viernes, 5 de noviembre de 2010

¿La última esperanza?

Publico día seguido porque los viernes es uno de los días oficiales, jejejeje entonces, espero que con el capítulo de ayer y el de hoy, pueda recompensar todo lo que falté jejejejeje Muchas gracias por el comentario Belle y gracias a todas las lectoras que se pasan de vez en cuando por el blog. Ahora no tengo mucho que decir jejejeje sólo una cosa más; en este capítulo Any y Danny ya están completamente enamorados.

Entonces llegó la hora. El timbre sonó diez minutos después de lo acordado, pero aquello no me molestaba en lo absoluto. Sólo quería verlo... sentir su cálido tacto, ver su sonrisa radiante y saber que todo estaba bien. Lo pensé por un momento. Era mucho pedir.


Bajé corriendo las escaleras, hasta llegar al recibidor y abrir la puerta. Al verlo no pude evitar sonreír de oreja a oreja. Parecía más contento que antes, pero aquello no quitaba cierto sufrimiento en aquellos hermosos ojos verde esmeralda.

Lo contemplé por un momento, antes de colgarme en su cuello y abrazarlo con fuerza. Él me correspondió rodeando con sus fuertes y fornidos brazos mi cintura. Sentí aquella triste pero linda calidez que ahora él emanaba.

Las lágrimas se debordaron por mis mejillas, llegando hasta mi mentón, mojando lentamente su suéter de cuello de tortuga negro, negro como la noche, cuando la energía se renueva, las esperanzas de un nuevo día crecen ¿Por qué ese color tan bello y tranquilo para los funerales cuando la tristeza es lo que predomina y la esperanza se desvanece?

Me apretó con una fuerza cariñosa, atrayéndome más hacia él, hasta que mis pies volvieron a tocar el piso. Sus brazos no dejaban de rodear mi cintura, pero sus labios, de un color casi carmesí y aún así perfectos, con sabor a miel y dulce, estaban a sólo unos centímetros de los míos. Sus ojos pasaban de mis ojos a mis labios.

Lo escruté con la mirada, observando con atención cada una de sus facciones perfectas, a sabiendas de que me necesitaba y... yo a él. Pasaba por un momento complicado, pero no había forma de explicarlo ¡Las cosas pasan! No hay manera de evitarlas. El dolor había desaparecido tan repentinamente. Mi estómago ahora estaba casi vacío de dolor, pero incapaz de llegar a la felicidad. Ver a aquel joven, que a su vez era dos años mayor que yo. Maduro y guapo, lejos de la inocencia. Conocía al mundo, sabía y estaba preparado para lo que se le presentara y eso era algo que admiraba mucho de él.

Una sonrisa completamente nueva y especial se dibujó en su rostro, mostrando sus dientes blancos e igual de perfectos como todo en él. Correspondí con una sonrisa torcida.

-¿Quién es?- gritó mamá desde la cocina.

Rápidamente nos separamos. Mi mamá aún no lo sabía y no lo sabría ahora.

-¡Es Danny!- contesté incapaz de desviar la mirada de esos ojos cautivadores.

-¿Cómo estás, hermanita?- me susurró al oído con picardía.

-La verdadera pregunta sería ¿Cómo estás tú?- contradije, empujándolo con suavidad.

Él pasó un brazo por mis hombros y me estrechó con una ternura turbadora.

-Mejor...- murmuró.

Suspiró y desvió la mirada, dejándome salir de aquel encantamiento.

Entonces me percaté de que mamá nos observaba inquisitiva desde el umbral de la puerta.

-¿No me das mi beso de despedida, cariño?- dijo sin perder de vista a Danny.

Sonreí.

-Claro- contesté acercándome a ella.

Le di un beso en la mejilla. Entonces se volvió hacia Danny que nos observaba con una nostalgia dolorosa.

-Un placer volver a verla, señora Sabas- saludó Danny a mi mamá.

-¿Qué tal, Danny?- saludó ella.- Entonces te llevas a mi hija por un rato ¿O me equivoco?

-Está completamente en lo correcto, le prometo que se la devolveré sana y salva- contestó Danny con diplomacia.

Mamá rió con ganas.

-Excelente.- se limitó a contestar.

Un silencio incómodo se extendió entre los tres. Volví a situarme a lado de Danny.

-¿Cómo están tus padres, Danny?- preguntó mamá amblemente.

Sin poder evitarlo me volví hacia Danny. Él no pareció sorprenderse por la pregunta, pues estaba completamente inexpresivo.

-Muy bien...- contestó entre dientes.

-Los saludas de mi parte, por favor- pidió mi mamá dándole un beso en la mejilla.

Se situó frente a mí y me sonrió con cariño. Acarició mi mejilla con suavidad y me dio un beso en la frente.

-Pásensela bien, muchachos- dijo mamá antes de entrar nuevamente a la casa.

Me volví hacia Danny, que miraba ausente hacia el horizonte.

Le di un duradero beso en la mejilla y sonreí cuando él se volvió. Una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

-Vamos, hermano, tenemos una cita que cumplir- lo incité.

Él asintió lentamente.

Tomó mi mano y nos dirigimos a la gigantesca camioneta negra. Al entrar saludé a Fabián, que a su vez me miró con una misteriosa sonrisa.

-Con que ayer se divirtieron ¿Eh?- preguntó divertido.

Reí por lo bajo.

Danny se sentó a mi lado. Lo rodeé con los brazos y lo estreché con fuerza, recargando mi cabeza por primera vez en su duro pecho. Me envolvió también en su regazo y acarició mi cabello con suavidad.

-Es hora- murmuró.

Asentí.

-Es hora- repetí.

1 comentario:

  1. ¡¡¡¡¡ Aiii !!!
    Envidio tanto a Any , ¿sabes donde puede conseguir un chico como Danny ? XD ! .

    Ame el capitulo aunqe fue algo cortito .

    Publica pronto
    Te quiero
    Cuídate
    Bye

    XoXo
    Rosebelle

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.