jueves, 18 de noviembre de 2010

La larga despedida

¡¡¡Hola a todas!!! jejejeje aquí me reporto recién operada ;) Es un gran inconveniente para mi mano jejejeje pues allí me operaron entonces escribo demasssssssiado lento jejejeje Aún así, tengo los capítulos preparados jejejeje
Les agradezco con el alma :D Los comentarios, siempre me ponen feliz... ver que a las demás les gusta mi historia. Yo también pronto entraré en exámenes jajajaja (Sé más o menos cómo te sientes Zeta, jejeje los exámenes son pesados y me parece que la la frase que pusiste está completamente en lo correcto :D Las mejores cosas pasan cuando menos nos lo esperamos y siempre terminamos preguntándonos ¿Cómo pasó? :S) entonces, quizás sean semanas un poco irregulares con los capítulos, quizás iré diciendo que en lugar de miércoles será jueves o quizás sábado jejeje espero que eso no les moleste :) Muuuchas gracias por todo y aquí les dejo el capítulo.

Juntos caminamos de la mano a la sala de incineración. Danny parecía saberse el camino de memoria. Pero a pesar de todo, tanta tristeza, soledad... sentía aquella chispa. Esa chispa que jugueteaba felizmente entre nuestras manos, brillando cada vez con mayor intensidad. Ambos nos volvimos hacia las manos, chocando con las cabezas.


Empezamos a reír. Me acarició suavemente.

-Lo siento- dijimos ambos al unísono.

Soltamos una carcajada.

-Yo también puedo sentirlo- murmuró Danny presionando dulcemente mi mano.


-Ambos- lo corregí.


Nos escrutamos un momento con la mirada.


Entonces una hermosa sonrisa se dibujó en aquellos perfectos labios. Correspondí con otra.


Empezamos a caminar nuevamente. No pude evitar la tentación de mirarlo de reojo. Me sentía tan afortunada de que él me quisiera. Aún no podía asimilarlo correctamente. Aquella sensación de cosquilleo que recorría mi cuerpo cada vez que lo miraba, aquella sonrisa cada vez que pronunciaba una palabra. Él era perfecto. Tan conciderado, tan observador, persuasivo.


Entonces llegamos a nuestro destino. Danny paró y se volvió a mí. Parecía que la duda lo embarga nuevamente.


Respiré hondo y acaricié su mejilla, intentando infundirle valor. Aquel era el momento en el que se despediría de su madre. Sería la última vez que la vería... sentí aquel dolor punzante en el estómago. Automáticamente coloqué mi mano libre sobre él y presioné con suavidad.


-Danny- susurré- No la perderás para siempre.


Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.


-Eso espero- murmuró respirando hondo- gracias, hermanita.


Me dio un suave beso en la mejilla, que provocó que me ruborizara. Entonces, con la mano libre,
giró la perilla de la puerta y abrió.


La mujer estaba tendida en una mesa, envuelta en sábanas blancas, lo único que se veía de ella era su hermoso color de piel. Un marfil pálido que brillaba a la luz del Sol que se filtraba por la ventana. Sus labios tenían un rosado hermoso y reluciente, como si se hubiera maquillado para la ocasión, una bella sonrisa recorría su rostro, marcando sus pómulos, donde se proyectaba la sombra de sus largas pestañas y sus párpados cerrados, sin presión, con suavidad. Parecía un ángel dormido, incluso su cabello, de un color castaño fuerte, colocado de forma de avanico
alrededor de su rostro.


Danny presionó mi mano, intentando contener el dolor que le oprimía el pecho, aumentando mi dolor de estómago, provocado por aquel vacío interminable que lo único que mantenía era un sufrimiento invisible pero palpable.


Fabián y su padre observaban a la mujer inerte con un gran respeto, pero a la vez con una expresión melancólica. Era como si esperaran que en cualquier momento se despertara del sueño que parecía agradable por su sonrisa.


Dos doctores nos observaban con pesar desde una recóndita esquina de la habitación, seguramente esperando a que la familia diera la señal.


Me volví hacia Danny y lo escruté con la mirada.


-Es la última vez que la verás en cuerpo- le recordé dándole un pequeño emujoncito para que se
despidiera por segunda vez.


Vaciló por un momento antes de soltar mi mano y acercarse a su hermano y a su padre. Uno a uno le dieron un beso en la frente y silenciosamente, Fabián hizo un seco asentimiento de cabeza a los doctores, que de tres zancadas llegaron frente a la mamá.


Contuve el aire.


Entonces, repentinamente la mujer se prendió en llamas y no pude ver más su rostro. Busqué a Danny con la mirada, pero sus hermosos ojos verde esmeralda ahora estaban iluminados fieramente con las llamas, que no dejaban de chisporrotear.


Uno de los doctores abrió una puerta que daba al patio, dejando que el humo del fuego saliera, pues ya empezaba a sofocarme.


Era como si Danny pudiera ver cómo su madre se consumía a cada momento, hasta que despues de unos largos y dolorosos minutos las llamas terminaron por ser apagadas y no quedaron más que cenizas. Fueron metidas a una hermosa caja de plata con pequeñas incrustaciones de esmeralda. Ni una sola ceniza quedó fuera de la caja, que parecía acolchada de tela roja.


Una única lágrima, cargada de todo el dolor que ya nos oprimía a ambos se desbordó por la mejilla de Danny hasta quedar atrapada en su mentón. Me acerqué lentamente y se la quité con suavidad.


Intercambiamos una larga y significativa mirada. Él quería estar sólo.


Asentí lentamente ¡Era de esperarse! Y no lo iba a contradecir.


Acaricié su mejilla por segunda vez. Bajé el brazo a mi costado, algo dudosa. Y viendo hacia el piso di media vuelta y con un fugaz movimiento de mano me despedí de Fabián y de su padre
antes de salir de la habitación cerrando la puerta tras de mí.


Caminé por los pasillos desiertos, y sin poder evitarlo más me recargué en la pared y me derrumbé lentamente hasta que mi cabeza quedó entre mis rodillas.


Confundida era como me sentía. Lo amaba, pero sentía dolor, un dolor que oprimía mi pecho y mi estómago. Recordándome al vacío. Sólo él me hacía sentirme de esa manera. Nunca nadie me había hecho sentir así, tanto dolor, que no podría soportarlo más. Como si nuestro dolor se hubiera unido. Pero por otro lado ¡Cuánto deseaba haberme quedado a su lado! Pero él necesitaba tiempo, debía recuperarse.


Me sobresalté al sentir una mano helada y gélida sobre mi hombro. Levanté la cabeza y vi a tres hombres completamente vestidos de negro acorralándome contra la pared. Me incorporé de un salto, sacundiendo la mano del hombre.


Los fulminé con la mirada.


-¿Qué quieren?- pregunté desafiante.


Uno de ellos soltó una carcajada.


-Tienes una cita pendiente, linda ¿No lo recuerdas? Supongo que como estaba tan oscuro aquella
noche no pudiste ver mi rostro con claridad... o quizás no me reconoces porque ahora tengo una cicatriz en el rostro por cortesía de tu noviecito...- dijo con desdén.


Maldije para mis adentros ¡Para colmo! Mateos seguía queriendo que fuera su esposa...

1 comentario:

  1. Hola nessy!
    Bienvenida =)
    Lamento decirte que no me pude pasar antes porque tenia finales y todo eso y tenia que estudiar para no llevarme ninguna materia XD
    La buena noticia es que no me lleve ninguna =)
    Me gusto mucho el capiii!
    Ahora que la van a querer volver a secuestrar????
    Mi dudas nessy...

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.