sábado, 20 de noviembre de 2010

El recuerdo

¡¡¡Muchas gracias por los votos!!! Me han sido de mucho apoyo :D :D :D Ahora sé exactamente qué es lo que voy a hacer :D (Bueno, en realidad no jejejeje pero tengo una idea jejejejeje) Pero, en fin. Gracias por los comentarios, el apoyo, sigo estando feliz :D :D :D :D Muuuuuy feliz en realidad con el blog y todo se los debo a ustedes, muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchas gracias y espero que les guste el capítulo. Éste se los dedico a cada una de las seguidoras del blog.

-No me voy con ustedes- dije firmemente.


Y a pesar de todo, mis piernas empezaron a temblar descontroladas.

-¡Vamos, cariño! Si no cooperas, tendremos que hacerlo por la fuerza y créeme que a ninguno de nosotros nos va a gustar eso ¿Entendido?- dijo con fingida inocencia.

Negué rotundamente con la cabeza.

Entonces una horrible sonrisa de gato se dibujó en su rostro demacrado. Un involuntario escalofrío pasó por mi espalda. Me dispuse a gritar, pero uno de ellos tapó mi boca con fiereza.

Me sacudí, pataleando y dando golpes a ciegas, pero ninguno de ellos sirvió para que me soltaran.

Colocaron un pañuelo de un olor fétido sobre mi nariz y a pesar de resistirme, a falta de aire, respiré el olor, perdiendo la consciencia a los pocos minutos.



Esta parte la cuenta Danny jejejeje la verdad es que me dio repentinamente ganas de escribir desde su perspectiva jajajaja

El dolor era fuerte, tan fuerte que ya no podía soportarlo. Mi madre se había ido, nunca la volvería a ver, nunca me volvería a abrazar o consolar. La habíamos perdido para siempre. Cuerpo y alma, separados por una larga distancia. Intenté consolarme con la idea de que su alma volaría entre las estrellas como siempre había deseado, pero a pesar de eso... la extrañaba sobremanera. No lo podía creer aún. No podía creer que ella se había ido.

Uno de los doctores colocó la caja sobre mis manos. Escruté con la mirada cada detalle, aprendiéndomelo de memoria. Ella siempre quiso que la lleváramos a la iglesia donde se casó con mi padre.

Me volví hacia Fabián y con pasos cansinos quedé frente a él, entrégandole lo que quedaba del cuerpo de mi madre, reducido a cenizas. Él lo tomó con manos temblorosas.

-Cumpliremos nuestra promesa- murmuró.

Papá y yo asentimos con poco ánimo.

Entonces lo reconocí en mi interior al instante. Algo andaba terriblemente mal... era una punzada tan fuerte de dolor, que no pude evitar un gemido casi inaudible. Ambos hombres se volvieron hacia mí con la preocupación reflejada en el rostro.

-Any...- murmuré entre dientes.

Sin pensarlo dos veces salí corriendo de la habitación gritando su nombre. Quería ver que estuviera sana salva y que todo hubiera sido una confusión. Pasé de pasillo en pasillo, sin ver si quiera rastro de ella... paré y golpeé la pared con fuerza, maldiciendo por mi error ¿Se habría
enojado conmigo por haberle pedido que saliera para dejarnos un momento a solas?

Rápidamente saqué el celular de mi bolsillo y marqué con insistencia el número que desde hacía meses me sabía.

Esperé con impaciencia a que alguien contestara, pero el desesperante pitido me dejó rígido en mi lugar maldiciendo en voz baja. Seguramente tenía el celular apagado, algo raro cuando se trataba de Any.

Caminé de un lado para otro estrujándome el cerebro buscando una posible explicación a su desaparición tan repentina. Entonces marqué por segunda vez, pero el celular seguía apagado. Lo pensé por un momento, aún con el celular en la mano y entonces, sin más preámbulos, marqué el número de su casa.

Al tercer pitido alguien tomó la llamada.

-¿Sí?- contestó su madre.

-¡Hola, señora Sabas! Me preguntaba si estaba Any por ahí- contesté con los nervios carcomiéndome por dentro.

-Pensé que estaba contigo- contestó notablemente sorprendida- ¿Pasó algo?

Me arrepentí de haber marcado aquel número ¿Ahora qué le diría a su progenitora? "Señora Sabas, es que su hija me dejó aquí. Parece que desapareció y no contesta a su celular". Sacudí la cabeza. No podía darle tal susto a la mamá.

-Es sólo que se fue y quería saber si ya había llegado a su casa, pero no contesta- expliqué.

-¿En serio?- preguntó incrédula.- ¡Qué extraño! Déjame lo intento yo y te digo si me contesta.

-Gracias- dije aliviado por su reacción.

Aunque tenía el mal presentimiento de que no contestaría ni llegaría a casa, me abstuve de presentar mis dudas en voz alta.

-Parece que su celular está apagado, cariño ¿Quieres que le diga que te hable cuando llegue?- preguntó tranquilamente.

-Por favor, señora Sabas, me encantaría saber cómo se encuentra- dije disimulando los nervios.

-Muy bien, Danny. Entonces te hablo al rato, cariño- dijo antes de colgar.

No pude mover ni un sólo músculo. La madre parecía tan segura, pero mi presentimiento auguraba todo lo contrario. Sentía con una fuerza aplastante que ella no llegaría a su casa ni volvería a prender su celular.

Recordé con claridad aquella cena que aborrecí desde el principio, sintiendo un vago sentimiento de familiaridad.

El salón era más grande de lo que esperaba. Busqué con la mirada a aquella chica risueña que había conocido el día anterior ¿Podría ser que después de tantos años me hubiera enamorado? Mamá no me soltaba del brazo, conduciéndome por cada mesa, saludando a cada uno de los conocidos de mis padres.

Entonces vi a sus padres, pero ningún rastro de ella. Ambos estaban visiblemente nerviosos, tomados de la mano, el señor le susurraba algo a su esposa en el oído.


Mis padres se acercaron a ellos. Ambos se incorporaron de golpe.

-¿Qué tal, compañero?- dijo el padre de Any estrechando la mano del mío.

-Pues cansados, aún no nos hemos recuperado de la fiesta de ayer- contestó mi papá.

-¿Cómo está tu esposa?- dijo dirigiéndose a mi madre.

Estrecharon las manos.

-Perfecta como siempre- dijo la madre de Any.

Ambas mujeres soltaron una risa y se dieron un abrazo.

-Hola, Danny- dijo la señora.

Extendí mi mano por cortesía y estreché la suya, dándole un beso en la mejilla.

-¡Cuánto le hubiera encantado venir a Any!- dijo el esposo, colocando sus dos manos
sobre los hombros de su mujer- pero tenía que atender a unos invitados.

Sonreí con desánimo.

-Cuánto me hubiera encantado verla- contesté.

Las dos parejas soltaron una carcajada.

-¡Qué muchacho más conciderado!- le dijo la madre a la mía.

Entonces los cinco nos sentamos en nuestros respectivos lugares.

Suspiré resignado y empecé a juguetear con los tenedores, desalentado por la perspectiva de
pasar largas horas sentado sin poder hacer nada.

Y por segunda vez en el día sentí aquella punzada de inseguridad ¿Sería por ella? Miré a mí alrededor con desconfianza.

-¡Danny, cariño!- dijo la madre de Any- Quiero presentarte a alguien, ven.

Ella se incorporó y yo con ella.

Me tomó del brazo y me guió hasta una mesa en la que se sentaba una pareja con una joven
que parecía de mi edad.

-Ella es Iris, hija de un compañero de trabajo de tu padre.- nos presentó.

La chica se incorporó con una gracia algo turbadora y extendió su mano.

La estreché con confusión.

-Iris, él es Danny- le dijo a la joven, que no me quitaba la vista de encima.

-Un placer, Iris.- dije sonriente.

Me contestó con una sonrisa bella, recordándome a Any por un momento.

Nos sentamos en un lugar apartado del los adultos y empezamos a platicar, pero... no pude evitar compararlo con la visita al parque el día anterior. Me daba la sensación de que Any tenía algo especial, algo diferente a las demás chicas que me dejaba sin aliento. Era como si Iris no estuviera presente en la plática. Estaba más concentrada en su aspecto que en ver de qué se trataba la conversación, por lo que, después de un largo rato que me parecieron horas, me despedí cortésmente de ella y volví a la mesa con los adultos.

-¿No te agradó Iris?- preguntó la madre de Any descepcionada.

-Lo siento, pero ella estaba más preocupada por su aspecto, que ni si quiera pensaba en lo que
decía- me disculpé.

Los cuatro adultos soltaron una carcajada.

Entonces, el jefe de mi padre se acercó con garbo a nuestra mesa. Estaba sonriente. Nos escrutó a cada uno con la mirada, sin perder la sonrisa, hasta que un atisbo de decepción asomó en aquellos ojos grises y fríos.

-Señor Sabas, me pregunta dónde está su hija- dijo con vanidad.

La pareja se miró nerviosa, como si desde el principio hubieran sabido que eso iba a pasar. El señor parecía haberse quedado sin habla, entonces la esposa se armó de valor y se irguió en todo su esplendor.

-Ella tenía otros asuntos que atender- dijo encarándolo con fiereza.

-¿En serio?- dijo el jefe con ironía- ¿Asuntos más importantes que éste?

-Sí- contestó la esposa con firmeza.

El rostro del jefe se desfiguró por la ira.

-¿Saben el motivo de esta fiesta?- preguntó amenazante.

Ambos negaron con la cabeza.

Entonces el jefe encaró a toda la comitiva de fiesta, subiendo su tono de voz.

-El motivo de esta fiesta era pedirle la mano a la hija de la familia Sabas, pero, por desconcideración no la trajeron porque "ella tenía asuntos más importantes que atender"-dijo explícito, repitiendo las palabras de la señora Sabas.

Todos en el salón parecían sorprendidos, pero el silencio era sepulcral, todos atentos al alboroto.

El jefe de ambos hombres se volvió con brusquedad.

-Richard, te íbamos a acender. Con tu hija a mi lado te necesitaría más cerca para satisfacerlos de todas las formas- dijo con voz fría.

El señor Sabas y yo bufamos al unísono.

-¡Qué sucio es usted desposando a una joven que a penas cumplirá los dieciseis años! ¡Qué convenenciero y cobarde! Ni aunque me acendiera dejaré que tome a mi hija como su esposa ¿Me ha entendido? Ella elegirá de quien se enamore, no será un matrimonio forzado y mucho menos con un...- calló de golpe antes de continuar- con usted.

La cara del jefe se enrojeció como un tomate.

-¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera, Richard?- dijo encolerizado- ¡Soy tu jefe y te mando! ¡¿Entendido?!

¡Ahora resultaba! Sin pensarlo dos veces, me incorporé de mi asiento.

-¿Qué haces, Danny?- susurró mamá temerosa.

Ignoré sus súplicas, plantándome frente al hombre. Y sin más preámbulos, le di un certero golpe en el rostro, provocando una herida sobre su pómulo.

Todos en sala dieron gritos de desconcierto.

Mi madre se incorporó y me tomó de los brazos, evitando que me abalanzara sobre él.

-Y nada más faltaba usted, señor Fontana...- murmuró el jefe entre dientes.

Lo fulminé con la mirada.

-Ambos están despedidos...- se volvió hacia el papá de Any- y que te quede claro, Sabas, ella será mía a como de lugar.

Volví a la realidad de golpe. Mi respiración se había vuelto agitada. Yo la amaba desde que la había visto y a penas me daba cuenta ¡Debía hablar con ella!... pero... antes que nada... debía encontrarla.

2 comentarios:

  1. Ahhh!!
    Me encantan tus capiii Nessy! =)
    Quiero cap cap cap cap! jaja XD
    No te preocupes sube cap cuando puedas =D
    Besos!

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  2. Odio a ese viejo asqueroso ¡¡¿Como se le ocurre pedirle la mano a una chica de apenas 16 años ?!!

    Danny tiene que salvarla ¡ Tiene !

    Me dejaste super metida en la historias

    PUBLICA LO MAS PRONTO !!!
    Te quiero
    Cuidate
    Bye

    XoXo
    Rosebelle

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.