Amistad inquebrantable

Bueno, ahora el capítulo sí es largo, pero espero que les guste. Igual y les parezca mejor. Lamento no haber dado mi correo antes, pero aquí está: i.nessy@hotmail.com jejejeje quien lo necesite allí está ;)

Alexa, al fin, después de la larga semana que tuve, logré leer uno de los blogs que me recomendaste y en realidad me parecen muy interesantes las historias. Prometo que el próximo capítulo haré recomendaciones, porque varios blogs me han dejado impactada jajajajaja

¡Espero lo disfruten! jejeje díganme si le pongo número a los capítulos. Les agradezco todo su apoyo, ha sido muy importante para mí.

-Pasa- le dije después de que pagamos cada quien su parte al taxista.

Abrí la puerta con mis llaves. Al entrar Danny tomó las llaves y las miró con detenimiento. El llavero de mariposa tintineó levemente. Caminé hacia la cocina y tomé un trapo, lo enjaboné. Danny entró en ese momento.

-Eres valiente ¿Sabes?

Lo volteé a ver curiosa.

-¿De qué hablas?- le pregunté algo confundida.

Me acerqué y empecé a limpiar su herida.

-¿No tienes miedo aún?- preguntó escrutándome con la mirada.

Lo pensé por un momento.

-Sí, lo tengo.- susurré.

Danny gimió.

-Lo siento.- me disculpé.

Sacudió la cabeza.

-¿Cuando estás asustada eres así de calmada?- me preguntó frunciendo el seño.

-No estoy segura. Es la primera vez que me pasa algo así de raro.

-¿Raro te parece la palabra adecuada?- me preguntó incrédulo.

-Sí, y horrible.- susurré.

Danny rió.

Al terminar de limpiarle la herida, me dirigí a la despensa.

-¿Por qué no te quedas a cenar?- le pregunté buscando el cereal.

-¿Y tus padres?

Suspiré con nostalgia.

-No lo sé.

-¿Segura?- dijo con una voz misteriosa.

Salí de la despensa.

-¿Ahora qué piensas?- dije mirándolo a los ojos.

-Siento que algo bueno va a pasar…- susurró.

-¿Y no puedes saber qué es?- le pregunté acercándome.

Él negó con la cabeza.

-Ésa es otra desventaja.- dijo.

Reí y volví a la despensa. Encontré el cereal y lo tomé. Me di cuenta de que Danny ya había sacado la leche y la colocaba sobre la mesa. Justo cuando iba a sacar los platones y las cucharas, Danny se adelantó y sacó todo, colocándolo después sobre la mesa.

-¿Puedes saber si pasará pronto o no?- le pregunté curiosa.

-Pues, por lo que siento, será pronto.- contestó encogiéndose de hombros.

Me serví cereal y le puse leche. Danny hizo lo mismo. Comí un poco, intentando pensar todo con mayor claridad.

-Entonces ¿Es más fuerte cuando está más cerca?- pregunté.

Danny asintió.

-Es algo confuso.- admití.

-No, no lo creo.

Sonreí.

-Eso es porque tú has tenido este…- busqué la palabra adecuada.-don toda la vida.- afirmé.

Danny rió.

-Por lo menos desde que tengo memoria.- contestó.- Aunque no le llamaría don exactamente…

-¿Entonces cómo…

-Sexto sentido- se adelantó como siempre.

-Eso no era lo que iba a preguntar.- dije juguetona.

-Claro que preguntarías eso…- contestó a la defensiva.

No entendía, se veía tan seguro de sí mismo.

-¿Cómo…

-No tengo idea.- me interrumpió nuevamente.

Suspiré resignada. Era algo incómodo.

-Sé que es incómodo.- dijo.

Lo miré desconcertada.

-¿No me digas que lees pensamientos?- pregunté incrédula.

Danny empezó a reír a carcajadas.

-Desearía…- dijo con la voz entrecortada.

No pude evitar sonreír. Me di cuenta de que ya había terminado con mi cereal. Tomé la caja y me serví por segunda vez. Empecé a comer. Danny se levantó, pero al tomar el plato, se le resbaló de las manos cayendo al piso estrepitosamente.

-¡Lo siento!- dijo en realidad apenado.

Negué con la cabeza y corrí por la escoba al cuarto de lavado. Tomé un recogedor también volviendo a la cocina. Me di cuenta de que Danny estaba en la misma posición que mamá unos días antes cuando les había dicho que si podía salir con Danny. Me sentí turbada, mareada. Danny recogía los pedazos de porcelana. Con un gran esfuerzo me acerqué sosteniendo el recogedor y la escoba con más fuerza de la necesaria. Danny me miró avergonzado.

Sonreí.

Danny se incorporó y tomó la escoba. Aquel movimiento había sido tan rápido que ni si quiera tiempo de protestar había tenido. Danny juntó todos los pedazos que pudo mientras que yo colocaba el recogedor. Al final la cocina quedó impecable. Danny parecía aún avergonzado.

Reí y le di un beso en la mejilla.

-Nos pasa a todos.- susurré.

Él sonrió también penetrándome con sus cautivadores ojos.

-Eres positiva…- afirmó.

-Lo heredé de mi mamá.- dije restándole importancia al tema.

Tomé mi plato de cereal, acabando con su contenido rápidamente y fui al lavadero para lavarlo. Danny me empujó delicadamente quitándome el plato y empezando a lavarlo él mismo. Lo miré con el seño fruncido.

-No tienes por que…- susurré, pero Danny no me hizo caso.

Limpié la mesa. Danny se encargó de lavar también las cucharas. Se lo agradecía con el alma. Cuando terminamos, salí de la cocina con Danny pisándome los talones.

-¿Qué va a pasar contigo?- pregunté viendo mi reloj de muñeca.- Me parece que es muy tarde, no sé si debas andar solo por la calle.

Aquella idea en realidad me aterraba, le debía más que la vida a Danny.

-Le hablaré a mi hermano.- dijo encogiéndose de hombros.

Lo miré sorprendida.

-¿Tienes un hermano?

Él asintió con lo que parecía orgullo.

-Es mayor que yo, se llama Fabián,~vive en Argentina, pero tuvo que venir acá urgentemente~. Como mamá y papá salieron de la ciudad por un viaje importante, me dejaron a su cargo. Tuve que rogarle para que me dejara venir contigo.

Lo miré alagada.

-¿Por eso te tardaste tanto en llegar?

-Sí…- contestó.

Tuve la impresión de que había algo que me escondía, pero le resté importancia. Lo conduje al recibidor, donde estaba el teléfono. Marcó ciertos números y luego se colocó el auricular en la oreja. Me miró con una sonrisa, a lo que le contesté con otra.