sábado, 29 de enero de 2011

Reencuentro

Bueno, la inspiración me llegó y bueno... jejejeje creo mañana también voy a publicar un capítulo jejeje incluso el lunes. Muchas gracias por sus comentarios, como siempre, me ponen feliz y lista para salir adelante :D :D :D :D :D Espero les guste.

¿Qué era un mes cuando el tiempo ya no tenía sentido? Había pasado tan lenta y dolorosamente, que ni si quiera estaba segura de que hubiera sido un mes. Porque... él... me había hecho perder la noción del tiempo. Me había dejado destrozada y desolada. La comida me sabía a piedra, a humo, a duras penas podía tragar un bocado. Las clases ya no eran algo que me interesara ni las salidas entre amigas, incluso cuando se fue Sora de vuelta a Guatemala... ya no sentí igual... A penas había sido consciente de que mi papá se había ido en un viaje de negocios y de que había probabilidades de que nos fuéramos a vivir a Argentina. Igualmente él ya no estaría a mi lado... Mi sustento había desaparecido y no sabía cómo construir uno que fuera mío, que no lo hiciera alguien más ¿Por qué? Porque tenía miedo de que me hirieran como él lo había hecho. Me tenía en su abismo, pero ya no me tenía entre sus brazos, me había dejado sola en un camino sin rumbo fijo, un camino interminable, que, a cada paso que daba, me dejaba un filoso cuchillo en mi corazón, que seguía roto en miles de pedacitos... era débil... había sido incapaz de recuperarme...

-¡Any! Te lo ruego, no me mires así- me rogó Jack.

Parpadeé varias veces con confusión.

Una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

-¿Otra vez pensando en él?- dijo con la voz dura.

No pude evitar aquel hondo suspiro.

-No me lo puedo sacar de la cabeza- confesé avergonzada.

Jack soltó una carcajada.

-Lo único que haces es lastimarte- repuso con un atisbo de humor en sus ojos azul celeste.

Desvié la mirada rápidamente, temerosa de que me la atrapara como siempre lo hacía.

-No,- me negué observando mis zapatos- ya no hay nada que me pueda lastimar más- dije con un hilo de voz, que se quebró al último punto.

Recordé fugazmente la noche que él me salvó...

Las lágrimas recorrieron mi rostro.

Me percaté de reojo, cómo Jack se inclinaba hacia mí.

Lentamente fui encarándolo. Me sostuvo la mirada por un momento que se me hizo eterno.

Entonces, sin previo aviso, se incorporó y se colocó a mi lado. La mesa del starbucks quedó al descubierto.

Tomó mi mentón y besó mi frente con suavidad.

-No sé cómo ayudarte, Any. He intentado todo- susurró sin perderme de vista.

Quise desviar la mirada, pero Jack me sostenía fuertemente.

-Jack, por favor. Vamos a llegar tarde con Miranda y Roger- dije débilmente.

Él suspiró.

-Tienes razón- convino.

Odiaba aquellos momentos. Jack me había ayudado mucho a salir adelante, pero, la idea de que quisiera algo más conmigo y yo no se lo pudiera dar me destrozaba más de lo que ya estaba por dentro. Me lo había insinuado tantas veces, que difícilmente había comodidad cuando nos veíamos. Quizás debía dejar de verlo, pero era egoísta... yo no quería... lo quería seguir viendo porque sólo con él podía sentir algo de vida. Sólo con él podía recordar qué había sido de mi vida antes de que Danny se convirtiera en ella.

Se incorporó y extendió su mano. Dudé por un momento antes de tomarla e incorporarme también. Pero no la soltó.

Suspiré con molestia, observando de reojo lo bien que lo pasaba Jack intentando contener la risa.

Al salir del Starbucks, Jack nos guió directamente al auto. Parecía disfrutar todo de lo lindo. En primera, porque, el que me tomara la mano era porque me había vuelto muy torpe. Siempre pensando en las musarañas había peligrado mi vida en varias ocaciones, en las que Jack, de no haber estado allí, no hubiera salido librada. Desde la vez que estuvieron a punto de atropellarme, Jack y yo habíamos coincidido en que en todo momento debía estar junto a él. Aunque fuera a regañadientes por mi parte. Incluso subirme al auto representaba un peligro para mí. Pero, no por eso necesitaba ayuda de Jack, como niña chiquita, para subirme. Acostumbraba a prestar más atención de la necesaria a cada movimiento que daba. Dándole sabrosos segundos de desesperación a Jack, lo que contaba como venganza, después del millar de veces que me había dicho que era torpe.

Solté su mano y me subí. Al sentarme en el asiento, me puse el cinturón rápidamente. Jack cerró la puerta, rodeó el auto y se subió al asiento del piloto.

El viaje fue silencioso por ambos lados. No intercambiamos ni una sola mirada, ni un solo gesto, ni una sola palabra. Yo estaba enfurruñada.

Cuando llegamos frente a la casa de Miranda, me desabroché el cinturón, pero Jack fue más rápido y antes de que yo pudiera abrir la puerta por mi cuenta, él ya estaba allí.

Al bajar lo fulminé con la mirada.

-Sí puedo abrir puertas- dije molesta.

Él sonreía de oreja a oreja. Seguramente, como siempre, la situación parecía divertirle.

-Pero es de caballeros abrirlas para las damas- repuso burlón.

-Pero yo no soy dama, soy tu amiga.

Acarició mi rostro.

-Una amiga muy torpe- se burló.

Di bruscamente media vuelta. Jack me tomó del brazo, obligándome a mirarlo a sus cautivadores ojos.

-¿A donde vas?- preguntó.

-Lejos de ti- murmuré ofendida.

-Miranda y Roger nos están esperando, niñita. Y si bien recuerdo, su casa es para el otro lado- argumentó.

Maldije para mis adentros.

-Lo sé- mentí.

Estaba tan confundida que me había ido para el lado equivocado.

-Eres tan inocente- susurró Jack conmovido.

Mis impulsos me obligaron a sacarle la lengua, soltarme tan bruscamente como me había dado la vuelta, y seguir con mi camino. Jack me alcanzó al instante, colocándose a mi lado.

-Recuérdame por qué sigues siendo mi amigo- pedí entre dientes.

Quería golpear lo que fuera y el rostro de Jack no era mala idea.

-Eres tan infantil, Any- se quejó.

-Alguna vez alguien me dijo: "Quiéreme como soy".- contesté secamente.

-No digo que no me guste, pero a veces eres tan difícil.

Paré de golpe y lo fulminé con la mirada.

-¿Vas a seguir diciendo mis defectos?

Se encogió de hombros.

-A veces eso ayuda a cambiar a la gente.

No pude evitar sonreír.

Jack me correspondió con otra sonrisa.

-¿Tregua?- preguntó extendiendo su mano.

Suspiré dudosa, antes de lanzarme con ímpetu y abrazarlo.

Ambos soltamos carcajadas.

-Tregua- accedí, dándole un beso en la mejilla.

Su pálida piel se tornó a un rojo carmesí cautivador.

El sonido de las llanas de un auto sobre el pavimento nos sobresaltó a los dos. Lo solté lentamente y miré por detrás de su hombro. Un auto negro, de vidrios oscuros, se estacionó justo al lado del auto de Jack. Entorné la vista para ver de quién se trataba, pero los vidrios eran tan oscuros que a duras penas lograba ver una silueta.

Ni Jack ni yo, nos movimos de nuestros lugares.

El motor ronroneó por última vez, antes de que el misterioso conductor lo apagara.

Entonces abrió la puerta y quedé petrificada, incapaz de quitarle la vista al conductor. Mi alma se fue a los pies y mis latidos se aceleraron... ¿Sería posible?...


1 comentario:

  1. no me digas que es el???
    dios no podre esperar hasta el lunes quiero saber ya!!!!

    besos y cuidate!!

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¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.