jueves, 1 de marzo de 2012

Sin tregua... hay guerra

Bueno, pues aquí está la siguiente parte de ⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘. La verdad es que está medio cortito el capítulo, porque estuve alargando un poco la historia y bueno, esto es todo lo que he podido alargarle hasta el momento. Lo que significa que probablemente, mientras me lleguen nuevas ideas a la cabeza, me van a tener que esperar más de lo acostumbrado. Además, de que, para mi mala suerte, ya voy a volver a entrar a la época de exámenes y aquello también me va a imposibilitar un poco el publicar...

¡Y todavía tengo que actualizarme con algunos blogs! A veces, en serio que me meto al blog con intención de publicar y termino leyendo otros blogs :3 :3 Es que hay historias tan buenas, creo que en entradas posteriores voy a terminar recomendando blogs. Pero bueno, ya no les hago más cuento, aquí está el siguiente capítulo como ya mencioné antes ;)


La gente seguía caminando de un lado a otro. Así que busqué algo con lo que entretenerme antes de la cena.

Aunque no tuve que buscar mucho, pues unos instantes después, me volví a encontrar con Αηατενκα. Ella y sus compañeras se ofrecieron a peinarme, por lo que estuvimos ocupadas por un rato, mientras las jóvenes me contaban chismes del lugar y cepillaban mis cabellos a la vez. Al final, terminé con una trenza maravillosa que llegaba hasta mi cintura y un sin fin de pensamientos en la cabeza. Porque acababa de descubrir que todas las jóvenes estaban interesadas por Σs’κα. Sencillamente por el millar de preguntas que me hacían sobre él. Que si era amigo mío, que de dónde nos conocíamos, que si era guerrero, cazador o pescador, para saber qué tipo de personalidad tenía. Aunque por no arruinar sus ilusiones no les dije que era el chico más testarudo y frío que había conocido en toda mi vida. Tampoco es que le diera cumplidos a ese sinvergüenza. En realidad procuraba decir únicamente hechos y no comentar al respecto, porque no tenía nada bueno que decir de él, porque, repasando todo lo que le veía; testarudo, frío, irónico, molesto, petulante… y bueno… misterioso, pero eso no sabía exactamente cómo catalogarlo.

Al terminar, ayudamos todas un poco en las cocinas de piedra del ςστεrrα. Era maravilloso, las cosas se calentaban por cráteres subterráneos y los platos se lavaban con agua de manantial. Todo era tan cálido pero limpio. Además de que la comida era tan típica de nuestra tribu. La boca ya se me hacía agua al ver los platones gigantes. Y como se acostumbraba. Ningún hombre apareció por el lugar sino hasta que comenzamos a comer. Ya cuando todo estaba servido en la gigantesca cámara que tenían como comedor. La mesa era tan grande, que era imposible hablar con los del otro extremo, pero varios se levantaban en ocasiones para intercambiar saludos con los del otro lado. Cuando los hombres empezaron a entrar. Todas las mujeres, bien vestidas y preparadas para la ocasión, nos incorporamos con respeto. A mí se me había otorgado el lugar a la cabecera, junto al jefe de los guerreros, que para mi pesar, no lo veía por ningún lado. Guerreros y comerciantes, no era difícil diferenciarlos. Los guerreros tenían la marca roja y los comerciantes sencillamente, traían ropas más extravagantes, pero igual la emoción era la misma. Las voces empezaban a volverse estridentes y las risas empezaban a subir el ambiente. Pero Μεπ seguía sin aparecer y Σs’κα tampoco.

Varios guerreros se me acercaron y me saludaron, preguntándome por mi bienestar y por mi comodidad. Se mostraron en realidad caballerosos. Y para mejor la situación, un grupo de comerciantes se pusieron a tocar instrumentos, llenando el lugar de una música que invitaba a bailar a todos los presentes.

Suspiré al tiempo que aceptaba la invitación de uno de los guerreros para bailar.

Quizás llegarían más tarde.

El muchacho parecía tan alegre, que hasta se me contagió su sonrisa. El baile era movido pero divertido, porque era un baile que nos enseñaban desde niños. Y con movimientos suaves, nos dejamos llevar al ritmo de los demás siguiendo los pasos y riendo a carcajadas. Hacía tiempo que no bailaba, en realidad. Al final, aplaudimos todos juntos y algunos de nosotros, volvimos a nuestros respectivos lugares, observando a varias parejas. Muchas de las chicas que me habían ayudado con la trenza, bailaban con los guerreros, usando todas sus armas de coquetería. Unos cuantos parpadeos por acá, una sonrisa traviesa por aquí. Reía en voz baja, cuando di un respingo al sentir una mano sobre mi hombro. Me volví sobresaltada, encontrándome con el comerciante al mando, ataviado con una túnica que dejaba parte de su pecho marcado al descubierto.

-Es un placer tenerla con nosotros, princesa- comenzó sonriendo de oreja a oreja.

Le devolví la sonrisa con timidez.

-Me alegro muchísimo de que me recibieran a pesar de haber fallado mi misión- dije avergonzada.

El hombre soltó una carcajada y me miró con comprensión.

-No estás en la tribu de airgua, querida, estas con los comerciantes de airgua y allí las reglas cambian. Las puertas siempre están abiertas para la princesa- aseguró guiñándome un ojo.

Sonreí volviéndome hacia el baile.

-Pero es tan parecido a como es allá- murmuré con nostalgia.

Todos dieron un grito al unísono, como parte del baile y continuaron dando vueltas con movimientos continuos.

-Es lo que tratamos. El hogar no tiene un espacio fijo, princesa, el hogar es donde tú sientas calidez, como cuando estás frente a una hoguera. Caliente, pero cómoda.- aseguró- Ésa es la clave. A veces incluso, te podrías encontrar con la calidez en donde menos te lo esperas.

Sonreí conmovida, intentando aprenderme sus palabras de memoria. Me reverencié ante él.

-Sus palabras son sabias, buen ςëηητřα.- agradecí.

-Lo veo en sus ojos, princesa, usted todavía tiene un largo viaje que recorrer.- dijo el comerciante, a pesar de que los pasos y las voces se escuchaban más estridentes- Así que cuídese, porque los peligros son fuertes.

Repentinamente su rostro se volvió frío. No supe cómo interpretar aquel gesto, pero terminé dando un segundo respingo cuando sentí que dos manos se colocaban sobre mis hombros. Por instinto, las tomé y las jalé hacia delante, provocando que mi agresor cayera de espaldas contra el suelo. Saqué mi cuchillo y me dispuse a retenerlo por el cuello cuando me di cuenta de quién se trataba.

-¡Oh, Μεπ!- exclamé avergonzada.

-Perdón, princesa- se disculpó entre dientes, retorciéndose en el suelo- No quería asustarte.

-¡Oh, lo siento tanto!- dije al tiempo que me hincaba a su lado e intentaba sobarle los codos.- No suelo reaccionar de esa manera...

En realidad sólo cuando me sentía amenazada.

-Esto me costará una semana de cama- murmuró- ¿Me ayudas?

Rápidamente me incorporé y lo tomé por los hombros, ayudándolo a levantarse. Estaba todavía desconcertada por mi propia reacción.

Pero al ver su rostro, no pude evitar reír quedamente.

Μεπ frunció el ceño y me miró inquisitivo.

-¿Te estás burlando de mí?- protestó.

-Te ves deplorable- dije entre risas.

Μεπ bufó al tiempo que me tomaba entre sus brazos y se disponía a despeinarme. Pero antes de que yo pudiera protestar, se detuvo.

-¿Qué sucede?

Suspiró al tiempo que me dejaba libre.

-No te quiero despeinar, así como estás te ves demasiado bien- dijo con una mano sobre la nuca.

Mis mejillas adquirieron un color carmesí, al tiempo que desviaba la mirada. El comerciante nos miraba con cara de pocos amigos. Pero rápidamente borró aquella expresión de su cara y antes de volver a su lugar al otro lado de la mesa, me dedicó una media sonrisa y se fue.

Por un momento tuve la impresión de que algo allí no encajaba… ¿Pero qué podía ser?

-…vestidos ¿Verdad?- dijo Μεπ sacándome de mis cavilaciones.

Lo miré incrédula.

-Lo siento… ¿Qué dijiste?- pregunté.

Rodó los ojos antes de tomar mi mano y llevarme a bailar.

-Decía que soy bueno para elegir vestidos.- contestó tomándome por la cintura.

Varias miradas se posaron sobre nosotros. Entre ellas, una furtiva de Αηατενκα, que me guiñó el ojo con complicidad. Sonreí al tiempo que los latidos de mi corazón se aceleraban. De repente él estaba demasiado cerca.

Por un instante mis pensamientos se fueron para otro lado y me descubrí buscando a Σs’κα entre los presentes, pero de él no había ni rastro, aunque ya todos parecían estar allí. Algunos guerreros platicaban sentados en la mesa y otros bailaban con sus respectivas parejas, o coqueteaban con alguna de las chicas. Normalmente de estas noches salían muchos compromisos, lo sabía por experiencia. No es que alguien alguna vez me hubiese pedido que fuera su compañera, porque, por orden de mi padre, él decidiría con quién debía casarme, pero había vivido la experiencia con una amiga mía. Durante el baile, un joven pescador le había pedido su mano. Y unos instantes después, otra chica recibió la misma petición, pero de otro muchacho. Las dos parejas se casaron tres lunas después como era la tradición y en su misma fiesta de casamiento, salió una pareja más. Era por eso que difícilmente se dejaban de celebrar fiestas en airgua.

-¿Te acuerdas?- preguntó Μεπ guiñándome un ojo.

Sonreí siguiendo sus pasos.

-¡Por supuesto!- exclamé fingiendo indignación.- ¿Qué pensabas?

-Eso ya lo veremos- repuso moviéndose al ritmo de la música.

Dos vueltas y luego caía en sus brazos, después, si no me equivocaba, dos pasos hacia delante, de nuevo hacia atrás y una vuelta más. Era un baile que él y yo habíamos hecho juntos cuando nos aburríamos en una de las fiestas de mis padres.

Reí cuando nos separamos y nos colocamos paralelos el uno al otro, moviendo pies y manos como cuando éramos más jóvenes. Varios se pararon a nuestro alrededor y aplaudieron, incitándonos a continuar. Entonces el baile se repetía pero más rápido. Y así lo hicimos, sin perder el paso el uno del otro. La gente reía a carcajadas cuando nos lanzábamos miradas desafiantes, preparándonos para el próximo paso. Los músicos, entendiendo nuestro juego, aceleraban el ritmo cuando la ronda se repetía. Y así continuamos, cruzando pies y manos, dando vuelta, moviendo el rostro al ritmo de los pies, a veces de puntitas. Media vuelta y continuábamos. No hubo ningún momento en el que perdiera la sonrisa de mi rostro. Me divertía como nunca.

Pero pronto el ritmo volvió a ser lento y por lo tanto, nuestros pasos también, hasta que la música se terminó y el uno terminó frente al otro. Μεπ sonrió con suficiencia, mirando mi respiración acelerada y el sudor que empezaba a recorrer mi rostro. Le saqué la lengua al tiempo que la gente a nuestro alrededor aplaudía.

-Nada mal para todo el tiempo que ha pasado- murmuró suavemente.

Entonces tomó mi mano y se volvió hacia los espectadores con una sonrisa radiante en el rostro.

-Y con este último baile, los invitamos a que empiecen a servirse del maravilloso banquete que las mujeres de airgua prepararon para nosotros- dijo dirigiéndose a todos.

Sonreí con él, asintiendo con la cabeza.

Cada quién se fue a su respectivo lugar y empezó a servirse. El olor de la comida me hizo agua la boca. Rápidamente tomé asiento y me serví de lo primero que mis ojos encontraran.

Μεπ frunció el ceño, mirando significativamente mi plato.

-¿Es broma?- preguntó inquisitivo- ¿Te vas a comer todo eso?

Sonreí negando con la cabeza.

-No- contesté- tú me vas a ayudar.

Él puso cara de pocos amigos.

-Pero…

Lo miré con súplica.

-Por favor, es nuestra última comida juntos- intenté convencerlo.

Al escuchar aquellas palabras, toda resistencia en él desapareció por completo.

Reí para mis adentros, triunfante.

-No has olvidado que odio el pescado ¿Verdad?- preguntó a la defensiva.

Lo pensé por un momento.

-A mí me toca el pescado de cualquier manera- prometí.

De toda la comida que rebosaba en mi plato, desapareció la mitad, pues se la llevó Μεπ a su plato.

Se escuchaba vida por todos lados, platos en movimiento, copas chocando unas con otras, gente platicando. Varios guerreros le dirigieron la palabra a Μεπ, y a mí, en cambio, varias mujeres a nuestro alrededor. Todos tan agradables y cálidos como la mismísima gente de airgua. Lo único que hacía que la comida no pudiera ser perfecta, era que Σs’κα seguía sin aparecer por ningún lado. Aquello, aunque no quisiera admitirlo del todo, empezaba a preocuparme.

-Μεπ…- dije tomando un bocado de mi plato- ¿Has visto a Σs’κα?

Soltó un hondo suspiro antes de contestar.

-Dijo que no quería venir. Seguramente ha de estar en el recinto principal.

Asentí con cierta decepción ¿Por qué no quería venir? No es que me hiciera falta su presencia, pero él merecía disfrutar un poco antes de continuar con el viaje. Tomé un plato vacío y serví un poco de comida, incorporándome de mi asiento. La mujer a mi lado me miró con sospecha.

-¿Qué haces, jovencita?- me preguntó con cierto reproche en la voz.

Sonreí intentando tranquilizarla.

-Le llevo comida a un amigo que lamentablemente no pudo venir- expliqué intentando no entrar en detalles.

Μεπ me lanzó una mirada de inseguridad.

-Volveré en un rato- me despedí correspondiendo a su mirada.

Él no dijo nada, por lo que lo tomé como un “está bien” y me dirigí a la salida del comedor.

Varios guerreros y mujeres me lanzaron saludos. Los devolví con júbilo. Y al salir del comedor, caminé por el pasillo vagamente iluminado, hasta que llegué al recinto. La luz de la luna entraba por unos pequeños orificios en el techo, que iluminaban vagamente el elaborado suelo de piedra tallada. Parecía en realidad un bosque miniatura aquel lugar, porque no había borde que se salvara de tanta maleza y de flores tan grandes y extravagantes como las que había allí. Busqué a Σs’κα con la mirada, hasta que finalmente encontré una silueta recargada sobre una piedra detrás de la flor más grande de todas. Me acerqué lentamente y le extendí el plato.

-¿Aburrido?- le pregunté, rompiendo el silencio.

Todo atisbo de fiesta había desaparecido. Ni siquiera las estridentes voces o la música se escuchaba.

-¿Vienes a molestar?- dijo ignorando mi pregunta.

Su voz tenía el acostumbrado acento burlón.

Fruncí el ceño, hasta que finalmente tomó el plato de mis manos.

-¿No puedes contestar con un simple gracias?- repuse molesta.

Olió la comida.

-No tengo hambre, en realidad- murmuró con frialdad- pero gracias…

Bufé.

-No debí molestarme en preocuparme por ti…- dije entre dientes.

Σs’κα rió con sorna.

-Como verás… puedo cuidarme solo.- coincidió.

Lo miré indignada.

-¡Eres increíblemente malcriado!- exclamé.

Σs’κα me entregó el plato de vuelta. No supe cómo reaccionar ¡Pero qué modales!

-Lo tomaré como un cumplido- dijo con sarcasmo.

-¿Ni siquiera lo vas a probar?- protesté.

Finalmente me encaró, penetrándome con la mirada.

-La comida de airgua me sabe a polvo- susurró sin un ápice de burla.

Una nueva palabra a la lista… ¡Grosero! ¡Malcriado! La rabia se encendió irremediablemente dentro de mí. Pero no quería pelear, no ahora que había una fiesta a tan sólo unos pasillos lejos de mí.

-Olvídalo- repuse entre dientes antes de dejar el plato sobre la piedra, dar media vuelta y volver a la fiesta.

Parecía completamente un chico distinto al que había visto en los baños. Pero claro, sólo yo era tan tonta como para creer que algo en su actitud había cambiado.

1 comentario:

  1. Ola¡¡ ese Es'Ka es como bipolar no?? ahahha como estas¡¡
    n.n. me encanto el cap¡¡ me fascino¡¡
    Espero que publiques pronto querida n.n
    Besos¡¡

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.