jueves, 4 de noviembre de 2010

Presentir...

¡Lamento no haber publicado desde antes! En serio que lo siento, pero no me llegó la inspiración. Un dato curioso y que siempre me viene a la cabeza cuando me enfermó es que, si es dolor de garganta, es por falta de inspiración, porque hay algo que hemos mantenido guardado y que no hemos dicho, pero que en el interior nos está haciendo daño. Jajajajaja Pues por ahí iba mi situación, pues me enfermé y la inspiración se esfumó como por arte de magia. Ahora, pues como agradecimiento por su paciencia jejejeje les dejo un capítulo largo (O bueno jejeje lo que es largo para mí :D)
¡Les agradezco mucho los comentarios! Siempre son extraordinarios y siempre me dan muuuucha felicidad. Espero que les guste el capítulo ;)

-Yo...- tartamudeé, presa de la emoción- Sí.

Mamá me escrutó con la mirada frunciendo el seño.

-¿Tan temprano?- murmuró incrédula.

-Pues... sí.- contesté trangando saliva.

Tenía ganas de gritarle al mundo, decir que ÉL me besó. Pero era imposible, no tenía tanta libertad. De sólo pensar la regañiza que me daría mi mamá, despotricando porque me mojaría con la lluvia, tenía novio y me había vuelto. Ahogué una risita al imaginarla.

Volvió a escrutarme con la mirada poco convencida.

-¿A qué horas dijiste que venía el muchacho por ti?- preguntó con fingida indiferencia.

Sonreí de oreja a oreja.

-A las once- me limité a contestar.

-Correcto, entonces ¿Por qué despierta tan temprano?- preguntó inquisitiva.

Me encogí de hombros.

-No podía dormir bien...- contesté.

-Seguramente pensando en el chico- murmuró para sí misma, pero no costó ningún trabajo entender su significado.

Sonreí tímidamente al sonrojarme.

Entonces sonó el teléfono de la casa. Salí corriendo de la cocina y lo tomé al vuelo en el recibidor.

-¿Sí?- contesté.

-¡AMIGA!- gritó Miranda histérica desde la otra línea- ¿Alguna novedad?

Escuché su risita nerviosa.

Repentinamente me llegó aquel rostro demacrado por el sufrimiento, aquel que me pidió que lo acompañara a la incineración. Sentí una fuerte punzada de culpabilidad ¡Si debía apoyarlo, no estar feliz! Aquello había que guardarlo cuando terminara el asunto...

Suspiré con tristeza.

-¿Y eso a qué se debe?- preguntó con preocupación- ¡¿Te hizo algo?!

Reí amargamente.

-No...- guardé el aire con insistencia, incapaz de purificar el que estaba en mis pulmones- somos novios.

Se escuchó un sonoro grito de alegría, seguido de un golpe seco.

-¿Estás bien?- pregunté alarmada.

-¡Por supuesto!- gritó conmocionada- ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡Cuéntamelo todo, boba!

Reí nuevamente, ahora con un poco más de alegría.

-Te lo cuento mañana ¿Nos vemos en el Italianni's?

-¿Pero por qué tan poco entusiasmo?- preguntó molesta.

-Eso también lo sabrás mañana- contesté divertida.

-¡Hey!- dijo molesta.

Aquella voz me encantaba, parecía una niña pequeña lloriqueando por un dulce... ¡La madurez que teníamos ambas para tomar las cosas!

Reí.

-¡No te rías! Me vas a dejar con la intriga un día entero, eso no se le hace a una amiga- se quejó con una voz infantil y chillona.

-Pero recuerda que hoy veo a Danny...

-¡Oh!- exclamó avergonzada- Cierto.

Calló por un momento.

-¡Pero que no te extrañe que tengas 20 llamadas perdidas, eh! ¡Quiero saber cada detalle!- ordenó.

Bufé fingidamente.

Se escuchó su risa del otro lado de la línea.

-Te dejo, mujer... le diré a Sora que nos acompañe mañana ¿Está bien?- se despidió.

-Claro, no hay ningún problema. Cuídate mucho.- me despedí.

Ambas colgamos al mismo tiempo.

Respiré hondo ¿Llamando a las seis y media de la mañana? No pude evitar una sonrisa, Miranda era única.

De improvisto volvió a sonar el teléfono. Lo miré confundida por un momento ¿Por qué todos llamaban a esa hora?

-¿Bueno?- dije al tomar nuevamente el auricular.

-¡ANY!- se escuchó una voz femenina.

Sonreí.

-¡¿Sora?!- pregunté emocionada.

Ambas gritamos al mismo tiempo conmocionadas por la sorpresa y la emoción. Mamá se asomó por la puerta de la cocina para verificar que todo estuviera bien.

-¡Sí!- dijo contenta.

Recordé a aquella chica que siempre parecía haber desencajado de nuestro grupo, pero sorprendentemente, a pesar de su madurez y su seriedad, siempre estuvimos juntas. El trío alocado de la clase, bueno, más bien el dúo, porque ella siempre impartía el orden, dejando cierto equilibrio en nuestro comportamiento. Su cálida sonrisa, con aquellos cabellos completamente negros que caían con un ondulado natural y único hasta su cintura, recogiéndoselo siempre con una coleta. Aquellos ojos seductores, la piel pálida y su forma física ¡Cómo recordaba que siempre tenía suerte hasta con los chicos mayores! Pero bien discreta, educada y responsable nunca había aceptado ninguna propocisión de ningún hombre.

-¿No molesto, verdad?- preguntó avergonzada.

-¡Sora! ¡Claro que no! ¿Cómo estás?- pregunté dando saltitos de emoción.

-Bien ¿Sabes que en Guatemala el clima es peor que Acapulco en sus mejores días?- contestó.

Reí, contenta de volver a escuchar su voz. Ya la añoraba mucho.

-Cuánto las he extrañado...- murmuró con nostalgia.

-Y nosotras a ti también... loca ¿Qué te crees? Ya llevas mucho tiempo por allá y seguimos sin vernos, algún día quisiera conocer Guatemala ¿Es lindo?

-¡Por supuesto! En especial la selva- suspiró.

Un cómodo y tranquilo silencio se extendió por un momento.

-¿Ya habló Miranda contigo?- pregunté.

-Sí... ¿No te ha dicho?- preguntó confundida.

-No...

-¡Estoy aquí!- grita de emoción.

-Espera... ¿Aquí, aquí?- pregunté esperanzada.

-Por supuesto, tontita ¿Qué creías?

El grito de emoción salió inesperadamente de mí ¿Pero qué podía decir? Hacía tres años que no la veía.

-¿Entonces vendrás mañana con nosotras?- pregunté ahora más que contenta, olvidando por un momento mis preocupaciones.

-Sí- confirmó divertida.

Ambas reímos.

Hablamos durante una hora más. Después de tanto tiempo hablando por Messanger no podía creer que ella estuviera aquí. Tantas cosas que había que contarse, tantas cosas que habíamos perdido durante la ausencia de la otra. Sentí tranquilidad durante esa hora, mi mente me obligó a prestar atención únicamente a el presente, olvidando por un momento a la mamá de Danny...
Pero cuando nos despedimos, las imágenes volvieron a mí con dureza y rapidez. Sabía que esto pasaría y como si sintiera su dolor, gemí también, a sabiendas de que éste era muy fuerte y no había forma de soportarlo. Imáginando cómo estaba Danny, sentí más dolor. Olvidé por completo lo que era la tranquilidad, subiendo a trompicones por las escaleras, mamá trajo un vaso y una aspirina para el reciente dolor de cabeza que empezaba a molestarme más de lo que ya necesitaba.
Me recosté en la cama e intenté dormir, pero mis ojos no se cerraban. No lo lograba... después de varios intentos fallidos, me di un baño, rendida, intentando relajarme, pero el dolor volvía a momentos y la tensión también. ¿Cómo de la felicidad interminable había llegado a una tristeza dolorosa tan rápido? Aquella pregunta rondó por mi cabeza durante el resto del baño. Al salir mis músculos estaban relajados, todos excepto el cerebro que trabajaba a mil por hora intentando desifrar algo que parecía venir inminentemente, algo que andaba muy mal, lo presentía ¿Se sentiría Danny así cuando tenía sus malos presentimientos?

1 comentario:

  1. Pobre Any =(

    Creo que Danny también siente lo mismo .

    ¡¡Aiiii !!!
    No puedo cree que son novios !!!! ><


    Publica pronto
    Te quiero
    Cuidate
    Bye

    XoXo
    Rosebelle

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.