lunes, 17 de enero de 2011

jejejejeje bueno, aquí está el capítulo :D :D :D :D :D Espero que les guste. Y antes de que empieces a leer Belle ;) Muuuuuuuchas gracias por tus palabras :D :D :D :D Te dedico éste capítulo queridísima maestra (Ya verás por qué)

Repito, espero que les guste ;)

"
Él ya no me quiere, él ya no me quiere, él ya no me quiere, él ya no me quiere..."

-Señorita Tamara, me podría hacer el favor de prestar atención a la clase.- me reprochó la maestra a lo lejos.

Todas las miradas se posaron sobre mí.

-Sí, maestra- murmuré distraídamente.

Soltó una carcajada irónica.

-Entonces conteste- me pidió.

Varios soltaron risitas burlonas.

La miré con cara de pocos amigos.

Suspiró con impaciencia.

-¿En qué año nació el que se dice que pudo haber iniciado con el renacimiento, el famoso genio Leonardo Da Vinci?- dijo articulando cada palabra con exagerada lentitud.

Me encogí de hombros.

La maestra me dedicó una mirada asesina antes de continuar.

-Quiero que sepan, que con esta actitud ignorante que acaba de mostrar su compañera Tamara no pasarán los semestrales de historia Universal ¿Entendido?- miró su reloj con detenimiento- Preparen sus cosas para salir, muchachos.

Antes si quiera de que ella pudiera terminar de pronunciar "muchachos" la mayoría ya estaba frente a la puerta, impacientes porque diera el toque de salida.

Suspiré con frustración y metí mis cosas con pasmosa lentitud a la mochila, incapaz de salir de mi propia ensoñación. No podía evitar recordar cada momento que él y yo habíamos pasado juntos. Cada roce, cada mirada... todo lo había guardado... pero era más dolor, más dolor acumulado... más que sufrir... y yo ya estaba harta de tanto. De desear ver su cara, sentir sus brazos rodear mi cintura, los labios suaves sobre los míos. Todo lo había perdido, todo lo prometido. Ya no quedaba nada de él más que recuerdos. Sin él, la vida ya no tenía sentido, había sido mi sustento y ahora, se iba, dejándome entre escombros. Todo se había desmoronado por aquellas simples palabras...

-Quiere volver a salir de su esoñación, señorita.- me ordenó la maestra.

Sacudí la cabeza varias veces.

-Sí, maestra. Lo siento- me disculpé.

Sonrió con comprensión.

-Sólo tú tienes control de tu mente y corazón. No sufras por alguien que te dejó, porque si es así, es que en realidad no vale la pena.- me aconsejó con un toque maternal.

Sonreí forzadamente.

-Gracias, maestra.- murmuré.

-Será mejor que salgas- se volvió hacia la ventana- No vaya a ser que la lluvia se convierta en tormenta.

Asentí lentamente.

-Nos vemos mañana, querida- se despidió.

-Nos vemos mañana- contesté.

Di media vuelta y salí de aquel salón de paredes blancas. En aquel momento deseé salir de aquel mundo, aislarme de todo. Deseé que él nunca hubiera existido. Quizás si él jamás... quizás si él...

Suspiré.

No, yo nunca podría desear que él no existiera, porque si él no existiera, yo tampoco. Era inevitable que lo amara de aquella forma... y si él estaba feliz, entonces yo también debía estarlo.
Me dirigí a mi casillero. Al llegar saqué mis cosas, entre ellas mi chamarra. Me la coloqué y la cerré para cubrirme del frío.

-¡Any! ¡Espera!- escuché que resonaba en el pasillo.

Me volví lentamente.

-¿Quieres que te acompañe a casa?- me preguntó mi mejor amiga, Miranda.

Negué con la cabeza.

"Él ya no te ama, él ya no te ama, él ya no te ama..."

-
No te preocupes, Miranda. Hoy prefiero ir sola- contesté con la voz ronca.

Maldije para mis adentros ¡Ella no debía notar nada!

Sonrió con la misma comprensión de la maestra. Auguré lo peor...

-¿Es que Roger se te acaba de confesar?- dijo con picardía.

La miré sorprendida.

-¿Roger?- pregunté incrédula.

-Sí, tontita ¿Estás ciega? Él está perdidamente...

De ahí en más mi mente no logró asimilar nada más. Mi mente y corazón bloqueados, no quería sentir nada... ya no quería sentir nada. Sólo logré captar las últimas palabras.

-Nos vemos luego, cariño.- se despidió.

-Nos vemos luego- contesté automáticamente.

Miranda frunció el ceño.

-¿Segura que no quieres que te acompañe?- preguntó inquisitiva.

Sus palabras tuvieron sentido varios segundos después.

Negué con la cabeza.

-¿Pasa algo?- preguntó escrutándome con la mirada.

Nuevamente negué con la cabeza.

-Luego hablamos- prometí.

Suspiró, me abrazó y dio media vuelta. Terminé de guardar las últimas cosas en mi mochila. Me la puse al hombro y me dirigí a la entrada. Miré a través de los vidrios. Las gotas de lluvia resbalaban lentamente por el vidrio hasta topar con el piso.

Contuve el aire antes de salir y empezar a sentir el cabello mojado. El último de los camiones que me podía llevar a casa arrancó antes de que lo pudiera alcanzar.

Con una sensación de vacío en el pecho, caminé entre los charcos de lluvia, con el sonido de ésta abarcando mis sentidos. Era un ritmo suave y tranquilizador. Deseosa de olvidar todo, me concentré en las gotas que caían a mi paso. Las piernas me pesaban y el tiempo se me hizo eterno. Sí, corría por un abismo interminable... sólo él podía meterme allí. Como también sólo él podía sacarme.

Aceleré el paso, la lluvia empezaba a volverse aguacero. Por un momento deseé gritar, pero, en cambio, las traicioneras lágrimas empezaron a desbordarse por mis mejillas. Mi tranquilo trote se volvió carrera, quería correr de aquel sentimiento de dolor.

Iba tan rápido que a duras penas lograba ver lo que pisaba.

Entonces, en aquel momento, algo duro me paró de golpe. Salí disparada hacia atrás, la mochila resbaló de mis hombros.

-¡Lo siento!- se disculpó una voz masculina- ¿Estás bien?

Fui levantando la mirada hasta encontrarme con unos ojos azules celestes.

Sonrió con picardía.

-¿Debo recordarte que ya es la segunda vez que chocamos?- dijo acercando su rostro al mío.

Quedé abrumada.

Busqué a tientas mi mochila.

Él extendió su mano. Dudé por un momento antes de tomarla. Entonces, con una fuerza descomunal, me ayudó a incorporarme.

-Gracias- murmuré desviando la mirada.

Su sonrisa se ensanchó.

-¿Has estado llorando?- preguntó.

Inevitablemente me sonrojé.

-No... yo no...

-Vamos, que llegamos tarde al café. Te llevo a tu casa para que te cambies y puedas ir calientita ¿Te parece? Hay que alegrarte el día.- me instruyó con ademán protector.

-Muy bien...- asimilé sus palabras con extremada lentitud- gracias.


-Para eso estamos los amigos.- contestó cariñosamente.


Lo observé detenidamente por un momento.


-Gracias- repetí finalmente.


2 comentarios:

  1. hola!!!
    me alegro que hayas subido
    un nuevo capitulo!!!
    que lindo que es el vecino de de
    any.......
    publica pronto si estas bien emocionalmente :)

    besos y cuidate!!

    Pta:te podes pasar por mi blog por fis:
    http://historiadeamorlovestory.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. hola!

    amo tu novela
    tienes una gran imaginacion enserio que me encanta,soy una nueva seguidora y enserio que quede encantada con tu novela tienes que publicar pronto me esta matando la intriga de que va a pasar!!!

    PD: si quieres pasate por mi blog que es atrevida-cami.blogspot.com hasta ahora lo estoy iniciando pero espero que te guste

    ResponderEliminar

¡Me encantan los comentarios! Agradezco que te hayas pasado unos minutos.