lunes, 31 de enero de 2011

Tensión, tensión... y más tensión

¡Zeta! jejejeje ¡Qué bueno que ya estás de vuelta! :D :D :D :D :D :D Lamento no haber publicado el viernes, pero fue el cumpleaños de mi hermano y no tuve tiempo de meterme. Aún así, muchas gracias por los comentarios, me ayudan mucho a salir adelante ;) Aquí les dejo el siguiente capítulo.


Mis suposiciones no fueron erróneas, la velada fue demasiado difícil. La tensión no desapareció en ningún momento. Saber que estaba al lado de Danny y qué él probablemente seguía amándome, me robaba toda mi concentración y me dejaba turbada, incluso mareada. Había momentos en que no podía quitarle la vista de encima, porque ¡Esos mentados ojos! Me la atrapaban y no la soltaban, me dejaban cautivada. Deseé por largos minutos estar entre sus brazos, tener su mano entrelazada a la mía y nunca soltarla, pero dejarme llevar tan fácil sería un error. No debía darle oportunidad hasta que me mostrara que todo había sido un malentendido. Ya que ésa era mi decisión, no volvería atrás, me mantendría en pie....

Eso no fue lo único que le dio inconvenientes a la velada. Desde el momento en que Roger miró con aversión a Danny, supe que habría problemas. Roger y Jack, que siempre habían competido uno contra el otro y no se trataban si quiera con diplomacia, parecieron aliarse en aquel momento y volverse contra Danny. Ninguno de los dos perdía la oportunidad de insultarlo o causarle alguna molestia, ya fuera con las bebidas, las conversaciones. Todo lo arruinaban con sorprendente empeño, hasta tal punto, que me sorprendió que Danny no echara chispas de rabia. A cada ataque estaba tan inexpresivo... que no pude evitar recordar que por eso lo admiraba, por la madurez con la que tomaba las cosas.

¡Cuánto hubiera deseado que la vuelta a casa hubiera sido un alivio! Pero decir aquello me dejaría como mentirosa. Despedirme de Danny fue bochornoso e irme en el auto con Jack fue la peor de las pesadillas.

Al principio ninguno se atrevió a medir palabra. La tensión, en lugar de quedarse en casa de Miranda, nos siguió como sombra silenciosa. Jack refunfuñaba en silencio, ninguna de las miradas que me lanzaba por el retrovisor fueron amistosas. En aquel momento quería que la tierra me tragara, la cabeza estaba a punto de explotarme.

-¿Estás enojado conmigo?- solté con una timidez que supuestamente no debió salir.

Jack se volvió hacia mí frunciendo el ceño.

-¿Debería?- contestó con otra pregunta.

Di un suspiro de resignación y me volví hacia la ventana con la mirada ausente, alcanzando a ver cómo su rostro se descomponía en una mueca de amargo disgusto. Estaba aún demasiado confundida para asimilar todo lo que había pasado y no estaba dispuesta a darme algo más que pensar en la noche.

Sin previo aviso acarició mi mejilla con suavidad, me volví hacia él con cierto rubor.

-No estoy enojado contigo- murmuró entre dientes.

Lo miré inquisitiva.

Dio un suspiro y volvió su mirada hacia el camino.

-La presencia de él es lo que me molesta- continuó.

No supe qué contestar.

Por dentro, el corazón me palpitaba tan fuertemente que tuve miedo de colapsar. Me sentía confundida, débil...

-No tengo nada que contradecir- murmuré con un hilo de voz.

Jack se volvió hacia mí con la sorpresa dibujada en el rostro.

-¿Eso quiere decir que su presencia también te molestó?- preguntó.

Podría haber jurado que había esperanza en su voz, pero no me concentré en aquello. Quedé atrapada en mis pensamientos, con el eco de la pregunta a la que aún no le tenía respuesta.

La realidad era que estaba dudosa. A menos que inconscientemente no quisiera aceptar que su visita me había devuelto mucho el ánimo.

Frunció el ceño hasta tal punto que sus cejas estuvieron a punto de tocarse.

Suspiré.

-No estoy segura- contesté finalmente.

Jack asintió, relajando su expresión. Nuevamente concentró su mirada en el camino.

-Pues te diré que no soportaré verlo ni una sola vez más- dijo fríamente.

Lo miré desconcertada.

-¿Qué?- dije mordiéndome el labio para que no pareciera grito.

-Sí, te lastimó y no estoy dispuesto a volver a verte sufrir.- explicó.

Suspiré enfurruñada.

-Decidir si verlo o no verlo no te corresponde- inquirí.

-Mientras estés conmigo, te lo pido, no lo invites...- repuso tan molesto como yo.

-En pocas palabras...- contuve el aire- nunca.

-Exacto- coincidió.

Lo pensé por largos segundos. Calculando mi respuesta.

-Si vas a estar tan grosero, entonces, mañana me iré con él. Cancelaremos la tarde de películas.- repuse articulando lentamente las palabras.

Supe que lo había atrapado con la guardia baja.
-
¿Te han dicho que eres terca?- murmuró secamente.

Una diminuta sonrisa se dibujó en la comisura de mis labios.

¡Qué irónico! Danny y Jack de acuerdo en una única cosa; que yo era terca.

-¡Los hombres son imposibles!-exclamé enojada.

-No, las mujeres son imposibles. Créeme que no se les entiende ¿Ahora qué dije para que exclamaras tan enojada?- preguntó divertido.

Lo fulminé con la mirada.

-¿Puedes creer que Danny piensa lo mismo?

-¿También piensa que eres terca?- quiso asegurarse, sin ningún atisbo de sorpresa.

-Sí- contesté sin piedad.

-No me extraña, es lo primero que se reconoce de ti- murmuró.

-¡Ey!- me quejé- Primero parece que le llevas en todo la contraria y de repente estás de acuerdo con él ¡Y me dices que a las mujeres no se les entiende!

Sonrió.

Sus ojos de aquel azul celeste destellaron con diversión.

-Cada quien da a entender de diferentes formas.- contestó perdiendo toda frialdad en la voz.

Parecía estarle divirtiendo que yo me hubiera enojado.

-Querrás decir, cada quien intenta dar a entender de diferente manera- repuse.

Soltó una carcajada.

-Estás en lo cierto, cada quien intenta.- concluyó.

Suspiré y me volví hacia la ventana, intentando rehuir su mirada.

El silencio reinó largos minutos.

Me percaté de que Jack iba a decir algo cuando lo escuché vacilar.

Entonces me volví hacia él y lo escruté con la mirada. Su expresión era una combinación de felicidad y tristeza, eso me hizo preguntarme si era posible sentir ambos sentimientos a la vez.
Extendió su mano y como siempre, vacilé antes de tomarla.

-Gracias- susurró cuando nuestras manos se rozaron tímidamente hasta entrelazarse.

No contesté. Un sentimiento de remordimiento se abrió paso en mi interior, dejando un nudo en mi garganta.

-No te había visto tan viva y animada desde hacía tiempo.- comentó seriamente.

Me sostuvo la mirada.

-Soy humano y los humanos razonamos. Sé que, si estás así, no es por haber visto a Miranda o a Roger, no fue porque te divertiste. Sé que es porque lo viste a él. Hemos ido tantas veces a casa de Miranda y siempre te he visto tan decaída, que ahora, aunque es lo que menos hubiera deseado, es más, aunque nunca lo hubiera deseado, la única diferencia fue que él estuvo allí. Es terriblemente obvio que fue por él.- explicó con la misma seriedad.

Suspiré, incapaz de rehuir su mirada.

-Estoy confundida- confesé.

Jack sonrió deslumbrante. Mostrando una larga fila de dientes blancos.

-Quiero que sepas, Any, que si él volviera a tenerte entre sus brazos, si él volviera a besarte, si él... no mintiera y en realidad siguiera amándote... entonces... mi consuelo será que, alguna vez logré cortarte la respiración, alguna vez logré deslumbrarte. Di todo lo que pude aunque me advirtieras que eres terca y siempre lo vas a amar a él... que nunca hubo competencia. Quiero que sepas que siempre voy a estar contigo, pase lo que pase, no te dejaré como él.

Mi rostro se anegó de lágrimas.

-Jack- supliqué en un susurro- no sigas... la idea de que al final alguno va a terminar lastimado ya me lastima. Soy egoísta, te quiero mucho y no quiero perderte, quiero que estés conmigo.

Su sonrisa se ensanchó.

-Entonces, prométeme que lo intentarás- me pidió.

Lo miré incrédula. Limpiándome las lágrimas con la mano libre.

-¿Intentar qué?

-Me darás una oportunidad.- contestó lentamente.

Pareció en espera de mi reacción.

Me percaté por primera vez que ya habíamos llegado a casa.

Suspiré pesadamente.

-No lo sé- dije con la voz quebrada.

Las lágrimas siguieron desbordándose por mis mejillas. Jack las limpió suavemente.

-Al menos tuve más oportunidades que Roger- comentó para suavizar el ambiente.

Solté una risita temblorosa.

-Roger siempre será mi amigo. Nunca podrá ser nada más.- aseguré.

Jack soltó inesperadamente mi mano, reclinando la cabeza contra el respaldo.

-¿Seré yo siempre un amigo?- preguntó sin rodeos.

Ese era el tipo de conversación que me tomaban por sorpresa y no podía más que procesar la información lentamente, buscando una respuesta lógica ¿Debía cortarle la esperanza o hacer que creciera? ¿Suavizaría el golpe si finalmente volviera con Danny? Nadie podía saber lo que pasaría en el futuro, quizás darle una oportunidad lo pondría feliz y ponerlo feliz era una de las cosas que más deseaba en aquel momento.

-Quizás- contesté, dejando la frase en suspenso.

Nuevamente se dibujó una sonrisa en su rostro.

Entonces se volvió hacia mí, aún sonriente y tomó mi rostro entre sus manos con una suavidad desconcertante. Parecía que su lado cariñoso afloraba en aquel momento.

-Te dejaré pensando- me avisó.

Ya con previo aviso, acercó lentamente sus labios a los míos, hasta que se rozaban. Allí empezó el beso que no fui capaz de corresponder. Me puse rígida, dejando que me besara. Un leve cosquilleo recorrió mi cuerpo al ritmo de sus labios. Cuando terminó se separó de mí.

No pude más que verlo incrédula.

Sonrió de oreja a oreja y besó mi frente. Nuestros alientos se combinaban.

-Demasiado terca, diría yo.

No supe qué hacer. No podía salir de mi rigidez.

-Seguramente beso tan bien,- bromeó- que te he robado el habla.

Al salir de mi rigidez le di un golpe en el hombro, tratando de parecer juguetona.
-Sí tendré que pensar mucho- murmuré antes de abrir la puerta del auto y salir.

Si podía decir algo en su favor, era que, finalmente mi corazón estaba desbocado y no lograba calmarlo.





sábado, 29 de enero de 2011

Atar cabos o armar rompecabezas

Dany jejejejeje ¡Muchas gracias por tu comentario! En serio que me alegra mucho que te haya gustado la historia :D :D :D :D :D :D :D y bienvenidas a las dos ¡Por supuesto que me paso por su blog! :D :D :D :D :D :D :D (Para todas) Espero que les guste el capítulo ;) Ya adivinarán que narra en esta parte jajajajajaja


-¿Qué te crees viniendo como si nada hubiera pasado?- preguntó el chico con verdadera rabia.

Sonreí burlón.

-Porque nada "grave" pasó. Vengo a arreglar las cosas y tengo el tiempo limitado para lograrlo, entonces, no quiero que tu interfieras en mis planes- amenacé.

Soltó una carcajada.

-"No me puedes pedir ni mucho menos ordenar" eso.- repuso tal como yo le había dicho antes.

Lo fulminé con la mirada. Mis puños se crisparon.

-Que te quede claro que yo no voy a pelear contigo por eso.- dije intentando contener la rabia.

Sonreí forzadamente, pero su expresión no se suavizó ni un ápice.

-Si vas a ser tan breve, entonces yo también te aviso. No eres el único que la ama, yo también voy a luchar por ella- aseguró.

Lo escruté duramente con la mirada.

-Pues debes saber que no tienes más posibilidades que yo- repuse.

Soltó una segunda carcajada.

-Hablando del que la dejó el día de su cumpleaños- murmuró con sorna.

-Yo no la dejé, ella me dejó... y no fue el día de su cumpleaños, fue un día antes- aclaré.

Bufó.

-¿La estás llamando mentirosa?- preguntó.

-No- contesté con firmeza- sólo quiero que sepas que no pasó nada ¿Entiendes? Me atrevo a venir porque no pasó nada entre nosotros. Alguien nos hizo creer que sí.

Sí, había llegado a aquella conclusión desde hacía semanas.

No dijo nada.

Sonreí para mis adentros, parecía que esta batalla la había librado. Quizás así lo mantendría apartado lo suficiente... pero, sólo quizás...

-¿Esperas que me crea eso? Si yo no lo puedo creer, entonces dudo que ella lo haga.

Maldije para mis adentros ¡Había pensado demasiado rápido! Aún no había librado la batalla.

-Ella me conoce y sabrá si digo la verdad, porque, sinceramente, no me interesa lo que piensas- contesté entre dientes.

-Pues qué lástima, porque suelo tener la razón y estoy seguro que esta vez estoy completamente en lo cierto.- repuso fríamente.

Un atisbo de lucidez en sus ojos me hizo saber que no mentía ni dudaba de aquellas palabras.

Suspiré.

-Eso ya lo veremos, porque, yo tampoco suelo equivocarme y estoy seguro que ella entenderá. Quizás no hoy, pero lograré que lo haga.

Nos fulminamos mutuamente con la mirada hasta que escuché una voz conocida, que me dejó turbado. Ambos miramos hacia la entrada de la casa al mismo tiempo. Any nos observaba con ojos inocentes y cristalinos, que parecían al borde de las lágrimas.

¡Cuánta impotencia sentí cuando el chico salió corriendo a abrazarla y estrecharla con cariño! Y lo que más me dolió, fue que Any correspondió al abrazo.



Ahora cuenta Any :D :D :D :D :D


Los observé con detenimiento, aún incapaz de salir de mi asombro ¡Danny en realidad estaba allí! Mis ojos se anegaron de lágrimas cargadas de impotencia ¿Qué debía hacer en aquel momento? Él me había lastimado, no podía salir corriendo y abrazarlo. Él ya no me amaba... lo había dicho claramente en sus cartas.

Ambos hombres se volvieron hacia mí al sentir mi presencia. Entonces Jack salió corriendo a consolarme. Acepté su abrazo con cierta vacilación. Finalmente necesitaba ese consuelo.

El rostro de Danny se crispó de rabia.

Suspiré, incapaz de encararlo.

-Hola, Any- lo escuché finalmente.

No pude creer que había escuchado su voz. Instintivamente levanté la mirada, que Danny sostuvo con un cariño turbador que me robó el aliento. Mis latidos se aceleraron. Sus hermosos ojos verde esmeralda destellaron con picardía. El Danny que tanto amaba se encontraba allí, observándome con aquel cariño que tanto conocía ¿Sería posible que él hubiera terminado conmigo? Su suéter de tortuga color canela se amoldaba a su cuerpo, dejando bien marcado su abdomen bien formado y sus gigantescos músculos. Con su saco negro que llegaba hasta sus rodillas, le daba un aire de autoridad y protección. Por un momento deseé acurrucarme en su regazo, pero, en cambio, artículo en patético "hola".

Jack me soltó y sonrió con comprensión.

-Será mejor que entremos- propuso.

Asentí lentamente, sin ser capaz de quitar la vista de Danny.

Solté un largo suspiro.

-Ve entrando tú- lo apremié- yo tengo que hablar con...

No fui si quiera capaz de pronunciar su nombre. Pero Jack, con un simple intercambio de miradas, dolorosa por su parte, supo a lo que me refería y no me cuestionó, entrando con pasos cansinos a la casa.

Contuve el aire antes de volver a mirarlo.

-¿Cómo es ella?- susurré con la voz quebrada.

Danny dio unos pasos hacia mí.

-No sé de quién hablas- contestó dulcemente.

Lo escruté con la mirada, buscando algún signo de mentira.

-¿Cómo vas con él?- me preguntó.

Instintivamente me volvió hacia la entrada de la casa, observando el último lugar donde había visto a Jack.

Empecé a sentirme mareada, recordando que tenía que respirar. Bajé la vista y observé con la mirada perdida mis pies, temerosa de que sus ojos me volvieran a sostener la mirada. Era débil, yo lo sabía, y si quería mantenerme firme y coherente debía rehuir su mirada a como diera lugar. Porque aquella chispa electrizante que nos conectaba a cada mirada, me pasaba por el cuerpo con una rapidez placentera, que quemaba. Anhelaba volver a sentir aquel sentimiento, pero si lo hacía, si lo hacía tendría perdida la batalla.

-Es mi mejor amigo- aseguré a sabiendas de lo que se refería.

Tuve el impulso de ver su reacción, pero me retuve, temerosa de levantar la mirada.

-Quiero que me aclares cómo pasó todo esto- pidió Danny repentinamente cerca de mí.

-No lo sé, Danny... me dijiste que ya no me amabas y que habías encontrado a otra- susurré, intentando que la voz no se me quebrara, pero sin éxito.

Tomó mi mentón con suavidad, su roce me quemaba sobremanera. Mis pensamientos se dispersaron, atrapada en las redes de sus ojos. Tuve que poner el doble de atención a lo que pretendía argumentar en mi defensa.

-No lo entiendo yo tampoco, hermanita. Tú fuiste quien terminó conmigo- aseguró, escrutándome con la mirada, esperando mi reacción.

Negué rotundamente con la cabeza.

-No me mientas, Danny. Si lo haces para no lastimarme, pues... no servirá de nada, porque el simple hecho de la mentira ya es suficiente- sollocé.

Las lágrimas empezaron a desbordarse por mis mejillas.

-¿Por qué no confías en mí?- preguntó.

La respuesta a aquella pregunta, me tomó más tiempo del normal formularla.

-Alguna vez lo hice, pero... me lastimaste... y no quiero que vuelva a pasar- expliqué lentamente.

Su mandíbula se tensó.

-Entonces confía en mí- pidió.

Sus ojos se volvieron suplicantemente seductores.

-Danny...- sollocé con un hilo de voz- no puedo, cuando te la di, la botaste y no pienso cometer el mismo error, no soy de esas personas que dan segundas oportunidades.

-Pero, Any, piénsalo solo por un momento.- me pidió- entiende que aquí hay algo que no encaja.

Negué con la cabeza.

-¿Cuándo terminé supuestamente contigo?- insistió.

-El día de mi cumpleaños- contesté dolida.

Danny sonrió con el triunfo reluciendo en sus hermosos ojos.

-¿Ves? No encaja. Yo recibí un correo tuyo, un día antes de tu cumpleaños, que decía que ya no me amabas, que habías encontrado a otro.

Me acurruqué en su regazo y sollocé en silencio. Me rodeó la cintura con sus musculosos brazos y esperó pacientemente mi respuesta ¡Qué paz interior sentí en aquel momento! Me percaté en ese mismo instante que había añorado mucho esos brazos protectores.

-¿Por qué debería creerte?- susurré disfrutando secretamente del momento.

Me estrechó dulcemente, pero no contestó nada. Me tocó ahora esperar su respuesta. Pero, si por mí hubiera sido, hubiera deseado que nunca acabara el momento...

¡¿Pero en qué pensaba?! Me había lastimado, no debía ser tan fácil de persuadir.

-¿Por qué te mentiría?- contestó con otra pregunta.

-Tú eres el que sabe.

Dio un largo suspiro.

-¿Por qué eres tan terca?- se quejó entre dientes.

Sonreí para mis adentros.

-Tú eres el que sabe- insistí.

Nos quedamos así por un largo rato.

Estar entre sus brazos era como estar en casa, de eso estaba completamente segura.

Entonces, como por arte de magia, sentí cómo la conexión empezó a fluir lentamente por mi sangre. Supe que había recuperado la conexión que la distancia nos había robado... y también supe... que él fue, es y será siempre mi alma gemela, mi sustento, mi mundo.

Dio un hondo suspiro y me separé lentamente de él.

-Será mejor que entremos- susurré.

Una sonrisa pícara atisbó en la comisura de sus labios.

De improvisto me tomó de la cadera, me acercó a él y besó mi mejilla, que al instante empezó a arder.

-Danny- lo reproché con un hilo de voz, reprimiendo una sonrisa.

-¿Qué pasa aquí?- preguntó alguien a nuestras espaldas.

Ambos nos volvimos instintivamente.

Roger nos miraba con una expresión fría.

-Hola, Roger- lo saludé.

No contestó, parecía más concentrado en Danny, escrutándolo de pies a cabeza con la mirada, sin si quiera ocultar su descontento. Di dos pasos lejos de Danny.

-Te estábamos esperando- comenté al cruzar miradas.

-Se veían más entretenidos en sus asuntos- repuso con notable molestia.

Di un suspiro nuevamente y lo invité a que entrara con un movimiento de mano. No fui capaz de mirar a Danny. Pero aquel beso me había dejado algo desorientada, aumentando el calor de mi mejilla, me imaginé claramente que debía estar roja como un tomate. Roger entró sin dedicarnos ni una sola mirada, mientras que Danny me dejó el paso.

Al entrar, Miranda y Jack estaban sentados uno enfrente del otro, mirando en diferentes direcciones. La tensión en el aire fue tan palpable que me pregunté si podría cortarla con un cuchillo. Algo en mi interior, que reconocí como presentimiento, me dijo que ésta sería una velada difícil.


De los celos a la rabia

Bueno, sólo quiero avisar, que en este capítulo tres de los personajes de la historia, van a narrar los suceso :S jejejejeje pero aún así, les iré diciendo conforme cambie el narrador ;) espero que les guste :D :D :D :D :D :D :D La primera en contar es Any.



Él se quedó rígido en su lugar al vernos a Jack y a mí, tan juntos el uno al otro. Dudé en caminar hacia él. Sentí cómo lentamente mi rostro se iba poniendo pálido del desconcierto. Empecé a hiperventilar.

-Danny...- susurré para mí misma, pero Jack estaba tan cerca que lo escuchó.

Puso cara de pocos amigos, siendo el primero en salir de su rigidez.

-¿El que te dejó?- preguntó incrédulo.

Asentí débilmente.

Entonces Danny empezó a acercarse hacia nosotros.

En aquel momento me sentí confundida, exultante, rabiosa y dudosa. Eran tantos sentimientos que me sentí mareada.

Él avanzaba con tal garbo que me robó el aliento, había olvidado lo turbador que era verlo moverse.

Jack lo miró calculador. Me rodeó con los brazos, sosteniendo mis débiles piernas que estaban a punto de perder el equilibrio. Él ahora estaba a menos de cuatro metros ¡Esto tenía que ser un sueño! ¡No era posible! ¡¿ERA ÉSE MI DANNY?! ¡¿El muchacho que volvía en tres meses?! ¡No lograba salir de mi asombro! Era el sueño de un sueño... demasiado lejano para poder ser verdad.


jejejeje ahora le toca a Danny.



Una semana, una semana era todo lo que tenía para conquistarla nuevamente... y no pensaba desperdiciar ni un sólo segundo. Mi primer pensamiento al verla, fue que le rompería la cara a ese inútil que tenía entre sus brazos a MI Any. Me estacioné lentamente, intentando atrasar el momento en el que tendría que encararla. Me ajusté la chaqueta lenta y cuidadosamente y abrí la puerta. El rostro de mi hermoso ángel se tornó rígido y desconcertado. Dudé si debía correr a ella y abrazarla o volver al auto y salir de lo antes posible allí. Sonreí para mis adentros, no, yo no era esa clase de hombre. Enfrentaría cualquier obstáculo que se me pusiera para conquistarla. Vi cómo su pequeño cuerpo empezaba a temblar. El muchacho pareció preguntarle algo y entonces no tomé ninguna de las dos opciones. En cambio, caminé aparentando la mayor tranquilidad posible. Dejando inexpresivo mi rostro para que no viera mi sufrimiento.

Lo que Fabián me había dicho me sorprendió mucho. Any había dicho que yo había sido quien había terminado con ella ¿Habría mentido? No, había pasado días y noches pensando sobre aquel asunto y había sacado la conclusión de que Any no era mentirosa, y en todo caso, si era porque quería quedar bien con sus amigos, entonces, debió decir que ella había terminado conmigo.

Me erguí con gallardía, observando fijamente a aquel chico junto a Any. Ella parecía a punto de colapsar. Deseé tenerla entre mis brazos, sostenerla... pero sabía que su reacción era porque yo me encontraba... y tenerla entre mis brazos seguramente no ayudaría en nada, mas que darle una mala pasada. Lo que más temía en aquel momento, ocurrió justo en el instante en que quedamos frente a frente. Sus suaves párpados se cerraron, dio un suspiro y cayó desmayada en los brazos, que en mi opinión, no eran los adecuados.

-¡Any!- exclamé desesperado.

El chico me lanzó una mirada que advertía que no dejaría que la tocara.

-Aléjate de ella- ordenó.

Solté una carcajada.

-Eso es algo que no me puedes pedir y mucho menos ordenar. Ella necesita ayuda y no servirá de nada que nos peleemos ahora- dije poniendo empeño en que mi voz sonara autoritaria.

Le sostuve la mirada al muchacho por un largo rato. Terminé venciendo yo, por lo que, Any pasó a estar en mis brazos. Con aquel roce sentí tanta felicidad, aquello me había hecho el día. Al fin volvía a sentir su pálida piel, que a pesar de las apariencias, me quemaba a cada roce. Era tan agradable aquella sensación que hubiera deseado que aquello no acabara nunca, pero sabía que cuando despertara su reacción sería de rabia y me vería obligado a soltarla.

La cargué como a una bebé, dejando que su cabeza se acurrucara en mi pecho y me dirigí a casa de Miranda con el chico pisándome los talones. De no ser porque había abrazado a mi Any, él y yo seguramente seríamos buenos amigos.



¡¡WWWWiiii!! y por último... a Jack ;)



Aquella mirada me dejó claro que no había opción. Estaba seguro de que cuando Any despertara, matarme sería lo primero que haría. Ella, llevada por su ex-novio. La idea me repugnaba ¡Él la había dejado y todavía se dignaba a cargarla! Eso sí, el ex de Any era temerario, intimidante ¡Me llevaba una cabeza y parecía mucho más fuerte que yo! ¡Era pandillero seguramente!

Cuando me dispuse a ayudarlo a tocar el timbre, él fue más rápido y lo tocó sin si quiera perturbar a Any, que parecía soñar plácidamente. Una punzada de celos se abrió paso en mi interior. Pero me contuve, no era el momento... no aún. Cuando Any estuviera fuera de sus brazos le daría unos cuantos golpes por ella. Sopesé la idea por largos segundos hasta que Miranda abrió la puerta.

Quedó desconcertada, con la palabra en la boca miró fijamente al ex-novio de Any, el tal Danny.
Su expresión se volvió dura y pareció que iba a golpearlo, cuando vio a Any entre sus brazos.

-¿Qué pasó?- preguntó fríamente sin darle ni un solo saludo.

Sonreí para mis adentros, parecía que Miranda tampoco estaba feliz por su llegada.

Pero el grandulón parecía devolverle la mirada. A los pocos segundos, la expresión de Miranda pasó a ser de deslumbre. Me pregunté si el ex-novio de Any era un hipnotizador. Miranda pareció cautivada y fuera de sí cuando nos dio el paso.

-Gracias- agradeció el tal Danny.

-Hola, Miranda- saludé con voz queda y confusa.

¿Cómo podía dejarlo pasar? Mi aliada me había traicionado.

Ella asintió, pero no sonrió.

Suspiré y entré a la casa después de Danny. Logré divisar cómo colocaba suavemente a Any en un sofá.

-Miranda- la llamó.

Ella corrió al instante junto a él.

-Necesitamos algo frío- pidió con una voz que me puso los pelos de punta.

¡Era manipulador! Los celos se convirtieron en rabia contenida.

-Enseguida- susurró Miranda antes de salir nuevamente corriendo y entrar por una puerta que si no me equivocaba, seguramente era la cocina.

Miré a mí alrededor. Un recibidor de paredes blancas que daba a un nivel más bajo, con alfombra blanca hueso. Los sillones eran de un café fuerte que combinaban con las escaleras de madera que había de mi lado derecho. El varandal de madera era estilizado y parecía muy estable. Justo debajo de las escaleras, la pared blanca escondía una puerta, que de no haber sido por la perilla de color dorado, nunca hubiera sabido que allí había una puerta. Después de la sala, había un escalón, que daba a un piso de madera, con una mesa bien adornada con rosas justamente al centro. Lo único que separaba a la sala del comedor, era dos libreros disparejos, pero completamente ocupados por miles de libros, de diferentes tamaños, colores y texturas. Aquellas paredes blancas y casi completamente desnudas, a excepción de unos cuadros de estilo naturalista, parecían en perfecto estado y completamente limpias. Sopesé la idea de sacar a Danny al patio o golpearlo ahí mismo. Pero el lugar estaba demasiado bien cuidado para que lo destruyéramos.

Di un largo suspiro y me acerqué a Danny.

-Tenemos que hablar- le dije con el desafío y la rabia relucientes en mis ojos.

Él no me dedicó ni una sola mirada, concentrado en el rostro de Any. Sólo logré divisar cómo se curvaba la comisura de sus labios en una sonrisa que parecía burlona.

A duras penas logré contenerme. En ese mismo momento Miranda salió de la cocina con un vaso de agua y un trapo. Se acercó a nosotros con pasos lentos y dudosos.

Danny tomó ambas cosas con suavidad y agradeció quedamente. La mirada de Miranda se perdió en un punto fijo. Parecía no salir de su asombro.

-¿Dónde está Roger?- pregunté rompiendo el gélido silencio.

Miranda se volvió a mí con la mirada ausente.

-No ha llegado aún.- se limitó a contestar.

Asentí lentamente, desviando rápidamente la mirada. Observé con impotencia cómo Danny colocaba el trapo mojado sobre la frente de Any, que parecía respirar acompasadamente. Debería ser yo quien hiciera eso.

-Danny, mejor yo lo hago- le dije.

No contestó nada. Me impacienté.

-Cuando ella despierte no creo que vaya a estar muy contenta de que tú la hayas despertado- continué.

Se volvió bruscamente y me miró de pies a cabeza con el ceño fruncido.

-¿Y crees que también va a estar completamente feliz de que hayas sido tú?- repuso.

Lo fulminé con la mirada.

-Por lo menos estará un poco más feliz de que sea yo.

Bufó con sorna.

-Entonces ¿Cuál es la diferencia? Dará igual el que sea- murmuró secamente volviendo a su tarea.

Respiré hondo.

-Miranda también puede- dije finalmente.

Miranda se volvió hacia mí, sin articular palabra ¿Dónde estaban los amigos cuando los necesitabas? Le indiqué con los ojos que atendiera a Any, pero eso sólo pareció confundirla más.

-Danny...- insistí- tenemos que hablar.

Se irguió en su metro noventa y se volvió hacia mí con la mirada amenazante. Muy en el fondo, debo admitir, sentí miedo, pero... no debía acobardarme, era por Any. "Más bien son tus celos porque sabes que Any lo prefiere a él" dijo una voz pesimista en mi interior. La silencié al instante.

-Si tanto insistes- siseó con verdadera molestia.

Me sentí en realidad tonto al estar parado, sin saber qué hacer. Danny le entregó el agua a Miranda y dio la iniciativa, pasando por mi lado hasta llegar al patio de la entrada de la casa. Lo seguí un poco vacilante, deseoso de tomar el agua, remojar el trapo nuevamente y colocarlo sobre la frente de Any, para que despertara y pensara que había sido yo quien la había atendido y acompañado durante su desmayo... pero debía hablar con Danny. Tenía que hablar con él antes de que ella despertara, quizás así lograra convencerlo de que se fuera...