Primero que nada quiero disculparme por no haber publicado el otro capítulo el viernes, pero como era navidad no tuve tiempo jejejeje ¡¡Lo siento!! Y aún así, este es el último capítulo de la temporada... :( Por una parte estoy medio triste, porque ya no va a ser lo mismo que antes, pero por otra jejejeje ¡¡¡Estoy feliz!!! Porque la nueva temporada va a estar cargada de nuevos problemas para estar juntos y aún así se amarán como siempre... nada los podrá separar. Pero, voy a dejar la nueva temporada para la próxima semana, para que empiece con el nuevo año ;) Así que no se me olvide ¡¡¡Feliz navidad a todas y también año nuevo!!! Disfruten como nunca, pues el tiempo no se detiene.
Y por último, gracias por todo el apoyo, que... un blog sin seguidoras no tendría chiste... porque las seguidoras son las que animan al escritor a seguir adelante y es una teoría que gracias a ustedes he comprobado ¡¡¡Muchas gracias a todas!!!
Y por último, gracias por todo el apoyo, que... un blog sin seguidoras no tendría chiste... porque las seguidoras son las que animan al escritor a seguir adelante y es una teoría que gracias a ustedes he comprobado ¡¡¡Muchas gracias a todas!!!
Corrí riendo a carcajadas por aquel parque tan viejo. Me escondí tras un árbol, intentando regularizar mi acelerada respiración. Sentía los golpes de mi corazón.
El viento alborotó mi cabello y entonces, sin previo aviso, unas fuertes manos rodearon mi cintura y me levantaron en los aires.
Di vagas patadas y golpes al aire, a sabiendas de que, por más que lo intentara, él nunca me soltaría.
Empezó a dar vueltas y vueltas conmigo entre sus brazos. Aquel vértigo del primer día, cuando nos vimos por primera vez y él empezó a columpiarme, volvió en aquel momento con una intesidad abrumadora.
-¡Basta!- rogué divertida.
Entonces ambos soltamos una carcajada.
Danny me dejó sobre el piso, pero sin soltar mi cintura. Me revolvió el cabello y besó mi mejilla. Provocando que el poco control que tenía sobre mis latidos se perdiera. Nuevamente se volvieron desbocados. Esos labios me quemaban a cada roce.
Me deshice suavemente de su abrazo y corrí colina abajo, hasta los columpios.
Le sonreí con picardía. Él me miraba desconcertado desde el punto más alto, rígido en su lugar.
Para cuando me di cuenta, él ya me tenía nuevamente entre sus brazos. Me estrechó con fuerza, emanando un cariño turbador, dejándome sin aire.
Contuve la respiración, evitando su mirada.
Me cargó como a un bebé y me llevó junto a un árbol. Se sentó y dejó que me acurrucara, pero, en cambio, sostuve su mirada. Sus ojos verde esmeralda siempre me cautivaban y ésta no era la excepción. Destellaron con dulzura. Sus labios formaron una sonrisa más pícara que la mía y tomándome por sorpresa, rozaron suavemente los míos. Mi tono de piel subió notablemente hasta quedar rojo como un tomate. Danny rió y besó mi frente.
-hermanita- susurró divertido.
Quise levantarme con aire indignado, pero él no me soltó, provocando que ambos perdiéramos el equilibrio. Empezamos a rodar cuesta abajo, de nuevo hacia los columpios. Uno sobre el otro, hasta quedar Danny sobre mí.
Sonrió triunfante.
Aquellos hombros anchos, esos brazos fuertes, me daban la sensación de una protección que nunca había experimentado en mi vida. Sólo Danny lograba eso, fuera donde fuera. Su pecho subía y bajaba con irregularidad, alternando al mío y a mis latidos desbocados.
Esa sonrisa triunfante y cargada de una confianza y tranquilidad me robaron otra sonrisa.
-Te amo como a nadie- susurró con voz aterciopelada.
Esas palabras me dejaron sin aire. Nunca me podría acostumbrar a ellas. Eran las más hermosas que había escuchado y gloriosas al venir de aquellos labios.
-Te amo como a nadie- coincidí con la voz entrecortada.
Besó lentamente mi pómulo y luego el otro. Rozando mi nariz con la suya, besó mis párpados y se detuvo en mis labios. Mis ojos estaban cerrados.
Entonces siguió con su recorrido, besándome bajo la comisura de mis labios, provocándome. Anhelé que esos labios estuvieran sobre los míos, pero no abrí los ojos. No en aquel momento más que glorioso, cuando mi sangre hervía y mis sentidos estaban de cabeza.
-Mi hermanita del alma- me susurró al oído, acariciándome con su voz.
Perdí el habla al instante.
Y para agrandar mi agradable confusión de sentidos, por fin esos labios presionaron los míos, hasta que nuestras respiraciones se combinaron. Perdí la noción del tiempo. Me vi envuelta en su hechizante encanto. Sólo podía percibir sus labios sobre los míos. No podía si quiera moverme. Me tenía inmovilizada tanto física como mentalmente. Mis latidos, más desbocados que antes, chocaban con los suyos, que parecían tan acelerados como los míos. Esto ponía mi mundo de cabeza. Podía percibir su aliento acariciador, sus cálidos labios... estaba tan mareada que olvidé respirar.
Entonces se separó con los ojos relucientes, reflejando la fogocidad de los míos. Sonrió con notable diversión, e incapaz de moverme, tuve que sostenerle la mirada, haciendo más evidente que estaba sonrojada.
-Danny...- escuché una voz tan familiar que volví a la realidad de golpe.
Era una voz que no había escuchado desde hacía más de un año.
-Ya puedes soltar a mi hija.- continuó tranquilamente.
Danny rodó ágilmente, hasta quedar a mi lado, incorporándose al momento. Me extendió la mano, pero fui incapaz de moverme... ¿Era posible que mi padre estuviera frente a mí?
-¿Papá?- murmuré para asegurarme de que esto no fuera un sueño.
Asintió con una sonrisa en el rostro.
Dio unos pasos hacia mí, pero no pude reaccionar. Aquella aparición me había dejado completamente desconcertada.
Contuve el aire.
-Ven, cariño- dijo abriendo sus brazos para mí.
Lágrimas de feliz rabia se desbordaron por mis mejillas.
-Nos dejaste- susurré dolida.
Sus rostro se descompuso al escuchar aquellas palabras. Todo atisbo de sonrisa desapareció tan rápido como llegó.
-No quería dejarlas en la calle y me fui en busca de trabajo.- se excusó cabizbajo.
Negué con la cabeza.
-Mamá lloró días y noches... y yo sufrí con ella ¿Por qué no nos avisaste? Por lo menos debiste dejar una nota- repuse.
Asintió lentamente.
-Es cuestión de orgullo, cariño. Me prometí que no las volvería a ver hasta tener dinero y lo he cumplido al pie de la letra- contestó.
-¿Dónde trabajas?- murmuré lentamente.
Me incorporé con dificultad. Danny se aproximó a mí y me tomó por los hombros ¡Agradecía que él estuviera para sostenerme en aquel momento! Las piernas empezaban a flaquearme.
-No muy lejos de aquí. Soy gerente de una compañía de telas- explicó distraídamente.
Me observó de pies a cabeza con un cariño paternal.
No pude soportarlo más.
Corrí a sus brazos y me acurruqué en ellos sollozando en silencio. Me rodeó torpemente con los brazos y me besó entre el cabello.
-¡Has crecido mucho, cariño! ¡Y te ves hermosa!- dijo.
Reí entrecortadamente.
-Yo te veo igual- bromeé.
Ambos reímos.
De repente paró de golpe. Seguí su mirada, que me llevó directamente a Danny.
-Gracias, muchacho- dijo seriamente.
Danny asintió sonriente.
-Ahora sé que ella estará en buenas manos si me tengo que volver a ir.- continuó sin perder la seriedad.
-Es un honor escuchar esas palabras de usted, señor Sabas- dijo cortésmente.
Papá soltó una carcajada.
-Puedes decirme Richard, Danny- dijo guiñándole un ojo.
-Muy bien, Richard- contestó Danny con un atisbo de diversión en los ojos.
-Pueden seguir con lo suyo, cariño- me susurró papá al oído.
Me apreté más a él.
-¿Cómo lo tomó mamá?- pregunté con la curiosidad reluciendo en mis ojos.
Papá suspiró con pesar.
-Me sacó de la casa... pero... ¡Debiste ver sus hermosos ojos! Haberla visto me sorprendió más que ese asunto de ya no ser bienvenido. Se veía tan bella. Daré lo que sea por recuperar su corazón- contestó entusiasmado.
Sonreí.
-¿Mientras tanto dónde te vas a quedar?- pregunté escrutándolo con la mirada.
-En casa de tus tíos, con Alex y Amy.- contestó.
Correspondió mi sonrisa con otra reluciente ¡No era un hombre que se rindiera fácilmente! Me sentí orgullosa de él.
-Me los saludas... ¡Y no olvides!- dije guiñándole un ojo- que yo estoy de tu lado. Te ayudaré a volver a casa.
Me estrechó con fuerza.
-Gracias, cariño. No sé qué haría sin ti... tu sabes que quiero mucho a tu madre- agradeció.
-Lo sé- me limité a contestar- por eso te ayudo.
Me dio un duradero beso en la frente antes de mirar a Danny por última vez, soltarme, dar media vuelta e irse hacia su auto, estacionado en la acera. No lo perdí de vista hasta que desapareció en la esquina del edificio, que para mi gran satisfacción decía en grande, con letras negras y gordas: "CLAUSURADO".
Sus manos fuertes me rodearon la cintura. Danny me abrazó suavemente por detrás.
-Mateus ya no volverá a molestarnos- afirmó.
Asentí con entusiasmo.
-Gracias por salvarme, Danny- susurré recordando el día que desperté.
Recordé también el día que salí del hospital, con una venda en el pecho, que a penas iba a ser retirada la próxima semana. Los doctores me habían repetido una y otra vez, que había sido un milagro que hubiera despertado, pues, cuando me atendieron yo ya no tenía pulso y mi corazón ya no latía, para que repentinamente volviera a la vida.
Desde el día que conocí a Danny, hasta el día que tuvimos nuestro primer encuentro en el mismo parque, y por llegar tarde, los hombres de Mateus me habían atacado...
Pasé suavemente mi mano por la suya y descubrí la cicatriz que tenía en el antebrazo derecho. Una fina línea rosada, que había cicatrizado hacía tiempo.
Reí.
-Me has salvado la vida dos veces- observé, centrada aún esa cicatriz.
-Y la salvaría cuantas veces fuera necesario, no hay nada qué agradecer- afirmó dulcemente.
Ya no habría más peligros. Estando con él me sentía a salvo. Él me había asegurado desde el día que estuvimos en el hospital que me amaba como a nadie y yo le creía, porque yo también lo amaba de esa manera. Ya no tenía forma de recordar cómo era mi vida antes de que él llegara a ella... y no tenía intención de recordarlo. Así como estaba amaba mi vida y no la hubiera cambiado ni por el más valioso de los tesoros materiales del mundo.