Bueno, pues, aquí estoy publicando de nuevo. Ya sé que me he tardado un poco, pero lo más probable es que me tarde en volver a publicar, porque estoy entrando en época de exámenes, y bueno, tengo que salvarme de reprobar física (<-- :S Es mi trauma, no entiendo ni papa :P).
Como segundo, quisiera preguntarles qué preferirían, que le pusiera número a los capítulos o no.
Aún así, les agradezco muchísimo los comentarios como siempre ;) y también a los lectores. Este capítulo me costó muchísimo escribirlo, pero espero que los pueda entretener por un rato.
Me volví lentamente hacia la entrada en la pared de piedra. Varios siguieron la dirección de mi mirada, tan nerviosos como yo. La realidad era que no sabía qué esperar, porque nunca había estado en presencia de ella. Tenía recuerdos borrosos de cuando mi madre había enfermado y nuestro hogar cerró las puertas a cualquiera. Encerrados en los confines, con la incertidumbre de que ella podría morir en cualquier momento. Yo era muy pequeña en aquel entonces, pero, había sido tal la impresión de aquel momento, que no podía olvidarlo... cómo de repente en los jardines los pájaros dejaron de cantar, el ambiente se puso frío y misterioso. Recuerdo haber esperado sentada entre las flores a que el miedo se fuera y cuando se fue, todo pareció volver a la normalidad, incluso mi madre…
“Nunca te fíes de los seres marinos. Esconden más secretos de los que aparentan” recordé inconscientemente.
De repente el lugar me pareció apagado y la tensión pareció acentuarse. Cada vez que los pasos se acercaban un poco más, el lugar parecía volverse neblinoso ¿O era mi imaginación?
Entonces entraron al recinto los muchachos mercaderes con dos platos y una copa y se acercaron a la mesa a colocarlos. Ya estaba todo completo. Pensé con alivio.
Asentí con la cabeza, al tiempo que veía entrar a Σs’κα, seguido de un par de guerreros, y a Μεπεσ junto a cυκŭητε. El último en entrar, fue el comerciante al mando del soterra.
No supe si quedar maravillada por la presencia de aquella misteriosa dama o por su aspecto. Porque, para ser una mujer que había vivido tantas eras, parecía más bien una joven con el rostro pálido y marcado como mi brazo. Con aquella vestimenta que llegaba hasta por debajo de sus pies, parecía que levitaba al caminar. Pude notar que sus ojos eran rojos, casi por completo, con una fina esfera negra en el centro… pero, en lugar de verse amenazantes, irradiaban conmoción y serenidad a la vez.
Miré a Σs’κα, que caminó hasta el otro extremo de la habitación y se recargó sobre la pared, cruzándose de brazos. Parecía molesto… bueno, no es que nunca estuviera molesto, pero había una frialdad escalofriante en su semblante.
Desplacé mi mirada hacia el verdadero conflicto, allí hacia donde todas las miradas se dirigían en silencio. Cυκŭητε continuó con su camino sin detenerse. Moviéndose con una suavidad increíble. Era en realidad como el vuelo de un pájaro, a pesar de que mantenía su vista fija en algún punto indefinido y no movía ninguna de las extremidades de su cuerpo.
Μεπ fue detrás de ella, dedicándome una mirada preocupada al pasar a mi lado.
No sé por qué tuve el mal presentimiento de que la visita era para mí. Los nervios empezaron a ponérseme de punta… y el silencio que reinaba la verdad es que no ayudaba en nada.
Los guerreros y el ςëηητřα en la entrada del recinto caminaron hacia la mesa con pasos lentos, pero a la mayoría, aquel pequeño instante les pasó desapercibido, pues quitar la atención de cυκŭητε era casi imposible. La dama se sentó en su respectivo lugar y tomando su copa, por primera vez, escuchamos su voz. Más bien parecían susurros irreconocibles. Susurros que resonaban por el recinto entero y entraban a tu ser como el frío calaba los huesos.
La reconocí al instante. Era una lengua perdida… No había traducción posible.
Cυκŭητε tomó un sorbo, a pesar de que la copa estuviera vacía y se la pasó al joven que estaba sentado a su lado, que más bien parecía un niño. Éste bebió un sorbo y se la pasó al de al lado, que, entendiendo el mensaje que cυκŭητε quería transmitir, sorbió un poco y se la pasó al vecino. Después de tomar el sorbo, se la pasó al siguiente. Y así de uno en uno, hasta que la copa llegó a mis manos y observé con sorpresa, que tenía un contenido verdusco, pero de un aroma atrayente. Tomé un sorbo y al instante sentí el efecto de la bebida en mi cuerpo. Un calor agradable recorrió mi cuerpo entero y cruzó por todas mis entrañas, dándome la sensación de que la energía fluía dentro de mí.
Mi marca empezó a relucir.
Automáticamente dirigí la mirada hacia Μεπεσ, cuya marca empezaba a brillar también. Y me percaté de que no éramos los únicos, ahora se podían reconocer los guerreros de los comerciantes, pues sus marcas brillan tan intensamente como las nuestras.
Cυκŭητε sirvió lentamente un poco de sopa en su plato y comió con una lentitud que se me antojaba relajante. Cuando el plato quedó vacío, ella sacó unos polvillos de su bolsillo y los lanzó al plato, que se prendió en llamas, destilando un humo que nos envolvió a todos. Empezaron a salir formas que crecían hacia el techo, mostrando guerreros con lanzas, pescadores en sus barcas, animales corriendo hacia fuera. Miré maravillada como un caribú de humo corría hacia mí y pasaba por mi lado, estrellándose contra la pared para luego desaparecer.
Entonces sentí la mirada de cυκŭητε sobre mí. La encaré con la cabeza gacha. Ella hizo un leve movimiento de mano, pidiendo que me acercara. Le lancé una mirada de inseguridad a Μεπ, que a su vez, asintió con la cabeza, sonriéndome con complicidad. Aquello sirvió para relajarme un poco y dar los primeros pasos hacia cυκŭητε.
Su boca volvió a abrirse, dejando que salieran aquellos extraños susurros que todavía no podía entender. Y conforme me iba acercando, las siluetas de los demás se volvieron borrosas, uniformes. Tanto, que a duras penas podía reconocer los rostros.
Cυκŭητε me miró expectante. Me reverencié ante ella, al tiempo que ella movía su brazo sin perderme de vista. Entonces las figuras de los animales dejaron de aparecer, llegando en su lugar, ánimas de tamaños exuberantes.
Tuve la sensación de que aquellos eran los dioses.
Las ánimas crecieron hasta el techo, una mujer y un hombre. La mujer le dio la espalda al hombre cuando de repente, de su cuerpo salió un pequeño bebé, que cubrió recelosa con sus brazos. La figura de humo corrió, gigantesca, pero monstruosamente bella y cruzó un bosque de humo que se extendía hasta un pequeño claro lleno de casas, donde escondió al bebé en una de las casas… de repente me parecieron familiares. Pero antes de que pudiera tomar en cuenta aquel sentimiento que intentaba abrirse paso entre los muchos otros que sentía en aquel momento, las casas se difuminaron y el bebé se convirtió en un pequeño niño, que después creció con arco y flecha en mano, corriendo por aquellos extraños bosques de humo. Sus pasitos se marcaban con el mismo humo del que estaban hechos los árboles y de allí nacieron ojos, ojos que vigilaban a la figura. Que la miraban con recelo y atención, como esperando algo. A cada instante me daba la sensación de que eran más ojos, millares de ojos que sólo miraban a la figura correr por el bosque. Entonces la figura pareció acercarse a mí, correr hacia mí con el arco en alto. Y conforme se aproximaba, iba creciendo y de una pequeña figurita, se convirtió en una dama de humo del mismo tamaño que yo, que me apuntaba con el arco. Me dio la sensación de que la figura también sabía que la observaban. Por un instante… me pareció que las figuras de humo vivían, pero cuando la chica soltó la flecha, ésta sencillamente se estrelló contra mi pecho y se esfumó sin dejar rastro.
Entonces bajé la mirada y pude encontrarme con el rostro del verdadero Μεπ, que repentinamente estaba a sólo unos pasos de mí.
Me percaté de cómo se extendía una pequeña sonrisa en el rostro de cυκŭητε cuando todas las figuras se esfumaron, abrumándome. La niebla se volvió densa y de repente ya no podía ver ni mis propios pies. Μεπ también desapareció.
Mi corazón palpitaba con fuerza ¿Qué significaba todo aquello? Una luz se abrió paso entre toda aquella niebla y no dudé en acercarme a ella. Cυκŭητε me miró inexpresiva, iluminada por la luz. Un cuchillo con marcas como las mías cayó sobre sus manos. Y a pesar de estar deslumbrada pude captar que las marcas eran plateadas, pero por la luz parecían doradas. Cυκŭητε extendió la mano que portaba el cuchillo hacia mí.
Vacilé antes de dar los primeros pasos y percibir cómo la niebla se volvía más densa. Pero había una fuerza que me atraía, había algo que me pedía que me acercara. A la mitad del camino mis pasos se volvieron más seguros y mis ojos sólo tenían vista para el cuchillo.
Extendí la mano. Y entonces cυκŭητε me entregó el cuchillo. El mango era suave, se acomodó perfectamente a mi mano. Mi marca brilló con intensidad junto con la del cuchillo. Sentí la energía fluir por mi brazo, recorrer mis hombros y llegar a mi corazón, donde sentí una calidez embriagadora. Era como si el cuchillo estuviera hecho a mi medida, así como mi arco. Cerré los ojos, extasiada por la energía, me sentía poderosa y al abrir los ojos, pude ver cómo cυκŭητε se alejaba lentamente. Y cuando estuvo lo suficientemente lejos de mí, extendió los brazos hacia sus costados y chocó ambas palmas, provocando que toda la niebla se dirigiera hacia ella con una rapidez desconcertante. Observé cómo la niebla entraba por sus orejas, por sus ojos, por los orificios de la nariz, por su boca, alborotando su cabello y su vestimenta. Era tanta la energía que la fuerza chocó contra mi rostro y alborotó mi vestido también. Sentí cómo la fuerza me empujaba, las paredes de piedra se volvieron visibles de nuevo. La mesa reapareció y con la gente sentada alrededor, algunos cubriendo sus rostros, otros agazapados, intentando esquivar aquella extraña fuerza. Pude notar la mirada desconcertada de Σs’κα y la de preocupación de Μεπ, entonces nuevamente me volví hacia cυκŭητε con un esfuerzo casi inhumano. Mis piernas estaban a punto de resbalar, cuando todo en la habitación volvió a la normalidad y la luz que iluminaba a cυκŭητε desapareció.
Miré expectante.
Cυκŭητε me lanzó una mirada con aquellos ojos extrañamente rojos y abrió la boca. Esperé volver a escuchar aquellos susurros.
-Úsalo al final- dijo con una voz sorprendentemente suave y distinta.
Pero para cuando quise reaccionar ya era demasiado tarde. Ella ya había desaparecido, dejando en su lugar un silencio absoluto.
Lo único de lo que era consciente era del cuchillo entre mis manos y mi respiración acelerada.
Me encanta la ideae de utilitar letras griegas para los nombres de tus personajes... Le da un toque más filosófico y extravagante.
ResponderEliminarEste capítulo me recordó mucho a una película que no se si haz visto "El Quinto Elemento"... hay una escena donde aparece una mujer casi igual a Cykuite (traducido al español)...
Sigue así... ya casi termino de leer todos los capítulos :)
Atte. Anónimo (jejeje)