viernes, 24 de diciembre de 2010

El regreso

"¡Quiero y debo volver!" Pensaba una y otra vez con insistencia. Había librado una larga lucha con la muerte, que amenazaba tomarme y llevarme para siempre, pero... no... yo no podía... tenía asuntos pendientes con los demás y no podía irme. Recordar que Danny... sólo pensar... no volverlo a ver... Aquello me había armado de valor suficiente para enfrentar lo que parecía inevitable. Y ahora, estaba tan perdida. Perdida en una negrura que ni me alarmaba, pero tampoco me ponía feliz. No sabía por dónde volver a mi cuerpo, a mi escencia. Caminaba a ciegas, incapaz de ver si quiera mis propios pies ¿Pero caminar? No, ni si quiera caminar, estaba en estado de levitación, porque parecía ser que no tenía brazos ni piernas, no los sentía.

Entonces apareció una luz en aquella oscuridad aplastante, una luz cegadora, incitándome a aproximarme.

Extendí la mano lentamente, pero parecía que a cada paso que daba, la luz se movía hacia atrás un tanto más.

Quise gritarle, pero me percaté entonces de que tampoco tenía boca. En aquel momento todo tuvo repentinamente sentido para mí. No sentía nada porque... yo ya no era humana. Era alma sin cuerpo, vagando por un camino interminable. Me sentí desfallecer ¿Ahora cómo encontraría el camino?

"Danny, te prometo que voy a volver. Te lo prometo, hermano."
Pensé con todas mis fuerzas. Debía volver con él a como diera lugar ¿Por qué? No lo recordaba ¡Ahora había tantas cosas que no podía recordar! El rostro de mi madre, por ejemplo. Sólo recordaba aquellos labios carmesí color intenso, pero... no en un rostro, sino en una mancha blanca, como un lienso, esperando ser pintado.

Di otro paso, pero la luz se alejó. Repetí la acción un centenar de veces, pero ocurría lo mismo y eso me desalentaba a seguir adelante ¿Cómo rayos alcanzaría a la luz? Supliqué en silencio que encontrara el camino. Empezaba a perder las esperanzas de lograrlo, pues cada vez se alejaba más de mí, hasta tal punto que la luz era un punto luminoso en la lejanía.

"¡Vámonos, alma viajera! Olvida todas tus penas y ven a este mundo de tranquila felicidad"

Ofreció una voz dulce a lo lejos. Pero no le hice caso. Volvería con mi familia, con mis amigos ¡Sobre todo con Danny!

Entonces, justo en el momento que me negué rotundamente, se abrió una puerta ante mí... dudé en entrar ¡Yo no quería ir a ese mundo, quería volver al mío! Pero algo me dijo que esa puerta daba al mundo que tanto anhelaba. Caminé lentamente hasta cruzar aquella línea que dividía a la muerte de la vida, y entonces me sentí exultante ¿Lo habría logrado?

La sensación de tener cuerpo y alma unidos me llenó de una calidez abrazadora, que se intencificó como fuego justo en mi mano derecha.

-Any- escuché a lo lejos.

¡Pero si podía escuchar! ¡Podía sentir! ¿Dónde estaba?

Me dispuse a abrir los ojos lentamente. Una luz cegadora me obligó a parpadear hasta que mis ojos se acostumbraron a ella.

Apreté débilmente la mano que provocaba que la mía ardiera en llamas de calidez.

-Danny- dije en un susurro casi inaudible.

-Hermanita- contestó aquella voz perfecta.

Eso era música para mis oídos.

Entonces lo miré por primera vez. Él me escrutaba con la mirada.

-¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Yo? ¿Qué...? ¿Y Mateus?

Colocó suavemente un dedo sobre mis labios, provocando que callara.

Tenía tantas preguntas atropellándose en mi cabeza. Sentía un dolor terrible en el pecho, pero no recordaba nada de lo ocurrido, sólo recordaba esa risa malvada que escuché antes de caer en la oscuridad.

Escuché voces fuera, por primera vez me di cuenta de que estaba en una habitación de paredes blancas y piso de mosaicos. No había nada más que una mesita al fondo y la camilla en la que me encontraba recostada.

La puerta frente a nosotros se abrió de golpe.

El dolor de pecho y cabeza se intencificó. Empezaba a perder mi cuerpo nuevamente. Aquella idea me aterró ¡Me quería quedar aquí, con Danny! No quería volver a aquella oscuridad aplastante.

-Danny- articulé- no me dejes...

-¡Esto es un milagro!- alcancé a escuchar antes de caer nuevamente en la inconsciencia.

...

Un suave susurro me arrullaba en aquel momento. Al abrir los ojos Danny me observaba con la preocupación reflejada en el rostro. Pero él era el causante de tan lindos susurros.

Quise incorporarme y abrazarlo, tenía la sensación de no haberlo visto en años, pero un fuerte dolor en el pecho y en la cabeza me obligaron a quedarme en la posición que estaba.

No me atreví a romper el silencio que reinaba en aquel momento.

Danny acarició mi mejilla con un cariño turbador, que provocó que mis mejillas se tornaran a un rojo carmesí.

Rió suavemente.

Supe que esa risa aterciopelada era el más perfecto de los sonidos, era lo único que deseaba escuchar en aquel momento.

-Me diste un susto terrible, hermanita- susurró taladrándome con la mirada.

El tono de mis mejillas subió notablemente.

Él sonrió con picardía.

-No recuerdo nada- confesé avergonzada.

Se incorporó lentamente y me besó entre el cabello. No perdí la oportunidad y le di un beso cerca de los labios. Un dolor en la espalda que hasta ahora desconocía, provocó que gimiera.

Danny me empujó suavemente contra el colchón. Sus ojos me sostuvieron la mirada por un largo rato.

-Ahora estás muy débil, pero te prometo que cuando salgamos del hospital te contaré todo tal cual fue ¿Bien?

Asentí de mala gana ¡Como si estuviera tan débil! Pero mi mal humor no duró mucho. Aquellos ojos verdes destellaban de felicidad y era algo a lo que no me podía resistir.

-Gracias- dije después de un largo silencio.

-¿Por qué?- preguntó sorprendido.

-Porque me has acompañado todo este tiempo. No sé qué hubiera hecho sin ti.- dije ruborizándome por segunda vez.

Se dibujó una sonrisita en la comisura de aquellos labios perfectamene proporcionados. Entonces mis latidos se aceleraron ¡Lo tenía enfrente como a un Dios! No podía creerlo... de un momento para otro, después de tantas semanas de lucha... ¡Él estaba aquí, conmigo! ¡Cuidándome de algo que yo ni si quiera conocía. Quise gritar de alegría.

-Ambos luchábamos por lo mismo, hermanita, y dos son más que uno.- contestó sencillamente, con una nota de orgullo en la voz.

Apretó mi mano con cariñosa complicidad.

-Pero me salvaste de Mateus...- protesté en un susurro.

-Y tú me salvaste de mi propia muerte- repuso sonriente.

Negué aterrada con la cabeza ¿De su muerte? No... ¿Él muerto?

-¡No!- pensé en voz alta.- ¡Danny! ¡Prométeme que si muero tú seguirás con tu vida!

Las lágrimas de desesperación se desbordaron al instante por mis mejillas.

Sacudió la cabeza con desaprobación.

-Any- susurró acariciándome con suavidad- Nunca me había sentido así por nadie. Tú eres la única chica que ha puesto mi mundo de cabeza. Te amo, porque eres mi hermanita del alma, te ganaste mi corazón desde la primera vez que te vi y no te dejaré ir tan fácilmente. Es algo que no te puedo prometer y estoy seguro que tú a mí tampoco me lo prometerías.

Entonces las lágrimas se convirtieron en lágrimas de felicidad. Turbada y confundida, ambos nos escrutamos con la mirada, que aquellos ojos verde esmeralda me sostuvieron como nunca lo habían hecho. No me importó todo el dolor que sentía en aquel momento. Me eché a sus brazos y me acurruqué en su regazo.

-Tienes razón- susurré con la voz entrecortada de la emoción- Yo tampoco te lo prometería. Tú tuviste mi corazón siempre... y ahora te agradezco que lo hayas cuidado.

-No hay nada que me haga más feliz- me susurró al oído con picardía.

Busqué sus labios débilmente, exahusta por el movimiento tan brusco que había hecho. Danny entendió al instante y no dudó en corresponder con un duradero beso que me quemó los labios dulcemente hasta dejarme sin aliento ¡Nunca me cansaría de aquellos besos! Mi cabeza empezó a dar vueltas por el mareo de aquel beso que tanto había esperado desde que me habían capturado. Perdí la noción del tiempo y del lugar. Todo pareció tan irreal, incluso aquellos labios que se movían al ritmo de los míos. Entonces me sentí terriblemente cansada y desprovista de energía ¡Sólo Danny lograba hacerme sentir así!
Nos separamos lentamente.

-Duerme, Any, que debes recuperar fuerzas.- me pidió.

Negué con la cabeza, pero los párpados empezaron a pesarme.

-Danny- susurró débilmente.

-¿Qué pasó, hermanita?

-No me dejes- pedí ahora en un susurro casi inaudible.

-No me iré- prometió.

Entonces una paz interior llenó mi ser sigilosamente y a los pocos minutos me quedé dormida con Danny arrullándome entre sus fuertes y protectores brazos.

1 comentario:

  1. Menos mal que Any vivió!!!! =)
    Gracias Nessy! Jaja
    Supongo que falta un capiii para que termine la primera temporada no?? =(
    Que lastima! Lo voy a extrañar a Danny y a Any jaja..
    Felicidades por tu historia.
    Besos! xD

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.