domingo, 27 de enero de 2013

El juego de los dioses


¡Perdón que me haya ausentado por tanto tiempo! Pero la escuela me trae como loca y además, como paso a prepa, las inscripciones y los exámenes de admisión también... sé que había dicho lo del maratón, pero al paso que voy, creo que a duras penas voy a poder publicar capítulos entre semana, entonces lo más probable es que todo el mes de febrero publique muy poco. 

Aún así, gracias por seguir leyendo la historia y les pido que por favor me tengan paciencia. 






Allí fue cuando abrí los ojos y pude ver cómo se abrió paso un destello proveniente del cielo. La luz cayó al suelo y se fue convirtiendo en una silueta plateada que de un momento a otro podía verse la figura humana de curvas suaves y cabellos largos.

Quedé maravillada ¡La diosa Diana! Y corriendo detrás de ella, llegó Mina, que parecía hecha de estrellas. De cuerpo invisible pero manchas brillantes y ojos azules como el cielo y como los de su hermano.

Sentí alivio por un momento.

La luz plateada que emanaba la diosa Diana se convirtió en un rayo que corrió a mi auxilio, entrando a mi cuerpo.

De la frente de Mina salió tanta energía como la de su madre y chocó contra mi cuerpo. Y de un momento a otro fueron materializándose nuevas siluetas que parecían tierra, viento, luz, nieve, animales… Eran tantas las siluetas que empezaban a llenarme de su energía. Era como si dentro de mí se librara una pelea tan fuerte que hasta empecé a perder el conocimiento.

Por un lado sentía dolor, pero por el otro alivio.

-¿Qué quieren de mí?- pregunté.

Pero las palabras no salieron de mis labios, sino que quedaron encerradas en mi mente.

-Tu sangre- dijeron algunos.

-Tu salvación- dijeron otros.

Y lentamente la pregunta de aquel viaje, la pregunta que sellaba mi destino se fue respondiendo.

-¿Por qué quieren mi sangre?

-Eres hija de una madre, pero huérfana de padre, eres de sangre inmortal. Tu poder es tan fuerte como el de tu madre, la creadora. Que dio inicio a la vida de agua y a la vida en el cielo y separó ambas razas para que la una comprendiera el ciclo natural y la otra lo protegiera. Y el padre, que ejerce las decisiones inflexibles, pero justas, que creó junto a la madre, no te tiene bajo su custodia por mañas de la madre, que creó en su ceno sin consultar al padre, para empezar con una nueva raza y energía que pueda sucederla cuando llegué su ciclo final.- decían todas las voces monótonas al unísono.

Veía imágenes cruzar mi mente, recuerdos ajenos. Tierra que se convertía en montañas y montañas que creaban nubes que escondían recelosamente el cielo de la gente del agua, que construía desde pequeñas casas hasta gigantescos templos, mientras que los animales a su alrededor cumplían el ciclo de la vida. Era tiempo interminable, imágenes nítidas y recuerdos inexistentes, que empezaban a hacer mella en mí.

-Σραπαδε ¿Es mi madre?- musité.

-Eres parte de ella- contestaron todas las voces al unísono.

¿Era posible que la naturaleza fuera mi madre? ¿Era posible que el destino no fuera mi padre como el de todos los demás?

-Quien tenga tu sangre será tan poderoso como la madre Tierra y será sucesor de tu madre a su debido tiempo- concluyeron las voces dentro de mi cabeza.

Un escalofrío cruzó mi cuerpo entero. Aquello explicaba el sacrificio. Moriría.

Pero no tuve miedo.

-Es ella…- susurraban entonces unas voces.

-La tenemos…- decían otras.

Era un caos total el que sucedía en mi mente. Sentía que explotaría ¡Ni mis propios pensamientos podían distinguirse ya de tanto caos! Y mi cuerpo… mi cuerpo estaba adormilado. No sentía nada en absoluto a pesar de que la energía de todos los dioses siguiera centrada en mí. Pero no había miedo ni desesperación que me invadieran. Me sentía poderosa, cargada de energía.

Entonces aparecí en una habitación gigantesca, de columnas plateadas y ventanales por los que entraba una luz dorada y cegadora. El lugar era de techos tan altos, que daba la sensación de que era infinito. A mí alrededor se empezaron a materializar todos y cada uno de los dioses, mirándome expectantes.

-Que empiece el juego…- se escuchó una voz que me caló hasta los huesos.

Y al instante desaparecieron todos.

-¿Qué sucede?- grité desconcertada.

No entendía nada. Pero a los pocos instantes aparecieron unas gradas a mí alrededor, en las que se sentaba cada uno de los dioses. Fôgôς, el dios del fuego, Diana, la diosa de la luna y la fertilidad, Μαητια, la diosa del agua, Βεrκας, el protector de los animales, Ερrε, el dios del oráculo y de las estrellas, Ġεηι, la diosa mensajera y del aire… y una infinidad de dioses y diosas más. Quedé anonadad ¡Era increíble! ¡Estaba frente a ellos! Aunque todavía estaba con la incertidumbre de lo que pudiera ocurrir. Diana levantó una mano y me sonrió con un cariño maternal que me infundió confianza.

-Tienes derecho a elegir a alguien que te acompañe durante el juego.- dijo sin que sus labios se movieran un ápice.

¡Obviamente la elegiría a ella! Era mi diosa protectora, la que guiaba a mi pueblo. Le debía tal respeto… pero dudé al percatarme de dos siluetas a lo lejos, que me miraban fijamente.

Mina y…

Σs’κα.

Escruté con la mirada a todos los dioses, que esperaban pacientemente mi decisión.

Me reverencié ante ellos.

-Me gustaría elegir al muchacho que me protegió desde el comienzo de esta travesía.- sentencié.

Fôgôς soltó una carcajada estridente.

-Sus deseos son órdenes…- dijo fríamente al tiempo que las gradas se iban desvaneciendo lentamente con todo y dioses.

Entonces sentí una presencia a mi lado. Me volví lentamente y me encontré con sus ojos. Él me miraba con sincera preocupación en el rostro.

Empezó a darme la sensación de que la luz en la habitación iba desapareciendo lentamente, hasta que fue tenue. A penas permitiéndome ver mis pies.

Mi arco y una aljaba con flechas doradas apareció sobre mis manos. Mis nervios se pusieron de punta. No entendía a qué se referían con  el “juego”.

Le sostuve la mirada, buscando una respuesta en sus ojos, pero lo único que encontré fue preocupación.

Σs’κα bajó la mirada y tomó mi mano libre, entrelazando nuestros dedos. Nunca hubiera esperado que su tacto me infundiera semejante seguridad. Un escalofrío cruzó mi cuerpo entero.

Me encaró sonriendo con su característica burla, aunque me dio la sensación de que la felicidad no le llegaba a los ojos.

-Te protegeré con mi vida, princesa- aseguró con voz monótona, reverenciándose.

Supe entonces cuál era su miedo. Aquel juego significaba mi fin.

-Lo vamos a lograr, Σs’κα- intenté tranquilizarlo justo en el instante que unas paredes de piedra negra empezaban a emerger del suelo, creciendo tan altas que nos nublaron la vista más de lo que ya la teníamos.

Σs’κα me jaló de la mano, empezando a correr.

-Debes fijarte en todo lo que viene, princesa. Siempre habrá un peligro en este juego. Y debes saber distinguir quién está de tu lado y quién no.- me instruyó Σs’κα al tiempo que doblábamos la esquina.

Mis sentidos se pusieron completamente alerta. A cualquier sonido, cualquier cosa que mis ojos vieran o que mi cuerpo sintiera, me aseguraba de que no fuera nada que pudiera lastimarnos.

Metí mi arco en la aljaba y me la colgué cruzada al hombro. Pude ver que Σs’κα traía sus dos espadas enfundadas al hombro. 

Entonces llegó nuestro primer peligro.

-Cuídate de las flechas que uses, princesa.- dijo Σs’κα, parando en seco.

Ambos miramos a los seres de cenizas que se acercaban hacia nosotros.

-¿Por qué?- pregunté.

-Porque si se acaban tendremos que buscar más cuando estés indefensa y eso no nos ayudará en nada- contestó rápidamente al tiempo que desenfundaba sus espadas.

Lo imité, desenfundando mi arco y sacando una flecha. Σs’κα fue el primero en entrar en acción. Le dio de llano en el estómago ~Si es que a eso se le podía llamar estómago~ A uno de los seres, que se retorció y se desvaneció. Entonces arremetió contra otro, que pareció más astuto y se adhirió a la espada como una funda. Σs’κα arremetió con su segunda espada y liberó la primera, listo para atacar al tercer ser, a pesar de que daba la impresión de que eran muchos más.

Quise atacar pero en aquel instante, algo se adhirió a mi pie y me tiró al suelo, arrastrándome lejos de donde estaba Σs’κα. Miré hacia atrás y me encontré con una planta gigantesca con fauces enormes que amenazaba con comerme. Sus raíces eran tan grandes, que a duras penas se abría paso entre las estrechas paredes que la rodeaban.

Rápidamente me dispuse a disparar con el arco cuando escuché el grito de Σs’κα.

-¡No dispares!

Intenté soltarme pero en vano, las raíces me tenían tan fuertemente amarrada. Era tal la presión, que mis piernas empezaron a adormecerse. Me tenían inmovilizada hasta la cadera, por lo que opté por romper la raíz con la punta de mi arco. Y tomando fuerzas, encajé la punta en ésta, que era incluso más gruesa que mi cadera. La planta soltó un alarido feroz y ejerció un poco más de presión.

Gemí de dolor.

-¡¿Entonces qué hago?!- chillé.

-¡Dispara en la boca!- gritó Σs’κα de vuelta.

¡¿En la boca?! Las fauces se abrieron amenazantes. La raíz cada vez se acercaba más, por lo que podía captar con detalle los dientes y la saliva de la planta. Me entraron las náuseas, pero supe que no tenía de otra si quería salvar mi vida. Saqué una flecha y tensé el arco, apuntando allí donde se veía el corazón palpitante, que parecía dos veces más grande que mi cabeza. La planta rugió, salpicándome de su saliva y nublándome la vista. Maldije para mis adentros y echándole a la suerte, solté la flecha.

La raíz me soltó y caí en su boca, pero antes siquiera de poder ser tragada, la planta soltó un alarido que casi me deja sorda y se volvió en una sombra negra que se desvaneció a los pocos instantes. Cubrí mi rostro y cerré los ojos. Aquel rugido todavía resonaba en mi mente.

Pero el silencio todavía era perturbado por las acometidas de Σs’κα con la espada. Me incorporé con piernas temblorosas y me percaté de que él aún necesitaba ayuda. Corrí en su auxilio.

Él no me dedicó ni una sola mirada, pero lanzó su espada y la caché por el mango. Sonreí inconscientemente, recordando aquella vez que me había lanzado el cuchillo ¡Pero qué puntería tenía!

Entonces arremetí contra uno de los seres de cenizas, que se desvaneció con el toque de la espada y continué con el siguiente, dándole esta vez un poco más abajo del estómago. Pero los seres seguían reproduciéndose y reproduciéndose, convirtiéndose en miles. Parecía que sería una pelea interminable, pero ninguno de los dos paró de arremeter. Y cuando a uno le atrapaban la espada, el otro ya estaba listo para ayudar. El problema fue cuando ya nos tenían rodeados y con las dos espadas inservibles. Σs’κα y yo terminamos espalda con espalda.

Mi respiración era agitada. Tragué saliva.

-¿No puedes usar fuego o algo así?- le pregunté con dificultad.

Él negó con la cabeza.

-Haría más cenizas de las que ya hay- contestó entre dientes.

La ceniza empezó a rodear mi brazo, hasta llegar a mi hombro. No pude evitar alarmarme.

-Σs’κα…- musité sacudiendo mi brazo en vano.

Estaban tan cerca de nosotros, que ya nos era imposible movernos.

-Espera…- susurró sin perder la calma.

Fue allí cuando la luz llegó del techo y se llevó todas las cenizas, incluyendo las que estaban en mi brazo. Un instante cegador. Quedé confundida cuando la oscuridad volvió a reinar. A duras penas logrando acostumbrar mi vista. Pero Σs’κα no me dio tiempo de un respiro, sino que me tomó por el codo y corrió, llevándome a mí casi a rastras.

-Vamos, Καητσ, tenemos que salir de aquí.- me incitó.

Respiré hondo e intenté reunir las fuerzas necesarias para correr detrás de él.

De repente, la oscuridad fue completa y perdí el rastro de Σs’κα.

-¡Princesa!- escuché a lo lejos- ¡¿Dónde estás?!

-¡Σs’κα!- grité de vuelta, pero esta vez ya no recibí respuesta.

Me alarmé sobremanera, buscando insistente con la mirada a pesar de no ver nada.- ¡Σs’κα!

Solté un alarido cuando sentí una fría mano sobre mi hombro. Me volví bruscamente y me encontré con Sôrα. Ella me sonrió con una dulzura escalofriante.

-¿Sôrα?- dijo alguien un palmo más atrás que ella.

La luz empezaba a volverse suficiente para poder percibir que alguien se acercaba.

-Σs’κα, vine por ti.- contestó Sôrα, dándome la espalda.- ¿Vendrás conmigo?

Entonces lo pude ver. Él le sonrió con cariño y extendió su mano.

-¡Cuánto me alegra volverte a ver!- exclamó atrayéndola hacia él y tomándola por la cadera.

Sôrα sonrió conmovida.

-No quiero que estés en este peligro, vuelve a casa, Σs’κα- le suplicó con la voz quebrada.

Miré a Σs’κα con desconcierto.

Él le correspondió la sonrisa y acercó sus labios a los de ella.

-Por ti iría a cualquier lado- contestó Σs’κα con un amor infinito.

Se fundieron en un beso apasionado que me dio de llano en el corazón ¿Entonces todo había sido una gran mentira? Quise separarlos, quería que fuera yo quien estuviera entre sus brazos y no Sôrα, pero veía la pasión y el amor… y no fui capaz.

-Καητσ…- escuché una voz terriblemente familiar detrás de mí.

Me volví con rigidez.

Μεπ me sonrió con tristeza y extendió su mano. Pero antes de que pudiera corresponderle, un guerrero de la tribu enemiga apareció repentinamente detrás de él ¿Por qué los dioses traían a nuestros seres queridos? ¡¿Qué rayos hacía Μεπ aquí?!

-¡Μεπ!- grité con la voz cargada de miedo.

Mi grito fue en vano. El guerrero le encajó el cuchillo por la espalda.

Μεπ me miró con una expresión cargada de sufrimiento.

-Me dejaste…- musitó antes de caer inerte al suelo.

-¡No!- chillé con las lágrimas aflorando en mis ojos- ¡No!

Corrí hacia él y me hinqué a su lado, tomando su cabeza entre mis manos.

-No te dejé, Μεπ…- sollocé.

Pero sus ojos miraban sin vida hacia el techo infinito y sus labios permanecían entreabiertos.

-Te necesito…- musité colocando mi frente sobre la suya, fría.

Entonces dos manos se posaron sobre mis hombros. Me volví desconcertada. Mi padre y mi madre me miraron con decepción en el rostro.

-Nos fallaste- dijeron al unísono.- Ya no eres bienvenida a tu hogar.

Me percaté de los pueblerinos de Airgua, que nos observaban desde lejos. La mujer más vieja salió de entre ellos.

-Ya no tienes hogar- sentenció lanzándome una mirada de reproche.

“Les fallé, lo sé, les fallé… les fallé…” me repetía una y otra vez. Cerré los ojos y sollocé en silencio “Les fallé, los dejé a todos”.

-Entrégate- dijeron los tres con una sincronía escalofriante.

Yo sólo deseaba calmar mi dolor y si aquella era la única opción…

Me incorporé lentamente y abrí los ojos, encarándolos. Todos me miraban con frialdad. Y sintiéndome intimidad, di un segundo paso hacia delante.

-El hogar no tiene un espacio fijo, princesa, - dijo alguien detrás de mí- el hogar es donde tú sientas calidez y seguridad, como cuando estás frente a una hoguera. Caliente, pero cómoda.

Me volví con extremada lentitud, encontrándome con el comerciante de Airgua, el que nos había traicionado. Éste me sonrió con complicidad, ataviado como aquel día de la fiesta, mostrando sus tatuajes alrededor del cuerpo, con aquellas extrañas plumas en la cabeza ¿Por qué me sonreía? ¿No él estaba muerto? ¿No él nos había atacado a muerte para entregarme a los dioses?

¡Sentía que mi cabeza explotaría! ¡No sabía a quién escuchar! ¡Estaba perdida!
Miró hacia atrás y sonrió de oreja a oreja. Seguí su mirada y me encontré con Σs’κα dándonos la espalda.

De repente toda inseguridad desapareció de mí. Todo el dolor desapareció por un instante. A mis pies les costó moverse, pero pronto ya corría hacia él.

-¡Princesa!- escuché desde todos lados.

Miré a mí alrededor con cierto desconcierto, encontrándome con seis Σs’καs distintos. El encanto se rompió de golpe.

Tragué saliva ¿Sería alguno de ellos el verdadero?


2 comentarios:

  1. "-Fue canalización.- concluyó.

    Mis ojos se abrieron como platos.

    -Imposible… Σs’κα… tú estás con Šoŗα…- aseguré con la voz temblorosa.- sólo funciona con tu igual.

    -Lo sé, si no, no hubiera funcionado- repuso con una dulzura que me derritió por dentro.

    Suspiró con fuerza, endureciendo la voz.

    -Nunca lo admitiría… pero ya no puedo engañarme más y mucho menos puedo seguir engañándote a ti- vaciló un poco-... Quiero tu bien.

    Me miró como esperando mi reacción.

    Asentí con la cabeza. Intentando articular por lo menos una oración coherente.

    -Por supuesto, eres mi protector…

    -No, no.- me interrumpió- quiero tu bien por sobre todas las cosas. Quiero hacerte feliz de todas las maneras posibles… y quise desde el momento en el que nuestra energía se volvió una y la flecha convirtió el árbol en cenizas.- hizo una pequeña pausa- ni siquiera yo me lo puedo explicar. Pero siempre supe que tú no podrías amarme nunca y desear lo mismo por mí, porque éramos y seguimos siendo “enemigos mortales”. Así que decidí tratarte como tal, porque eso era lo que tú querías y lo que a ti te hacía sentir bien…- pareció rememorar varios momentos en los que nos peleamos, perdiendo su mirada en algún punto fijo- pero luego veía el dolor en tus ojos y dudaba de haber tomado la decisión correcta, sólo que nunca me retracté, porque sabía que para ti era lo mejor… e intentaba convencerme de que éramos enemigos mortales, de que Šoŗα me esperaba para que la continuara amando como si fuéramos uno. Pero con el paso de las lunas se me empezó a volver imposible. Te iba conociendo e iba descubriendo la similitud entre ambos. Nos peleábamos y descubría tu gran capacidad para soportar mi mal genio y descubrí que, a parte de Šoŗα, eras la única con la que podía mostrarme tal cual era. Y aún así, debía intentar por todos los medios ignorar esos sentimientos, porque… terminaremos separados. Me reencontré con Šoŗα y la abracé y la besé como antes, pero no sentí lo mismo. Algo había cambiado y ella lo notó. Lo hablamos después de la boda y ambos notamos que lo mejor era separarse a pesar de todo lo que habíamos esperado. Que, a pesar de aún amarnos, ya no era lo mismo. Y allí descubrí que en realidad mi corazón ya no le pertenecía… descubrí que… mi corazón te pertenecía- dijo con un cariño desconocido en él.- Sólo que, como no tengo experiencia en estas confesiones, no sabía cómo decírtelo. Y lo arruiné todo con mi mal genio. Te lastimé y lo siento."

    Nessy! Definitivamente me quedo con esas palabras!
    Estoy oficialmente enamorada de Es'ka, y con él de tu historia... Mil y mil gracias por escribir tan maravillosa historia... y muchas más gracias por compartirla con nosotros...
    No tengo otra palabra para definir esta obra "PERFECTO" tal vez sería la más acertada...
    Lamento no haber comentado... estuve de vacaciones y no tuve tiempo de pasar por tu blog... lo siento.
    Publica pronto...
    Besos
    Lau
    P.D. Amo cuando Es'ka llama a la princesa por su nombre "Kanto"... Suena mucho más lindo :)

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  2. 2 P.D. Solo me queda esperar que puedan superar todas las pruebas impuestas por los Dioses... y que salgan juntos de estas como siempre han hecho :D

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.