viernes, 17 de diciembre de 2010

El mensaje

Ahora sí tengo muuuuuchas cosas que comentar jejejeje antes de que empiecen a leer el capítulo... jejejeje tendremos MARATÓN :D de una semana. Mis razones... pues... bueno... después de tanto tiempo sin haber escrito, me pareció una buena forma de agradecerles haciendo el maratón, entonces ¿Qué dicen? Éste será el primer capítulo del maratón.
Como segunda, quisiera darle la bienvenida a la nueva seguidora jejejejeje ¡¡¡MUCHAS GRACIAS POR UNIRTE!!! ¡¡¡Cada nueva seguidora me pone muy feliz, como ya les había dicho antes y ésta no es la excepción!!! Espero que disfrutes de la historia jejejeje
Por tercero: Looooooo siento, chicas... pero no lo puedo evitar... jejeje la temporada casi termina jejejeje ya falta poco para el final. El problema es que estoy teniendo algunos problemas para darle continuación a la historia. pero jejejejeje por mayoría de votos habrá una segunda temporada :D
¡¡¡Belle!!! jajajajajajaja No te preocupes, la historia es apta para niños de siete años también :D jejejejeje el vestido no trae malas intenciones, sólo es para hacer feliz a Any jajajajaja para "comprar su felicidad". Ese día quería sacarla por primera vez del instituto... pero ya verás por qué :D
Mely, jejeje sí, no se ve nada en el capítulo de "la cena" porque aún no le he escrito nada... lo siento, fue un accidente.
Y como último aviso... ¡¡¡Muchas gracias a todas las que leen y a las que comentan!!! Siempre será un honor para mí leer esas palabras de apoyo y saber que les gusta la historia ;) jajajajaja y para no molestar más :D aquí les dejo el capítulo.



Salí del baño con el vestido puesto. Adelaida me elogió intentando subirme el ánimo, pero a cada insinuación de que Mateus era bueno, explotaba en cólera, incapaz de dejar de lanzar cosas contra la pared. El florero de la mesita de noche, la computadora, la almohada, el libro de física y el cepillo de cabello. Todas esas cosas rotas, sin remedio... La almohada desplumada, el libro con hojas empapadas, el cepillo roto a la mitad, el florero en miles de pedacitos y la computadora sin
pantalla ni teclado, empapada por la misma agua del florero.

Adelaida salió precipitadamente de la habitación. Su preocupación podía percibirla, pero ya no estaba para consolar a nadie. Había llorado tanto, que el rimel había quedado derramado sobre mis pómulos... quizás era una reacción muy infantil, quizás debí haber sido más madura y salir con la frente en alto, pero si de esta forma podía evitar ver a Mateus, entonces la pondría en práctica.

Era como su marioneta y eso me ponía rabiosa. Aunque fuera su "esposa", no tenía derecho a controlarme. Uno se casa por gusto y no forzadamente... o por lo menos... no en nuestra religión. Imaginar que había lanzado por la ventana aquel hermoso anillo. Fue una reacción tan repentina y automática, que algunas veces, cuando lo rememoraba, me preguntaba seriamente si no me habría vuelto loca. Desde aquel momento y ¡gracias al cielo! Mateus había sido más precario. Procuró mandarme menos regalos y menos caros. El único regalo que no había sido capaz de destruir, lanzar o regresar, fue un hermoso leopardo blanco como el armiño. Con aquellas manchitas negras que le daban un aspecto celestial. Le había tomado un cariño inmenso a la primera mirada que crucé con aquel inteligente animal. Me recordaba tanto a Danny, como si el mismisimo Danny fuera aquel leopardo, que desde aquel día veía durante las tardes, procurando jugar con él, darle cariño.

De repente se abrió la puerta y entró Alex, uno de los guardaespaldas. Me observó de pies a cabeza con una expresión de compasivo asco.

Le dediqué una mirada desafiante.

-Señorita Baggio, le ruego que se prepare, porque el señor Mateus no tolera que la gente llegue tarde y debemos salir en menos de media hora.- frunció el ceño- y para serle sincero, su aspecto es deplorable.

Negué terminante con la cabeza.

-No saldré de aquí- contesté firmemente.

Alex suspiró con resignación y salió de la habitación, intercambiando algunas palabras con Adelaida.

Al instante sospeché que tramaban algo, pero no me atreví a interrumpir. Me limité a cubrir mi rostro con mis manos y preguntarme nuevamente si aún no me había vuelto loca.

Sentí las suaves manos de Adelaida posarse sobre mis hombros.

-Cariño, será sólo esta vez- me susurró al oído.

Las lágrimas resbalaron por mi mentón.

Volví a negar con la cabeza.

-Adelaida, no quiero- supliqué.

Me abrazó fuertemente.

-Si hubiera otra opción...- se lamentó- pero no la hay. Debes aceptar la situación y enfrentarla.
Los pasos de Alex se acercaron lentamente.

-Señorita... Any.- dijo vacilante- el señor Mateus sólo quiere hablar con usted... y... arreglar su libertad.

Aquellas palabras me desconcertaron sobremanera.

-¿Mi libertad?- susurré conteniendo la respiración.

¿Podría ser cierto o me estarían mintiendo?

-Sí.- se limitó a contestar.

-El señor Mateus sabe que eres desdichada aquí y quería hacer un trato contigo...- continuó Adelaida- Pero no nos corresponde informarte el motivo de la reunión, cariño, por eso no dijimos nada antes.

Asentí lentamente, aún conmocionada por el aviso.

-Ven, cariño, déjame arreglarte esa maraña de cabello que tienes y esos ojos tan tristes... no vale la pena que llores.- susurró cariñosamente dándome un empujoncito hacia el baño.

"¿Mi libertad?"
Me pregunté para mis adentros aún incrédula. "Danny" Pensé al instante.





Contado por Danny:

Tres largas semanas y aún ni una sola noticia de Any. Después de las largas sospechas de su paradero, habíamos coincidido que lo más probable hubiera sido que ella estuviera en Londres con Mateus. Cada vez que recordaba ese nombre me daban ganas de golpear algo, pero siempre reprimía mi rabia. De haberlo tenido enfrente no hubiera vacilado en ninguno momento, le hubiera dado un puñetazo como la primera vez.

-Señor- dijo la mujer sacándome de mis pensamientos- ¿A dónde se dirige?

Sacudí la cabeza y sonreí.

-A Londres- me limpité a contestar.

La joven policía reviso mi pasaporte con detenimiento, observando cada detalle.

-¿Con qué motivo?- siguió con el interrogatorio.

-Acompaño al oficial Town'swood para investigar el caso de una chica desaparecida- no pude evitar pronunciar las últimas dos palabras con desprecio.

"Mateus"
Recordé.

Un destello de reconocimiento en sus ojos no me pasó inadvertido.

-¿El oficial Town'swood, dice?- preguntó incrédula.

-Sí- contesté confundido por aquella reacción.

-Pero... Él fue despedido ayer- susurró igual de confundida que yo.

Esas palabras me tomaron desprevenido.

-¿Perdón?- exclamé desconcertado.

-Sí, bueno... parece que por influencias externas lo sacaron del caso y lo despidieron ¿No le han dicho?- explicó extrañada.

Negué con la cabeza.

-¿A qué se refiere con influencias externas?- pregunté aún sin entender.

-Dicen que alguien lo demandó... y todas las pruebas apuntaban a que él era culpable. Dejará su oficina esta tarde.- siguió.

Parecía satisfecha porque alguien le prestara atención a su historia.

-Pero si hablé con él está mañana...- confecé más confundido aún.

-¿Y no le dijo nada?- preguntó extrañada.

Negué con la cabeza.

-Pues que bueno que se entara, señor, porque si no hubiera hecho un vuelo en vano.- opinó la mujer.

Sacudí la cabeza.

-No es posible...- murmuré.

Entonces el celular empezó a vibrar en mi bolsillo, lo saqué rápidamente y contesté.

-¿Bueno?

-Señor Fontana- escuché una voz familiar del otro lado de la línea- ¿Listo para tomar el vuelo?

-Oficial Town'swood, pero ¿De qué me sirve tomar el vuelo si usted no va?

Escuché una sonora carcajada del otro lado de la línea.

-Entonces ya se enteró- murmuró divertido.

-Sí- me limité a contestar.

Un largo silencio reinó durante un rato.

-Bueno, tarde o temprano se enteraría. Ahora lo atenderá el oficial Wilkes.
-Pero yo lo necesito a usted- me quejé.

-No necesariamente... si le da las pruebas al buen oficial Wilkes, tomará riendas a la situación. En serio que no le miento.

-Usted es el que sabe- repuse empezando a molestarme.

¿Cómo podía tomarlo tan tranquilamente, si Any sufría en aquel momento? Lo podía sentir, aquella dolorosa punzada en el pecho que me recordaba todo tan rápidamente que me costaba asimilarlo. Debía volver a verla.

-Tranquilo, señor Fontana- contestó sereno- Debo admitir que el oficial Wilkes es más astuto que yo en estos menesteres. Le será de mayor ayuda.

Por más que quise, no me atreví a preguntarle el por qué de que hubiera sido despedido.
-Antes de terminar con esto, quiero decirle que... antes de- carraspeó con nerviosismo- antes de que me despidieran logré encontrar información que podría serle útil.

-¿En serio?- pregunté con interés.

-Sí- exclamó entusiasmado- creo que sé cuál es el paradero de la señorita Sabas...

2 comentarios:

  1. hola!!

    lindo capitulo espero que

    Danny la encuentre!!!

    la libertad de

    Any tendra un precio

    cual sera???

    espero aclarar esta duda

    en el proximo capitulo

    publica pronto por fis!!!

    besos..

    by:Luz

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  2. Aiiiiii !!!!!!!!!

    Maldito estupido viejo , lo odio , Ahora qiere qe se vea linda , no le basto con el vestido , Osea Any no debio ni ponerse el vestido para el viejo y ahora qiere qe sa vea linda ¿ Cree qe ella estaría radiante sin su hermoso Danny ?

    Lo siento pero me e vuelto loca sin Mi Danny

    Me encanto el cap . Cada vez ya eres una escritora profesional
    Wojowjaojwo

    Publica pronto !!!
    Te quiero
    Bye

    XoXo
    Rosebelle

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.