, no sólo porque escribes increíblemente bien(Y créeme, lo haces)sino también porq lo compartes con otros, algo q yo no podría hacer... Cada vez q entro a tu blog, me enamoro mas de Σs’κα y admiro más a la princesa Kanto... pero sobretodo te admiro más a ti, y admiro la forma tan maravillosa en q escribes... Amo, literalmente, Amo!! Tu historia! *-* Es de las mejores q he leido! Y perdoname linda por no comentar seguido, es solo q a veces no tengo tiempo...
    Besos
    Lau

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  5. P.D. Te leo desde q escribías Enamoramiento Cibernético, oh! y Aneliz... pero antes no sabía como hacer para comentar :D

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.