Quedé rígida como nunca había quedado. No lograba salir de mi desconcierto. Al momento que había leído aquellas palabras me había quedado sin corazón, porque aquellas palabras me cruzaron como cuchillazos el corazón hasta hacerlo pedazos. Tanto que habíamos sufrido para estar juntos, tanto apoyo que le había dado... no era posible que ése fuera mi Danny. No salía de mi asombro, de que Danny, el chico que me había dicho que me protegería como a nadie, que me quería más que su propia vida y que no podría vivir sin mí, me hubiera dejado. Era un alma desolada, ya no tenía cobijo ni fonda dónde esconderme, dónde cubrirme. Lo había perdido y la rosa había muerto. Ya no sabía si sería capaz de amar... yo no quería saber nada... y mi lejano mundo me dejó encerrada. Yo ya no tenía los pies en la Tierra, pero el único que podía devolverme, había escondido la llave y se había ido con otra. Ya ni si quiera sabía cómo juntar los pedacitos de mi corazón, ya no había corazón y ya no quería.
-Mamá- susurré con la voz quebrada y monótona- tengo que irme a clases.
-¿Qué te dijo?- preguntó escrutándome con la mirada.
-Sólo quiero ir a clases- repuse sin quitar la vista de la computadora.
El silencio reinó durante un largo rato.
-Bien, cariño... Ve a clases...- dijo mamá cortante.
Me incorporé, me metí al baño y me puse lo primero que encontré, sin si quiera fijarme si combinaba, me puse la ropa como algo automático, porque mi mente y alma estaban lejos, muy lejos.
El tiempo me pasó tan rápido. No supe qué desayuné ni cómo había llegado un paraguas a mis manos. Empecé a caminar por el empapado pavimento. Las gotas de lluvia caían sobre mi chaqueta, salpicaban a mí alrededor y resonaban en el paraguas.
Empecé a recordar con nostalgia aquellos días que pasábamos juntos.
Entré al gimnasio. Crucé hasta llegar a la puerta del fondo, que tenía una mujer, mostrando que era el vestidor de las mujeres. Al entrar fui directamente a mi locker. Dejé mi celular y mi sudadera para luego irme a cambiar.
Después de dejar la maleta y tomar mi toalla salí por la puerta que daba a la alberca. Miré el agua con añoranza. Hacía tiempo que no me metía… Probé el agua, aunque no era necesario. Estaba tibia como siempre.
Me sorprendió que la alberca estuviera vacía. Era la primera vez que veía al agua tranquila. Sin perturbarla. Quieta como un espejo. Miré mi reflejo, mi aspecto había mejorado favorablemente. Me lancé de bruces, entrando como una flecha. Salí lentamente a la superficie y miré a mí alrededor. Nadé hasta la orilla y empecé a hacer mis ejercicios. Primero crol, después torso. Descansé un momento, hasta que vi una silueta al fondo de la habitación. Ésta se acercó. Miré con una sonrisa su fornida figura. Danny se lanzó de clavado, entrando limpiamente al agua, como pluma. Salió a la superficie unos segundos después a sólo unos metros de mí. Nadé con impaciencia hasta él y lo abracé. Él me besó.
-No debería interrumpir tus ejercicios.- dijo mirando a nuestro alrededor.
Estaba colgada de su cuello como un mono en apuros, mientras que él apretaba suavemente mi dorso. No quería separarme de él. Nuestras respiraciones se combinaban. Mis latidos eran desbocados. No podía creer que él estuviera aquí.
-No hay nada de qué preocuparse.- contesté.
Su espalda en realidad era ancha, con ese cuerpo era más que perfecto ¡Atraería a cualquier chica! Eso me provocó ciertos celos ¿Danny con otra? Ya no me lo podía imaginar, mucho menos mi lado celoso. Esperaba que no fuera como la desesperante novia de Alec. Tranquila, Any. Me dije para mis adentros ¿Me amaría tanto como para nunca dejarme? ¿Y si le gustaba otra chica? Me aferré con mayor fuerza.
Él sonrió y me volvió a besar. Aquello me hizo sentir egoísta, quizás otras chicas también merecieran esta delicia. Suspiré. Era doloroso.
-¿Qué piensas?- me preguntó después de un rato.
Negué con la cabeza, desviando la mirada.
-Any- insistió.- Odio ver esa expresión en tu rostro.
Lo miré sorprendida.
-¿Se nota tanto?- dije avergonzada.
Él se encogió de hombros.
-Pues… me da miedo que…
-Any ¡Nunca te dejaría! ¿Cómo piensas semejante cosa?- preguntó desconcertado.
Aquello no era suficiente.
-Pero…
-Any- dijo acercando su rostro a sólo unos centímetros del mío.- Esto es diferente… no sé cómo explicarlo… pero… Tengo un buen presentimiento de que tú eres tan leal e inocente que tendré siempre el privilegio de estar junto a ti y protegerte.
Aquellas palabras me conmovieron. Lo escruté con la mirada, y él, sin previo aviso, me dio un beso más, que fue completamente diferente a todos los que me había dado. Su aliento me supo a miel… no, a caramelo derretido. Él lo hacía tan bien, parecía perfectamente adecuado a mí, pero fue con tal pasión. Que mis latidos fueron más desbocados que antes, eran indiscretos. Estaba segura que cualquiera a más de 10 metros a mí alrededor los escucharía, sentía que salía el corazón de mi pecho, pero eso no evitó que pudiera sentir los de Danny también, que parecían igual de desbocados. Los escuchaba como una sinfonía, era grandiosa esa sensación. Nos fuimos separando lentamente. Lo miré a los ojos, él me dio otro beso, pero menos duradero y me soltó suavemente. Mis ojos estaba segura de que destellaban de emoción, él pareció satisfecho al cruzar nuestras miradas. Pasó un escalofrío electrizante que prendió hasta la más recóndita célula de todo mi sistema. Todos trabajaban tan rápido. Como si estuviera sobrecargada.
Sacudí la cabeza varias veces y empecé con el crol. Di unas cuantas vueltas, pero tuve que desviarme cuando Danny empezó a perseguirme. No pude evitar reírme, incluso debajo del agua. Hasta que se abalanzó y ambos quedamos bajo el agua. Lo miré con una sonrisa, a lo que él me contestó con otra y volvimos a la superficie.
-¡Eres un bobo!- dije juguetona.
-¡Y tú una loca!- contestó con una sonrisa deslumbrante y pícara.
Me sumergí nuevamente para embestirlo por detrás. Danny pareció desconcertado, por lo que aproveché y salí a la superficie con ímpetu. Me abalancé y me aferré con manos y pies a su espalda. Le rodeé el cuello con las manos y la cintura con las piernas. Reí, él parecía aún desconcertado. Le di con la mayor dulzura que tenía un beso en la mejilla. Él sonrió y puso su mano sobre mi mano derecha. Me di cuenta de que aún tenía la cicatriz de la primera vez que me salvó. Moví la mano izquierda y tomé su brazo acariciando su cicatriz. Danny me observó.
-¿Sabes? Esto me recuerda siempre a ti.- dijo serio.
-Fue raro.- comenté.
Danny rió.
-Fue lo mismo que dijiste esa noche, raro y horrible.
Coreé sus risas.
-Cierto.- contesté pensativa.
Me di cuenta de que mis manos ya habían sido afectadas por el agua, incluso las de Danny, que aún sostenía mi mano derecha.Entonces choqué contra algo duro. Caí al frío y mojado pavimento.
Maldije en voz baja y me incorporé, limpiando mi chamarra y mis jeans.
Por primera vez me di cuenta de que alguien me estaba ayudando. Lentamente fui asimilando lo que había pasado... ¡Había chocado con una persona!
-Lo siento- dije finalmente.
-No, yo lo siento- contestó una voz masculina.
-Yo iba...
-Pensativa, sí, lo noté- me interrumpió divertido.
Por primera vez me fijé en el chico. Era todo lo contrario a Danny, exceptuando la espalda ancha y los músculos. Su cabello completamente rubio, empapado por la lluvia, provocando que el flequillo le cubriera su ojos izquierdo, que al igual que el otro, eran de un azul celeste, tan intenso, que resaltaban de aquella piel nívea, que, desde donde yo estaba, parecía suave y perfecta.
Parpadeé varias veces.
Entonces él extendió su mano.
-Soy tu vecino de toda la vida, Jack- se presentó.
Lo miré incrédula, sin si quiera levantar la mano.
-Pero no es posible, nunca te he visto- dije exaltada.
Soltó una carcajada.
-Bueno, sí. Vamos por caminos diferentes. Pero todavía no olvido el día que tus padres nos invitaron a comer...- puso una mueca- vaya que no lo olvido...
Intenté recordar.
-No recuerdo...- murmuré con pesar.
-¿No?- dijo con aparente sorpresa.- ¿Ni si quiera al niño que metió pastel en tu ropa?
-Vas a tener que ayudarme a recordar- continué, haciendo un gran esfuerzo por asimilar lo que acababa de decirme.
-Bien, entonces te invito un café después de clases ¿Te parece?- dijo acaparando mi atención finalmente.
Sonreí.
-Muy bien, tú dices dónde- acepté.
Su sonrisa se ensanchó.
-Paso por ti, niñita- contestó- y por cierto- me escrutó con la mirada de pies a cabeza- lamento la caída.
-No te preocupes- contesté sonriente.- no es la primera vez que me pasa.
Me miró interrogante antes de darme un beso en la mejilla, levantar su paraguas y correr entre la lluvia. Su prisa me recordó que también tenía clases, pero fui incapaz de moverme un sólo centímetro ¿Me había dado un beso en la mejilla?
esto ya me gusta mas que le den a su ex y se baya con su vecino que guay
ResponderEliminarweeeeeeeeeeee me encanto le dio un beso en la mejilla espero que haya alo entre ellos ya que las promesas de Danny se las llevo el viento,espero que lo olvide y que encuentre a alguien que la valore realmente como se merece!!
ResponderEliminarbesos y cuidate!!!
Se rompe el corazón ver a Danny y Any asi de apartados , ellos son almas gemelas , Son la paraje perfecta .
ResponderEliminarMe siento como Any :C
Ese Jack parece interesante :3
Publica pronto !
Te quiero
Cuidate
Bye
XoXo
Rosbelle
Porfa pasate por mi blog, soy nueva y no tengo seguidores
ResponderEliminarhttp://eldiariodeunachicaespecial.blogspot.com/