martes, 29 de noviembre de 2011

La falla en el plan

Bueno, pues, como lo prometido... :/ :/ hahaha a medias, aquí está el siguiente capítulo. Me ha costado un trabajo terrible escribirlo ¡Ya verán por qué! Pero bueno, pues, en cierto sentido... :') :') Me voy despidiendo ya desde ahorita de mis dos queridos Any y Danny, que aunque no fueron los primeros personajes que acompañaron mis historias, fueron los que les dieron seguimiento y fuerza. hihihihihi Hermanos del alma, almas gemelas... sniff, sniff ¡¡Qué sentimental soy!! Pero es que, ahora sí, éstas son de las últimas líneas y despegarse de estos dos me cuesta un poco de trabajoo... :( :( :( Pero bueno, también aprovechoo para agradecerles a todas ustedes, seguidoras anónimas, seguidoras que comentan, seguidoras que observan. Me encanta muchísimo saber que tengo ya 25 seguidoras :) Que acompañaron desde el principio hasta el final de la historia a Any y Danny. Pero no es despedida formal, no se preocupen ;) ¡Todavía quedan, para las que quieran saber, dos capítulos más!:


El golpe resonó por todo el pasillo.

Me encogí temblorosa. Me sentía desfallecer, mis piernas parecían ya no poder sostenerme.
Entonces se escuchó un segundo golpe.

"¡Danny!" pensé con pesar. Danny estaba golpeando la pared del otro lado.

Mateus había decidido ser piadoso y esperar los tres días que me quedaban de vida, pero en lugar de tener libertad condicional, estaba metida en una habitación cuya puerta estaba cerrada con llave y no se abría más que para traer comida.

Las lágrimas se derramaron por mi rostro mientras me dejaba caer al suelo. En realidad no sabía cuánto tiempo había pasado, pero sentía la desesperación de Danny como si fuera la mía propia, atrapados en la misma situación, sólo que yo moriría y él viviría... En realidad, seguía pareciéndome un trato justo, después de todo. Lo único que venía persiguiéndome desde hace días, era la idea de que Mateus seguiría vivo y no descansaría hasta cumplir su venganza, que seguramente no terminaría con mi muerte...

¡Pero qué razón más tonta para vengarse! Más que sentido común, era locura extrema. Aunque ahora, lo único que deseaba con todas mis fuerzas, era ver a Danny por última vez y sentirme cálida entre su regazo, segura entre sus besos y poder pensar por un momento que todo iba a estar bien.

Se escuchó un tercer golpe. Mi corazón se aceleró cuando sentí su angustia ¡Danny estaba preocupado por mí! Lo percibía con tanta claridad.

Entonces la puerta chirrió al ser abierta.

Limpié lentamente mis lágrimas y me incorporé con dificultad, irguiendo la cabeza.

El rostro de Mateus se contrajo en una sonrisa perversa, mientras se iba acercando hacia mí.
Me limité a encarar a mi asesino en silencio, intentando relajarme por dentro. Aunque parecía una tarea imposible, pues la angustia de Danny empezaba a convertirse en rabia.

El silencio era sepulcral, cuando Mateus paseó su mirada desde mis pies hasta mi cabeza y se paró a menos de medio metro frente a mí. Su aliento olía a alcohol y el olor a cigarro de su saco me penetraba la nariz.

Pasó suavemente una mano por mi cintura. Me sacudí bruscamente.

Mateus hizo un segundo intento, pero esta vez con violencia, me tomó de la cintura con ambas manos y me besó.

La rabia de Danny fue tan patente. Que por un momento llegué a pensar que era mía y sin poder controlarme, lo empujé y le di una cachetada.

Mateus me miró tan rabioso como Danny.

-Pensaba darte una segunda oportunidad, pero tu acto no tiene perdón.- masculló casi escupiendo las palabras.

-¡Nunca en mi vida volvería a tu lado!- grité con ese orgullo que no podía parar.

E inesperadamente me tomó por el cuero cabelludo y sin cuidarse de mi dolor, me jaló fuera de la habitación, mientras las lágrimas se desbordaban por mis mejillas. La herida en mi brazo empezó a palpitar, como si quisiera avisarme que lo peor estaba a punto de llegar.

Cerré los ojos con fuerza e intenté pensar en Danny, cuando no teníamos problemas. Cuando aún estábamos juntos y él había prometido que viajaríamos a la India. Cuando nos despedimos en el aeropuerto y él me entregó la rosa.

La muerte sólo parece presente cuando la tenemos enfrente. Silenciosa, no deja nada más que el recuerdo. El recuerdo, que podía ser utilizado como arma o como consuelo.

Sentía como si mi cabello estuviera a punto de caerse con la fuerza con la que Mateus lo jalaba. De poquito a poco el dolor nubló mis ojos y tapó mi garganta. Y mis pocas fuerzas, hacían que mis pies se fueran casi arrastrando, incapaces de ir al ritmo de los de Mateus. Mis latidos tenían bloqueados mis oídos, no podía nada más que oírlos. Fuertes, claros.

Ni cuando paramos sentí alivio, sino que el recuerdo de aquella noche que el disparo dio de llano en mi pecho me abrumó por completo. Esta vez ya no había escapatoria.

E inesperadamente sentí su presencia en la habitación. Danny estaba cerca y no pude más que derramar lágrimas de dolor ¡Me negaba a la idea de hacerlo sufrir! ¡Tenía que ser fuerte!

Abrí los ojos con pasmosa lentitud, mientras sentía cómo Mateus iba colocando una cadena cuyo origen venía desde la pared y la amarraba fuertemente alrededor de mis manos.

-¡Eres un cobarde!- musité, intentando desahogarme.

Mateus soltó una carcajada.

Sacó un cuchillo de su chaqueta y lo pasó por mi cuello como una caricia. Y por primera vez pude juntar el valor suficiente para mirar a Danny a los ojos e intentar convencerlo de que todo estaría bien. Pero sus ojos verde esmeralda eran cristalinos y su rostro estaba deformado por la rabia...

Y aún así, algo en aquellos ojos se tornó dulce y cálido, atrapándome por un momento entre sus redes.

-Comencemos el juego con un poco de simetría- propuso Mateus, tomando mi brazo ileso y haciendo una fina cortada como la del otro brazo que me dolió hasta la médula.

Cerré los ojos y me mordí la lengua, intentando no gritar.

-¡SUÉLTALA, MATEUS!- gritó Danny rompiendo bruscamente el silencio- ¡NO TE DEJÉ VIVIR PARA QUE COMETIERAS EL MISMO ERROR!

Los hombres que lo tenían preso, se tambalearon hacia atrás.

-Amigo mío, fue tu error el haberme dejado vivir, así que considérate culpable- repuso fríamente Mateus, encajando un poco más el cuchillo en mi piel ¡¿Cómo era posible que el dolor fuera tan fuerte?!

Desvié la mirada intentando no ver mi propia sangre, quizás así no sería tan doloroso, pues, parecía que esto iba para largo.

¿O era ese mi dolor? Inconscientemente mi mirada se dirigió hacia Danny, que no fue capaz de encararme. Su cabeza más bien estaba dirigida hacia el piso, mientras media docena de hombres lo mantenían inmóvil.

-¡Maldita sea! ¡Moriré antes de que puedas terminar con tu venganza, Mateus!- soltó Danny- ¡Y haberla matado será en vano!

Todas las miradas en la habitación se dirigieron hacia él. La presión que el cuchillo ejercía sobre mi brazo de repente vaciló y por un momento pude descansar.

-No te dejaré...- musitó Mateus.

-¡Tú plan no servirá de nada! ¡Si la matas a ella me matas a mí y eso es lo que tú no quieres!- continuó Danny sin importarle el efecto que aquellas palabras causaban en mí.

-Mi plan es perfecto...- repuso Mateus entre dientes.

-Tu plan tiene fallas...- contradijo Danny, mirándolo con fiereza.

Mi cuerpo empezó a temblar ¿Qué quería insinuar Danny?

El silencio estaba cargado de tensión e incertidumbre por dos sencillas razones: la presencia de la muerte y la decisión de ésta, porque, a como Danny me daba a entender, yo no era la única que podía morir en aquel momento.

Pero al cruzarme por tercera vez con sus ojos, supe que había encontrado una solución y que sus palabras habían surtido efecto en Mateus, que para aquel momento, había soltado mi brazo.

-Cierto, mi plan tiene fallas.- dijo Mateus dirigiendo entonces su mirada hacia Danny.

El peligro afloraba en ellos, por lo que me agité con las cadenas, intentando acercarme a Danny. Y aún así, Mateus no dejó de mirar a mi hermanote ¡En su plan no había ninguna falla! ¡¿Qué pretendía?!

Sentía la presión que las cadenas ejercían en mis muñecas, pero no me detuve. Me agité con fuerza, intentando soltarme en vano.

Mateus sacó una pistola y apuntó a la cabeza de mi alma gemela.

-¡No!- chillé.- ¡Basta, basta!

¡No quería! ¡Me negaba! ¡No podía ver! ¡El plan era que yo muriera! ¡No contaba con eso! ¡Si estaba preparada para mi muerte no significaba que estuviera preparada para la de Danny!

Danny me miró con una leve sonrisa en la comisura de sus labios mientras sus ojos refulgían con un cariño eterno.

Entré completamente en crisis, incapaz de aceptar la idea.

-¡No lo hagas!- grité con desesperación- ¡Por favor! ¡Lo que sea excepto matarlo! ¡Viviré contigo el resto de mi vida, Mateus!

Y a pesar de todo, mis gritos fueron en vano. Mi corazón parecía a punto de salirse de mi pecho y el sudor empezó a recorrer mi rostro. Mis ojos se anegaron de lágrimas. Mis manos intentaban soltarse de sus cadenas.

Cerré los ojos y bajé la cabeza haciendo un nuevo esfuerzo por liberarme.

-¡Por favor!- sollocé- ¡No lo toquen!- mi garganta se secó- Por favor...

Podía cubrir mis ojos, pero no mis oídos y el sonido que escuché a continuación, fue, por una fracción de segundo, el peor sonido que había escuchado en toda mi vida. Mi alma se desgarró en mil pedazos.

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